domingo, 19 de junio de 2016

Parpadeando, la vida pasa

Buenos días, renacidos. ¿Sabéis cuántas veces cerráis los ojos al cabo del día? Yo no tengo ni idea, pero deben de ser muchísimas teniendo en cuenta que cada minuto se parpadea entre 2 y 10 veces. Imaginaros cuántas veces parpadeamos al cabo del día; miles; muchísimas. Es interesante como los ojos pueden llegar a hacer tantos movimientos en tan poco tiempo. Y ya no es solo parpadeando, sino mirando en general. Es increíble lo que unos ojos pueden transmitir, ayudar a interpretar, a sentir. Los ojos no son solo el reflejo del alma, son el alma por completo. Es una ventana hacia ese paraíso interno de las personas, hacia la realidad de la otra persona. Nadie ve algo de la misma manera. Todos son perspectivas, matices, colores, interpretaciones. Los ojos nos hacen diferentes y nos hacen ver las diferencias.   

Mi siguiente entrada es muy corta, pero tampoco quería extenderme mucho. Habla un poquito sobre esta reflexión, y en especial sobre el parpadeo. Junto a mi entrada os adjunto la canción de Shinoflow titulada "el misterioso ciclo del pestañeo" - creo que es muy adecuada para la entrada, jaja-. Espero que os guste y que apreciéis también la brevedad de las cosas del mismo que es breve el tiempo que transcurre entre un parpadeo y otro.

¡Feliz domingo!

https://www.youtube.com/watch?v=uJs0aLm-UvQ


Parpadeando. La vida pasa mientras tus ojos se cierran y se abren mientras tanto. Es un constante aleteo de tus pestañas que parecen alargarse cuando siquiera ves lo que está delante. A veces, es como si te perdieses algo cuando los vuelves a abrir. Otras ni siquiera lo terminas notando. Pero la gran mayoría lo detecta cuando vuelve a cerrarlos. Es cuando realmente eres consciente de las diferencias, de los cambios. Una no es todo lo que ve de día, ni mucho menos cuando duerme escondida en su llanto. Tampoco es todo lo que se pierde contando ovejas, ni mirando entre las rejas de las pestañas que se pierden cuando parpadeas. Una es más fuerte cuando abre los ojos, una es más consciente cuando los cierra con cerrojos. ¡Qué nadie entre, qué nadie vea el desastre causado! Hay charcos en tus pupilas que mojan de llantos y cascadas tu vida. Hay gatos maullando en el tejado de tu ira. ¡Atrás, que nadie vea la caída! ¡Qué las persianas se cierren para que la luz no traiga arco iris a tus colores! ¡Quiero que cambien las estaciones, que la primavera no vuelva a mojar la acera! Cierra la puerta aunque ya no haya prisa, pues las lágrimas ya están huidas y el césped se ha encargado de cerrar con candados aquello que tus ojos habían guardado. Y es que parpadeando la vida, sin querer queriendo, sigue pasando.

sábado, 18 de junio de 2016

La vida y querer vivir al revés del mundo

Buenas tardes, renacidos. ¿Cómo es vuestra vida? ¿Cómo hacéis que siga? ¿En qué consiste? ¿Os gustaría cambiarla? ¿Por qué? ¿Y si os gustaría, por qué no la cambiáis? 
La vida es una palabra demasiado grande como para dejar que sea manejada por la corriente o por las costumbres. Una no es eterna, no vive para siempre. Una no puede dejar que su vida dependa de algo que no quiera. Sé que muchas veces, querer cambiar algo no depende sólo de nosotros. Hay veces que nuestra vida va encadenada a leyes o a personas que necesitas. Entiendo que a veces tengas miedo, te asuste intentar cambiar algo porque piensas que por mucho que luchas no lo consigues, no cambias. A mí, sinceramente, no me gusta cambiar. Odio los cambios en mi vida porque siempre me hacen daño, siempre me paralizan. Sé que me gusta tener las riendas de mi vida e ir decidiendo, pero también sé que a veces los recuerdos deciden por mí misma. Y debería de cambiarlo, pero de momento no puedo. Por eso entiendo a aquellos que quieren cambiar pero no se atreven, como yo. Los cambios son horribles, nos dan miedo, nos asustan. Los cambios te cambian. Y la vida merece algo mejor que vivir sintiendo que no vives. Por ello, si crees que estás en esa situación, coge aire con las manos y adelante.

No voy a extender más mi entrada. Es la vida. Es el querer vivirla. Es el odiar algunas cosas establecidas y establecer nuevas directrices. La vida, sin más. Esta entrada, en parte, va para ti, querida vida; nunca me dejes que yo no te dejaré a ti.



Siempre he querido vivir al revés del mundo y creo que lo he conseguido. Mi cabeza nunca llega a las nubes, no se pierde por ellas, no ve las cosas desde ese angulo, pero si toca las estrellas. Las acaricia, las contempla. Tienen un tacto sedoso y su polvo cae en los hombros de aquellos que la besan. Pero con ellas, sin querer, siempre te vas por las ramas y terminas besando ranas entre azucenas. Mis ojos casi nunca se cierran porque temen perderse o encontrarse cuando la oscuridad llama a la puerta. Siempre he pensado que de cada uno hay dos versiones. Una, la que no nos importa mostrar, la que enseñamos sin más de cara a los mirones. Una que muestra nuestras facciones, nuestras aficiones, nuestras manías y nuestras contradicciones. Y otra, que siempre se sonroja, que se oculta tras las hojas empapadas en lágrimas, las que susurran palabras que nos describen y que nos hacen mojarnos ante las decisiones. Otra que pocos entienden pero muchos juzgan, que ocultamos y nos multan y pasan factura. 

Siempre he querido vivir al revés del mundo porque nunca he entendido la verticalidad que se asoma. Las cosas rectas, perpendiculares y cuadradas me asustan. Me parecen mentiras hechas a posta para engañarnos, para querer seguir las medidas y los ángulos. Yo siempre he vivido un poco curvada dispuesta a mirar las cosas desde otra perspectiva, no siempre de frente pero sí de cara. Sin aceptar los escalones que nos van diferenciando, que nos van adaptando. No me gustan las promesas porque siempre prometemos cuando menos creemos que vamos a lograrlo. Es como una manera de decirnos que no, que lo haremos, de ponernos cadenas y prometernos que el olvido o el futuro no podrá con nuestras palabras. 

Siempre he querido vivir al revés del mundo, caer de cabeza por un tubo y menear las caderas cuando es menos oportuno. Gritar a pulmón hasta que explote. Vivir en un efecto mariposa constante, convertirme en hormiga o elefante y saber como se siente. Aunque imagine que no debe de ser agradable. Por eso sé que vivo al revés del mundo, porque no creo en el hombre. No me gustan sus trampas, sus heridas con el papel, sus estafas. No me gusta pensar que estoy en una pirámide lejana que nunca ha existido pero que todos repetimos cuando decimos que debemos tratar al perro como si fuésemos su dueño. ¿Quién te enseñó eso? 

Vivo al revés del mundo porque no creo en lo que todo el mundo cree. No creo que mi vida valga más que la de aquella hormiga. ¿No nos movemos igual? ¿No somos seres? ¿No sangramos? ¿No esperamos? ¿No somos hermanos de esta tierra que el hombre revienta y que todos maltratamos? 

Vivo al revés del mundo porque no me siento como una clienta. Respiro la contaminación que sale en las grietas de la tierra, que hace que se seque, que enferme. Y yo no enfermo porque sin querer, estoy llena de veneno. Es verdad que se supone que no tengo dueño, pero sin querer lo tengo. Aquel que decide si apaga las luces o no del universo, si tala un árbol o si crea más tormento. 

Vivo al revés del mundo porque me he cansado de caminar a ciegas, de creer en verdades que siempre han estado muertas. Ahora digo lo que pienso aunque piense lo que diga. Miro antes de verlo y veo lo que me digas. Me tumbo en el verde de las hojas y absorbo su esplendor mientras pasan las horas. Sueño, crezco, vivo y no obedezco. 

Vivir al revés del mundo es una filosofía como otra cualquiera, que parte de aceptar lo diferente y vivir contracorriente en una carretera.Yo cambio las mentiras por verdades sinceras. Que enseñan como son las cosas o como quisiéramos que fueran. Cambiar el respirar, por poco sea, y coger aire con las manos. Dejarnos seducir por aquello que no es humano, que se esconde alejado en el árbol o entre las piedras. Andar con las mareas y nadar entre los prados. Usar las piernas como escudos contra el desengaño. 

Vivir al revés del mundo no lo puede hacer cualquiera pero si quieres intentarlo solamente haz que venga. Abre bien los ojos, experimenta. La vida no está hecha, tienes que hacerla. Solamente tú decides si tirar, esconder, cuidar, defender o ser la piedra. 

martes, 7 de junio de 2016

Entender el verano

Buenas tardes, renacidos. Hoy os traigo una entrada que habla sobre el verano y sobre una interpretación muy personal que supongo que poca gente entenderá sobre esta estación. El verano no es la calor, el agua, sumergirse, el bikini, las noches de fiesta... El verano es un sentimiento que crece de las ramas y se vuelve un árbol. Muchas veces he querido volver a ese bosque que cada vez está más y más lejos. Quizás si llevase un mapa o hubiese construido mi casa en aquel árbol, nada de esto me hubiese pasado. Pero ha pasado y ya nada puede cambiarlo. Queridos renacidos, espero que os guste mi nueva entrada, que viváis mi verano, mis sueños truncados y los vuestros. Esta es una entrada algo triste pero espero de nuevo, poder renacer entre ellas como el patito hizo para ser un cisne.
https://www.youtube.com/watch?v=3O1_3zBUKM8 
¡Feliz martes!



Hay muchas formas de hablar o de contar como es el verano, pero mi propio entendimiento me obliga a que lo estructure en estos diferentes párrafos. Espero que quien no lo entienda no busque intentarlo, pues solamente se puede interpretar si tú lo has experimentado. El que lo haya entendido que levante la mano, quiero ver como los pulgares llegan hasta lo más alto, que ni los índices son tan importantes ni las conclusiones a las que llegamos. Disfruten del verano si todavía existe algo para disfrutarlo.

Un grillo que canta:

Absorbiendo toda nostalgia perdida en la alambrada, un pequeño e invisible grillo canta una dulce balada enseñándonos como se puede llegar a sentir el alma. Sus cantos llegan a oídos de aquellos que siguen unidos pues las piezas juntas del camino tienden a escuchar aquello que el alma solitaria no llega a alcanzar. Los unidos miran allá donde creen que el invisible grillo se puede encontrar mas no lo encuentran en ese lugar porque el pequeño grillo nunca aparecerá. La música se vuelve de un color especial, dejando que el color nácar ocupe su lugar. Ellos piensan que hay una calma apagada en aquella dulce balada, pero no hablan, solo escuchan pues no quieren confundir aquellos sonidos que hablan del porvenir.  Sin quererlo pasa el tiempo y cada vez más lejos se puede sentir el sonido de aquel grillo que tan cerca lograron oír. Entre medio de su canto, caen lágrimas y suenan llantos. Después de tantas peleas ya se han acostumbrado. Hay puertas que se van cerrando, pisadas que ya no entran tanto; hasta que un día desaparece el gris manto y el grillo deja su canto. De vez en cuando, vuelve a la alambrada para ver si realmente ha llegado la calma, pero muchas veces se ha encontrado con pisadores de grillos que no valoran su canto. Cuando intenta olvidarlos y proseguir su dulce balada, se encuentra absorbiendo humo en vez de nostalgia. Y aquello el grillo no lo aguanta, por eso aguarda a la espera, de que las uniones valgan la pena.

Una estrella que cae:

Hay un intenso brillo cubriendo el cielo de color amarillo, sonríe cuando oscurece, duerme cuando amanece; pero siempre siempre reaparece cuando ve las piezas unidas claramente. Su espeso brillo relata aventuras, guarda fortunas y siempre está en la altura. Escucha suplicas, acepta deseos y mira como concederlos si cree que son correctos. Desde hace veranos observa unas piezas que han formado un puzzle sin utilizar las reglas. Piensa que son atentas, que se ríen; le gusta escuchar sus chistes y ver como le piden aquello que ellos creen lejos de las nubes. Ella bromea con ellos y hace ver que cambia de colores, ellos se emocionan entonces y le ponen un nombre. Pero el tiempo va ocultando las luces y sin querer, poco a poco, el puzzle se vuelve desorden. Cada vez menos piezas acuden a su ayuda, ya no piden deseos, ya ni siquiera miran a la luna. Ella está triste igual que su estrella, pero acepta que las cosas no son eternas. Las piezas se van cortando, algunas ya no saben como aguantarlo y es que el puzzle se ha ido dispersando y ha perdido unas cuantas mientras tanto. Mientras ve cambiando las piezas que alteran sus vidas sin utilizar la cabeza, ella se va apagando. Sabe que en cualquier momento se terminará matando. Y es que las estrellas son pequeñas ilusas que no cumplen deseos cuando caen sino cuando aún se sienten musas en el cielo; por eso cuando caen no cumplen ningún sueño, porque sus esperanzas se han caído antes que ellas toquen el suelo. 

sábado, 4 de junio de 2016

Pasamos a pasado

Buenas tardes, renacidos. Por fin puedo descansar un rato y dedicarme completamente a renacer un poquito después de tanto trabajo. Veréis que llevaré un tiempo sin dedicaros mucho tiempo y sin dedicármelo a mí misma.  Junio tiene unas grandes botas que pisan fuerte y me están pisando, creerme.  De todos modos, aquí estoy, intentando desahogarme un poquito con el desamor y las palabras.  Esta es la vivencia que tratará hoy mi escrito - espero que os guste -.  ¡Además, es sábado y duele estar tan enfrascada en la Universidad mi día favorito! Ni se lo merece mi blog ni yo, hombre. 

Bueno, renacidos, a lo que iba; mi entrada trata sobre eso. Sobre el desamor, sobre como cambia la vida, sobre como duele pasar página algunas veces y aún más cuando apenas te das cuenta de quién decidió hacerlo. Habla sobre aquello que todos viviremos en algún momento o que ya hemos pasado. Habla sobre pasar a ser un pasado que no queríamos que fuese. Pero hay veces que eso, es lo que más nos conviene. En mí caso, está claro que así fue. Pensad que muchas veces el desamor o una ruptura llega para abrirte un nuevo libro con más amor y más dulzura. No todo es blanco o negro, a mí me gusta el gris. 

Con esta entrada, os he adjuntado una canción de mi querido Elvis Presley titulada Can't help falling in love. Él junto a varios artistas más, desordenan y alteran mi caos. Espero que os guste él, su canción y mi entrada.

¡Feliz lo que queda de Sábado!

https://www.youtube.com/watch?v=vGJTaP6anOU




Pasamos igual que pasaron las agujas del reloj que se clavaron afiladas pasando, olvidando su pasado, tejiendo pasos inacabados. Pasamos. Pasamos de ser los reyes del estado de amarnos a los vasallos que solo se quieren entre findes, a avasallarnos sin parar a pensar, a siquiera mirarnos, pasando de largo. Pensando en corto sin apenas pasar las páginas, quemando hojas, olvidando capítulos en nuestra alcoba. Y pasamos. Pasamos de ser deseos completos a inacabados, de pintar con colores aquello que se teñía de blanco. Pasamos de unos buenos días a unos que no eran para tanto. A mentir desde el trabajo, a engañarnos esperando. Pasaste por mi lado sin darte apenas cuenta contando todos los pasos que te alejaban de mi puerta. Pasaste de sentirme viva a verme casi muerta. Yo pasé de quererte a cada paso a olvidarme de tu fracaso. Pasamos pasos diferentes, agarrados de la mano, bajando túneles subterráneos. Después no encontramos el camino para volver a agarrarnos. Pasábamos los días olvidando y ahora lo único que hacemos es pasarlos recordando. Pasar es diferente cuando los pasos han cambiado. 

Pasamos muchas cosas, que para otros no serán tanto; pero aquello nos fue ahogando incluso cuando saltábamos los charcos. Los pasos se volvieron acelerados, corriendo para pararnos. El tiempo ya no corría sino que nos estaba avisando. Él sabía que iba a pasar, del mismo que él pasaba mientras tanto; pero no vimos su pasada hasta que estaba pasado. 

Pasamos y pasaste. Pasé y pasamos. Pasaron muchas cosas, pasaron mientras tanto. Pasamos a pasado y el pasado ya no deja que pasemos. Ahora pensemos parados.

¿Cómo pudo pasar tanto? ¿Cómo pasamos a tan poco? Se supone que habíamos parado a repostar, que la vida no era para tanto. Se supone que estaba prohibido pasar de largo, saltarse el ceda. Se supone que yo estaba en la acera y tú eras un vehículo más en la carretera, pero tú pasaste sin mirarme, atropellando mis medias verdades ...
 ... cuando pasaste sin darte cuenta.

miércoles, 1 de junio de 2016

Fuego que quema el alma

Buenos días, renacidos. Hoy me he levantado con After entre las pestañas. Nada más despertarme he corrido a buscar el libro que me mantiene absorbida a una historia tan real que parece imposible que sea de mentira. Es de Anna Todd y desde que he empezado a leerla, puedo jurar que me he enganchado a esta escritora. Sabe perfectamente como plasmar la pasión, las mentiras y el amor de una forma real y tangible. Es por eso, que hoy he decidido evolucionar en mis entradas y escribir algo relacionado con la pasión. Mi fuente de inspiración sin duda es After. Creo que me ha cambiado esta lectura demasiado jaja.  Como creo que el culpable es esta preciosa historia formada por 5 libros, os dejaré un link con la sinopsis por si alguien se anima a leerlo. Os lo hiper recomiendo. Necesitáis conocer a Hardin.

Bueno, renacidos. Aquí tenéis una entrada diferente que espero que os guste. 
¡Feliz miércoles y feliz junio!



Unos dedos largos y sedosos aterciopelando la piel de gallina que se levanta antes de quedarse dormida. El frío que ya no congela sino adormece, las ganas de volverse hielo para fundirse con una llama, con una luz que no atardece. La llama que no se apaga, sino que aviva el deseo fugaz de querer volverse espada y atravesar las pieles. El tacto débil y frío de las dudas. La mirada vuelta oscura. Caricias en la nuca. Pasión, fervor, más dudas. 
Éramos nostalgia hasta que llegó el verano y encendió la llama. Perdimos la calma antes de usarla y usamos las palabras como ataduras en nuestra cama. El fuego ardió nuestro bosque silencioso y perdido. Aún hay animales que buscan sus nidos y crías mientras nosotros aprendemos a prender más las dudas, a olvidarnos de los olvidos. A querer más agua que no nos ahogue ni nos apague; a que nos gusten los ruidos. 
Fuego que quema el alma; hielo que nos congela las entrañas. Pasión, fervor, calor en la cama.  
Pisadas en la playa que llegan desde lejos, que calientan la arena, vino añejo que cae en la toalla. Se derraman los besos, las ganas se disparan. No hay nadie que nos observe, solo el mar y la playa. La arena cae en tu frente, y se mezcla con el sudor que ardiente busca la pendiente de mi espalda. Soy la cascada de tus deseos, tira en mí todos tus miedos que yo cumpliré tus sueños. Y el fuego es el dueño quemando y absorbiendo las sedosas caricias que caen de tu pelo. No te duermas mientras te veo, no descanses mientras te toco. Que tus ojos se vuelvan locos poco a poco. 
Cortinas que se corren, miradas que se visten de seda. Eres la marea que choca con las piedras. 
Fuego que quema el alma, pasión, fervor, calor en la cama.   
Desátame las dudas y enrédame en las tuyas. He decidido que solo por hoy seré mía y tuya; dejando que el calor nuble tus ideas. Vuélvete nube y lléname de lluvia la frente. Quiero ser la corriente que empape tus dudas. ¿Calor? mucha. ¿Pasión? sin duda. Pero el amor es lo que más me gusta en esta corriente que enciende mi vela cuando tu vida está oscura.