sábado, 4 de noviembre de 2017

Ahora que...


Buenas noches, renacidos. No sé si a vosotros también os pasa, pero a mí muchas veces, se me viene el mundo encima sin sentido. Vivo tan intensamente, tan feliz, que cada tanto tengo días de esos, de bajón. Hoy incluso me ha parecido irónico que lloviese, demasiado irónico.
 Curiosamente, he pasado un fantástico día. He podido relajarme, divertirme y charlar con una amiga muy muy especial. Ojalá todos tengáis alguien así, como ella. Y curiosamente, ha venido el bajón en un día tan bueno. Entro en un espiral de tristeza, qué se le va hacer!

Quizás por eso no era el día más recomendado para hacer una entrada. Advierto a renacidos sensibles, la de hoy es una entrada triste. Toca un tema doloroso. Espero no heriros también el día.
No me alargo más. Espero que os guste y que renazcáis un poquito más.
¡Feliz sábado y mucho cuidado!
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Ahora que el cielo está un poco más triste, menos tú y más yo, háblame de los poetas que esconden tus ojos. ¿Por qué detrás de tus pestañas se refugian todos? ¿Es que acaso no les queda un papel dónde deshacer la palabra hogar? ¿Es que no voy a encontrar lugar en este mundo que no esté escrito por tu nombre? ¿Que no lleve tu huella?

Ahora que la vida está más cerca que ayer, háblame de los quizás que nunca serán siempre. No comprendo el sentido de dichas palabras; lo que les separa, lo que les advierte. Háblame de quién pinta la línea de tu contorno, quién me permite verte. Quién hizo tu silueta 
bonita descalza, 
preciosa cuando duermes. 

Explícame por qué no puedo escucharte. 
Por qué solo puedo admirarte...

Quiero saber por qué no eres invisible, si todo lo esencial pasa desapercibido por nuestros ojos. Quizás mañana ya no tenga fuerzas ni poder para verte. Y te vuelvas uno más de esa inmensa lista de cosas que no aprecias, hasta que la pierdes, hasta que se vuelve agua, aire o tierra. Quizás para entonces, la marea consiga serenarse, y los colores ya no tengan matices, 
sean todos 
exactamente 
iguales. 

Háblame, te escucho aunque no lo parezca.
Te ves tan bella...

Ahora que la decepción ha llamado a mi puerta y tiene tu misma sonrisa, por favor, no te quedes quieta. Explícame porque la guerra no lleva tu bandera. No entiendo otra razón para apuntar con un fusil, para llenar de granadas una tierra entera. Es mil veces mejor plantar besos entre tus lunares, hacer nuevos planetas. Luchar con honor siempre que sea entre tus piernas, en igualdad de condiciones. Sin preocupaciones, declarando el amor y la guerra a partes iguales.

Ahora que parece que el mundo se ha dado la vuelta, explícame porque lloras mientras te pregunto. Que traes entre las manos que huele a arena 
y no a cal.

Ahora que ha vuelto la lluvia y se ha colado por tus nubes, explícame qué te ocurre, qué significan esas palabras. ¿Por qué tachas vida y pintas 
leucemia?

Abre las manos, quédate quieta. 
Deja que la arena se cuele y haga una tormenta. 
No digas nada.
Escribe con la derecha que con la izquierda dices mentiras, tonterías.
¿No ves la línea? 
¿No ves la vida?
Despierta.