martes, 6 de febrero de 2018

¿Enteros o no?

Buenos días, renacidos. No hay nada más bonito que escribir o vivir bajo la lluvia. Llevamos unos cuántos días en que el cielo está encapotado pero nadie lo quiere desencapotar. Me alegra saberlo, porque la tranquilidad de un día de lluvia, no se puede comparar con ningún otro. No sé si es el silencio en las calles o el sonido de la lluvia al impactar contra el cristal, lo que crea esta tranquilidad. Pero me encanta. 

Antes de empezar a introducir mi nueva entrada, me gustaría agradecer a los seguidores que se han incorporado nuevos que hayáis decidido dar el paso y cruzar el umbral. Somos 23, pero yo sé que hay más gente que escondida lee este íntimo blog. Sois increíbles y me hacéis tan feliz que creo que las palabras vuelan... Muchas gracias, chicos. Hacéis de este, mi pequeño sueño, una realidad cada día.

Además, también me gustaría añadir cositas nuevas que están ocurriendo esta semana y que me tienen algo ocupada. Las necesito contar para creérmelas un poco más y manteneros informados sobre lo que pasa a mí alrededor. La primera de ellas es que esta tarde voy a enviar mi manuscrito por fin a una editorial. No es nada seguro. De momento solo quieren leerme, saber un poco más sobre Anna, la protagonista de este libro. Lo importante es que va a sobrepasar un poco más la frontera que existía. A día de hoy solo he compartido esta historia con mi madre, la mujer que ha hecho que me enamore de las letras desde que era pequeña. Pero ahora, eso se ha acabado. Y estoy muy emocionada!! Cuando reciba noticias, os iré comentando. Lo prometo.

Otra razón de que esté tan ocupada es que estoy pensando nuevas secciones para el blog. Quiero que siga creciendo, que tenga más contenidos para ampliar el repertorio. Entre ellas, voy a dedicar un pequeño espacio de audiopoemas a narrar con otras personas, las entradas que voy publicando. Creo que es una bonita forma de presentar las palabras, viniendo de la voz de personas tan increíbles como las que os presentaré en cada audio. 

Y bueno, de momento poco más os puedo contar. Hay más cosas en el tintero, pero ahí siguen, entre tinta. 

Espero que os guste esta nueva entrada que como veréis no mantiene tanto la línea de prosa poética, sino que incita más a la reflexión sobre cómo entendemos el mundo y cómo nos venden este. 

La imagen que hace de portada de esta nueva entrada, es una fotografía tomada en mí bonito viaje a Calella, un lugar que hay que visitar.

Espero que os guste y si os animáis y queréis, dejad vuestros comentarios. Pensad en qué opináis vosotros sobre la vida y las mitades. 

¡Feliz martes y gracias por las 5765 visitas!



Inclinada sobre un ángulo recto, formado por el paralelismo infinito que existe de vida y de descanso, descubrí que ni nos sumamos ni nos restamos, nos multiplicamos por uno. Por un beso a ciegas, por una foto descalzos, por un paisaje en llamas, por un recuerdo borroso... Y de esta manera no vamos siendo más y más, no empezamos siendo poco y acabamos siendo mucho. No necesitamos más cantidad de estímulos para crecer, para dar frutos. Sino que, poco a poco, aquello que siempre fuimos termina siendo el resultado de lo que vamos siendo al largo de la vida. Siempre diferente, pero con la misma esencia. 

Sin embargo, no es así para el resto del mundo. Fuera de ángulos y geometrías, como si esto fuera tan sencillo, nos dicen que somos la suma de cada una de las cosas que vivimos al largo del día, al pasar la semana, al llegar al año. Nos sumamos y restamos con cada acción que pasamos, como si fuera tan fácil alterar nuestro resultado. 

Dejamos a nuestra pareja, lloramos por la muerte de alguien, nos equivocamos de puerta, y esto nos lleva a restarnos. ¿A ser menos nosotros? ¿Y más como quién? Porque la conmutación es así en todas partes. ¿O es que acaso sólo nos quitamos? Nos bajamos durante un instante del tren de madurar y crecer, y ¿en qué parada subimos? ¿En cual nos hayamos? ¿Dónde se quedó aquel tren que nos dio cobijo, que nos guiaba hacia un destino que ahora está alterado?

Yo considero más sencillo creer que somos lo que siempre fuimos, pero con un sinfín de números por el medio, desordenando nuestra cabeza y nuestro bolsillo. Dejando que se nos pierdan hilos y nos deshilachemos, pero que siempre seamos nosotros; el mismo ovillo con el que empezamos a enredar la vida. Porque nadie nos quita o nos suma tanto como para perdernos. ¿Realmente alguien siente que antes era menos? ¿Que ha ido subiendo desde cero? ¿Y qué pasaría si no lo hiciera? ¿No sería el mismo? ¿Y entonces quién sería?

Es complicado entender cuánto nos mienten diciendo que somos una mitad incompleta. ¿Incompleta de qué? ¿Qué significa estar entera? Muchos dirán que el amor nos hace completos, que saber de ciencia o de lengua nos hace ser un producto entero. Pero, ¿de verdad lo pensáis así? ¿Que sin esas cosas, sin todas esas sumas que no son más que una multiplicación por uno, no seríamos nosotros? ¿Estaríamos incompletos?

Seríamos igualmente nosotros. Porque nada nos da ni nos quita tanto como para perder quienes somos. 

Y a mí, personalmente, me fue bien saber que ni nos sumamos, ni nos restamos, nos multiplicamos por uno. Por todos y cada uno de nosotros, de lo que vivimos, de lo que no, de lo que deseamos o de lo que nunca quisimos. Y siempre tendremos el mismo resultado, pero la magia de la diferencia, se centra en que no todos multiplicamos 
                     con los dedos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario