martes, 25 de abril de 2017

Poema del renacimiento

Buenos días renacidos. La poesía es uno de los artes que más admiro. Desde siempre he adorado las uniones que consigue formar con las palabras, los juegos que hace con ellas, como las cambia y las hace más bonitas, como mayo con la vida. Hoy os traigo algo diferente. Me he valido del "Poema del renunciamiento" de José Angel Buesa y lo he moldeado a mi antojo. Es mi poema preferido, lo tengo marcado a fuego. Estoy enamorada de él. Por eso, esta entrada es un pequeño homenaje a esta gran obra. Como veis tiene parecido hasta el título. Este en vez de renunciamiento es del renacimiento. Se debe a que estamos en renacer entre palabras jaja. Sin más. Y bueno la letra está modificada, pero las raíces son claras. Espero que os guste y que no penséis que es una locura. Obviamente no voy a escribir algo tan fantástico como José Angel Buesa, pero es una manera de enseñar su arte distorsionado.

Adjunto el poema de José Angel para que podáis leerlo con calma antes de mirar esta entrada. 
http://www.poemas-del-alma.com/jose-angel-buesa-poema-del-renunciamiento.htm

¡Feliz martes!




Pasarás por mi vida y yo te dejaré pasar. Aceptando que al final terminarás pasando y que te marcharás. Dejándome quieta, callada, perdida. Temiendo un bidón de gasolina por si se prende y me hace incendiar. Poquito a poco. Pasarás por mi vida y al pasar, dejarás rastros de tu caminar, de tus huellas, de tus decisiones en mi palpitar. Sentiré por ese entonces, el corazón bombear veneno y lágrimas de hielo...
                            que me congelaran. 
Y ojalá te quedases quieto, silencioso y recto. Me miraras y no terminaras de pasar. Señalando los trenes que pasan fugaces, las líneas de la calle, y el viento que distorsiona el valle. 
Pasarás por mi vida y yo nunca dejaré de pasar. Sentiré tu sonrisa al filo de la mía, tus mentiras de esmeralda de mar. Sentiré tus engaños en cada dinastía, y me abrazaré a otro cuerpo mientras intentes pasar. Sé que no habrá barrera que te impida volver, y que nada de lo que haga te hará correr hacia otra dirección. Pero pasar por mi vida, fue tu elección y no la mía. Por eso sé que pasarás por ella sin sentir la pérdida, sin imaginar que otra llore su desdicha. 
Pasarás por mi vida, sin ser consciente de que pasaste, bebiendo a bocanadas la calle, temiendo asfixiarte abrazado a un pecho. Y ese será el lecho donde acabe mi tormento. Porque pasaste y yo no dejé de hacerlo, de mirar con recelo como pasaba el tiempo, como pasaba la vida, cómo era el convento donde poco a poco me hundía. 
Mi vida pasará deprisa el día en que no pases por ella, que no escuche tu pena cerca de la mía, que no consuele tus besos con la fuente de mis deseos. Y aún estás a tiempo. De pasarte las dudas por el cuerpo y tirarlas por la ventana. De seguir pasando cada día cerca de mi puerta y traerme una manzana, para pecarla. Y aún estás a tiempo, pero tiras el reloj al suelo y sigues pasando. Y aún estoy a tiempo, pero lo recojo y le hago un nudo, y te veo mientras continúas pasando. 
Quizás encuentres a otra con la que poder pasar, todas aquellas mañanas mirando hacia el mar. Quizás ella entienda que con el tiempo dejarás de pasar. Pero por mucho que tú encuentres y que ella entienda, nadie que te vea pasar te llegará a querer tanto como yo te llegue a amar.

Y es que pasarás por mi vida, sin imaginar que pasaste por ella y nunca dejaste de pasar.

martes, 11 de abril de 2017

Cicatrices

Buenas noches, renacidos. ¡Estamos en Semana Santa! Ay, la verdad es que no soy muy religiosa, pero estas fiestas me tocan el alma. Las procesiones me parecen preciosas. Sé que mucha gente no opinará como yo, y lo acepto, pero me parecen preciosas. Además, estas fechas son muy especiales para mí porque en más de una ocasión me vi en mi bella Extremadura. Este año lo echo de menos, como cada año que me quedo aquí... Recuerdo todavía un 2012, bonito. El año en que cambió mi vida. Nunca lo olvidaré, igual que aquellas palabras y aquellas miradas en una pequeña carpa, con el sol en la nuca y el viento en el pelo. Mi bonito 2012... 

Pero bueno, hay que avanzar. Esta semana santa 2017 la veo muy completita. Llena de faena, mucha... Pero también tendré algún que otro hueco para disfrutar. Siempre los hay, como por ejemplo este pequeño tiempo en que he escrito esta nueva entrada. Me ha encantado escribirla, renacidos. Me encanta sentir la tinta en mis manos y los sonidos en mi cerebro. Hacen un bonito baile.

Mi nueva entrada, habla sobre el amor y las cicatrices. Habla sobre los primeros amores, esos que nunca se olvidan, y los actuales. Personalmente, creo que cada amor es el primero porque en cada uno de ellos vuelves a empezar y a aprender sobre el amor. Por ello, todos mis amores han marcado algo en mí. Aunque sin duda, si tuviese que decir aquel que me ha marcado de verdad, es obvio que no son los del pasado, sino el presente. 

Pero bueno, mi entrada habla de ello. Espero que os guste, renacidos. Sabéis que siempre intento dar lo mejor de mí y esperar lo mismo de vosotros, que lo sintáis, que os desgarréis, que atraveséis la pantalla y me miréis a los ojos.
¡Feliz martes! 




¿Sabes? Hoy me tumbé entre tus cicatrices y escuché el eco de tus heridas. Ellas me pedían que no desvelase el secreto a nadie, que solamente tú y ellas lo conocían. Y ahora alguien más lo sabe. Fue extraño verte lejano, en el pasado, con otro alguien, que no era yo. Sobretodo porque te tenía al lado, abrazado a mi hombro, cercano. Las repasé con mis dedos. Sus siluetas se advertían discretas entre tus pieles, aquellas que había besado en tantas ocasiones, que eran fieles a mis bautizos y confesiones. Seguían procesiones aún sin ser Santas, siendo más bien horas, que Semanas. Ellas me confesaron los accidentes de tus labios en otros labios, los enredos de tu corazón en otra mano, la deshidratación de tu cerebro. 

Te volviste loco, y veneno. Ambas realidades te comprimían el pecho y te hacían agujeros. No sabías de parches ni de tiritas. El otro alguien no curaba tus heridas, las dejaba al aire. Le gustaba salir de bailes y bares, conocer mentiras y detalles de otras vidas que ella nunca viviría. El otro alguien medía metro sesenta, tenía largas piernas y oscura melena. Ceñía sus normas en tus caderas y tú las obedecías con lágrimas de arena. Te volviste tormenta mientras su furia embaucaba tus piernas. Un pequeño barco velero que se mece débilmente en medio de lo que es inerte y afilado. 

Te volviste ciego y desconfiado. No creías en ella pero aceptabas el engaño. Todo te valía si a la noche ella volvía y te plantaba nuevos mapas en tus pecas. Y siempre lo hacía, aunque ella fuera más de soles que de lunares. Te gustaba oler la crema salada en sus hombros, el trabajo en su espalda y el engaño en sus ojos. La bautizaste como la divina. Ella pisaba con pies de plomo y nada de lo que hiciera te aburría. Realmente, te fascinaba. 

Sus caderas, su sonrisa, su barbilla alzada. 

Pero duró poco. Lo suficiente como para dejar un despojo del hombre que conoció en una cafetería tomando té rojo. Lo dejó herido, sangrando, en medio del arcén de unas manos que buscan las otras, de unos dedos que no tienen huecos si no los tocas. Le costó levantarse de aquella fría carretera. Los cristales se clavaban en su cartera y en su juicio. No le importó volver arrastras, mendigar las migajas de un amor de estafa. Pero ella, no aceptaba segundas oportunidades, como la vida. Se tumbó en su isla y te hizo naufragar. Te dejo heridas que costaron sanar.

Y hoy las he escuchado hablar. Me han contado que aquello fue lo que tú consideras amar. Amar hasta el punto de encontrar su nombre en los teclados, en las sopas de letras y en los tejados. Amar hasta dejar todo de lado, y perder la razón. Amar de corazón, sin pensarlo. 

Una vez leí que sólo tenemos un amor verdadero, el primero. Y que después de él, todo lo que haces, es intentar olvidarte de él...
                                                                                                 en otros besos.

Barajando mis posibilidades, ya poco me queda, aparte de resignarme. No es que confirme que no me quieres, es que me duele el pensar que puedas dejarme. He escuchado como es esa carretera, y tiene pinta de ser dolorosa. Ojalá nunca me pierda en ella, pero si algún día llego a acabar por esas tierras, espero encontrarme con aquel de rodillas sangrientas al que tiraron primero. Porque entonces le daré una tirita y mientras desconcertado sangre, yo le diré lo mucho que le quiero. 

jueves, 6 de abril de 2017

Te empeñas en buscar marzos

Buenos días, renacidos. El abril ha llegado con fuerza, ¿no creéis? O llueve mucho o hace un día de sol y de playa. Este mes tiene un encanto especial, junto con noviembre, creo que son los dos meses más bonitos. Al menos, en lo que se refiere a luz y sombra. 

No tengo mucho que contar hoy, renacidos, la verdad. Me veo poco habladora y sinceramente, tengo mucha faena por delante. El día se presenta cargado, como toda la semana. Pero bueno, dentro de nada podré volver a la superficie y coger aire. El oxigeno lo tengo en las manos. 

Os dejo, por ello, una entrada que me ha gustado pintar sobre la hoja. Creo que es bonita, tiene su encanto como este día. Habla sobre el miedo a que se deje de amar, a que todo acabe. De nuevo hay dos protagonistas y el tema es de amor. Sabéis que es mi tema favorito, renacidos. 

Adjunto con esta entrada la canción "volar sin fe" de Andrés Suarez y Buena fe. Espero que os guste, es preciosa, la verdad. 

¡Feliz jueves!

https://www.youtube.com/watch?v=uqjQWNgzHRY



Y sigues empeñado en pedir inviernos al verano, creyendo que así pasaré más tiempo a tu lado, sobre tu pecho, pidiendo tu abrigo en noches de frío infierno. Que el verano te alejará de mis manos, que buscaré otros cuerpos, esos que duran hasta agosto y después se van con el viento. Amores de verano, amores envenenados de sudor y lamento.

Y no te conformas con el sol que arañará tu espalda, el resfriado que abandonará tu cara. Prefieres aceptar las lluvias y chaparrones, creer en falsas ilusiones que te trae el invierno, aguardar la esperanza bajo chubasqueros. Igual que prefieres discutir a oír solo tu latir esperando la respuesta del otro, mientras el otro solo aguarda silencio. Abrupto silencio, que se ha roto.

Te empeñas en cambiar el calendario. Día tras día, vuelves a hacer marzo. Y yo me conformo cuando te abrazo, pero sé igual que tú que es mentira. Aunque cierres las ventanas cuando llegue el día, intentando huir de mi despedida. Aunque retrases la hora y me pidas entre besos que te acoja en nuestro pequeño invierno.

Cada día haces más posible que el tiempo vaya hacia atrás. No solo porque cada segundo se hace más corto que el anterior, sino porque has creado un rincón de frío entre tu pecho y el mío. A veces veo nieve en tu sonrisa, y juro que me parte la vida. Sé que es imposible pensar que abril ha desaparecido formando un nuevo enero. Pero tú te empeñas tanto en creerlo, en crearlo, que me duele pensar que no sea verdad. Y digo que es cierto. Que somos diciembre y enero, que necesitamos abrazarnos para pasar juntos la cuesta, que no cuesta si nos entendemos. Y lo hacemos, entre sabanas, sonrisas y almohadas. Con olor a café recién hecho. 

Y es que sigues empeñado en hacernos más marzo de lo que somos, cuando en realidad somos pleno mes de julio. No me refiero a ese julio que olvida, que busca solo divertirse, que no se compromete, que se desliza en sudores y se adormece. Me refiero a ese julio adolescente, imprudente, que no le importa perderse en camas ajenas, que se enamora de los ronquidos, de las promesas, de los sentimientos a ciegas. Y eso también es verano. 

También es verano carecer de frío, aceptar el calor desnudándonos a besos. Vistiéndonos a plena luz del día, con el ventilador encendido meciendo mi pelo. La vida dentro de un vaso con hielo.

También es verano esas noches eternas, que podrías malgastar entre mis piernas o yo entre las tuyas. Esas tardes con dos velas, viendo la tele o tumbados en la arena, saboreando la sal de tus hombros, la playa de tus ojos, el color canela de tu cuerpo. 

También es verano, y no solo invierno. seguir amando. En agosto hay amores eternos que se pierden en veinticuatros ajenos, que ya nunca vuelven a ser los mismos. Y ni todos los marzos del mundo, ni mucho menos, todos los eneros, pueden apagar la llama de fuego que se aviva en un verano cubierto de besos. 

Por eso, amor mío, no te empeñes en buscar el frío. No importa las estaciones que pierdan trenes o meses, porque yo seguiré siendo ese vagón o ese gélido mes de diciembre, que si bien parece pasajero, nunca termina de pasar. 

Y en verano también te quiero.