martes, 31 de enero de 2017

Todo sin ti

Buenos días, renacidos. Antes de todo, lo siento. Llevo desaparecida demasiado tiempo y no es justo, porque os echaba de menos. Echaba de menos hablaros y que me escuchaseis, que juzgaseis lo que me sale de los dedos y del corazón. Lo necesitaba y en ese sentido soy algo interesada. Sí, lo soy. Escribo porque necesito hacerlo, porque me ayudáis. Y en estos días grises maquillados de sol, os necesito. Hace dos días que se volvió a descascarar mi vida, en este caso, con la despedida de la persona que me hace brillar los días, que me hace ser todo lo feliz que puedo. Se fue, esta vez para volver en poco tiempo. Y es que, parece que las entradas de despedidas han hecho mella en el destino y este ha decidido echarme una mano. Se lo agradezco porque esto era cada vez más horrible. No os podéis imaginar lo que duele hacer la maleta o escuchar las ruedas de esta. Saber que en horas desaparecerá la vida, se irá en silencio dentro de un avión y este no sentirá remordimientos. Duele muchísimo, porque cada vez era peor, se rompía más el cristal. Pero por suerte, se acabó. Las despedidas más largas serán de un día a otro y los kilómetros que nos separarán serán mínimos. Echaré de menos viajar al sur, empaparme del buen humor que allí se respira, de la tranquilidad que inunda las calles. Echaré de menos el día de antes de llegar, la euforia, el esperarle en el aeropuerto con gritos en el alma. Echaré de menos el beso de reencuentro después de tantos meses sin verle. Pero adoro echarlo de menos, porque eso significa que se acabó. La próxima vez que vaya a verle ya será para no separarme de él, como la bonita frase "y fueron felices para siempre".

Os traigo, pues, la posible última entrada que hable sobre las despedidas, sobre el dolor. Espero estar al nivel, que os guste, que me comprendáis y que os alegre que se acaben. La felicidad es a lo que todo el mundo aspira, y basta con chasquear los dedos un día para conseguirla.

Os adjunto la canción de Melendi, La casa no es igual. Sé que os gustará porque es preciosa. 


¡Feliz martes!

https://www.youtube.com/watch?v=KH6VvdfXd2E
















Todo sin ti
se hace pequeño,
grita tu nombre,
me pone el bello de punta. Me despeina. 
Hace días que las luces están apagadas, quietas, esperando el timbre de la casa, soñando con oír la maleta. Y es que las ruedas derraparon en mis costillas, me hicieron grietas. Entiendo tu despedida, entiendo que te fueras, pero no consigo aguantar esta tortura que me acecha, que cosecha noches de insomnio, días de pena, agobios que nunca terminan entre tus piernas. Y he intentado leer entre líneas, escribir en versos para olvidarme de todos los besos que necesito, pero delineas cada una de mis palabras, y yo me derrito 
         en la puerta. En la misma donde escuché tu risa enganchándose al umbral, donde siempre me querías besar antes de entrar. Dónde me daba pena verte marchar. Y te fuiste con mi carmín en tus labios, rozando mis manos antes de caminar y sumergirte en los controles, que me descontrolan al pasar.  Y pasaste. Pasaste de ser visto y tocado, a ser recordado y apartado. Los kilómetros me acechan, me aplastan, me bloquean. Hay murallas que no se ven pero que siguen levantadas 
                                                                         entre los dos. Que hablan de amores imposibles, de rosas deshojadas en vez de margaritas, de billetes que se pican y que nos hacen rascar, 
                                                                                              los días. Como la suerte cuando se encuentra en un papel, como las heridas que se dejan en la piel. Y sangran. Y vuelven a sangrar con cada olor que me recuerda a ti, con cada hombre que lleva tu jersey, con cada sitio donde me hiciste reír. Y encima reíamos tanto... el llanto acudía pocas veces. 

Y cada día se hace largo si no estás alrededor, levantándome la falda como un señor que decide encontrar paraísos entre lunares, viajando al espacio, dejándome sin aire. Gravito entre tus manos con solo tocarme, y me imagino una vida por delante que sea para tanto, que signifique todo, que no tenga punto y aparte, sino todo seguido. Y seguir, amarrando barcos a tu espalda, dejando arañazos bajo tu mirada, y verte encender la mañana con un 

                                         t  e        q  u  i e  r  o.

Y se dice fácilmente seguido, pero nos gusta alargarlo, abrazarlo después del esfuerzo, quitarlo de los labios del otro. Sin reparos.

Todo sin ti
desaparece
se desvanece
grita,
enloquece.

Todo sin ti 
se hace pequeño
guarda agujeros
en el vientre.
Miente de vez en cuando
bebe aguardiente.

Todo sin ti
no existiría.
Por eso mientras existas, prométeme que será contigo, que estaremos juntos, sin controles que nos descontrolen, que nos lamenten, que no nos entiendan. Sin separaciones que nos hagan sangrar, que nos hieran. Sin verte desaparecer con la maleta o que yo lo haga, mientras me miras. Porque si algo he aprendido con todas las despedidas, es que cada una de ellas levanta más heridas.

domingo, 15 de enero de 2017

El tiempo NO hace el olvido

Buenas tardes, renacidos. Hace mucho tiempo que no escribo una entrada a estas horas de la tarde, aunque exactamente esta no ha sido escrita de forma absoluta esta tarde. En realidad, empezó anoche, con una conversación preciosa. A partir de esta, mis dedos empezaron a teclear y trabajar en esta nueva entrada. Y creo que es muy íntima. Habla de forma exacta de lo que siento, de lo que pasa con las palabras y el tiempo, cuando este pasa y ellas se quedan en un papel y no traspasan el oído. No sé renacidos si habéis pasado por una relación a distancia alguna vez. Esas relaciones que muchos creéis inexistentes o ficticias. Esas relaciones en las que creéis que es de tontos confiar, que hay mentiras de por medio, engaños y todo lo que conlleva. Pero yo estoy aquí para desmentir todo esto. Creo en el amor y creo sobretodo en el amor a distancia. Porque el amor no entiende de barreras de ningún tipo. No entiende de edades, de gustos, de manías, de lugares, de formatos, de tiempo, de rivales, de amigos, de familia... Solo entiende de reacciones. Reacciones en la piel, en las emociones, en el bello de punta que se te pone, en las mejillas sonrojadas o en los nervios antes de verle. Reacciones de euforia por darle un beso, de fuerza por abrazarle y plasmar todo tu amor en ese abrazo, de palabras que tiritan en los labios y de otras que se caen cuando suspiramos. De eso entiende el amor. No de barreras ni de contradicciones. Y por eso es la mayor fuerza que tenemos. Es la que nos permite levantarnos, sonreír en un día apagado, imaginar que todo ha mejorado, y pisar con fuerza la tierra que pisamos. No creo que haya una arma más fuerte que el amor, que el amor en todos los sentidos. 

Y mi entrada es una pequeña representación de lo que significa el amor a distancia, de lo que hace que nos pase por la cabeza y el alma, de la importancia de las palabras cuando las manos no se encuentran cerca. Cuando estas lejos, todo nos hace falta. El abrazar, el besar, el tocar, el escuchar. Y al final, las únicas que nos acompañan son las palabras. Aquellas que decimos escribiendo o hablando por teléfono, aquella que intentan plasmar lo que siente la persona del otro lado. Las palabras hacen un gran trabajo con nosotros, con nuestros sentimientos; pero llega un momento que hacen daño. Si vivís una relación a distancia entenderéis que explica mi entrada, entenderéis la tristeza y decepción que se siente cuando al leer lo que te dice la otra persona, ya no oyes su voz, ya no interpretas esas palabras tan suyas, sino que escuchas la tuya reproduciendo su discurso. Es muy extraño de explicar, pero me pasa a menudo y temo que vuelva. De momento sigo escuchando su voz cuando me escribe pero sé, que cuando pase algo más de tiempo sin verle, se me olvidará. Empezaré a leerlo solamente. Y eso duele muchísimo, porque es en ese momento que eres consciente de que llevas tanto tiempo sin nada de él más que esas palabras.

Y bueno, no me voy a extender más. ¡Cómo se nota cuando una entrada es tan íntima! Soy incapaz de callar.

Espero que os guste, renacidos, que la entendáis, que sigáis conmigo en este pequeño rincón de palabras.

¡Pasad un feliz domingo!






Las palabras son vida. Creo que hay pocas cosas que interactuen tanto con el mundo como las palabras. Son damas que viven entre nosotros y nosotras levantando la espada y empuñando rosas que se marchitan, que dicen ser olvidadas con el tiempo. Aunque jamás olvidan, ni nosotros nos olvidamos de ellas. Las palabras nacen del agua y nunca mueren en la tierra, sino que hacen nacer nuevos bosques, nuevos lugares, nuevas sendas marcadas por ocre en los margenes
aguantados por leña de otros bosques que ya no callan lo que el viento grita. Y este siempre grita demasiado fuerte. 

Las palabras son vida y muchas veces nos las encontramos escritas sobre papeles manchados en tinta, haciendo túneles en nuestras almas, en nuestras vidas. Carreteras heladas, vueltas cenizas. A veces las utilizamos para leernos y nos leemos en ellas. Y creo que leer es lo que más me gusta y me asusta al mismo tiempo. No sólo porque dice verdades a medias o medias mentiras, sino porque oculta información, la distorsiona, la hace más impersonal y pasajera. Pero yo adoro la lectura, no me malinterpretéis. Nunca he sabido leer los ojos, pero con ojos leo palabras en revistas, tebeos o novelas. Leer es lo que más me gusta de las palabras, igual que escribirlas, igual que escucharlas. Escucharlas en las cascadas cuando el agua trae rumores. En los bosques cuando el viento azota los errores con sus ramas. En la calle cuando niños en pijama bajan a comprar el pan y terminan vendiendo palabras. Y se trafican. Son esclavas. Se venden por poco dinero o por otras pocas palabras, sin acentos, con diéresis en los zapatos en vez de en las coronas. Pisándose tanto mayúsculas como minúsculas en las aceras. 

Leer es lo que más me gusta y asusta a la vez. Leer me permite interpretar a mi modo las palabras, pero me impide oírlas en bocas ajenas. En callejuelas engañosas. Y eso me duele tanto como pronunciarlas al eco y que nadie las escuche en sus huecos más que yo. Y de esto, tiene culpa el tiempo. Porque por su culpa, dejo de escuchar las palabras que salen de tu boca y que leo en tu texto, para solamente leerlas. Y os preguntaréis cómo se puede leer la voz de una persona. Y yo os respondo que solamente se logra cuando la tienes cerca, cuando el paso del tiempo ha sido débil y me ha dejado el eco de tu voz en mi cerebro y la habilidad de poder leer los textos que me dedicas escuchando tu voz cerca mía. Creo que es una de las cosas más bellas de la cercanía, el poder escuchar aquello que lees. 

Y repito, de esto tiene culpa el tiempo. Porque con su llegada y sobretodo con su paso, cuando te leo ya no te escucho. No veo los enlaces que haces entre los sonidos, la forma de sonreír cuando me hablas al oído o cómo utilizas las palabras de una forma diferente, como si ellas fueran en realidad las que te utilizarán. Y creo que es lo que más me duele, porque al final, el tiempo puede con nosotros. Nos hace pequeños, nos deja rotos en una esquina, abarrotados de recuerdos que no avisan y aparecen 
dE             vEz          En             cUAndO.

Y a las palabras no les gusta esta tristeza. Ellas nacieron para dar alegría y sabiduría a corazones de hierro. Ellas aparecieron en los peores momentos para dar consuelo, vencer al tiempo o a los kilómetros y entregar un pañuelo. Y este se encuentra doblado en palabras defectuosas que el tiempo ha catalogado de palabras viejas, de palabras sucias, despectivas. Ellas tienen la brújula para vencer el duelo contra el tiempo, pero han perdido su norte y nuestro sur, han sido olvidadas... Aunque yo nunca las olvido.

¿Y sabes qué, amor mío?

Dicen que el tiempo hace el olvido, pero yo no creo en el tiempo. Creo que nos venden una máquina que mide los días para engañarnos y vencernos. Y quizás con muchos lo consiguen, los vencen. Pero con nosotros no pueden. Porque si algo tiene el tiempo es que es efímero, y no puede vencer algo que es eterno.

miércoles, 11 de enero de 2017

Y yo querría un invierno

Buenas noches, renacidos. Creo que es el día más apropiado para traer esta entrada. Hoy, en mi tercer día de practicas; hoy, en el día en que mi coche ha detectado hielo en el asfalto; hoy, en que he recibido mi segunda y última postal de navidad; hoy, en que casi no sobreviven mis manos a la fría mañana; hoy, en que se cumple una semana alejada de la persona de la que estoy enamorada... 

Me gustaría aprovechar esta pequeña introducción para decir que adoro el invierno. Me quejo del frío, como hacemos todos; porque es molesto. Hay también personas que se quejan de la lluvia, porque les moja el pelo y el bajo de los pantalones; pero en cambio adoran esos sábados o domingos mirando por la cristalera como se deslizan las gotas u oyendo su sonido desde una cama. A mi con el frío me pasa algo parecido. Me resulta una sensación agradable y más todavía cuando me arropo por la noche después de todo el frío que siento. Es una sensación reconfortante... Por eso digo, que me gusta el frío y el invierno. El invierno es bonito. 

Después de esta explicación - que a muchos no les importará, como es lógico - sobre mi vida, os presento mi nueva entrada: y yo querría un invierno. Vaya, como vemos a esta chica le ha dado hoy por el invierno, sí señor. Pero lo cierto es que esta entrada la empecé hace mucho. Antes incluso de que llegara la navidad. Y fíjate tú que la publico justo cuando se acaba, qué pena. Bueno, en realidad lleva acabada un par de días, y lo sé, vivo en este mundo - aunque no mucho jaja -. En esta entrada, pues, hablo sobre el invierno y sobre el amor. Más sobre lo segundo, como siempre. Pero debéis entenderme, renacidos. ESTOY ENAMORADA. ¿Qué le voy a hacer? No puedo hacerle nada, es inevitable.

Igual que es inevitable que esta entrada se publicase, aunque dudase. Soy bastante perfeccionista y esta sigue pareciéndome quizás demasiado corta o demasiado débil. No sé, no quiero influenciar vuestra opinión al respecto. Simplemente, os pido que os dejéis llevar por el sonido de las palabras en vuestro paladar. De esa manera, esto nunca falla.

Y bueno, con esta entrada os adjunto una imagen de la preciosa película 3MSC (debéis verla) y presento una nueva canción, una canción que adoro y que para mí, representa un poco el amor que siento. Es de Melendi y se llama, un amor tan grande. Espero que os encante porque yo la adoro. Ah, y la entrada más todavía, eh. 

¡Feliz miércoles, renacidos!

PD: 4168 visitas!!! Déu ni do...!!!!



https://www.youtube.com/watch?v=A6jzdckzfkM

Y yo querría un invierno diferente. Correr hacia el patio llena de nieve y fundirme entre tus brazos. Explicarte que iba a pasear un rato y de golpe ha empezado a nevar, cubriéndome las dudas como si fuera un camarero en el bar. Y tú riéndote, diciendo que a quién se le ocurriría ir a caminar viendo el vendaval que se nos echa encima. Y yo me echaría sobre ti, haciéndote cosquillas, sacándote de quicio y perdiendo mis horquillas por el pasillo. Como en otoño.

Y yo querría pasar la noche fuera, abrazada a unos calcetines empapados en agua, llenos de barro, oliendo a tierra. Que me los quitarás, entre risas. Que me los pusieras, sin prisas. Llamándome cría, insensata, pero besándome el alma con tus manos frías. 

Y yo querría pasar de noviembre a enero, más poquito a poco, mirando de reojo la primavera que nos viene, dejando un rastro a sonrojo por la copa que he roto, por el vino rojo. Y juntos, ver caer el telón del invierno, ver crecer el cielo con la Luna sosteniendo cada pequeña célula, cada pequeño roto...
                                                                   ...que nos arregla. 

Y yo querría componer una canción con tus gritos cada vez que te acercó mis pies congeladitos. Cubrirte a besos más que con las mantas. Callarnos, cuando no hagan falta las palabras. Y no harán.

Y yo querría calentarme entre tus piernas, crear un nuevo teorema sobre los roces y cariños. Verter el tiempo justo para descansar sobre tu pecho, para meter mis manos en tus bolsillos. Que el silencio sea nuestro lecho, que los suspiros sean el proverbio que expliquen un nuevo idioma. 

Y yo querría vivir contigo a solas, a contracorriente, recortando los papeles de cada uno, cambiando de roles, yendo al mercadillo con dobladillos en los pantalones. 

Y yo querría tirarte bolas de nieve y sumergirme en la profundidad de una chimenea ardiente que no calienta si no estás delante, mirándome desafiante mientras te levantas la camiseta. A hurtadillas memorizaría tu silueta de espaldas, mirando el fuego, y recordaría para siempre este enero diferente. 

Y yo querría colarme en tus me gustaría..., saber qué piensas, qué quieres, qué necesitas. Saber si se solapan con mis decisiones, con mis peticiones de un nuevo invierno en vez de un nuevo año. Porque me interesa más pensar en el tiempo cercano agarrada a tu mano, que un año lleno de vacíos, de esperándonos... Porque eso es lo que nos espera, amor mío.

Sé que es de niña, pedir y querer tantas cosas, soñar con un jardín lleno de rosas que no marchitan. Pero yo querría un invierno a tu lado. Bueno, en realidad querría una vida, pero no sé si pido demasiado. Por eso, de momento me conformo con poder seguir contando inviernos y veranos a tu lado, y que estos sean siempre tan esperados. Porque por mucho tiempo que permanezcamos alejados, cuando nos unimos, todo lo demás se convierte en pasado.


sábado, 7 de enero de 2017

El que espera...

Buenas noches, renacidos. Me siento orgullosa de presentar la primera entrada del año - ya que la última fue un audiopoema y no era nueva -. Esta sí lo es. Es algo extraña, la verdad. Juega con palabras y muestra la desesperación de una mujer que piensa que lo ha perdido todo por culpa del amor - o más bien, del desamor o la ruptura -. En esta entrada pretendo reflejar la angustia melancólica de aquella que cree encontrar al amor de su vida, pero se da contra un muro o  directamente, lo pierde. Y es que las cosas más dolorosas son las que provienen del amor. No hay nada peor que ver morir a alguien que quieres, que romper con la persona que crees que es tu alma gemela o abrir los ojos en relación con alguien a quien querías con todas tus fuerzas. Realmente, las peores heridas son las del amor, las peores. Y bueno, sobre este tema trata mi nueva entrada. Empezamos el año con los pensamientos, pues, de una mujer que se siente destruida por romper con su pareja. 

Espero que os guste, renacidos. Admito que es algo extraña y puede que no esté dentro de los gustos de muchos de vosotros, pero tiene que haber de todo, ¿no? 

Espero que hayáis pasado unas fantásticas Navidades, renacidos. Que hayáis descansado, disfrutado con la familia, que os hayáis enamorado más, que hayáis hecho cosas increíblemente perfectas que nunca olvidaréis y que os toméis este nuevo 2017 como tiene que ser, con una sonrisa y con la esperanza de que SEA VUESTRO AÑO. Porque en definitiva, si seguimos vivos, es nuestro año. 

¡Feliz lo que queda de sábado! Ojo en las carreteras, renacidos. Recordad que en la vida real SOLO SE VIVE UNA VEZ.





Y es que hubo un tiempo en que el menor silencio, me taponaba los oídos. Supongo que sería por el exilio de tu cuerpo cerca del mío, de nuestras manos unidas, de aquella risa incandescente que provenía de tus labios, de nuestras palabras indecentes mirando el calendario 
                pasar, hacerse más pequeño, a cada paso.

Nosotros eramos invencibles juntos. No nos importaba donde ni como, siempre podíamos con todo. Eramos la excepción de dos causas perdidas que se encontraron, que se volvieron a perder, 
en el otro, 
pero que nunca más se volvieron a encontrar
 solos. 
Y eso que ahora lo estamos.
 SOLOS.
Pero seguimos perdidos, huyendo de lobos, subiéndonos las capuchas rojas que nos muestran los pecados cometidos, las palabras inoportunas. Nuestra solución perfecta era gritar. Cuánto más alto gritabas, más razón llevabas. Y nunca perdíamos, nunca lo hacíamos. Bueno, quizás después de los gritos, apasionados, con lluvia en los zapatos y capuchas en la cama. Eramos esclavos de nuestras vísceras, de lo que tramábamos a espaldas del otro. Nunca nos engañamos, o eso creo. Aunque nunca se termina de decir todo al otro. Nadie se atreve a confesar que el primer beso, no es para tanto; que te da miedo la oscuridad o esperar sola en un banco; que el llanto acude a veces demasiado deprisa; que solamente una vez nos enamoramos. Y eso, nunca avisa.

Hubo un tiempo en que me dejaron de gustar las camisas o pasear por el parque. No olían a tu perfume, no llevaban tu brisa cuando corrías de un lado a otro, nervioso. No escuchaba en los toboganes tu risa resonar en el hierro, después de obligarme a tirarme. Y ya no me tiro. De nada ni a nadie. ¿De qué me serviría? Si es que a alguien le sirve. Quién te asegura a ti, que este no será tu último baile, o tu último gran día a su lado. Y es que el amor está muy sobrevalorado 
o eso digo yo ahora, que no me queda 
                                                        nada. 
                                                   que no me queda 
                                                         nadie.

Quizás me queda "un poco yo", y mucho tuyo. Quizás la del espejo sea finalmente mi reflejo. Quién sabe. Yo solo sé que eramos dos cobardes armados hasta las cejas de excusas, de para siempres manchados con vino y aceite. Y ni uno dice siempre la verdad, ni el otro siempre te resbala. 
A veces, el vino engaña.
A veces, el aceite frena.

Y creo que esa es mi mayor condena, porque yo sigo esperando.
Sigo esperando el café por las mañanas con olor a crema de manos. Tu pelo alborotado antes de entrar al baño. 
Sigo esperando. Sigo esperando que te cruces por mi lado y me robes un beso, un te quiero improvisado. Sigo esperando a que adelantes el tiempo o lo atrases cuando quieras, solo tocando mi mano, porque el tiempo se acelera o frena solo con tu tacto. Y sigo esperando. Sigo esperando una explicación, un último portazo más, un lo siento o volvamos a empezar. Sigo esperando nuevos planes, nuevos viajes o nuevas tardes tumbados sin hacer nada, con tu pecho en mi cara, haciendo latir mis mejillas al compás de tu vida. Ser tu mimada y tú el mío. Ver perder un partido y que me metas goles. Y sigo esperando. 
Sigo 
      esperando.

Y por mucho que digan, que el que espera, desespera; yo te seguiré esperando, hasta que me muera. 

miércoles, 4 de enero de 2017

Si soy sincera

Buenas noches, renacidos. ¡Feliz año nuevo! Aún huele a confeti solo con pronunciar 2017. Espero que vuestra entrada del año haya sido fantástica y que os espere un año precioso lleno de cosas positivas y alegres. Mi entrada del año fue perfecta, y aquí viene la otra entrada, la que pertenece a mi blog, a mi renacer entre palabras. Se abre un nuevo año que sé que será positivo para este pequeño rinconcito, donde aprenderemos muchísimo de nosotros mismos y dónde miraremos como una chica de flequillo rojo sigue renaciendo a carne viva, despedazándose.

Sé que no he estado mucho por aquí estas Navidades. He estado ocupada, para bien. Pero aquí estoy de nuevo, con más energía que nunca, con las pilas cargadas y con una mini sorpresita para vosotros, queridos renacidos. En estas fechas que son de regalar y de recibir - no solo cosas materiales - os he preparado este pequeño regalo, que es algo nuevo para mí y que me mata de miedo. Nunca había hecho algo así, traspasar un poquito más la pantalla, ahora con mi voz. Sí, renacidos, os traigo mi descascarado timbre para que podáis oír una de las entradas de 2016 que más se leyó: Si supieras. No es de mis favoritas, pero me hace desquebrajar cuando la leo, así que espero que esta nueva iniciativa no estropee esa magia. Soy quizás un poco exagerada, lo sé - en eso no he cambiado con el nuevo año - pero es que para mí esto que se cuece aquí dentro, que nos une con una cadena impenetrable, es magia. Como los magos hacen con sus chisteras, pues nosotros con las palabras. Y es que no hay nada más mágico que las palabras y que estas sean capaces de levantar tormentas en nuestros corazones. Uf, estoy muy ñoña, renacidos. No me lo tengáis en cuenta, es la Navidad y el amor. Y justamente a él le dedico esta entrada. A él - que es un poco bastante de ella - y a todos vosotros, que estáis ahí sentados leyéndome, interesados por lo que dice una loca sombrerera más.
Lo dicho, renacidos. Pasad unas felices fiestas, no os peleéis mucho con la familia - aunque un poco es inevitable -, disfrutad al máximo y espero que os guste mi innovación.

RENOVAR O MORIR JOJO.

¡Feliz navidad, renacidos!

Pd: Tengo coche y es rojo!!!!!!!!!!!!