sábado, 19 de diciembre de 2015

Recuérdame

Buenas tardes, después de tantos días sin publicar nada pensaba que moriría de todas las palabras e ideas que se han ido petrificando en mi mente, por fin las puedo liberar. Esto es un desahogo para mí. Lamentablemente ahora pasaré días sin publicar nada, aunque no sé si aguantaré y la necesidad me hará añadir otra hora a esas 24 existentes. Sí, muy posiblemente a partir de ahora mi día tenga 25 horas, y no me parecería tan loco, la verdad. Lo necesito, como también necesito el respiro que estos días no tengo ni tendré. Enero promete venir con fuerza, y me obliga a pasar unas navidades invisibles cubiertas por el calor de una chimenea mientras estudio. Bueno, no me quejaré de ello porque tengo mis razones...
Entrando en materia, hoy os traigo una nueva entrada titulada recuérdame. El título, es algo triste y proporciona una sensación desagradable pues esta palabra sólo puede significar algo: un adiós. Odio esa palabra porque no me la creo, pero supongo que también forma parte de la vida y por ello también forma parte de nuestro renacer entre palabras. En concreto, debo advertir, que esta entrada consiste en un autoretrato en palabras, poético, de mi vida. Esta terminología la ha utilizado mi madre cuando lo ha leído y he creído oportuno ponerlo. Me parece precioso como adjetivo. 
Bueno, en fin, esta entrada tiene, como podemos comprobar, un enlace nuevo. Se trata de una interpretación de Bely Basarte sobre una canción navideña. Me parece oportuna ponerla porque, renacidos, ya estamos a 19 de diciembre, en nada ES NAVIDAD. Adoro la navidad y espero que vosotros adoréis esta entrada - y la Navidad también, venga -. También, el hecho de poner a Marilyn Monroe como imagen de esta entrada se debe a que es una de las figuras más fascinantes que conozco. Bueno, renacidos, espero que os agrade y feliz sábado. 

https://www.youtube.com/watch?v=mjfXUTFBie8 






Recuérdame como aquella que soñaba aviones de papel despegando por la ventana de las inseguridades, dejando tras sus pasos lecciones en forma de canciones, de caricias, de escondidas ilusiones. Como aquella chica que callaba sin otorgar y otorgaba lo que no callaba, que buscaba paracaídas desde el cuello de su camisa y sonrisas en cada una de las esquinas que limitaban su vida, que la empequeñecían, que la encerraban en la libertad de los días, del tiempo, de las aspirinas. 

Recuérdame como la chica que se escondía en la última fila, que callaba cuando quería y que quería callar cuando no debía; que siempre tenía un pasatiempo, una ocupación, un buen día. Como aquella chica que le gustaba escribir, cantar, leer, observar, fotografiar, pintar, soñar.  Como aquella mujer que utilizaba tacones confeccionados de inseguridades, de promesas incumplidas y de traiciones asumidas; que buscaba en un beso las mariposas que emprenden el vuelo cada primavera hacia costas irreales, paradisíacas y otras cosas menos terrenales.  Que esperaba ver caer una estrella para pedir un deseo, pero que nunca tenía tiempo para pensarlo cuando caía precipitado hacia el firmamento. Que dormía abrazada a un peluche, que buscaba su consuelo en noches tormentosas y que todavía se siente desprotegida por de noche. Que coloreaba los lunes, despintaba los domingos y borraba los viernes. Que amaba la vida, que vivía el amor, que soñaba con estar enamorada toda la vida. Que veía telenovelas y se las conocía de memoria, que se ponía nerviosa cuando Rosaura engañaba o era engañada. Que adoraba a Vicent Van Gogh, su noche estrellada, las sensaciones que trasmitía y sentirse aludida.

Recuerdame como la niña que corría detrás de un pollo, de una meta, de un horno. Como aquella que veía millones de veces al troll verde pero lloraba cuando se acercaba su muerte. La chica que se colgaba del reloj, que no conocía la inutilidad de las cosas, que buscaba carnavales en otoño. Aquella que coleccionaba fotos, postales, pulseras y retales. Que le gustaba desayunar tostadas y odiaba que alguien la odiara. Que le encantaba el color rojo, el negro y no el oro. Que intentaba acabar todo lo que empezaba y que empezaba cosas que algún día serían acabadas. 

Recuérdame como la pesada, la besona, la encerrada en sus cosas, la que siempre se quejaba, la cabezona, la soñadora, la idealista, y a veces realista. La que odiaba los cambios, la que se negaba a no confiar y a dejar las cosas pasar. La que no recogía, la que era un desastre, patosa y desquiciante. La calmada, la nerviosa, la tímida, la habladora. La chica que odiaba llegar tarde, pero que a veces tardaba en llegar, la que buscaba excusas para no llorar, la de la coraza creada sin pensar. 

Recuérdame como aquella que no sabía nadar, que odiaba el mar pero que pintaba las rocas que rompían en él sin parar. Que empezaba diarios pero se cansaba de redactar, que comía todo lo que fuese dulce menos el mazapán. Que admiraba a las buenas personas, a los errores, a las lágrimas que se suicidan de sus ojos, los amores de toda la vida. La chica que adoraba a su familia, que mataría por salvar a su madre, a su padre, a su hermano, a sus primas, a su tía. Que odiaba las injusticias, el maltrato y la codicia. Que nunca ha soportado las despedidas, pero que las cree necesarias para abrir o cerrar viejas heridas. Que cree en la amistad infinita, que no tiene mejor amiga, que asume que la vida no está hecha para pensar en los días. 

Recuérdame como la que odiaba los guisantes, el pimiento, las medicinas. Como la que no temía al dentista pero que odiaba cuando tenía visita. Como aquella que veía cintas antiguas, disfrutaba comprando camisas y viendo a sus primas crecer entre risas. Como la que necesitaba un Halloween eterno, un verano más largo, un invierno más frío. Como la que leía poesía, recitaba a escondidas y esperaba que alguien le escribiese una algún día. Como la que esperaba publicar sus ilusiones, la que odiaba los temores y necesitaba caminar con violines en los auriculares.

Recuérdame. Hazlo siempre con una sonrisa de oreja a oreja, de lado a lado, de una esquina a la otra, con el corazón en la mano. Puedes recordarme como quieras: para bien, para mal, con mis aciertos, con mis fallos, sonriendo, llorando... Pero siempre recordando que si estuviste en mi vida tu recuerdo seguirá intacto.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Una rosa del jardín

Buenos días, renacidos. Parece que el frío vuelve a hacer de las suyas y congela los pies de aquellos que intentan escribir algo en su blog. Supongo que no habrá otro momento de congelarlos que cuando se intentan poner a reflexionar. No me enfado, pero podríamos tener un respiro ¿no? que de este modo no hay quien se pueda inspirar y menos con examen de por medio. Por cierto, os pediría que proyectaráis todo el positivismo posible para que los astros se alineen bien y pueda aprobar esta asignatura. No me veo repitiendo de nuevo toda la tortura soportada hasta ahora... Gracias. 
Bueno, dejando de lado mis problemas personales -que seguramente son parecidos a los vuestros, renacidos- procederé a mi nueva entrada. Esta se llama una rosa del jardín. Es más bien como una pequeña historia, pero a la vez me recuerda -desde una personificación- a la historia de muchas personas. Personas reales que se encuentran en situaciones parecidas, en situaciones donde se cree que algo es perfecto por unos motivos preliminares -belleza externa, palabras adecuadas...-  y que después descubres el otro lado de la luna -sus grandes, y a veces, graves errores-. Quiero recalcar, que aunque pueda ser interpretada como una entrada que recuerda al tema del maltrato, no es mi intención. Mi intención es únicamente mostrar como las apariciencias van cambiando y como lo que quizás al principio es perfecto, después se va truncando. Cosas que pasan a menudo... De todos modos, si alguien desea interpretarlo como lo otro, está en todo su derecho pues las reflexiones son de los que la leen y no de los que la escriben. Debido a este matiz, recordar el teléfono contra el maltrato: 016. 

Como veis, en esta entrada encontramos un nuevo enlace, en este caso sobre Yiruma, uno de mis músicos favoritos. En especial, la canción es la que más me gusta de él y también la que creo más conocida: River flows in you. Es preciosa, así que os dejo renacer con ella y el escrito, junto con la imagen -hecha por mí- de la rosa que me recuerda a mi jardín del verano. 


https://www.youtube.com/watch?v=kG9KSWYg-Jc


Una rosa me hizo conocer la belleza de las noches estrelladas, de los abrazos con fuerza que desprenden todo el miedo y producen una amarga seguridad, de las miradas que sin pronunciar palabra lo dicen todo. Me ayudó a pedir deseos al firmamento, escuchar cuando me contesta el cielo y esperar una respuesta convertida en realidad, en esperanza. Me mostró cada uno de sus largos y sedosos pétalos, haciéndome ver la dulzura y ternura del mundo que nos envolvía, que nos seducía a seguir pisando el camino que ella conducía. Tras cada uno de los pétalos que ella me enseñaba y que yo conocía, crecíamos juntos, como si estuviésemos bailando un ballet de pasos insistentes sobre una cuerda floja, haciendo de trapecistas de los sentidos, de los sentimientos, del amor que nos iba acercando y uniendo. Me hizo prometer que mis lágrimas jamás le harían crecer; que mis daños, mis errores y mi dolor jamás serían fruto de su madurez. Yo le juré que así sería. Juntos pasábamos las tardes, observando crecer a las orquídeas, a las amapolas, a los girasoles. Ellas eran flores de otro jardín, de uno que no confeccionaba besos, ni abrazos, ni esas palabras sobre como nunca abandonarnos, sobre como intentar crear un muro que nos apartase del tiempo y de su terrible conjuro. Juntos pisábamos las horas de la noche, abrazados al calor y al frío que se evaporizaba entre risas, entre palabras, entre anécdotas bien contadas. Creíamos en la eternidad de la felicidad, en aquella amistad que habíamos plantado, en aquel para siempre que con una pala habíamos sellado y que duró un par de años.

 Pero cuando comencé a entrar más en su jardín, descubrí las espinas. Verdes y afiladas espinas que me hacían entender el lado oscuro de la luna, la traición que esconde la amistad, las mentiras, las verdades maquilladas y fingidas. Poco a poco, con mis lágrimas su cuerpo crecía más y más, se ensombrecía y se volvía más y más cruel, más y más doloroso. Sin darme cuenta, comencé a odiar cualquier otra estación que no fuese la primavera, por el miedo a perderle, porque temía que desapareciese. Confeccioné un invernadero donde juntos pudiésemos seguir sufriendo, pero sin separarnos por un segundo. Odiaba sus espinas pero necesitaba sus pétalos. Aquella rosa se volvió en mi víctima y verdugo. Aquella rosa era mi bendición y mi condena. Tras la profunda tristeza que fue transformando mi vida, que me atrapó en aquella burbuja, en aquel invernadero de sonrisas fingidas, comencé a cerrar los ojos para evitar ver el desastre. Con ellos en aquel modo, el dolor desaparecía, mi alma se sentía vacía pero sin heridas. Era como si la rosa ya no existiese en mi vida. 

Cuando los volví a abrir, la rosa ya no estaba. Había sido cortada por una hacha desde su raíz, de mi vida, para siempre. Sentí un vacío en el pecho cuando no sentí su tallo cerca de mi mano, pero poco a poco lo fui aceptando. Quizás porque de aquel modo evitaba el dolor de sus espinas, pero también, por desgracia, me alejaba de la dulzura de sus pétalos, de las palabras conjugadas por aquella seductora ternura.

El tiempo pasó, reflexioné, lo acepté. Empecé a pensar en lo nuestro, en aquella primavera que hubo durado años, que confeccionó mis días de verano. Ahora, después de tanto tiempo, he llegado a comprender algo. La belleza, por muy bella que sea, siempre estará envuelta en un retorcido dolor con forma de espinas y por mucho que intentemos taparlo con vanas palabras, la sangre siempre se derramará tarde o temprano.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Querida yo de hoy

Buenas tardes renacidos. Hoy me he dedicado -entre otras cosas- a mirar entradas antiguas, perdidas en el paso de las entradas y las vueltas de hoja. Viéndolas, en cierto modo, he descubierto mi evolución, una evolución que si bien es lenta me ha permitido compartir con vosotros millones de entradas e ideas. En especial, hay unas cuantas que todavía me emocionan, me producen sensaciones de renacer, de querer saber más y más sobre ellas. Entre estas está la entrada de mi Querida yo de ayer. Esta, que de momento es de mis entradas -sino la más- favoritas, es la base de mi nueva entrada. La publiqué el 26 de septiembre de 2015, y hoy estando en el 12 de diciembre de 2015 pienso crear una segunda parte, en este caso titulada "querida yo de hoy". La razón por la cual la confeccionó justamente hoy es puramente por los recuerdos que me proporcionó la primera entrada y que me ha producido la necesidad de crear esta. Sin alejarme mucho de la entrada, seguiré el procedimiento de la anterior indicando que mi antecedente fundamental fue Rayden y su A mi yo de ayer. Esta canción, me fascinó cuando la oí por primera vez y me sigue fascinando a día de hoy. Creo que es perfecta. 

Como veis, aparte de la canción de Rayden, os he colocado otro enlace, en este caso, sobre la entrada Querida yo de ayer. Espero que os agrade tanto como la anterior. Os deseo un feliz sábado, renacidos, hasta mañana.

http://renacerentrepalabras.blogspot.com.es/2015/09/querida-yo-de-ayer.html


"Querida yo de hoy, sé que en este momento eres la chica que escribe en un ordenador esperando que alguien lea y entienda lo que piensas, que entiendes que mucha gente no te entienda, que entiendes que no puedas entender a toda la gente. Sé que ahora sabes que todos los complejos existen, pero sólo en nuestras cabezas y no en nuestras pieles; que lo materialmente imposible es aquello que uno piensa que no puede lograr, que no puede alcanzar, y no lo que realmente podemos realizar. Sé que sabes que hay pocas barreras que no se puedan cruzar y que la muerte es la más importante de ellas. Que con un simple gesto puedes romper en pedazos tus recuerdos o crear unos nuevos, más bonitos, más duraderos, más bellos. Que existen ideales que se destruyen día a día, y que hay otros tantos que se construyen con el paso de las horas. Que también existen quien nunca se decantará por la izquierda o la derecha, por la suerte o el destino, por la cruz o la cara de la moneda. 

Querida yo de hoy, sé que sigues encerrándote entre tú y tus pinturas, que eres las chica tímida que pocos conocen y que eres cuando te conocen todo menos la chica tímida. Que vives por el aire que no sólo respiras sino el que lees, el que escribes, el que te inyectas en tus sonrisas. Que conoces a personas que sufren día a día, y que luchas por hacer de tus sueños algo tangible y discreto entre los margenes de tu libreta. Que te gusta oír caer a la lluvia y leer el horóscopo de las miradas escondidas. Que adoras la luna, sus cambios, la vida, y a tus niñas. Que eres demasiado consciente de los cambios que efectúas, que eres perfeccionista, pero desastre; fuerte, pero sensible; callada, pero gritona; feliz, pero llorona. Sé también que prefieres los días grises, por las sensaciones que trasmite; el otoño que la primavera; las estaciones y no sus consecuencias. Conozco la manía que tienes de llevar la contraria, de buscar la magia del truco y un truco sin magia. La manía de querer tocar el arco iris y no buscar la plata, de conocer el color de la esperanza, del amor, de la rabia. Que te gusta transmitir la tristeza de un soleado domingo y buscar la belleza de un amor imposible, doloroso, separado. Que eres indecisa, decidida, simple, compleja.  

Querida yo de hoy, sé que desconoces todavía como puede haber quien mate por placer, por venganza, por ver retorcer a la otra persona entre sangre, recuerdos, y auxilios de ayuda. Que no entiendes como se pueda ver el toreo como algo popular, que dé felicidad, orgullo y como símbolo de dignidad. Que de la misma forma que eres incapaz de ver sufrir un animal, sufres al ver padres que hablan de hijos desaparecidos, presos en el túnel de un asesino. Sé que tampoco compartes la violencia, las amenazas, el desprecio. Que odias las mentiras hirientes, las palabras puñales, las injusticias ajusticiadas y las trampas preparadas. Que no soportas el invierno porque trae consigo millones de momentos fríos, lejanos, presos del calendario. Que temes el olvido, el mar, las vacunas y los cambios. Que odias cuando alguien te lleva la razón cuando no lo cree, y que crea que lleva la razón cuando no la tiene.

Querida yo de hoy sé que has montado muchos puzzles en tu cabeza y que luego los has desmontado lentamente en tu corazón. Sé que has aprendido a dejar de contar, para contar con algo más que con los números, para entender con las palabras aquello que no te aporta el cero ni el uno. Que piensas que el amor es lo más importante que se puede coser, plantar y entregar en este mundo, porque con él lo demás deja de existir, de tener sentido, de depender de uno mismo. Que conoces que hay juegos con forma de realidad y realidades que son simples juegos. Que has aprendido a contar con las venas que unen el corazón a la cabeza y no con los dedos, ya que muchas veces los pulgares desaparecieron llevándose consigo a la mitad de ellos. Que odias pedir deseos porque cuando no se cumplen te duele más que cuando no lo tenías y lo ansiabas, lo pedías. Sé que te sigues escondiendo del miedo, de afrontarte al mar de tu tortura, de aceptar como ayuda el dolor ajeno, de aceptar como amigo aquel que te inyecta veneno. Sé que te encanta pintar el mismo paisaje, dibujas piedras oscuras que nunca son iguales, usar el color negro y rojo como ideales.

Querida yo de hoy, sé que tienes millones de preguntas todavía sin resolver, que se pierden en el museo de las dudas, de los rompecabezas sin pistas, sin ideas, sin consejos; y también que conoces millones de respuestas de las cuales no adquieres preguntas, que se pierden en el asfixiadero de las certezas, de los rompecorazones con caminos, con conceptos, con errores. Sé que todavía esperas las reconciliaciones tardías, los abrazos que se perdieron en al andén, las palabras que nunca llegaste a conceder. Sé que sueñas con retroceder, y conocer a tu querida yo de ayer, para reeplantearte que hacer con él, con ella, con vuestro tal vez. Sé que temes llamar mejor amistad después de lo ocurrido en el pasado, de tanto que te hicieron daño, después de aquel último verano. Que tomas pastillas de felicidad que solamente la música, el arte y la verdad te puede proporcionar, que sus notas musicales son como la droga sana que te ayuda a levantar. 

Querida yo de hoy, me gustaría darte consejos o asegurarte que todo lo que haces está bien, es perfecto, no tiene errores ni lamentos. Pero mentiría y en cierto modo lo estoy haciendo. Por eso, si hay algo que te pido es que sigas tu camino recto buscando las curvas que depare el tiempo, reparando las heridas que te haga el viento y oliendo las amapolas que si te aportan lamento, también te den aliento."
Firmado mi yo de hoy

viernes, 11 de diciembre de 2015

Quise tantas cosas y obtuve nada

Buenos días, renacidos. Si digo buenos días no lo digo como siempre esperando que los demás pasen un buen día -que también, renacidos- sino afirmando que hoy es un buen día. Hemos llegado a la friolera de 1286 y ya pronto puedo oler las 1500, un número que me produce escalofríos sólo de pensarlo. Imaginar que han habido tantas personas que se han preocupado en ver que pensaba hoy o que reflexión traía me llena de unas ilusiones difíciles de explicar. Sigo en ese camino tan largo donde se van cumpliendo día a día mis sueños, cada vez que alguien pone http://renacerentrepalabras.blogspot.com.es/ y mira mis escritos. No sabéis lo que significa esto para mí, no tenéis ni idea. Espero, a la vez, que mis escritos, aunque haya sido alguno, se haya quedado en vuestra mente durante un tiempo y haya permitido hacerte renacer en diferentes aspectos. Simplemente me queda decir gracias, millones de gracias a todos. Sin vosotros mi camino se hubiese dificultado por mucho tiempo.

A continuación, os presento mi nueva entrada titulada quise tantas cosas y obtuve nada. En esta hago menciones a los sueños, propositos e ilusiones que mueven nuestras acciones, y en como el amor aparece sin buscarlo en nuestras vidas. Encontramos un enlace de India Martínez y David Bisbal de la canción olvidé respirar, que me parece una composición preciosa.  También, tenemos como imagen otra fotografía sobre la bellísima y más que recomendada película "El diario de Noah". Quien no la ha visto no puede hablar del amor -jajaja vale quizás he exagerado un poco-. 
Bueno, renacidos, poco más que decir. Millones de gracias y a disfrutar de este viernes once de diciembre.

https://www.youtube.com/watch?v=Z0Hu6gBZfRY


Quise enhebrar nuestros hilos y cortar todos aquellos que nos unían a una vida desunida, separada, desnutrida. Quise gritarle al silencio, por todas aquellas injusticias que nos había hecho, que nos había obligado a permanecer callados pero sin dejar de hablar. Quise silenciar la vida a gritos, buscando y perdiendo las formas y las maneras de lograr todos mis propósitos, encerrándome al pozo de la desesperación, de la cólera infligida. Quise llorar de alegría en mitad de un funeral, en mitad del funeral de mis sonrisas, de mis partidas contra la tristeza y la negatividad de la vida. Quise sumar restando y me faltaron número que sobrasen, me sobraron números que faltasen y hiciesen algo más que quedarse quietos, como lo hace el cero tras sus operaciones, completamente quieto. Quise subir al cielo bajando por las escaleras del infierno, dejándome llevar por la voz misericordiosa que me buscaba sin encontrarme y me perdía sin hallarme. Quise saltar sin moverme rompiendo las reglas que nadie se atrevió a arreglar, que nadie se atrevió siquiera a nombrar por el miedo de que el salto repercutiese en nuestra gravedad. Quise jugar perdiendo, negada a la triste idea de que ganando hallaría la victoria del tablero pero perdería millones de derrotas que me sirviesen como lecciones, como rasgadas lecciones de un libro coleccionado por miles de seguidores. Quise soplar las velas sin usar el aire, encerrándome en una habitación sin oxigeno que me oprimía los pulmones y paralizaba mis pensamientos. Quise soltar en una frase todo mi mundo interno, pero solamente logré escupir kilos de veneno, puñales, sufrimientos. Quise parar el tiempo y me topé con un pasado enfadado, con un presente inerte y con un futuro ignorante. Quise volar utilizando mi cabello como pequeñas alas, y su color rojo naranja llenó de desilusiones mi pequeña esperanza, mis pies seguían bien anclados en la terraza, en el suelo que nunca haría de trampolín ni de paracaídas, ni de nada. Quise plantar amapolas en el cielo, negándome a que solamente las estrellas tuvieran ese privilegio y que esplendorosas utilizasen el poder del diente de león para hacer cumplir los deseos cuando caen, cuando desaparecen, cuando dejan de existir. Quise llamarme sueño, amor, infinito, pero sólo de pronunciar dichas palabras mi pecho se encogía, mi corazón se paralizaba y mis manos temblaban. Quise retar a la vida, sin dejar que la muerte jugase en esa partida y prohibiéndome utilizar la huida como recurso de salida. Quise cruzar el mar pero me faltaron mares que cruzar, puentes que vislumbrar, estanques en los que nadar. Quise crecer pero alguien me cortó mis pies y me negó al simple hecho de ser aquello que quise ser, de llegar a verlo todo desde otro nivel.

Quise millones de cosas, de las cuales nada me sirvieron, pues el triste momento de abrir los ojos me hizo darme cuenta de mi consuelo. Quise tantas cosas y obtuve nada. De todos modos, quise tantas hazañas, esperanzas y habilidades, que se me olvidó resguardarme de tu mirada y de pensar que con una simple palabra pudieses crear que volará, que soñará; pudieses crear silencios entre gritos, mares, alas, y  un amor que sólo de conocerlo me paralizara.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Desde hace tiempo

Buenos días, hoy en este día soleado de diciembre, aunque está siendo precioso, se echa de menos algo, ¿no creéis? ¿dónde se esconden esas nubes que traen consigo lluvia y llenan de ilusiones las mojadas calles de la ciudad? Las echo de menos, sinceramente. Porque aunque me gusta el día soleado por muchos motivos, los días de lluvia duplican los motivos. Quizás esto también derive mi obsesión por Londres, quizás. Bueno, dejando de lado estas explicaciones que de nuevo, no vienen al caso, os presento mi siguiente entrada titulada "desde hace tiempo". En esta, comprobamos la estructura repetitiva, es decir, el paralelismo llevado al extremo que configura lo que parece un estribillo, pero no lo es. Sigo en mi línea de crear con las palabras una serie de rimas, y lo hago mayormente para ir aprendiendo y adquiriendo destreza con esta habilidad que veo tan compleja -juzgarme pero no me odiéis por ello, por favor-. No hablamos de poesía, obviamente, pero tampoco es prosa, así que os dejo que cada uno haga sus propias conclusiones. La encontramos confeccionada con un enlace que lleva a la canción Nocturne op. 9 número 2 de Chopin. A mí parecer es preciosa, y no sólo por la dulzura que transmite, sino porque su vídeo tiene como imagen mi obra favorita, la Noche estrellada de Vicent Van Gogh. A la vez os traigo una imagen de Beth Bogert que me parece preciosa. Entenderéis que si coloco toda esta infinidad de elementos lo hago para que adoréis esta entrada, y ojalá lo consiga. Feliz día, renacidos, ¡a por el jueves!

https://www.youtube.com/watch?v=9E6b3swbnWg


Desde hace tiempo, ya no piso el suelo. Alguien me enseñó a volar entremedio del cielo y del suelo. Pisar mientras vuelo, aquello que llaman vida, que llamo desierto, que son simples agujeros. 

Desde hace tiempo, ya no sueño con cosas imposibles, sino que me recreo con realidades cumplidas, conseguidas, merecidas. Alguien me enseñó a que las cosas que no se pueden realizar, son las primeras realizadas, quizás de forma indirecta, pero finalmente de forma completa. 

Desde hace tiempo, ya no canto mientras me ducho, sino que me ducho mientras canto, lleno de música el lavabo y lo enjabono con tonos agudos, octosílabos llanos, y notas de un piano. Alguien me enseñó a que las cosas buenas se deberían multiplicar siempre más que las rutinas monótonas y aburridas. 

Desde hace tiempo, ya no tengo prisa por nada, sino que voy con calma, con tranquilidad, casi sonámbula. Alguien me enseñó que corriendo y con nervios, no conseguía nada y que en cambio, descansada, era capaz de cruzar murallas y murallas. 

Desde hace tiempo, ya no bebo café, sino que me despierto con aire, con sol, con un tal vez. Alguien me enseñó que las dependencias nos ataban al papel, y que no servía de nada cortarse con él porque seguíamos siendo presos de su cárcel. 

Desde hace tiempo, ya no cierro la ventana, sino que dejo que el olor de la mañana entre hacia mi sala. Alguien me enseñó que vivir esperando no recibir nada, era como ir a Narnia sin esperar conocer a un hada. 

Desde hace tiempo, ya no comento los errores de los otros sino que explico sus aciertos, sus logros, sus comienzos. Alguien me enseñó que juzgar era una cuchilla de doble filo que tan rápido te mostraba el final, como después te mostraba el puñal.

Desde hace tiempo, ya no me peleo con el tiempo, sino que disfruto de los años, de los días y de sus lamentos. Alguien me enseñó que creer en Peter y en su eterna niñez, era como crear un castillo de papel sin esperar que el viento viniese a por él.

Desde hace tiempo, ya no tengo miedo a las dudas, sino que espero a que existan algunas mías y algunas tuyas. Alguien me enseñó que nada era certero, que nada era seguro y que lo mejor en esta vida era bajar el escudo y escuchar los apuros que nos acercan a las dudas alejándonos de todas las seguras. 

Desde hace tiempo, ya no soy infeliz, sino que vivo el día a día con gran sonrisa de zapato a nariz. Alguien me enseñó que la única buena razón para dejar de reír era comenzar a hacerlo sin un fin. 

Supongo que desde hace tiempo he conseguido muchos de mis objetivos y también que todavía me quedan años para realizarlos todos de manera exhaustivos. Pero alguien, llamado vida, me enseñó que mientras permaneciera a su vera, podría lograr todo lo que me propusiera.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Aprendí sobre el concepto hogar

Buenos días, renacidos. Creo que uno de los mejores augurios para iniciar un nuevo día, es poder contemplar la Luna mientras sales a la calle. Claro que esto es más posible si se sale más temprano. En mi caso es fácil, ya que, por ejemplo, hoy me he despertado a las seis de la mañana y a las siete y media ya había salido a la calle. En esta, entre el frío que se acerca durante esas horas, he podido contemplar la Luna, o lo que queda de ella. Gracias a ello, puedo decir que la Luna no es más que una delgada y pequeña sonrisa sobre el cielo que llena de positivismo este miércoles nueve de diciembre -día de volver del puente, renacidos-. Creo y espero que este puente lo hayáis disfrutado al máximo, que hayáis aprovechado para hacer aquello que queríais como salir con los amigos, ver a la pareja, ir al cine, ir a esquiar, visitar a la familia y leer renacer entre palabras. ¡Espero que esto último se haya encontrado en la lista de todos! Sin presión, ni nada, eh jajaja.  

Bueno, sin ir más allá, hoy os traigo una nueva entrada que se llama Aprendí sobre el concepto hogar. Esta, fue creada a partir de una frase que confecciona mi álbum de fotos. Sí, lo sé, es extraño que en un álbum haya frases de renacer entre palabras, lo sé. Pero, qué se le va hacer... soy así. Bien, pues a partir de esa frase -que no diré para no adelantar las ideas de la entrada- he confeccionado esta reflexión. La considero una entrada corta, familiar y positiva que se adecua mucho a este contexto de proximidad navideña. Con ella encontramos la canción Mi única verdad de Maldita Nerea, que si bien no tiene mucho que ver con la entrada, me parece muy adecuada para el día de hoy, lleno de luz. Y también la imagen de lo que es para mí, parte de mi hogar.
Espero que os agrade y que algún día se os ocurra comentar algo, que parece que no tengáis nada que decir y sé que no es así. 

https://www.youtube.com/watch?v=zx6Fycw5Mjo





Y aprendí que llamamos hogar a un lugar frío y distante que confecciona facturas, desgastes y cascaras de nuez por todas partes. Que encuentra telarañas en rincones oscuros y monstruos durmiendo en el sótano de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestras cobardes y existenciales vidas. Aprendí que le llamamos hogar sin atender a las necesidades que deja sin cubrir, creyendo que cubre todas, creyendo que somos inmunes a todo lo que se encuentra fuera. Quizás, es cierto, que nos ampara del frío, que nos proporciona cobijo y nos invita a refugiarnos en su cueva de espejismos. Es verdad que con todo eso nos crea un abrigo, hecho a medida, cosido por los muebles de tu salón y las motas de polvo que se acumulan en tu habitación. Pero se olvida de lo más importante, se olvida de infligir cariño, abrazos y ropajes formados de caricias insospechadas y sueños de color escarlata. Se olvida de crear cojines con plumas salvaerrores, que protejan no sólo de las lágrimas, sino también de las decepciones, de los escombros que se forman bajo tus ojos y que las mantas no recogen. Con su magia, con su truco, hace que te olvides de las pequeñas o grandes piedras que coloca bajo el felpudo para que tropieces y caigas averiguando que como en casa no estarás en ninguna parte, que nadie más va a amarte. 
Aprendí que llamamos hogar a la pecera que nos absorbe el sol, que nos dosifica el alimento y que si no nos damos cuenta, hace que nos pudramos allá dentro. Lo llamamos sin buscar un atajo, una solución, un remedio casero que acabe con todo su dolor, que nos traiga de nuevo el viento que dispersa y que aparta de nuestra vera. El mismo que trae consigo aromas a primaveras, flores en forma de llaves que podemos utilizar para salir de su enjambre, el que nos succiona la miel y no nos permite ver más allá, tras de aquel panel.

Lo seguimos llamando aún a sabiendas que sus muros no nos protegen del peligro, sino que nos privan, nos libran, de la sabiduría, de los aprendizajes forzosos que se aprenden al traspasar su puerta, al llegar a la vida.  

Y un día, cuando os conocí, aprendí que llamamos, de forma equivocada, hogar a un lugar frío y distante, sin darnos cuenta de que juntos éramos mucho más. Juntos éramos lugar, éramos amor, éramos amistad, sueños, esperanzas, cariños y compasión, éramos lo que yo llamo un hogar.

sábado, 5 de diciembre de 2015

El llegar a ser lo que no fuimos

Buenas noches renacidos. Hoy es mi día favorito de la semana, el feliz sábado. El día en que el descanso, en cierta manera, baña la noche, la mañana y las horas. Recuerdo que de pequeña contaba los días restantes para que se acercase el sábado. Claro que durante esa época tenía otros motivos que todavía siguen siendo muy parecidos a los actuales. Ya no me levanto a ver los dibujos a las siete de la mañana, pero sí que sigo haciendo mi rutina de los sábados. Bueno, cuando no existen otros motivos que me lo impidan -Universidad-. De todos modos, esta explicación no os sirve para nada, simplemente para aburridos. Pero como no puedo evitar ser una pesada y explicar mis cosas, os recomiendo que os saltéis lo anterior hasta ahora. Claro que supongo que para saber que os lo podéis saltar tenéis que haber llegado hasta aquí y por tanto leeros lo anterior. En fin, supongo que son mis trucos para que la gente me escuche... más bien para que me lea, pero ya me entendéis.
Bueno, a lo que iba. Mi siguiente entrada se llama "el llegar a ser lo que fuimos". Es otra entrada que explica un romance llegado a mal puerto, que acaba en desastre. En él podemos ver las comparaciones y el juego de rimas para entender, un poco, a la pareja que fueron y que ya no son. Aunque, en realidad, al menos uno de los dos, desea que vuelva a ser como era. Desgraciadamente muchas cosas son inevitables o las tornamos inevitables a causa de errores y decepciones. De todos modos, no hay que negarse a equivocarse ya que errar es de humanos y demuestra que se mostró todo de alguien, que se hizo conocer de forma profunda. Si no funcionó, no es el definitivo. 
La entrada se encuentra compuesta a partir de la canción Hello de Daniel Jang, un violinista que interpreta la bellísima canción de Adele. Sinceramente, me vuelve loca como suena y espero que os agrade igual que la entrada - aunque si os gusta más la entrada no me enfadaré-. También con el hermoso cuadro de mi gran pintor Vicent Van Gogh, el hombre que me hace creer en todo, en el poder del arte para expresar aquello que nadie puede ver.

Bueno, feliz sábado renacidos y mucho cuidado con esta noche, que los sábados son muy locos pero necesitan tener un futuro - no bebas sin conduces-. Y yo necesito a mis renacidos :)

https://www.youtube.com/watch?v=7fAk82lsiAg


Éramos dos acantilados que contienen imprudencias en su filo, que esperan romper el hilo que les ata a las obligaciones, a las razones de ser y no humanos en este circo. Dos choques entre dos mundos compartidos, referentes, incomprendidos. Vivíamos de ilusiones durante cada una de las noches que confeccionaban nuestros encuentros, nuestros momentos, nuestros sueños. Moríamos de realidades durante cada una de las mañanas que confeccionaban nuestras dudas, nuestras inseguridades, nuestras horribles debilidades. Buscábamos las navidades en pleno Agosto, hallábamos el verano en medio del otoño. Caíamos en la cuenta demasiado tarde, derrapando en la cuneta de nuestras habilidades, de las crueles señales del destino que no tienen forma de tráfico sino de remolino. Un remolino de emociones, de sensaciones, de dominio. Leyes que rugen en las fauces de un cocodrilo, las aspas de un molino que hace años que no fabrica harina, que no conoce el trigo, que llora por su sin sentido. Éramos tanto sin saber nada. Ahora somos nada, sabiéndolo todo, conociendo los periodos, los cambios, las estaciones donde bajan de sus vagones pasajeros congelados, presos del candado que no les deja vivir, sentir, sonreír. Siempre fuimos conscientes de la brevedad de las estrellas, de la eternidad de las mentiras, de las crueles injusticias. Me juraste que no dejarías de tocar el arpa y sin querer un día su sonido juró no volver a hacerla sonar, ni desprestigiar aquellas notas suicidas que caían como gotas en plena estampida. Sé que fue culpa de mis miedos, de mis sueños por cumplir, de todas aquellas películas que nunca  llegaron a su fin, que se perdieron en las noches de abril. Sé que no fue culpa toda de mí, que otras cosas tuvieron que ocurrir para vencer al barco que vimos hundir. Puede que otros zarpen sin ti, y que consigan huir, pero siempre existirá una línea que marque su compás teniéndonos a ambos como amantes de un largo vals. 

Buscábamos tantas cosas perdiendo las más importantes, ignorando los desastres, todos y cada uno de los sauces. Perdíamos tantas cosas sin buscar lo más importante, ignorando sus fases, sus declives, sus avances. Puede que por eso, ahora todo este proceso nos destruya poco a poco, nos sumerja en ese pozo y nos ahogue en lo más hondo. Puede que también, nos haga sentir ignorantes, creyentes, insurgentes. Presos del pánico, de la rutina, de nuestro fracaso. Nos encierre en el pasado, en el inminente descaro, catástrofe, desamparo. Somos todo sin ser nada, somos nada siéndolo todo.  

Ellos, los sin dueño,  bendijeron nuestra separación, hurgando en las heridas de la desesperación, de cada una de los besos rotos en un rincón. Pero su agua bendita quemaba tras cada discusión y las quemaduras se apoderaban del corazón y de la razón irracional de seguir con este teatro que no hacia otra cosa que daño. Te repito que no sé cómo pudimos, cómo lo hicimos, cómo caímos. No sé como llegamos a serlo o a saberlo, pero desde entonces los acantilados ya no dejan muertos en sus brazos, sino vivos en sus filos. 

viernes, 4 de diciembre de 2015

Esta es nuestra historia

Buenas noches. ¿Cuántas personas forman o han formado parte de tu vida? Sin darte apenas cuenta, mientras vas redactando con buena letra lo que está siendo tu día a día, estás ayudando a la redacción de otras personas sobre su propia historia. Pues de eso trata la entrada de hoy. Trata sobre lo que somos, sobre quiénes somos, sobre todas aquellas etiquetas y costumbres que vamos utilizando y que en cierta parte nos identifican a todos. Juntos hemos creado una historia y somos parte de algo grande que antaño fue pequeño. 
 Leyéndola nuevamente he pensado también en aquellos autores que de pequeños se dedicaron a crear canciones y que sirvieron como base de muchas de las cosas que hoy plantean, de muchos de los temas que hoy dedican tan bellamente redactado y perfeccionado. No hay que olvidar que todo proviene de algo. La más pequeña de las piedras algún día fue montaña. 

Bueno, y después de esta breve introducción aparece mi entrada. Espero que os agrade u os transmita aquello que esperáis encontrar este viernes día cuatro de diciembre. Como veréis contiene un enlace de Youtube que, en este caso, se trata de Touch the Sky de Daniel Jang, una bellísima interpretación que a mí, me encanta. Feliz viernes y renacer entre palabras. 

https://www.youtube.com/watch?v=uBURwIQ4c9I




Esta es nuestra historia; basada en hechos ficticios, en sueños reales, en puentes con promesas que caen a raudales, que se pierden entre refranes, versos, deseos con olores tan diversos. Escrita sobre un papel mojado de lágrimas, de decepciones, de amargos licores. Redactada a base de esfuerzo, de sangre, de sudor. Sudando esfuerzo sangrante; sangrando sudor esforzado; esforzándonos en sangrar sudados. Cada uno de los puntos indican el final y el comienzo de algo, el hecho de haber pactado con la vida un descanso, un parón, un cambio de vagón. 

Esta historia no está guionizada. No sigue papeles ficticios, máscaras con forma de nido, ni escenas que se caen con el ruido. No vivimos un guión establecido, sino que traspasamos normas, comportamientos, estereotipos. Rompemos el sistema de forma sistematizada, y la recomponemos como estaría programada. Pero nadie nos programa, no seguimos ningún margen, ni sangrías, ni parajes. Somos dueños de nuestro escrito, reyes de lo que sentimos y transmitimos con las palabras, con las sílabas entre cruzadas. Creamos porque creemos; creemos lo que creamos. Buscamos la rima, la metáfora, la sinfonía, para hacer de esta vida un momento lleno de sonrisas, de versos y de caricias. Caricias con forma de sonidos, con monosílabos. Y es que sabemos que no debemos esperar más de esta vida que soñar escribiendo, cantar huyendo y leer lo que leo. 

Somos el total de ovejas negras que aparecerán en tu vida. Somos el agua, la lluvia, la vida. Cerramos las heridas, buscamos los tapones y creamos fantasía. Nacimos para hacer historias, historias diferentes, nada corrientes, propia de delincuentes. Con efectos contundentes, razones insurgentes y palabras hirientes. Sabemos lo que llevamos, llevamos lo que sabemos. Conocemos las mañanas, los años, los otoños. Nos tiramos con aplomo desde la nube en la que vivimos la mayoría de nosotros. La misma que produce polvo, nostalgia, oro. 

Esta historia sigue patrones, parámetros, renglones. No se deja pisar, ni pisa. Nunca te quitaría la sonrisa porque confirma que la mejor manera de ser feliz es dejarse llevar por la brisa y esta no hace otra cosa que sonreír y vivir; flirtear y morir; repetir y sentir. 
Gracias a esta historia existimos, nos hemos conocido y hemos vivido todo lo que hay redactado, lo que hay señalado entre paréntesis, entre comas que no aceptan según que tesis. 

Alguien nos enseñó a escribirla pero nadie nos mantuvo la mano, ni nos condujo por el papel rasgado. Esto lo aprendimos meditando, usando la mano en vez de la razón, usando las palabras como si fueran el corazón. Siempre nos ha ido bien juntos, redactando punto por punto, creando este nuevo mundo que poca gente ha tenido el gusto de conocer, de saber su existencia, de su efímera coincidencia. Sí, coincidencia con la tuya, con aquella historia que narras en la penumbra y que tiene una musa de largos cabellos oscuros que sueñas con que algún día puedan fundirse con los tuyos. 

Somos el total de las acciones que viviremos, el total de los errores que cometeremos, de los que nos arrepentiremos o repetiremos hasta saciarnos, hasta llegar al cansancio de la rutina, de la monotonía o del cambio. Aquel que nos paraliza debido a su naturaleza mezquina, ensombrecida, que es como silenciosa víbora que espera tendida hasta que tu cuerpo se agita. Y entonces ataca, a la tranquilidad, a la normalidad, al programa programado de naturalidad. 

Esta es nuestra historia basada en las estrellas, soñada por los cometas y respetada por las luciérnagas. Creamos sonidos nuevos, eternidades contenidas en frascos pequeños, botellas que se perdieron en el mar de tus miedos. Sé que no nos conocemos, que lees estos versos sin pararte a creer que eres parte de ellos. Quizás pienses que no perteneces a este mito, a este escrito, que tú eres tú, yo soy yo, y ellos son su propio colectivo. Pero créeme cuando te digo, que esta historia nunca sería lo mismo sin tu pequeño granito. 

lunes, 30 de noviembre de 2015

Hay lugares secretos

Buenas tardes, hoy es el último día de noviembre del 2015. ¿No os parece increíble que el tiempo pase tan deprisa creyendo que pasa tan lento? ¿Cuántos de vosotros no se os ha hecho larga una hora y pensabais que el tiempo se había paralizado, que las manecillas no se movían? Creo que a todos aunque haya sido una sola vez en este mes. En mi caso ha pasado más de una...
Ahora me pongo a pensar y se me viene a la cabeza que nunca más volveré a hablar sobre el 30 de noviembre de 2015 sino es en forma de pasado. Y es muy posible que hoy haya sido un día increíble para muchas personas. Y para muchas tantas habrá sido un día normal, o malo. Pero jamás volverá a repetirse, como tampoco se repiten los mismos hechos, frases, momentos, casualidades... Es curioso como es el tiempo, los días, los segundos que vuelan sin cesar. Van y vienen, pero nunca vuelven.

Bueno, hablando ahora sobre mi entrada, esta se titula "hay lugares secretos" y trata sobre la magia, la fantasía y las leyendas. Esto se debe al acercamiento de la época más mágica del año, en la que los sueños se materializan o no, en cierto modo: la navidad. Con el paso de los años vamos dejando de lado nuestra parte más irracional para empezar a medirlo y calcularlo todo. Pero nunca podemos dejar de creer en el país de Nunca Jamás, en el conejo debajo de la chistera o la puerta que nos lleva a Narnia. Hay que mantener la mente bien abierta y los sueños bien arriba. A raíz de esto nace mi entrada, que espero que os guste y os acerque aunque sea un poco hacia vuestra infancia. Como base encontramos un fragmentos del ballet de Peter Pan, un ballet que me encanta. Feliz tarde y aprovechad de estas horas que nunca más se repetirán. 





Hay lugares secretos, que nadie conoce porque nadie lo ha permitido. Fuentes que parecen cascadas de eterna juventud, que traen brillo al más profundo ataúd. Caminos que parecen eternas bifurcaciones y que te hacen pensar sobre si el más corto es realmente el más seguro, el más apropiado, el menos oscuro.  Sendas sacadas de cuentos, supervivientes de momentos, de fechas, de sueños. Hay castillos inmensos que se es esconden entre los muros de piedra, y otros que lo hacen entre apariencias, tanto si son o no ciertas. En cambio, hay otros tantos transparentes, incapaces de ocultar sus haces de luces, sus armas, sus tenaces almas. Existen también seres extraordinarios perdidos entre las montañas, escondidos entre cada una de las casas. Mitos y leyendas que se ocultan bajo una mascara, y que creemos que son ficticias, que son falsas, cuando en realidad explican unos hechos contrastados, confirmados, extirpados. Los espejos llevan a la perdición, nos hacen creer en su ficción, en el horror que cierne cada mala decisión. Hay esencias que se esconden entre cielos u océanos, fortunas o desastres, costureras y sastres.  Existen sendas jamás encontradas, con guerreros, magos, ninfas y hadas. Historias que se confeccionan en cada casa, en cada pequeña estancia y que muchas veces no salen de su fachada.  Hay lugares que se esconden en una mirada, que tienen acceso con una llave mágica, confeccionada con las palabras. No existe el abracadabra, pero sí la cueva macabra en la que matan por dinero, que se congelan por el dorado, que llevan tesoros, anillos, y mucho monedas de oro colgando. Los trucos se inventaron para desprestigiar el don, para creer que todo es ficción con un mal telón. Hay colinas que ponen la zancadilla, ardillas que hablan, que cantan, que bailan. Existen las sirenas, los monstruos, las arañas. Los tres tejen mentiras para huir de las manos humanas, pero sólo las arañas caen en su propia trampa. Pocos conocen poblados encantados, perseguidos por fantasmas, espíritus, antepasados. Ellos moran hasta encontrar su salvación o la perdición de aquellos que le dan captura ya que nadie puede pedir ayuda. Hay puertas que llevan a otros lugares, a otras épocas, hacia traspasar los cristales. Aquellos que muestran una cara, sin su moneda, o una cruz sin pensar sus consecuencias. 

Hay lugares secretos, que nadie conoce porque nadie lo ha permitido. Quizás la solución sea huir o acercarse al abismo. El mismo que nos ata o nos suelta para sí, sin mentir, ni desistir, sin huir o dejar de insistir. De todos modos, si algo sé es que los lugares secretos son para que nunca dejen de ser así.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Un eterno verano

Buenas tardes, hoy en un día marcado por el descanso del domingo me he puesto a confeccionar una nueva entrada. La confección ha tenido lugar en mi habitación sin parar de recordar el total de visitas que lleva renacer entre palabras. Es maravilloso imaginaros en vuestras estancias buscando en el ordenador o teléfono móvil mi página (y vuestra) y dejándoos seducir por aquellas palabras que salen de mis dedos, de mi mente y claro está, de mi alma. Os agradezco tanto esas 1140 visitas. Implica tanto esfuerzo por vuestra parte y tanta felicidad por la mía. Sois la consecuencia de mi felicidad, del cumplimiento de mis sueños poco a poco. Miles de gracias renacidos. 

Mi entrada, en esta tarde de domingo se titula "un eterno verano" y hace referencia al amor y desamor, dos temas que por desgracia están muy relacionados.  No obstante, en esta historia no hablo sobre dos personas que se dejan de querer sino en como el tiempo ayuda a que se separen. Hay tantos amores que se quedan perdidos en las agujas del reloj... Quizás porque en el fondo no sean tan amores, o quizás porque no son conscientes de todo lo que pierden. Bueno, esta entrada tiene como música de fondo la banda sonora de "The reader" y una pintura de Dorina Costras. Espero que paséis un feliz domingo, una buena semana y os agrade la entrada. 

https://www.youtube.com/watch?v=AtEOegVwF1c 



Nos conocimos en nuestro verano eterno, en aquel junio que parecía el foco de todo lo que existe en esta Tierra. En aquel parque que permanecía gracias a la fuente que daba frescor a aquel ambiente, sueños a todos los durmientes, cobijo a los supervivientes de la primavera, del tiempo que no espera, de las personas que no conocen de terceras. Las horas eran marcas a fuego lento en nuestra piel, en nuestro cuello, en aquel cielo que traía una felicidad inexistente en días de invierno. Los segundos paralizaban el verano invitando a Julio a quedarse, a permanecer, a nunca marcharse. El parque se convirtió en nuestras citas, en nuestras idas y venidas, en cada una de nuestras sonrisas. Llegamos a pensar que aquella fuente nos proporcionaba el agua de la vida, que no sólo nos hacía compañía sino que nos proporcionaba paz, seguridad, eternidad. Día a día construimos un jardín en aquel paraíso, lo llenamos de besos, de caricias, de compromisos. El calor que reinaba en aquella estación nos confundió las ideas, nos convirtió en prisioneros de la vida, felices por haber encontrado entre los jardines a dos personas que se querían, que no se fallarían que acabarían con el invierno, con su frío consuelo, con su eterno duelo. Entre las gotas que caían de la fuente como gotas de mayo, nos confesamos que nos amábamos, que en poco tiempo habíamos conseguido algo diferente, algo que no se confecciona con simples miradas, vanas palabras, triviales hazañas. Pero sin querer, entre sonrisas que esconden verdades, entre caricias que dicen las que esconden, nos olvidamos del tiempo y su paso, del reloj que no nos deja llegar hasta el ocaso o que nos empuja hacia él como un amargo después. El otoño lo mató todo. Entre hojas caídas en combate, pisadas por los pies fríos del Destino, quemadas ante la putrefacción de sus almas, dejó de salir tanta agua de aquella fuente. Con la muerte de todo lo bello, de todo lo eterno, llegaron los reproches, los celos, el desorden. El sonido de las hojas chafadas, pisadas y olvidadas, eran el único ruido que se escuchaba en aquel parque mientras se gritaban, mientras dejaban a un lado las noches de verano y su color, girando la cara hacia el otoño y su traición. La fuente dispersaba sus gotas hacia las diferentes direcciones, esperando llamar la atención de los amantes y hacerles entrar en razón, olvidar los errores, pensar en sus tantas razones. Insultos, lluvia, y piedras que se acumulaban, era lo único que mantenía vivo aquel jardín, un jardín manchado por la desconfianza, la duda, la ignorancia. Los dos se amaban pero ya no lo decían, intuían que ya lo sabían. Con el invierno el parque se cerró, incapaz de soportar tanta miseria, tanta tristeza y violencia. El sonido de las hojas que aún quedaban y que se movían, daban al lugar una sensación de soledad, de abismal acantilado de imprudencias, de crueles actos del pasado. Nunca volvieron, nunca se acercaron a la fuente que se había congelado, que había esperado y esperado sin remedio, que ya no escupía nada más que hielo. Siempre soñaron con que volviese la dulce primavera y les invitase a oler las flores, a abrazar los arboles, a bañarse en la fuente. Y con el paso de los años aprendieron a no esperar pasar el tiempo, sino a soñar con aquellos días en que juntos rozaban el calendario y hacían de su vida un eterno verano.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Sé tu propia historia.

Buenos días, aunque esta sea una de esas mañanas que deberían ser tachadas y guardadas en el pozo del olvido. Sí, en efecto, hoy es el día declarado por la ONU contra la violencia de genero, y aunque creo que está bien demostrar la importancia que tiene acabar con esta lacra para la sociedad, desearía que no existiese. Lo desearía porque de este modo, significaría que no habría este tipo de asesinatos, este tipo de horribles y atroces muertes que se realizan año tras año, día tras día, en una casa y en otra. Hechos como este, que se repiten y repiten sin apenas remedio, me hacen creer menos en la humanidad y en su bondad infinita. Ningún otro animal, más que el hombre, mata por razones de superioridad de genero, por razones calificadas como "amor" que siempre "daña", por explicaciones tan repugnantes. Tras cada historia, tras cada nuevo caso me arde la sangre por las injusticias, la tristeza y la rabia. La fuerza, la violencia y la sangre nunca pueden ser razones para nada, nunca pueden ser justificables. Aquel que mata o pega a una mujer no deja de ser hombre, sino que deja de ser todo para pasar a nada, a ser aquello que fue y dejó de ser. El amor nunca puede ser motivo de una muerte, porque eso no es amor, no es cariño, no es nada. Los nombres de tantas víctimas de estos crueles asesinatos seguirán manchando los muros de la humanidad, seguirán firmando los días de horribles pesadillas y bañando las estrellas de hechos atroces contra la vida y la justicia. Mi entrada, en cambio, va hoy para todas aquellas que son capaces de frenar esta barbaridad, para todas aquellas que con gran valor y lágrimas en los ojos llaman al 016 y consiguen evitar que su nombre caiga en manos de un asesino más. Princesas, sois lo que sois por aguantar tacones y una corona, no por aguantar insultos y desprecios. Ser fuertes, y todas lo seremos por vosotras. Os adjunto con la entrada la canción "que nadie" de Malú y Manuel Carrasco, que para mí es un símbolo para entender y evitar que nadie calle tu verdad:





Ella era insegura. El nacer en una ciudad donde la tristeza parecía un sentimiento inconcebible no hacía más que afligir y empequeñecer su corazón. Su vecindad paseaba rutinariamente la sonrisa cada mañana, por costumbre, por necesidad. Ella lo envidiaba. El sufrimiento que su endeble corazón soportaba a menudo, fragmentaba a la joven en pequeñas piedras, piedras tan frías y duras como lo son con las que se construyen los altos y poderosos muros. Toda ella era un muro. Un muro doloroso que parece proporcionar la entrada al padecimiento, a la ira. Aquel muro estaba cubierto por una gruesa capa de enredaderas donde se guardaban todas las actitudes que ella necesitaba, pero que no alcanzaba. En su interior revivía a cada segundo el retrato de la noche estrellada. Remolinos en su cuerpo la confundían, la asustaban, la desestabilizaban. Cuando caminaba su cuerpo desprendía vulnerabilidad, fragilidad, miedo. Temía todo aquello que le rodeaba, pero era por una razón que ella jamás confirmaría. Se lamentaba de haber nacido, de que alguien le hubiese creado. Habían fabricado con sucias y terribles manos una figurita de cristal que paseaba su tristeza y melancolía por las calles. Lo hacía pintada con manchas que había impuesto su libro, porque en su vida siempre avanzaba acompañada de un libro, un cruel y terrible libro que relataba la supervivencia propia y la tortura proyectada. 

Cada minuto parecía un golpe seco e incesante del tiempo sobre su existencia, que hacía desequilibrar su estabilidad sobre aquella cuerda que representaba la vida, su vida. Pero no era el tiempo quien movía su cuerda, sino el libro que ella más amaba.
Era débil, muy débil. Siempre le había gustado empaparse de todo tipo de historias y poemas que hablasen por sí mismas. pero que no necesitasen portadas para ser mejores. Ella no creía en las portadas. Cuando le conoció a él entendió porqué. Nadie le animaba a su compra. Todo el mundo parecía repudiar a aquel libro, intentar que eligiese otro con una tapa menos dura y con una tinta menos agria. Pero ella, presa del amor, de los sentimientos que renacían cuando lo leía, no escuchó a nadie. Comprando aquel libro se olvidaba de todos los que existían a su alrededor. La prohibición de hacerlo fue como un recordatorio de aquello que ella creía que quería. Con el tiempo aprendió a  identificarse con el libro, pero cuanto más leía más se entristecía su pobre alma. Ella era débil, pero no tonta. Las prohibiciones que ejercía aquel libro sobre su vida comenzaron a limitar demasiado su pensamiento, su corazón. Ya no era ella, era parte del prólogo. Comenzaba a obsesionarse con aquel libro. Cuando paseaba lo hacía abrazada a él, dejando que su crueldad invadiese su brazo, su pecho, su cuerpo. Aquel libro había dejado manchas de pintura en su cara y en su brazo. A elección del libro debían de ser moradas. Con el tiempo la muchacha dejó de leer cualquier otro que no fuese él. No tenía permitido ni enterarse de las noticias a través de un periódico, ni siquiera leer sus propios escritos. La gente la observaba mal. Sabían lo que le ocurría pero nadie dijo nada. Ella necesitaba aprender, avanzar, acabar con aquel libro que le entristecía y le hacía sentirse débil, tan débil. Pero no tenía a nadie. Ya no le quedaba ni las letras. Todo parecía girar entorno a aquel libro. Las horas eran crueles azotes, los minutos eran largas desesperaciones, los segundos inacabables manchas. A veces se sentaba y pensaba. Durante unos días, se olvidó de como se hacía, de como se pensaba. Todo era demasiado para ella. Debía de acabar con aquello. Pero desconocía como hacerlo. Grandes fueron las ideas que perturbaron su mente aquellos días. Quemar el libro sería imposible, desaparecer inconcebible, difundirlo la mejor opción. Buscaba el momento oportuno, el momento en que el libro no fuese consciente de aquella cruel traición que él mismo había fabricado con sus manchas, con sus insultos, con sus desprecios. Cada vez estaba más segura de aquello aunque el miedo paralizase su piernas para correr y sus manos para defenderse. Marcada por las manchas y por la tristeza que desprendía el libro lo hizo, llegó a su destino, a una papelería que con justicia calificaba a los libros. Cuanto más pensaba más asustada estaba. Había llegado a temer aquel libro aunque lo amase. Las manchas y el alma destrozada de la joven eran la sentencia más que evidente. Los minutos ya no eran azadas, sino desahogos. Alguien le escuchaba, alguien le ayudaría, alguien le entendía. Le explicaron que aquello no era amor; que el amor no duele, no teme, no hiere. Poco a poco ella fue entendiendo. Y aunque era débil, muy débil, vendió aquel libro que tanto quería. 

Cuando comenzó a despertar del desenlace de aquel fatídico libro se dio cuenta de que muchas veces las cosas que más queremos son las que más nos dañan, pero también comprendió que antes de cualquier cosa debía de amarse a sí misma. No hubieron más libros dramáticos en su vida, pero un simple libro puede marcar una vida para siempre. Ella decidió vender aquello que le hacía daño y siendo valiente ahora es capaz de leer de nuevo. Jamás permitas que alguien te corte las alas o te obligue a hacer aquello que no deseas. Eres alguien y eres especial. No dejes que te hagan ser un prólogo de tu propia vida. Sé tu propia historia.


lunes, 23 de noviembre de 2015

Lágrimas como símbolo de lo que perdí

Buenos días renacidos, hoy es 23 de noviembre de 2015 y podemos empezar a decir que se acerca el invierno. Si digo esto es porque la confección de esta nueva entrada la he hecho abrazada a mi bufanda y para mí es un claro símbolo de la proximidad de la estación más congelada del año. Como ya habréis comprobado me encantan los símbolos, sus significados y la relevancia que tiene en nuestras vidas. Es increíble como un simple dibujo o un simple objeto lleve consigo tantos valores, tantos recuerdos. Yo tengo varios símbolos que son muy importantes en mi vida. Por ejemplo mis collares, mis chapas, mis piedras con formas extrañas que representan diferentes cualidades, diferentes caracteres. Pero también poseo varios objetos que no se pueden calificar como símbolos y que son muy importantes para mí. Uno de ellos, que mantengo siempre muy cerca de mí, representa el sol después de una tormenta, la mejora, el prosperar después de un día lleno de llanto, después de los problemas que trae consigo la vida. No os creáis que es algo que nadie más pueda poseer, pues se trata de un simple peluche, pero un peluche regalado en un momento que jamás olvidaré y que me ayudó a superar aquellas malas sensaciones que me producían, y que a día de hoy me produce felicidad. De pequeña, abrazada a él, aprendí a aceptar las cosas como venían y a no resentirme con la vida por cada mala acción que pintaba en mi día a día. Ahora sólo puedo decir gracias. 

 Y bueno, después de este brote de sinceridad, pasemos a la entrada de hoy que se llama "lágrimas como símbolo de lo que perdí". Cómo veis, toda la explicación inicial se relaciona con la entrada y por lo tanto no he dicho cosas tan desubicadas. Con esta nueva publicación comparto una composición de Ludovico Einaudi que se titula Nuvole Bianche. Como escuchareis es una preciosa canción, que a mi parecer, es perfecta para mi publicación. Ya solo me queda esperar que os guste y agradeceros que me leáis, que intentéis y consigáis renacer entre palabras cumpliendo así mi sueño. Diría muchas cosas más pero hasta mis manos se resienten al frío teclado. Pasad feliz lunes, ¡qué no se diga!

https://www.youtube.com/watch?v=BCGmfC1y3lQ




Cae una lágrima en forma de recuerdo, en forma de momentos que pasaron a ser parte de un pasado que jamás será futuro y que quisiéramos que fuese presente. Hay veces en que nos paramos a pensar, a recapacitar para buscar aquello que hicimos mal, para conocer los errores que cometimos, para comprender todo lo que vivimos. Mientras pensamos, el cielo va cambiando de azul esperanza a oscura realidad, pasa de felicidad a tristeza, de sonrisa a llanto, de agua a marea. Mientras pensamos, la vida sigue pasando sin pasar, como pasaban los segundos esperando tu respuesta, negándonos a creer en nuestro final. Reflexionando encontramos matices en nuestras vidas, en las de los demás, en aquel lienzo que comenzamos a pintar sin imaginar que agarrábamos los pinceles, sin pensar que cada mancha correspondía a nuestros fallos, que cada blanco era un nuevo cambio y que cada negro era el final de un largo comienzo. Cierras los ojos mientras otra lágrima se vierte de tus ojos, aquellos que inmortalizaron noches de insomnio, mañanas de ensueño y tardes dormidas, sin ira, con reposo. Los vuelves abrir para ver lo que se cierne delante de ti, el jardín que nunca quisiste esculpir, que siempre te negaste a construir. Perdiste a tus pasajeros sin saber que la vida no hace descansos, no para en andenes, no recoge a personas. Simplemente los sube a formar parte de su cuerpo, a formar parte de aquel juego diabólico que les hace creer que comparten una eternidad de asientos, de momentos, de experiencias, de destinos. El mismo juego que les hace cómplices de los segundos, de los pañuelos intercambiados, de las sonrisas inseguras, de todo aquello que desemboca en tragedia, en miseria, en histeria. Los perdiste demasiado pronto, negándote a la rapidez con que se fueron y a la lentitud con la que nunca más volvieron. Con otra lágrima recuerdas las semanas abrazadas al tiempo, rompiendo las cadenas que te aprisionaban en la cárcel formada por el muro de las dudas, de las injusticias, de las ataduras. Sabes que llorar no servirá de nada, que cuando un amigo se va es porque algo fallaba; pero eres incapaz de cesar tu nostalgia, tu rabia, tu desconfianza que crece y crece cuanto más tiempo pasa. Sabes que cuando un amigo se va todo se acaba, para iniciar otra nueva partida, sin fichas en sus casillas, sin dados girando en el tablero, con tu vida en el punto de mida. Sabes que cuando un amigo se va algo de ti se rompe, se vuelve agua perdida en el porche, se convierte en lluvia de primavera, en un vecino dentro de una isla desierta. 

Entre las sábanas marcadas por el llanto se encuentran tus manos, abrazadas a recuerdos, a fotos, a largos veranos. Días de calor que se convirtieron en días del pasado. Piensas en la vida, en su increíble descaro, en su cruel verano sin estar a su lado. Piensas en ella y en como nos acerca a personas que sabe que se escaparan, que dejarán una bomba en nuestras almas y que acabarán con todo lo que encuentren en su interior, en el corazón, que acabarán con todo lo que crean vivo, feliz, decisivo. Cuanto más piensas en la vida, en las decisiones que comete y cometidas, te atormentas más pensando en el ayer, intentando llevarlo hacia el mañana, hacia un momento que dirías que no acaba. Sabes que ella no tiene la culpa. Porque ella, la vida, no conoce las estaciones que diferencian un mes cálido de otro frío, los días depresivos, el alcohol que impregna de olor un intento de suicidio. Por ello, tampoco reconoce el destrozo interno que supone la separación, la traición, el recordar una canción. 

Después de tanto llorar, llega un momento en que cesa el llanto. Resignación podría llamarse, brote de realidad dirán otros tantos. Miras por la ventana, encontrando escapes en cada pequeño agujero, en cada luz de tu lampara. Por mucho que cierras los ojos, los vuelves a abrir, porque sabes que nadie va a venir, que nadie te va a oír cuando llores sola, cuando las mariposas comiencen a volar, a soñar, a inmortalizar tu llanto. Cuando hasta tu propia sombra te deje abatida, abandonada al destino cruel machacado por la esperanza, por la paz, por la huida. Poco a poco comienzas a concluir tu vida, tu desdicha, tu deshonra suicida. Bajas las persianas, cierras la puerta, escondes el felpudo, tapas tu almohada. Naces solo, buscas compañía, la encuentras, la pierdes, y mueres sin perder la esperanza de volver a encontrarla, de volver a abrazarla, de vivir siempre acompañada. Pero la vida no está hecha para grupos, sino tejida para individuos que siempre estarán solos. 

viernes, 20 de noviembre de 2015

Las dos caras de las decisiones.

Buenos días, antes de nada me gustaría empezar esta entrada preguntándoos algo: ¿Creéis en el Destino o en las casualidades? Es complicado posicionarse en alguna de ambas. El Destino implicaría que todo está predeterminado, todo tiene un orden, un momento, una fecha y un proceso. Nada pasa por algo sino que todo tiene una razón de existir. Las casualidades, en cambio, nos presentan un mundo imperfecto donde las oportunidades y los errores son causas de tus decisiones y no predeterminado por una fuerza superior. Causa y efecto, sería la relación entre ambas. Y bien, os preguntaréis que a qué se debe esto, esta cuestión antes de empezar la entrada. Tiene un porqué. Ayer me topé de frente con una situación que me hizo replantearme estas ideas que nunca antes me habían sido necesarias para explicar y entender los acontecimientos que me trae la vida. Brevemente, como un pequeño matiz, diré que encontré algo que perdí una noche, hace cuatro años, y que ha aparecido cruzando varios caminos y kilómetros. Para ser más claros, lo perdí en un lugar situado a 1070 kilómetros de donde estoy ahora, de donde apareció el objeto ayer a la mañana. Este fenómeno es imposible si nadie lo ha movido de aquel lugar donde se perdió, pero es que, realmente el objeto que apareció ayer no era el mismo, sino que era uno exactamente igual que aquel, pero sin las deformidades creadas por el desgaste y el tiempo. Ahora creeréis que me he vuelto loca porque efectivamente hay millones de objetos iguales en el mundo y no es tan raro que se encuentre uno igual. Bien, lo extraño de todo es que dicho objeto no es común. No se trata de una muñeca copiada millones de veces y distribuida a diferentes lugares, sino que es un objeto que si me apuro a decir, creo que hay menos de diez en todo el mundo, ya que es un objeto poco tradicional y hecho a mano. 
Me apetecía compartir este hallazgo con vosotros, mis renacidos, quizás porque necesite leerlo para creerlo todavía o quizás porque necesite ver opiniones de otras personas. Aunque sea cual sea la razón, sé que la ilusión que me ha producido reencontrarme con él no se puede comparar con nada. Y ahora, os presento mi nueva entrada. Valorándola, considero que mis pasos van esta vez, un poco más allá desembocando hacia una canción más que un escrito. Sí, lo reconozco, es una entrada extraña, pero me he negado a borrarlo o modificarlo porque he conseguido nuevamente renacer entre los sonidos que producían las palabras, entre los enlaces y relaciones que se establecían. Sólo me queda esperar que os agrade y desearos un feliz viernes, que el Azar o el Destino os acompañe. 




https://www.youtube.com/watch?v=VFeRTANr_sw

El Destino siempre nos manejó, nos ató hacia el eterno infinito, hacia las despedidas antes de tiempo, hacia el sol que absorbe el frío, hacia tu cabello ensombrecido. Él nos construyó con los papeles sobrantes de la hoguera, con los clavos ardientes que disparaban sentencias de amores imposibles, de esperanzas truncadas, de hielo en la calzada. Él nos hizo, con sus manos de plata, personas que nunca podrían ser algo más que simples estatuas, firmes piedras de porcelana. Confeccionó nuestra ropa de negativa amenaza, de heridas disecadas, de arañas atacadas por las azadas del tiempo y de su efímero consuelo. Lentamente nos negó las alas, negándonos a la vez el hecho de cumplir sueños de hojalata, de rozar con nuestros dedos el arpa, aquel que hacía sonar la alarma de la ignorancia, del respeto, de la muerte anunciada. Rápidamente nos dejamos seducir por sus consejos y cortejos, por sus arreglos y destrozos, por sus traiciones y sonrojos. Creó para nosotros un mundo paralelo lleno de insonoridad culminante, que sólo alcanzábamos con pasos de gigante y que nos anunciaba lo dicho antes, una muerte triunfante y rebosante de victoria, aunque para nosotros fuese una clara derrota. Éramos sus peones. Nos movía por su pista llamada vida, por su vida que no era más que otra pista de lo que nos deparaba el futuro. Un futuro que prometía como lo hacen las estrellas fugaces antes de su caída. Éramos su poesía. Nos leía cada tarde, cada día, explicándonos como movernos por la vida, las decisiones que tomaría.  El Destino nos manipuló, nos hizo creer que las realidades eran sueños y que los sueños dejan de ser ilusiones cuando el corazón se opone. Finalmente nos convertimos en su canción: 

Sabíamos que juntos no éramos nada y que nada éramos sin estar juntos. Cruzábamos las puertas que nos impedían cruzar, batíamos las alas que nunca nos llegaron a colocar. Por culpa mía, un día, cruzamos el umbral, descubriendo un paraíso que mucha gente logra pisar, donde la vida se confecciona por el Azar, donde la razón deja de hablar para dar paso a la Casualidad. Ella es una mujer con zapatos de cristal, morena alta y sencilla que nunca ha sabido bailar, pero que se niega a aceptar que algo no sea cosa del Azar. Tanto ella como él juegan a la par, están enamorados de lo que nunca se predirá, de la vida no marcada por su rival sino por las fichas que mueven sin más, sin razón, a veces por error, pero siempre con y desde el corazón. 
Nosotros, hijos del Destino y amigos del Azar, comenzamos a pensar en todo lo que conllevaría vivir gracias a la Casualidad. Pensamos en ella muchas noches, mientras la vida seguía su lugar y desde entonces dejamos de soñar, porque creímos que el mejor sueño era vivir y dejarse llevar por la Casualidad.   

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La culpa fue del amanecer


Buenos días renacidos, hoy es dieciocho de noviembre y ante nosotros se abre un nuevo día en el que podemos realizar nuevos cambios, nuevas expectativas, nuevos triunfos. No hay que permitir que los errores de un pasado condicionen nuestro presente y mucho menos nuestro futuro. El pasado es una huella que hemos pisado, el presente una que estamos confeccionando, el futuro una incertidumbre. Pensad que no hay nada mejor que el no saber que ocurrirá hoy, que el no saber que se espera de nosotros y que esperamos nosotros del día de hoy. Carpe diem. Y bueno, quizás relacionado algo con este tema, nace hoy mi nueva entrada titulada "la culpa fue del amanecer". ¿Nunca habéis deseado que un día jamás acabase? ¿Que aguantase para poder mantener aquella felicidad prolongada durante unos instantes más? Ese es el motivo de mi entrada. Aunque no lo creamos, el tiempo transcurre muchísimo más rápido de lo que creemos. Un día estás corriendo por el patio del recreo, y al otro estás preparando un examen para la Universidad. Sí, así de relativo es todo. Bueno, pues de ello trata en parte mi entrada, que una vez más está marcada con el amor y con la separación (en cierta manera). Esta está confeccionada con la banda sonora de One Day, con interpretaciones de Rachel Portman, una de las grandes y con una imagen que adoro porque proviene de aquel lugar que tantos sonrisas ha llevado a mi vida. Mi Extremadura, un lugar que siempre llevaré en mi corazón. Espero que os agrade, renacidos y gracias por hacer crecer más y más la página de visitas. Sin vosotros nada de esto tendría sentido, gracias.

https://www.youtube.com/watch?v=HP6SHn2fZhk



Ojalá hubiésemos amanecido antes, aprovechando el descuido del sol en nuestras almas, el reflejo de la luna en nuestros dedos que bañaba aquella mañana sin día, sin noche; que bañaba aquella mañana proyectada entre dos mundos, entre dos líneas, entre el vacío de la incertidumbre. Y no esperando a que los segundos fracasasen su intento por hacernos permanecer en el pasado, en aquellos años en que no nos conocíamos, en que no nos amábamos. Recuerdo aquellos tiempos en que sonreía sin motivo, en que lloraba en un descuido, en que entendía por vida el paso de un día después del otro. Recuerdo que soñaba con crecer, con conocer la eternidad que traen las palabras, que se llevan los suspiros y que entierra la muerte. Vivía al resguardo de los enfados, escondiéndome de las inclemencias de un gigante que pisaba aquello que veía hermoso, que crecía entre la maleza, que era de un olor de verde esperanza. Moría al encararme con mis miedos, al plantarle cara al gigante con pies de plomo que atormentaba mis oraciones, que escupía mis deseos hacia el abismo del futuro. Pero todo aquello cambió, voló como diente de león en medio de un huracán, en medio de su final. Amanecí a tu lado, dispuesta a enterrar todo mi pasado, a dejarme llevar por aquello que era indiscutible, que traía mi muerte y mi vida, que asustaba y protegía. Quizás amanecí tarde, y en cambio, si hubiese amanecido antes, sé que hubiéramos conjugado besos, hubiéramos desayunado caricias y limpiado las lágrimas que caían sobre la cama y que olían a triste despedida. Una despedida amarga que se hubiera prolongado entre el triste amanecer y el crudo atardecer. Una despedida que nos alejaría para nunca más volver y que nos ataría a las decisiones de una vida solitaria, amarga y déspota. Una vida que no permite que sigamos siendo uno y que amanezca después de lo que deseáramos, de lo que esperáramos, de lo que ansiáramos. Una vida que cosió más tarde de lo que esperábamos nuestro atardecer, que pintó de color ocre el bosque que pisé y que juntos soñamos con algún día volver a recorrer. Perdiéndonos entre limoneros con olor a naranja, entre castañas con formas de esperanza, entre ríos que nunca serpenteaban. Perdiéndonos entre las noticias que explican cuando llueve, entre sueños con olor a hojalata, entre la canela en polvo que siempre nos despertaba. Sé que quizás es tarde para necesitar saber las horas que besamos, todos y cada uno de los segundos que se transcribieron mientras nuestros dedos seguían unidos, mientras nuestras miradas carecían de unidad, de diferenciación, de individualidad. Sé que quizás me perdí durante el camino y tomé la salida equivocada que nos alejaba de aquel paraje insólito y desafortunado del Destino. Pero mi error no fue el camino, ni haberte conocido, sino pensar que la culpa fue de haber amanecido.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Debería, sí, debería.

Buenísimos días mis renacidos. Hoy gracias a vosotros sé que va a ser un día especial. El primer lunes que tomaré como un sábado, pese a las obligaciones, a los estudios y a la gran caminata que implica el inicio de la semana hasta llevar al finde. Tenemos 1003 visitas, una cifra que me ilusiona más cuanto más la pienso, cuanto más la visualizo. El paseo por las palabras, por los sentimientos y por las experiencias se está viviendo lentamente pero ya podemos decir que hemos llegado al segundo peldaño. Un peldaño que nos presenta una escalera enorme de nuevas ilusiones, sueños y momentos que jamás olvidaré y espero que jamás olvidéis. Este peldaño tiene fecha, 16 de noviembre de 2015, una fecha que no olvidaré. Gracias. 
Entrando en materia, mi siguiente entrada se titula "debería, sí, debería". Es una obra que nace a raíz de una bonita canción de Pablo López, un gran artista y con el que me siento muy identificada al oírle cantar. Con él, siento que las palabras renacen y toman otro significado. La canción de Pablo es "Debería", y por ello, se nota claramente que ha sido influencia de mi texto. Gracias Pablo. ¿No creéis que hoy estoy demasiado agradecida con todo? No dejo de dar las gracias aunque no es para menos (1003). Bueno, sin ser más pesada os presento mi siguiente entrada que tiene como inicio la canción de Pablo y una imagen que a mí me gusta mucho. Disfrutad del lunes y muchas gracias por todo, renacidos.






Debería haber impedido que las nubes tapasen tu cielo, aquel cielo que llenabas de gorriones dispuestos a picotear todas tus imperfecciones, todos tus delirios y ambiciones. Aquel cielo que me acogió a mí cuando huía del tiempo, de las cadenas que me atan a los segundos, de los ladrillos que construyen las horas pasadas, de las ventanas que encierran mis ansiados minutos a tu lado. Aquel cielo que me observaba mientras yo miraba el suelo, que me llamaba mientras yo escuchaba los ecos que trae el silencio, que fundía en cada beso los escombros de mi cuerpo. 

Debería haber aprendido de los errores. Reconocerlos como imperfecciones, como piedras del largo camino que trae la vida, y no pararme a recogerlos en medio de mi trayecto, en medio de aquel miedo insoportable de saber que después de mí ya no hay nada más. Debería no haberme guardado todos y cada uno de ellos en los bolsillos de mi alma, no haber cargado con su peso durante años soportando torrenciales que me anclaban más a la tormenta a causa del peso que llevaba, a causa de las piedras que soportaba, que aguantaba como aguanto mi vida, mis sueños, mi alma. Quizás si no lo hubiese hecho, no me hubiera ahogado en el mar de los problemas, donde el peso de los errores te sumergen en la profundidad de la depresión, de la obsesión, de la tristeza de una canción.

Debería haber bailado por la cuerda floja de mis deseos, de todos y cada uno de mis sueños realizados, de mis problemas contrastados. Sí, lo debería haber hecho, debería haber bailado un lento, un pegado, amarrado a la cuerda que me ataba a todo lo imaginario que nos atrapa y nos distorsiona aquello que es real, aquello que era solo suyo, aquel corazón que no latía sino estaba con el tuyo.

Debería haber cortado nuestros lazos, aquellos que nos ataban a un pasado, a unos recuerdos compartidos que dejaron de ser sólo tuyos para ser también míos y de ellos, del presente oprimido por el fracaso, por los jarrones derramados, por las flores que se mataron.

Me debería haber marchado cuando estaba a tiempo, cuando el tiempo estaba a mi lado, cuando tus ojos no eran sólo brisa de mayo, lluvia de Egipto, presa de un avaro.  Lo debería haber hecho al cruzar el puente, aquel que nos impedía avanzar hacia la muerte pero que nos engañaba haciéndonos creer que se acercaba, que nuestro fin llegaba y que finalmente te dejaba, me dejabas, y todo se acababa. 

Debería haber fraccionado mi orgullo, guardar los pedazos en la fosa de la esperanza, de la rabia que consume no poder tenerte cada día, verte solo entre semana, y esperarte siempre cuando la lluvia amaina. Quizás si lo hubiese hecho, si el orgullo no hubiese podido con lo tuyo, con lo nuestro, con lo suyo, hoy no estaría escribiendo esto, ni pensando en todo lo que debería. Porque yo debería haber hecho tanto mientras sólo pensaba en tu rostro mientras lo perdía, en quererte para luego olvidarte, en esperarte para nunca encontrarte. Y así pasaron los días, entre segundos que se mecen con el "quizás", el "hasta siempre", el "nunca volveré a verte". Y puede que por eso, por aquellas palabras que conjugaste mientras perdíamos apuestas al otro lado del teléfono, por aquellos suspiros que se evaporaban entre los silencios, sé que debería, debiste y debimos tanto.