domingo, 30 de octubre de 2016

La chica del cabello como la sangre

Buenas noches, renacidos. Llevo bastante tiempo sin publicar nada, lo sé. Ha sido una dura semana, llena de altibajos. Se fue una de las cosas que más feliz hacía al mundo, una pequeña gatita que iluminaba más y más la vida, que hacía que el sol tuviese envidia. Con ella aprendí muchísimas cosas y entre ellas: que la vida es injusta. Es injusta porque tiende a unos las oportunidades que otros no pueden ni siquiera alcanzar. La vida decidió que sería una gata abandonada a su suerte, en un contenedor, que sería olvidada para siempre. La vida había decidido que no sería alguien especial, solamente otra víctima más de la humanidad. Pero no fue así. Consiguió sobrevivir y se hizo grande, de las cosas más grandes que vi - y eso que era enana, y eso que llegó solamente a tener 3 meses -. En fin, la encontramos ahí, presa del destino, de una sociedad que mata aquello que no le interesa. Pero vivió, hasta este pasado 26 de octubre en el que la vida, nos la arrebató. Juro que pensaba que así era, durante algunos días. Fue el viernes cuando comprendí que no se había ido tan lejos de nosotros, y estaba ahí. Estaba en los recuerdos, en las fotos, en los momentos, en las palabras y sobretodo, en mi alma. La sentí. Tan cerca aunque estuviese tan lejos. Sentí que seguía a mi lado, y así quiero sentirla siempre. Porque duele un poco menos, aunque solo sea un poco. Simba, te quiero. Ha sido horrible, de lo más horrible que he vivido, el que te hayas ido. Pero sé que estás ahí, y sabes que siempre estaré a tu lado; pequeña. Siempre juntas, abrazándome las heridas como solamente tú sabes. 

Renacidos, creo que esta pequeña introducción puede servir para renacer mil veces, porque conmigo ha pasado así. Ha sido un duro golpe esta semana, y solamente espero que la cosa mejore - el viernes comenzó a mejorar ya que, ¿adivinad, qué? hay otra loca suelta por la carretera -. Esta pequeña introducción va para todos aquellos que me entiendan, que hayan amado tanto a un animal que cualquiera palabra duela. Ojalá sus arañazos se hubieran tatuado en mi piel. ojalá. 

Y bueno, aquí os traigo la entrada de Halloween. Espero que paséis unas fabulosas fiestas, que os las merecéis seguro. Os dejo una composición muy de estas fechas titulada Zombie de The Cranberries - canción que me encanta, de verdad - en versión cover por una persona que la canta de forma impresionante; y una fotografía de servidora. 

¡Felices fiestas de Halloween!

https://www.youtube.com/watch?v=Yuh-pgsHSfQ




Desangraba sus pecados con cada palabra. Desgranandolos uno a uno, dejando huellas y cáscaras a su paso. Tenía cicatrices en su cuello, en su cara. La vida le había resultado dura, y quizás demasiado. Había intentado evitarla. Fracasando. Cambiando de trabajos, de rutinas, de estancias. Escuchando aullidos en su alma. A duras penas, se mutaba en otras pieles. Se despellejaba de punta a punta. De oreja a mirada. Se había vuelto el lobo que siempre devoraba, persiguiendo capuchas rojas, tragando manzanas envenenadas. Corría por calles estrechas que venían de pesadillas sinceras. Soñaba con duchas acuchilladas, sentencias fracasadas, espadas de acero oxidadas. Goteaba a botones, se enfadaba con su espejo pues su mirada había sido el agujero en el que tropiezas y desapareces. El cruel reflejo de aquel que no se puede ver en el espejo. La perseguían con aguaceros, con fusiles, con antorchas. Quemando iglesias, persiguiendo estrellas, saltando esferas. No tenía cuernos pero fue engañada. No tenía tridente pero pinchaba, cuando cumplía 16 años y lo hacía cada día, cada verano. Manchaba sus manos de negro, su cara de barro, sus pies de descaro. Estaba descalza de cintura para arriba, vestida desde la manga a la rodilla. Se le caían las cartas, los conejos, las estacas. Se rasgaba las mentiras a tiras, en medias verdades, calzando calcetines con cristales. Dormía en vertical, tumbada boca abajo, escuchando el susurro de los murciélagos sin ningún tipo de reparo. Su casa era de cera y vivía en paralelas. Recorría la Sabana africana en chancletas, arrastrándolas por la arena. Disimulaba las ojeras con alcohol barato en las heridas, con pesticidas como primer plato. Sus amígdalas eran de acero. Cantaban al fuego cuando quemaba y siempre lo hacía. Hería solo con nombrarla, quería ser recordada. Su piel translúcida, nunca sangraba, aunque sí sus oídos cuando estos escuchaban te quieros a pie de cama. Solo creía en aquello que veía. No respetaba a los muertos, ni a las palabras. Las utilizaba sin arrepentimiento, sin confesiones, sin lamentos. Visitaba los cementerios como aquellos que pasean sus perros por el campo, cogiendo flores y haciéndose coronas de lamentos. Para ella solamente había tres mandamientos: quererse a sí misma, respetarse cuando nadie lo hacía, y luego al resto. Pero lo último casi nunca lo cumplía y acuchillaba las mentiras en pinchos pequeños. Olía a llaga que escocía, a caída inminente, a agua bendita cogida de la pendiente. Y caía. Odiaba la sangre pero la adoraba. Quizás 
                          por 
                                eso 
                                       el hierro 
                                                     siempre 
                                                                   la temía.

domingo, 23 de octubre de 2016

Arriesgarse

Buenas tardes, renacidos. Llevo tantos días con ganas de publicar algo pero sin conseguir algo lo suficientemente bueno como para mostrarlo... En fin. 
Me gustaría, antes de nada, recomendar la saga After de nuevo. He acabado mi viaje por la vida de Tessa y Hardin, y solamente puedo decir que ha resultado embriagador e increíble. Su relación, su tormentosa y cruel relación, nos hace reflexionar sobre el amor, la obsesión y sobre nosotros mismos. Es precioso ver cómo evolucionan, cómo se aman y cómo son capaces de buscar el lado bueno de las cosas. No es justo decir, como he leído por algunos sitios, que After fomenta las relaciones tóxicas. No estoy para nada de acuerdo. After te enseña la realidad de estas relaciones,  y te muestra realmente lo crudo que es. Yo tampoco pretendo con mis escritos que la gente muera en el río por perseguir a una sirena - cómo explico en una de mis historias - o que odien. Yo no pretendo hacer que con lo que escribo se repitan patrones, solamente que se lea y se sienta. Y eso hace Anna Todd. Por ello, me siento enfadada cuando se critica algo por el mero hecho de criticar.

Bueno, dejando de lado la fantástica historia de After, os presento mi nuevo escrito. Es algo extraño y me gustaría saber vuestra opinión al respeto. 

Hoy tengo poco más que decir así que os dejo con mi entrada. 
¡Pasad un fantástico domingo!



Y todo comenzó en marzo. Vestías con jerseis apretados de pelusas que se perdían, con los bolsillos por fuera. Olías a despedidas, a cenizas esparcidas por la tierra mojada, por tierra de nadie, por tierra prometida. Llevabas dos botones desabrochados en tu chaqueta cuyo hilo se desprendía por la acera, mientras caminabas. Habías decidido salir de casa temprano, tomar un café en un atajo, malgastar el tiempo en vano, con el vahó en las gafas. Te sentaste cerca de la barra, con el periódico doblado. Tu mano pasaba las hojas mientras las horas te pasaban a ti factura. Ese mismo día habías decidido vivir. No había sido una idea fácil de asumir. Estabas cansado de la rutina, de sobrevivir en los márgenes de una vida que no te dejaba sentirla y te obligaba a cumplirla. Siempre pensaste que estudiar, trabajar y pagar era lo que querías, que aquella era tu meta en la vida. Pero te equivocabas. Las marcas que contaban las horas debajo de tu reloj, todo lo explicaba. Eran finas, secas y cicatrizadas. Te recordaban que no eras feliz, que nada te llenaba. Habías decidido acabar demasiado pronto, cansado de un mundo que no se ajusta a tus deseos o antojos, que no es justo, que se limita a obligarte y a despojarte de aquello que más anhelas. Todo te enfurecía. Ver la televisión y su absurda realidad ficticia; caminar o ir en coche hasta la oficina; tener que llamar a tu madre mientras cocinas; no conocer a nadie que te encienda la vida. Y aquello último era lo que más te deprimía. Visitaste decenas de páginas para tener citas y cenas con mujeres. Vivían en calles paralelas a la tuya, no pensaban que la vida era una trampa. Ellas parecían dispuestas a aceptarte, pero no a conocerte y quererte realmente. Nunca congeniabas. Y por eso, ahí estabas. Doblando y desdoblando miradas con alguien a quien no conoces de nada, pero que te observa de lejos. Yo no sabía que tú eras vino añejo y yo sangría destilada. Te miraba tomarte el café con las cejas levantadas, viendo como pasabas las páginas de tu periódico con cara de lástima. Odiabas las desgracias ajenas, te apenaban. Oír hablar de desahucio, de maltrato, de prisiones contra inocentes, de presos en cárceles que no tienen barrotes... Caías en la trampa de las noticias más amargas, en el morbo de la prensa. 
Recuerdo cómo pedías una tostada con mermelada, cómo no sonreías ni siquiera con el gracias más amable del mundo. Yo vestía con corbata, prisionera de mi uniforme. Tú parecías disconforme con aquella atadura que obligaba al hombre a postrarse, a volvernos inferiores. 
Retuve cada centímetro de tu cuerpo mientras comías, absorto en tus pensamientos, sin imaginar que se caían más hilos de tu jersey amarillo. Y no eran sólo de tu ropa. Lucías libres, sin cadenas, sin ataduras ni reglas. Habías dejado el trabajo la tarde antes, habías comprado un billete que sobresalía de tu mano donde el destino a Ninguna Parte parecía complicado. Y lo era. Ni tú mismo sabías qué lugar te esperaba. Y mientras limpiaba la barra, te escuchaba tararear. Era hermoso. Y más lo fue cuando me pediste  la cuenta:

-Hola, camarera, te pediría cuánto me ha costado, pero no llevo dinero ni pienso buscarlo. No se asuste, no voy a ser ningún inconveniente. He venido expresamente para decirle que se venga conmigo. Sé que suena extraño y que no me conoce. Pero me ha mirado como nunca antes lo han hecho y creo que juntos podemos llegar lejos. ¿Qué me dice, se viene a Ninguna Parte?

Me fue imposible negarme, abandonarme a la idea de no guiarme por mis impulsos. Y gracias a eso, ahora puedo escribir este discurso disfrutando de las vistas que tiene el maravilloso viaje a Ninguna Parte.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Cuando...

Buenos días, renacidos. Estoy muy orgullosa de poder presentaros la primera entrada que más se pueda parecer a un poema. En esta he jugado con las estrofas, con las rimas y con las letras. He hecho un recorrido por nuestras queridas vocales para hablar de "qué se siente cuando estás enamorado". La verdad es que estoy muy contenta por este primer intento. Creo que es una forma bonita de retorcer las palabras y la vida, para crear algo nuevo. Sé que todavía me queda mucho que aprender y no quiero con esto poner ninguna etiqueta a este escrito - aunque las pondré -. Pero me resulta excitante haber conseguido un primer paso con esta entrada, algo para poder trabajar más este aspecto de la literatura - aspecto que adoro gracias a los grandes poetas con los que he ido amando las palabras y los juegos de estas -. 

Bueno renacidos, espero que os guste tanto cómo a mí me ha gustado hacerlo, buscando las frases correctas y sus queridas amigas, las palabras. Necesito que comentéis esto si os apetece, queréis y podéis. Os lo agradecería mucho porque no quiero dejar de aprender y creo que vosotros podríais ayudarme tanto...

¡Feliz miércoles!

PD: la imagen es de una de las playas de Cádiz, y sí, es preciosa.



Cuando leyendo su voz nunca te quedes callado...
Cuando escuchando el silencio te sientas acompañado...
Cuando queriendo negro, elijes blanco...
Cuando soñando con él, veas lo anhelado...


Es que algo ha cambiado.

Cuando te caigas y te levantes sin ataduras ni cortes...
Cuando te despoje un cielo anaranjado...
Cuando llegues a la colina sin haberte cansado...
Cuando pierdas la llave de tu ansiado candado...

Es que algo ha cambiado.

Cuando te despiertes y busques su aroma...
Cuando un pequeño resquicio de miedo se asoma...
Cuando te asuste el verlo con otra...
Cuando las inseguridades te coman...

Es que algo en ti se aloja.

Cuando te perturben de noche las sombras...
Cuando los árboles ya no tiren sus hojas...
Cuando las flores se marchiten sin llegar a rosa...
Cuando las historias ya no te pongan celosa...

Es que algo en ti se aloja.

Cuando el norte pase a ser el sur...
Cuando su aparición sea tu luz...
Cuando te quedes solo con él aunque estés llena de multitud...
Cuando todo lo que quieres es un plus...

Es que sin querer tienes un nuevo tatú.

Cuando no optes a platos sueltos, sino al menú...
Cuando ya no te hagan falta dulces como el tiramisú...
Cuando te vuelvas como un panda enamorado de su bambú...
Cuando quieras tener con él vuestra propia tribú...

Es que sin querer tienes un nuevo tatú.

Cuando ya no hable con sus amigos de ti...
Cuando sientes que por eso te puedes morir...
Cuando te olvides de la pregunta en sí...
Cuando los gorriones se vuelvan colibrís...

Es que algo hay en ti.

Cuando después de todo solamente te apetece reír...
Cuando aproveches tu vida en hacerle feliz...
Cuando también lo hagas por ti...
Cuando ya no te apetezca dejar de vivir y sonreír...

Es que algo hay en ti.

Cuando tengas miedo de lo que puedes perder...
Cuando mirando por el abismo de sus ojos, te estás a punto de caer...
Cuando después de una pelea solo quieras volver...
Cuando tengas pánico de que algo malo pueda suceder...

Es que tienes mucho que esconder.

Cuando una palabra te puede retorcer...
Cuando te obligas a girar la esquina para no recaer...
Cuando en sus manos puedas para siempre permanecer...
Cuando nada te importa gracias a él, ni siquiera perecer...

Es que tienes mucho que esconder.

Cuando viviendo una mentira, no vives engañado...
Cuando alcanzas las estrellas sin siquiera haber saltado...
Cuando buscas anillos en los bares porque sientes que te has casado...
Cuando tu nombre se mezcle con otro sin poder evitarlo...

Entonces, querido amigo mío, estás enamorado.

martes, 18 de octubre de 2016

Y entonces te das cuenta

Buenas tardes, renacidos. Aquí me tenéis otra vez, dispuesta a abrir el corazón en este 18 de octubre. ¿No os pasa que el tiempo cada vez pasa más deprisa? Tengo miedo de crecer y que al final, enero dure dos días. A este paso, no sería extraño. 

Hoy os entrego una pequeña parte de mí, de mi renacer diario, empapado por los recuerdos de un viaje inolvidable a una de las ciudades más bonitas que jamás he visto: Cádiz. De verdad, que no me esperaba para nada ver aquella belleza en una ciudad que no me llamaba la atención a simple vista. Y ha sido una grata sorpresa. Aquellos puentes, aquellas estatuas, aquellas playas, aquellas casas, aquellos árboles, aquellos parques, aquella gente tan increíble... ¡Precioso! Era como vivir en un sueño, sin más. Cádiz se ha vuelto gracias a estos días, en el sótano de mis fotografías. Fotografías pintadas a tinta en mi corazón, pintadas realistas en mi cámara, y pintadas borrosas en mi mente. Lo siento, Cádiz pero vas a ser muy nombrada en este blog a partir de ahora - aunque solamente sea por las fotos- , quizás te desgaste. Espero que te guste.

Y con esta introducción os presento mi nueva entrada. No sin añadir una de las fotografías tomadas en esta bella tierra - la mano de la derecha soy yo y la de la izquierda es ÉL-. Espero que os guste, queridos renacidos.

¡Feliz martes, a por todas!





Y es entonces cuando te das cuenta de que no todos los caminos llevan a Roma, pero que todos ellos te acercan un poquito más a ese destino. 

Que siempre es más agradable rasgar la primera hoja de un libro que acabar la novela y dejarla en el olvido aunque sea por poco tiempo.

Que no hay mayores rascacielos que aquellos que construimos con nuestros miedos y complejos.

Que la vida es un parpadeo dónde nos pasamos más tiempo con las persianas bajadas, a oscuras; que no aprovechando el sol. Queriendo más a la lluvia.

Que existen paraísos que nadie ha pisado, pensamientos a los que nadie ha llegado, canciones y palabras que nadie ha escuchado.

Que no son mariposas, sino estrellas fugaces que se deshacen en tu estómago cuando estás enamorada.

Que nadie te completa, pero que solamente una persona puede llegar a entenderte entera.

Que somos desconocidos incluso para nosotros mismos, porque no sabemos hasta qué punto podemos llegar.

Que quizás no tengamos alas, pero podemos volar.

Que las heridas que más duelen se riegan como las flores, pero con agua salada.

Que escuchamos canciones que nos depriman porque de esa manera parece que no olvidamos, que seguimos vivas.

Que pintamos puentes para cruzar al otro lado pero a veces, no lo hacemos porque nos da miedo intentarlo, caernos o tropezarnos.

Que soñamos más a lo grande de lo que vivimos.

Que nos da miedo morirnos, pero vivimos sin tocar los margenes.

Que no son padres aquellos que tienen nuestros genes, sino los que nos quieren, nos enseñan y nosotros amamos. 

Que tenemos más hermanos de los que pensamos.

Que escribimos en letra pequeña cuando no queremos que nadie nos escuche o nos lea.

Que sea lo que sea, a veces arriesgamos. Aunque poquito.

Que tiramos más cosas de las que recogen nuestros zapatos. 

Que bostezamos cuando necesitamos más aire y menos sueño.

Que podemos con todo, pero no lo sabemos.

Que queremos saber todo, pero no podemos.

Que no existen "peros" más grandes que el pasado, olvidos más hipócritas que los incrustados y besos más reales que los improvisados. 

Que con una simple mentira arruinamos cien años de verdad.

Que no hay verdad más limpia que aquella que mira de frente, sin pestañear.

Que no es lo mismo aprender que memorizar.

Que no es lo mismo perderse que explorar.

Que taparnos la cara es peor que llorar.


Y que por mucho que intentes evitarlo, de repente, alguien llega, abre la puerta y pierde la llave. Y ni te molestas en buscarla porque sabes que por muchas alcantarillas que la atrapen, siempre será mejor como estás ahora, a como estabas antes.

viernes, 7 de octubre de 2016

Y el fuego aún quema

Buenas noches, renacidos. Es hora de que los niños se vayan a la cama, y no lo digo por cualquier cosa. Lo que viene ahora es una de esas pocas entradas en el que el amor se mezcla con otra cosa un poco más elevada. No hablo de ninguna montaña ni nada. Y, sinceramente, me gustaría que leyerais entre líneas esta entrada. Es mejor así, de verdad. Y bueno, ya de paso que presento este nuevo escrito, me gustaría nombrar e instar a leer un libro que ha hecho una pequeña grieta en mi corazón: after. Seguramente muchos ya habéis oído hablar sobre esta gran obra, y espero que muchos lo hayáis descubierto gracias a otras entradas en que también hablaba sobre la historia de Hardin y Tessa. Ellos han hecho un infinito en mi vida, un infinito que me gustaría que nunca acabase, pero que como todos los infinitos, tienen su fin. Ya, es un poco absurdo hablar del fin de los infinitos, pero bueno; yo soy absurda tal cual, y no me va tan mal.

Bueno, renacidos, el caso es que os animo a que probéis suerte en el caos de Tessa y Hardin, quizás os sorprenda. 

Y con esto, la banda sonora de "cincuenta sombras de grey" de Danny Elfman  (sí, lo sé, un cliché. Pero, jo, adoro los clichés) y el bonito dibujo de Sara Herranz, os dejo disfrutar de lo que queda de viernes.

¡Feliz y buenas noches! 

https://www.youtube.com/watch?v=b0ceRYaHXCo



Y empezaste despacio. Recitándome besos entre las costillas. Pintándome cosquillas con tus labios en mi oreja, con tus susurros en mi oído, con tus promesas en mi cabeza. Haciendo del teorema de Pitágoras, una ecuación menos entre mi triángulo recto de piel de gallina. Y seguiste conquistando nuevas tierras, probando nuevos pecados sin veneno, rezando en diferentes religiones. Recitando a Salinas. ¡Qué ironía! 
Y seguiste rápido. Contándome de tu cicatriz en el codo, cuando eras pequeño. De como odiabas el invierno y las despedidas. De cuan abiertas estaban todavía todas tus heridas. 

Y, entonces no pude evitarlo y me volví horizontal pegada a tu costado. Acostada en el vértice perdido de todo lo recto, de todo lo carnal, de todo lo matemático. Ganando carreras en mis medias, apostando cruces en tus piernas, que se descruzaban y se volvían a cruzar nerviosas, ansiosas de todo lo materialmente posible. Y era imposible ya evitarlo.

Levanté las manos en una atracción peligrosa que nos unía, casi suicida; donde la altura era lo que menos miedo me daba porque me agarrabas de la cintura. Y seguiste explorando y explotando como un sastre mi desastre, tocando lencería fina. Y yo me perdía en un guiño de palabras, en unos sonidos que no comprendía. Y aún no comprendo. Pero seguían. Seguían y seguíamos. Sin frenos, acelerados, con quitamiedos baratos. Parando el tiempo con un dedo, recordando que nosotros mandábamos. Y lo hacíamos. Una y otra vez, turnándonos. Cambiando de ángulos, de perspectivas, de triángulos. 

Recuerdo que apuntabas las constelaciones que te guiaban por mi espalda, que te hacían que mis lunares fueran como espadas y tú mi escudo. Eras un brujo cuando me hechizabas con caricias, con búsquedas de nuevos mares más salados, con pequeñas delicias. 

Juramos, al empezar, que tú harías de brújula y yo de guía. ¿Pero cómo guiar al amor por el deseo si son caminos a veces opuestos, que se encuentran paralelos? Quizás ahí estaba la gracia de hacerlo en vertical. Y nos saltaron los plomos de nuestro instinto animal. Éramos como dos locos de atar. Tratamientos recitados por un doctor fatal que no nos dejaba estar solos, que nos obligaba a unir nuestros lomos teniendo el colchón  como antojo.

Y no te frenabas. Usabas escaleras de doble sentido, trepando por mis horquillas, rozándome el ombligo.Y me devorabas sin tenedores, sin cuchillos. Usando de soporte una almohada y de plumas unos muelles que chirriaban mientras saltábamos a la comba. No me puse manoplas y me quemé viva. Ardimos entre las llamas que nos seducían. Y nos llamaban, cada uno por un nombre diferente, utilizando palabras indecentes como adjetivo de nuestra locura. Y nos perdimos deliberadamente. En unos susurros teloneros de nuestro teatro, bañados por el sudor de nuestra frente, de tanto recitar estrofas acompasados. Probamos distintos papeles pero ninguno fue tan ansiado y divino como el que al final el destino y la vida nos confiaron. 

Y no acabamos. Porque la noche nunca se fundió con el día, y muy posiblemente porque no te fuiste a por tabaco. De no ser por ello, nos hubiéramos dejado tiempo, posiciones y lamentos en el tintero. Pero al no ser así aún probamos nuevos métodos para conocernos más de lleno.

Y el fuego aún quema, 
Sin temer
 a las cenizas.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Mil dudas

Buenos días, renacidos. Me he planteado mucho el publicar o no esta entrada, porque no me termina de encajar. Creo que la estructura y el tema es bueno, pero el contenido me deja un poco neutra y eso... no sé. Si alguien es capaz de comentar que ve bien o que ve mal en esta entrada, lo agradecería. Sería un buen momento para interactuar  con vosotros, el otro lado. Y, a la vez, me ayudaríais a terminar de perfilar "mil dudas". 

Por otro lado, ¿hoy es un día mejor, no creéis? Pese a que tenga mi primer examen del curso, pero bueno... (Deseadme suerte). Hace sol y hoy se agradece después del chaparrón emocional de ayer. Todo siempre vuelve a la calma, por suerte.

Bueno, renacidos. Lo dicho; espero que me deis ideas y me ayudéis con esto. Y sino, pues a otra cosa mariposa. 

¡PASAD UN FANTÁSTICO MIÉRCOLES, SE OS QUIERE!



¿Y si de verdad existiera el cielo, y no fuera el que consigo cuando vuelo por tus lunares de día, por tu luz de noche? ¿Y si existiera una carretera sin coches que lleve al pasado, al futuro o incluso al presente? ¿Y si tuviésemos en el andén todas las 'no razones' para quedarnos inertes en la puerta cuando decides que ya ha acabado, que se ha hecho tarde, que ya no vuelves? ¿Y si volver implicase borrar las huellas de tu ida? ¿Y si no existiera el día y todo fuera tarde? ¿Y si, y si, y si...?

¿Y si nunca llegamos a tiempo            ...                     a la rutina?
¿Y si el reloj siempre fuera adelantado o atrasado?
¿Y si las prisas nos dejarán quietos y la tranquilidad nos activará? ¿Y que pasaría si echará a correr por tu mirada? Quizás encontraría una escapada perfecta a esta convención de seguir la regla, las formas, la carretera. Quizás dejaría de caminar recta y me curvaría un poco al llegar a tus pestañas. 

¿Y si te pido que te quedes conmigo en mi cama hasta las doce? Que es cuando pasan las dudas con sus manos frías y me tocan la nuca. Que es cuando la cama nunca está caliente y siempre está sola y vacía. 
Quiero que me roces. 
¿Y si te pido que lo hagas? Que no tengas apuros si piensas que no me amarás lo suficiente, que puede que me utilizarás para tus intereses. ¿Y si te digo que son iguales que los míos? ¿Que van vestidos de hojalata y nunca piden nada? Porque no creen en suposiciones. ¿Y si yo no creyera? ¿Que sería de mi vida sin la esperanza? 

¿Y si te pido que me beses? 
¿Y si te pido que lo intentes, que no pierdes nada? Hay gotitas en la puerta de mis labios que piden tu llegada. Pero no llegas, porque no estiras tus dedos. Nunca fuiste demasiado listo, ni demasiado necio. Pensé que lo entendías. 
¿Y si te pido que lo entiendas o que finjas entenderlo? Siempre nos irá mejor fingiendo amarnos, que fingiendo no querernos. Porque lo hacemos, ¿no? 

¿Y si te digo que estoy confusa, que ya no sé lo que siento? 
¿Y si te digo que lo dejemos pero en verdad no quiero hacerlo? 
¿Y si me planto en tu casa un día de estos y te obligo a recitarme en besos todos tus miedos? ¿Qué harías? ¿Qué haría yo? ¿Qué harían ellos? Esos que nos juzgan a diario por querernos solo en invierno o dudar en otoño si el amor es cierto. 

¿Y si te digo que ni yo misma me entiendo? No sé qué he escrito en este convenio. No sé si te quiero o todo es un espejismo del infierno. No sé si siento mariposas o agujeros. 

¿Y si te digo que no sé qué hacer, que muevas ficha primero? No me atrevo a pasar de casilla ni a quedarme quieta con los ceros del tablero.

¿Y si ya no te amo? ¿Y si tú a mí tampoco? ¿Qué será de nosotros? ¿Qué pasará con las respuestas a todas esas preguntas que me han destrozado?

¿Y si...?




martes, 4 de octubre de 2016

En tiempos de crisis

Buenos días, renacidos. Hoy algo oscurece el cielo, algo que me ha hecho dejar de lado toda la luz que me gusta poner en mis escritos y substituirla por un color negro. Sé que no es muy positivo lo que vais a leer y seguramente os desanime, pero este también es un sentimiento real y existente. También convive con nosotros la tristeza y la desesperanza, y hoy he querido renacer entre algo triste. Quizás sean las nubes del cielo que se han depositado en mi garganta o en mis dedos, quizás no tenga nada que ver lo de fuera y sea algo que tengo dentro; quizás... El caso es que hoy no os voy a traer algo feliz, lo siento.

Junto a la entrada os pondré la composición que me ha seguido durante la creación de la entrada. Desconozco el autor así que no puedo poner de quién se trata.

Espero que después de todo, paséis un feliz martes, renacidos. Yo espero lo mismo.

https://www.youtube.com/watch?v=_Kgph9zp2ok





En tiempos de crisis me gusta no existir demasiado. Tirarme por el balcón de mis pecados, sumergiéndome en el dolor punzante y abrasado del impacto. Notando las pequeñas motas de polvo pegándose en mi vestido mientras caigo, diciéndome cosas al oído que de nada sirven, pero que hacen heridas en mis bolsillos y provocan que estos sangren. Imaginándome por un momento que puedo y sé volar, que alzo las alas y aleteo con fuerza hasta llegar a lo más alto de los pinos. Esos que me vieron aplastarme contra las paredes de los rascacielos cuando estos ya no rascaban lo suficiente a las nubes, cuando estos ya no quitaban las costras de los ataúdes. 

En tiempos de crisis es mejor no decir nada porque ni tú misma sabes si eres muda o te mudaron las dudas de aquella tarde gris. De aquella tarde que te salieron ampollas de salir corriendo por el desastre en forma de desagüe, que no desahogó tus miedos sino los atascó en tus lunares. Y ahí siguen, sin aire. Sin ventilación que los ilumine o los asuste, que los haga correr de nuevo más y más lejos hasta encontrar la salida. La salida del túnel sin retorno que en tiempos de crisis se hace más profundo, más hondo y que no tiene pozo. De ahí ya nadie sale, de ahí ya nadie vuelve. Y es que el pozo, a veces no sabe nada de nadar, no sabe mantenerte a flote y te aísla, como una burbuja que nadie estalló a tiempo y que sigue sumergida en la brújula que te mantiene viva y 
                                                                           ...sin norte.  

En tiempos de crisis dejo de mirarme las cruces de mi espalda porque ya no descruzan nada, sino que clavan más y más la punta en el costado. Y me dejan morados por todas partes, me dejan palabras cosidas por sastres sin ojos y sin vidas. Y entonces ahí viene mi desastre, el que tapé con sabanas de jazmín color ocre. El que me mete dentro de un bote y pierde la tapa, encerrándome con mis tornados, con mis amados y mediocres pensamientos. Esos que nunca fueron pensados pero que se vuelven negros soldados dispuestos a atrincherar mi valentía y misericordia en agujeros de hipocresía y deshonra. 

En tiempos de crisis me imagino cosas que no pueden serlo. Me imagino el miedo llamando a mi puerta, la tristeza cayendo del cielo y la vergüenza en frascos pequeños. Y todos consumen de esta droga. De esta droga que yo llamo infierno, pero que todos llaman un mal invierno en otoño, que todos llaman un día de bajón sin escaleras ni ascensores que te suban a lo más alto. 

En tiempos de crisis no soy yo, porque no me considero un punto en la hoja que no sigue a nada, que se vuelve distante y aislado, que no quiere comas a su lado. No nací para ser la más fuerte, la más guapa, la más lista. Pensé que había nacido para llegar hasta la cima, esa cubierta por cuervos y tropiezos. No para quedarme esperando en la repisa de esta a que me coman o a que caiga por las rendijas. 
Pero en tiempos de crisis, me tumbo en la montaña y miro las nubes negras como si aquello fuera el mejor paisaje de la Tierra. Y quizás no lo espero, pero una parte de mí supone que los cuervos me miran y me animan a hacerlo. 
Y,
   al  
      final
             todo
                    se
                       vuelve
                                 negro
                                          ...