sábado, 5 de marzo de 2016

Ayer te volví a ver

Buenas noches, renacidos. Sé que es algo tarde para publicar algo, y que seguramente la mayoría de vosotros esté cenando fuera, viendo una película, leyendo, saliendo o simplemente durmiendo. ¡Qué sé yo! Millones de cosas antes que pararse a leer este blog que nació de la nada para convertirse en el todo de mi vida. Pero supongo que las ganas de escribir, para mí, nunca cesan y hoy han llegado a las 22.40 de la noche (una hora menos en Canarias, sé que es una broma tonta y fácil pero quería hacerla, y ya está). 
De todos modos, quería aprovechar estas horas y este día de marzo para daros las gracias. Porque nunca es demasiado tarde o pronto para decirlo. Millones de gracias, lectores esporádicos o concienciados en las letras de mi renacer entre palabras. Gracias a vosotros, esta página que en septiembre cumplirá un año, ya tiene 1832 visitas. Precioso número, ¿no creéis? Gracias, gracias y gracias. Estáis haciendo feliz a una pequeña soñadora manchada de tinta y pintura.

Y sin ir más lejos os traigo una nueva entrada.  Esta se llama "ayer te volví a ver" y trata de nuevo sobre el amor y el desamor. ¡Mira que soy pesada, eh! Pero es que estoy enamorada, renacidos. No es mi culpa, solamente. Bueno, con esta entrada os traigo una canción con letra, esta vez, de Alejandro Fernández que se titula "se me va la voz" - canción que seguramente conoceréis-. Además, esta vez la imagen corresponde a una propia (igual que la de la entrada anterior, ambas son de mi propia cosecha). La hice dentro de un tren que curiosamente tenía un cristal bastante fragmentado. Para mí, fue encontrar la belleza de la crueldad, mi gran signo de vida.
¡Feliz sábado!

https://www.youtube.com/watch?v=FwrYDJUABRQ



Ayer te volví a ver, amor; y una dulce fragancia a despedida agitó mi melena. Creo que fue la marea la que me trajo aquella sensación en forma de sirena, de sirena que asfixia mientras canta bailes a las ballenas. No recuerdo bien desde que punto volvió tu fragancia a mi mirada, desde que lugar desembarcó la nostalgia a nuestro río de ilusiones estancadas en un puerto que no lleva a ninguna parte. Pero sé que te vi en aquella playa, donde hubo un tiempo que la arena era nuestra casa; las estrellas, el lucero; y el mar un desierto donde había que perderse para encontrar el velero.

Ayer te volví a ver, amor; y sé que ya no te quiero. Mi cuerpo se hizo trizas al sentirte cerca, al notar tu aliento. Me deshice como arena en el cemento. Intenté contener el suspiro que traía el viento, intenté tragarme las ganas de comerte a besos, pero no pude. Sí, amor, te bese. Fui yo. La de la sonrisa torcida, sorprendente y expresiva. La de la mirada perdida, empanada y evasiva. La que tenía un sueño, un deseo y una huida a sus espaldas, en sus escalones hacia la nada. Sí, amor, fui yo. Yo te besé. La de las mentiras en forma de verdades y verdades que no dejaban de latir como mentiras. La de los sueños enredados en el pelo, que comía poca cosa y compraba lo primero que se le ocurría. Sí, amor, fui yo. Yo te besé. Pero sé que ya no te quiero. 

Y no es que no te quiera querer. En realidad, sé que te quiero. Sé que te quiero con lo más profundo de mi alma, desde lo más lejano de mi subconsciente, dejándote incluso elegir tu lado favorito de la cama. Y sé que te quiero por tu sonrisa espontanea, por tus celos que nunca llevan a nada, por tus trampas jugando, por tus engaños apostando, por tu música indeseable y por todos tus detalles. Sí, a ver, en realidad sé que te quiero. Pero ya no te quiero querer, y sé que no te quiero como te quería. Porque he aprendido que para querer a alguien, primero me he de querer a mí misma.


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