Os traigo, pues, la posible última entrada que hable sobre las despedidas, sobre el dolor. Espero estar al nivel, que os guste, que me comprendáis y que os alegre que se acaben. La felicidad es a lo que todo el mundo aspira, y basta con chasquear los dedos un día para conseguirla.
Os adjunto la canción de Melendi, La casa no es igual. Sé que os gustará porque es preciosa.
¡Feliz martes!
https://www.youtube.com/watch?v=KH6VvdfXd2E

Todo sin ti
se hace pequeño,
grita tu nombre,
me pone el bello de punta. Me despeina.
Hace días que las luces están apagadas, quietas, esperando el timbre de la casa, soñando con oír la maleta. Y es que las ruedas derraparon en mis costillas, me hicieron grietas. Entiendo tu despedida, entiendo que te fueras, pero no consigo aguantar esta tortura que me acecha, que cosecha noches de insomnio, días de pena, agobios que nunca terminan entre tus piernas. Y he intentado leer entre líneas, escribir en versos para olvidarme de todos los besos que necesito, pero delineas cada una de mis palabras, y yo me derrito
en la puerta. En la misma donde escuché tu risa enganchándose al umbral, donde siempre me querías besar antes de entrar. Dónde me daba pena verte marchar. Y te fuiste con mi carmín en tus labios, rozando mis manos antes de caminar y sumergirte en los controles, que me descontrolan al pasar. Y pasaste. Pasaste de ser visto y tocado, a ser recordado y apartado. Los kilómetros me acechan, me aplastan, me bloquean. Hay murallas que no se ven pero que siguen levantadas
entre los dos. Que hablan de amores imposibles, de rosas deshojadas en vez de margaritas, de billetes que se pican y que nos hacen rascar,
los días. Como la suerte cuando se encuentra en un papel, como las heridas que se dejan en la piel. Y sangran. Y vuelven a sangrar con cada olor que me recuerda a ti, con cada hombre que lleva tu jersey, con cada sitio donde me hiciste reír. Y encima reíamos tanto... el llanto acudía pocas veces.
Y cada día se hace largo si no estás alrededor, levantándome la falda como un señor que decide encontrar paraísos entre lunares, viajando al espacio, dejándome sin aire. Gravito entre tus manos con solo tocarme, y me imagino una vida por delante que sea para tanto, que signifique todo, que no tenga punto y aparte, sino todo seguido. Y seguir, amarrando barcos a tu espalda, dejando arañazos bajo tu mirada, y verte encender la mañana con un
t e q u i e r o.
Y se dice fácilmente seguido, pero nos gusta alargarlo, abrazarlo después del esfuerzo, quitarlo de los labios del otro. Sin reparos.
Todo sin ti
desaparece
se desvanece
grita,
enloquece.
Todo sin ti
se hace pequeño
guarda agujeros
en el vientre.
Miente de vez en cuando
bebe aguardiente.
Todo sin ti
no existiría.
Por eso mientras existas, prométeme que será contigo, que estaremos juntos, sin controles que nos descontrolen, que nos lamenten, que no nos entiendan. Sin separaciones que nos hagan sangrar, que nos hieran. Sin verte desaparecer con la maleta o que yo lo haga, mientras me miras. Porque si algo he aprendido con todas las despedidas, es que cada una de ellas levanta más heridas.