sábado, 27 de mayo de 2017

Medidas

Buenas tardes, renacidos. Os echaba mucho de menos! Llevo demasiado tiempo sin aparecer por aquí, pero entendedme, no me sentía muy inspirada en los momentos que tenía algo de tiempo. Y no quiero escribir y compartir con vosotros algo que no termino de sentir, que no acabo de enlazar. Es por eso que me he hecho de rogar, y creo que para bien porque estoy muy orgullosa de mi nueva entrada.

Supongo que ya sabéis que soy muy feminista, como considero que debería de ser toda la sociedad - hombres y mujeres -. El feminismo no va en contra del hombre, sino va a favor de la igualdad de las personas. Y como persona, y como mujer, lucho por esa causa. Una causa  que me indigna y desconcierta a partes iguales, porque, ¿cuántas veces habéis oído insultar a una mujer por cómo viste, por besar a chicos o por cómo habla? MILLONES. Y son adjetivos que duelen y que nos marcan a todas. 

Es por eso que mi entrada de hoy trata ese tema y se titula medidas. Porque es como estamos, medidos, cortados y pesados por estereotipos, por machismo y por injusticias. 

Os dejo la fuente de esta entrada, una imagen encontrada en facebook que me ha hecho escribir y que me ha inspirado.
¡Pasad un feliz sábado, renacidos! Os quiero.

PD: 4825 visitas WOW!

La imagen puede contener: una o varias personas y texto


Miden mi belleza, por pliegues de mi piel, por la suavidad de mi camisa. Me abotonan de complejos y me miran desde arriba. Visten mis tristezas con nuevos insultos, alargando una cinta métrica que tiene en cuenta hasta mis bultos. Acortan mi libertad con nuevas etiquetas que me clavan con alfileres, que tiran de mis trenzas porque ir recogida es ir como una fresca.  Y el frío se cuela por mi chaqueta también juzgándome, midiendo cuánto espacio hay desde los botones a mi abdomen. Buscando una tableta que no encontrarán en mi maleta, y que me hará derrapar en las costillas. 
Miden mi persona por la talla de mi sostén, que no me sostiene o abstiene de comentarios hirientes. Da igual que tengas mucho, da igual que tengas poco; nunca es perfecto si se mide por complejos, por celos o des
                        pecho
Nunca es perfecto y eso duele, deja desperfectos en tu sonrisa, torciéndola, haciéndola menos perfecta y atractiva. Y también la dejan en la mía, se olvidan de sus comentarios, los tiran y después los dejan abandonados hasta que tú los recoges y los metes en la mochila. Paseas por la vida y te pesan, pero nunca los tiras, sino que te los comes. Te comes las medidas y las aprendes. Subes a la bascula y ya no te miras. Nunca tendrás una buena medida aunque lo sea. 

Miden mi belleza por la pintura de mi cara. Si tengo poca, me hace falta; si tengo mucha, parezco una payasa. Intento hacerme una línea en el ojo pero nunca la medida es perfecta. Nunca es perfecta y eso duele, deja marcas. En las pieles, en la gente, en mi mente...

Miden mi decencia con una regla. La apoyan en el suelo y cuentan los centímetros de  mi falda. Si es muy corta, soy una  guarra. Si es muy larga, soy una monja. Y se ríen mientras se ajustan los botones de sus pantalones largos. Mientras piensan que ellas o ellos son mejores, más perfectos. Pero nunca es perfecto y eso duele, es amargo. 

Miden mi valentía por las veces que me callo. Si me defiendo o ataco, no merezco la pena. Prefieren perfectas que se callen, que asientan, que besen en el suelo de la calle por donde pasan y pisan. Hasta que pasan y las pisan 
                                           a ellas. Y siguen pasando y pisando, callando bocas, con o sin guantazos.

Miden su feminismo por estar en contra del maltrato, pero llaman guarras, putas, busconas, provocadoras a las que pasan por su lado. No se agarran la mano sino que las empujan. ¿Y cómo esperan cambiar un mundo si no pueden cambiar sus palabras?

Miden mi bondad por las veces que perdono. Pero mi medida es XXS y no aguanto tantos insultos, tantas faltas de respeto, tanto dolor en el pecho. Si enseño cacho es porque tengo, si no lo haces es porque tienes miedo. Y el miedo es la peor cadena. No me importa enseñar las piernas, enseñar mi alma o ir arreglada como me plazca en pleno jueves tirada en la plaza. 

Cuando haga calor no me verás con bufanda, sino con un escote si es lo que yo quiero porque creo que es lo que me corresponde. Si yo quiero... Sí, yo quiero. Quiero vestir con tacones, con falda, con pantalones o con tanga. Sí, yo quiero ir como me plazca, sin medidas ni restricciones. Sí, yo quiero. Sí, yo puedo.

Las medidas miden mi vida, miden la tuya, y medirá la de ellos. Por eso en vez de medir tanto la falda, deberíamos  medir  las palabras, porque estas representan la medida exacta de cómo somos y de qué seremos.