sábado, 30 de diciembre de 2017

Por qué...

Buenas tardes, renacidos. Por fin os vuelvo a leer, y vosotros a mí. ¿Cómo va la vida? ¿Preparados para patear al 2017 y dar un buen beso al 2018? Yo no es que tenga ganas, pero tampoco las he perdido. Es emocionante pensar que una hora te cambia de un año a otro. Pero, sin embargo, es triste pensar que acabamos de perder otro año de nuestra corta y maravillosa vida... En fin, no estoy para explicar mi vida ni para deprimir a nadie. Espero que estéis pasando una preciosa navidad con la familia, con vuestra pareja, con vuestros amigos o... con un buen libro. Quizás, si hay suerte, el año que viene tenga la oportunidad de encontrar el mío en alguna estantería o entre los brazos de algún renacido!! Sería precioso... De momento, a seguir currando y a intentar cumplir mi sueño. 
¿Cuál es el vuestro de cara al nuevo año, renacidos?

Y bueno, para no alargarme más, os explicaré de qué va mi nueva entrada. Cómo veréis es un pelín corta. Bueno, en realidad bastante. Mi intención ha sido esta vez, igual que ya hice con otro poeta, cambiar un poema popular por un poema renacido. No voy a conseguir que sea mucho mejor, para nada. Solo lo hago para jugar un poco con las palabras y la poesía, algo que me fascina!!!
Esta vez lo haré con el fantástico Bécquer (espero no ganarme su odio con esto, es un pequeño homenaje). Concretamente, con su poema Rima XXX. Creedme, si lo buscáis veréis un poco la razón de todo este poema y podréis comparar SI QUERÉIS! 
Y bueno, no me alargo más que el turrón me espera. Espero que paséis un feliz cambio de año y que todos vuestros sueños se cumplan tras las campanadas.
PD: cuidado con las uvas que las carga el diablo!
PD2: la fotografía está tomada en el lugar de mis sueños, y una de las dos soy yo.



Asomaba a sus ojos una lágrima fría, que afilada quería caer. Y por más que le besaba, ahogando mis penas en su piel, él más callaba, haciéndome temer que posiblemente todo lo que habíamos jurado, todo lo que habíamos logrado, se iba a perder. A romper en mil pedazos. Intentando evitar todo ello, acudió a mi labio una frase de perdón. Tú te levantaste enjugando nuestro amor y serio, apuntándome como si fuera un cañón. Enseñaste tu arma haciendo salir al orgullo y borrando todo rastro de mi humilde perdón. Ya nada era mío, todo era tuyo. ¿No te bastaba con decirme adiós? 
Ahora cada uno eligió su camino. Y camina por los prados buscando otro amor. Pero cuando nos giramos para contemplar el rastro, para saber que ocurrió. Yo sigo pensando, por qué no dije nada aquel día...
Y él pensará por qué no lloré yo...


sábado, 4 de noviembre de 2017

Ahora que...


Buenas noches, renacidos. No sé si a vosotros también os pasa, pero a mí muchas veces, se me viene el mundo encima sin sentido. Vivo tan intensamente, tan feliz, que cada tanto tengo días de esos, de bajón. Hoy incluso me ha parecido irónico que lloviese, demasiado irónico.
 Curiosamente, he pasado un fantástico día. He podido relajarme, divertirme y charlar con una amiga muy muy especial. Ojalá todos tengáis alguien así, como ella. Y curiosamente, ha venido el bajón en un día tan bueno. Entro en un espiral de tristeza, qué se le va hacer!

Quizás por eso no era el día más recomendado para hacer una entrada. Advierto a renacidos sensibles, la de hoy es una entrada triste. Toca un tema doloroso. Espero no heriros también el día.
No me alargo más. Espero que os guste y que renazcáis un poquito más.
¡Feliz sábado y mucho cuidado!
PD: 5178 visitas.



Ahora que el cielo está un poco más triste, menos tú y más yo, háblame de los poetas que esconden tus ojos. ¿Por qué detrás de tus pestañas se refugian todos? ¿Es que acaso no les queda un papel dónde deshacer la palabra hogar? ¿Es que no voy a encontrar lugar en este mundo que no esté escrito por tu nombre? ¿Que no lleve tu huella?

Ahora que la vida está más cerca que ayer, háblame de los quizás que nunca serán siempre. No comprendo el sentido de dichas palabras; lo que les separa, lo que les advierte. Háblame de quién pinta la línea de tu contorno, quién me permite verte. Quién hizo tu silueta 
bonita descalza, 
preciosa cuando duermes. 

Explícame por qué no puedo escucharte. 
Por qué solo puedo admirarte...

Quiero saber por qué no eres invisible, si todo lo esencial pasa desapercibido por nuestros ojos. Quizás mañana ya no tenga fuerzas ni poder para verte. Y te vuelvas uno más de esa inmensa lista de cosas que no aprecias, hasta que la pierdes, hasta que se vuelve agua, aire o tierra. Quizás para entonces, la marea consiga serenarse, y los colores ya no tengan matices, 
sean todos 
exactamente 
iguales. 

Háblame, te escucho aunque no lo parezca.
Te ves tan bella...

Ahora que la decepción ha llamado a mi puerta y tiene tu misma sonrisa, por favor, no te quedes quieta. Explícame porque la guerra no lleva tu bandera. No entiendo otra razón para apuntar con un fusil, para llenar de granadas una tierra entera. Es mil veces mejor plantar besos entre tus lunares, hacer nuevos planetas. Luchar con honor siempre que sea entre tus piernas, en igualdad de condiciones. Sin preocupaciones, declarando el amor y la guerra a partes iguales.

Ahora que parece que el mundo se ha dado la vuelta, explícame porque lloras mientras te pregunto. Que traes entre las manos que huele a arena 
y no a cal.

Ahora que ha vuelto la lluvia y se ha colado por tus nubes, explícame qué te ocurre, qué significan esas palabras. ¿Por qué tachas vida y pintas 
leucemia?

Abre las manos, quédate quieta. 
Deja que la arena se cuele y haga una tormenta. 
No digas nada.
Escribe con la derecha que con la izquierda dices mentiras, tonterías.
¿No ves la línea? 
¿No ves la vida?
Despierta.


sábado, 21 de octubre de 2017

Después del amor III

Buenas noches, renacidos. Llevo semanas con diferentes entradas a medio hacer, pero no me han terminado de convencer - viva mi pareado - y por eso he estado esperando hasta este momento. Hoy es el día en que por fin vuelvo a publicar. Siento ir tan a cuenta gotas, imagino que las cosas han cambiado un poco. Me duelen los ojos solo de ver la palabra cambio, pero bueno. Es así. Espero, no obstante, que en estos días me hayáis echado de menos - yo a vosotros mucho -, que todo vaya genial dentro de lo posible y que sigáis con ganas de renacer entre palabras un poquito más.
Añadiré a esta entrada una canción preciosa de Pablo Alborán que he descubierto hoy mismo. Desde que lo he hecho no paro de reproducirla, me fascina. Dice un poco de mí en este día... Y, también adjunto una bonita ilustración de Sara Herranz, la mujer que da vida a mis letras. 

Y bueno, aquí os doy una pequeña dosis de mi blog, espero que os guste, renacidos. 

¡Feliz sábado, y mucho cuidado en la carretera y en lo que no es la carretera!

https://www.youtube.com/watch?v=v-vFT8W_olM



Cuentan que te cansaste de cuentos. Que ya no te dejan dormir aquel "y pudieron vivir juntos y felices" hasta que las perdices fueron extinguidas por personas que solo piensan en sí mismas. 
Como todas. Como nadie. 

Cuentan que eres diferente, ya no tan cobarde, que paseas tu dedo por el vientre a ver si siembras vida. Que ya no crees en el amor verdadero, en el cielo y en todas esas fantasías. Que te volviste valiente después de mi partida. Que ya no rezas a mis llaves esperando que regrese, que sabes y dices que ya es tarde. Y es que al final todo se olvida. Y me olvidaste, tachando recuerdos y promesas, grabándote en el pecho el "me engañaste" que tanto daño nos hizo. Y créeme, yo cuento que me sigue haciendo. Y lo que te hice...

Cuentan que ya no necesitas verme en el espejo para saber que eres bella. Que te basta tu reflejo. Que te cansaste de complejos que no ayudan a nadie, ni mucho menos a ti. Yo cuento que me alegro de ello, que no te hace falta un hombre para verlo, que tu sola tienes dos ojos y un espejo.

Últimamente, cuento menos que te quiero, porque ¿para qué serviría? Antes llegaba hasta cien o hasta el pescadero. Y ambos siempre me decían que hacía el imbécil, que te olvidase, que buscara otro pez, como si el mar fuera tan pequeño...

También me cuentan que sigues escuchando a Melendi cada mañana, como antes hacías.  Que te haces la cama de forma extraña, dejando arrugas, las mismas que tienes en el alma. Que cada pliegue de tu falda es un "te echo de menos, pero no vuelvas, que yo ya sé plancharla 
a ambas." 

Yo les cuento tonterías y bobadas. Hace meses que no duermo, pero presumo de estar mejor que nunca. No me gusta salir y sentir cruda mi mano si no sostiene la tuya, pero a todos le digo que mi vida social es una locura. Les cuento cuentos y todos se lo creen, cuando en realidad son los padres...

Y es que en verdad, hace meses que no cuento. No cuento los besos que te debo, las ganas que tengo de abrazarte o lo pequeño que se hace el mundo sino te tengo delante. Pero sigo caminando, sin continuar después del uno, porque así me siento como en realidad estoy, solo, en silencio.

Y yo que contaba con estar contigo toda mi vida... Tendré que empezar a contar de cero.

lunes, 18 de septiembre de 2017

El pintor y la modelo

Buenas tardes, renacidos. Sí, lo sé, lo tengo descuidado. Tengo demasiado tiempo últimamente e invierto muy poco en aquello que me ilusiona tanto, vosotros. Llevo unos meses con un proyecto en mente y, sinceramente, dedico mucho rato a ello. Quizás por eso cada vez lo noto más acabado...

De todos modos, no estoy aquí para pedir disculpas sino para solucionarlo, daros algo nuevo. Y así nace: el pintor y la modelo. Espero, renacidos, que os guste, que disfrutéis con esto nuevo que os traigo. Para mí es una entrada llena de sentido, de sensaciones. La pintura y las palabras son parte de mi sangre, respiro más dosis de ello que de aire. 

Para acompañar esta entrada, os adjunto un dibujo de Sara Herranz. De nuevo, ella nos sirve para ilustrar las palabras...

Espero que os guste, renacidos. Prometo aparecer pronto!

¡Feliz lunes! Porque sí, los lunes también molan.

PD: 5059 hemos renacido. Qué siga así!!




Enrédame en el pincel que cose tu retrato, quiero ser las costuras de pintura que anudan un lienzo en blanco. 
Prometo no borrar otros dibujos, escuchar sus historias enredadas con la tuya, entender que son pasajeros, puros bocetos que pasaron a la historia. 
Pero píntame en un bosque dónde los besos den sus frutos en copas de amapolas, dónde los troncos sean más duros que nuestras corazas y dónde el silencio solo se levante cuando cambie el viento. Y no se siente nunca...

Píntame en un sitio dónde no sea necesario defender derechos, donde nada sea recto pero todo esté hecho por algo. Dónde no haya que explicar qué soy, qué somos o qué seremos. Si soy blanco, negro, persona o perro, mujer, abuelo, niño o preso. Píntame en un sitio donde lo malo no se subraye, y lo bueno tenga su contorno. Dónde el amor no tiene porque durar poco y se pueda aplicar barniz. 

Cóseme en el archipiélago de tu acuarela, aunque sea salada y no tenga marea. No me gusta escuchar los sollozos de tu océano, pero menos me gusta saber que te puedes hundir sin que nadie acuda a tus socorros. Cósete en mi salvavidas, que yo te arropo entre mis rocas. Que sé que muchas sirenas tuviste subidas, pero ninguna probó tu boca.

Píntame. Pero, para pintarme, quiero que uses lápices, y estos no los afiles, porque me gusta la forma que tienen. Que las gomas se queden aparte, que no borren ni retoquen nada. Que aprendas a querer mis imperfecciones, que ya bastante me costó a mí quererlas. 
Cuando me pintes quiero que entiendas mis matices. Que puede que hoy sea blanco, pero pasado fue negro y mañana un grisáceo. Que quizás no tenga marco ni corona, pero sé pintar mi fortuna y no es de color de oro y no tiene copa. Sí un veinticuatro de corazones aunque se salga de la baraja, aunque se pinte fuera de la hoja. 

Y se fue con carboncillos a otra parte...

miércoles, 19 de julio de 2017

Audiopoema: el hombre que bronceaba su corazón


Buenas tardes, renacidos. ¿Habéis sido alguna vez la tirita para alguien? Esa que intenta coser heridas, sanarlas o hacerlas cicatrizar. Esa que suspira en la nuca de alguien para quitar los nunca de su vida, para ser los para siempre... 


Puedo imaginar esa sensación de hormigueo en los dedos, ese agotamiento de intentar algo imposible. Y es que muchas veces, el amor trae consigo barreras, obstáculos y muros. Y nos volvemos tan obstinados que chocamos y volvemos a chocar una y otra vez, hasta que al final, las heridas son nuestras.


Hoy, 19 de julio, os traigo un nuevo audiopoema que habla sobre ello, que pretende aterciopelar las crudas palabras escritas en la entrada: el hombre que bronceaba su corazón. Deseo que os guste, que no os defraude con este intento de ponerle voz a las palabras, de poner ritmo a los versos. 


Espero que os guste renacidos. La música utilizada de fondo se titula "Don't cry" y encontramos su enlace más abajo. Por otro lado, la maravillosa imagen es un cuadro de Leonid Afrémov.


¡Feliz miércoles!


https://www.youtube.com/watch?v=puYRe3YbZRg


PD: Aquí tenéis el vídeo, que lo disfrutéis!









jueves, 13 de julio de 2017

Después del amor II

Buenas tardes, renacidos. El calor cada vez  es más insoportable... Odio el verano, decidido. Será muy bonito ir a la playa, las noches de fiesta, la piscina, el sol, pero... Bueno, quizás no lo odio. Pero le tengo un poco de manía... Estoy intentando escribir y no hago nada más que sudar! 
En fin, espero que a vosotros se os esté dando mejor el verano que a mí, porque no soy muy buena con esto.
Mi nueva entrada, renacidos, es una segunda parte de una entrada que ya escribí hace un tiempo. Esta primera entrada se titulaba "Después del amor" y hoy he decidido darle una segunda parte, ampliar más el contenido de esta. Aunque se pueden leer separadas y no se altera nada el sentido. 
De nuevo contamos con una estructura parecida en la que cada "estrofa" empieza con la palabra cuentan o con algo parecido. No quiero dar muchas pistas, prefiero que lo leáis y juzguéis vosotros.

Os dejo, pues, mi nueva entrada: Después del amor II. Adjunto de nuevo, una ilustración de Sara Herranz y os animo a echar un vistazo al libro: todo lo que nunca te dije lo guardo aquí. HIPER RECOMENDADO!

Y, además, añado una canción que me encanta y que creo, va muy acorde con la nueva entrada. Se llama ahora quién y es de ZPU. Si podéis, oídla! 

¡Feliz juernes!
https://www.youtube.com/watch?v=sjEtJr_Od2Y



Cuentan que ya no te valen las estrellas para pedir deseos, que perdiste la ilusión en ellas hace demasiado tiempo. Que eres más de contar los días, despedidas y premios. Que te vale con un pedacito de vida, que ya no tienes sueños...

Cuentan que ya no besas con los ojos cerrados, que siempre los mantienes abiertos por si el amor decide escaparse, para que puedas atraparlo y mantenerlo a tu lado, escondido en la sombra de tu árbol, camuflado. Y con ello pierdes los latidos y los besos se hacen más amargos, más fríos, más esclavos. Y con ello pierdes la noción de todo creyendo que los largos son cortos exagerados. Hiperboleando.

Cuentan que me has olvidado, que fue cuestión de tiempo, que pasaron otros cuerpos y te ayudaron. Curaron y sanaros tus heridas con tequila barato, con te quieros de segunda mano. Pero estos están demasiado usados y pican. Pican los para siempre desgastados en tus bolsillos, unos para siempre que se han ladeado y roto sus esquinas. Unos para siempre en los que solo quedan las esquirlas cuando se han marchado pasando por la cocina. De lado a lado y tiro porque me toca, porque me hubiese gustado que me hubieras seguido tocando. Pero yo ya no tocaba, me habías cambiado.

Cuentan que tu ventana siempre está cerrada para que el viento no traiga mi fragancia, que te da miedo salir a la calle por si te cruzas en mi camino, que no quieres beber aquel vino que conjuramos entre sábanas. Si te sirve de consuelo, no he vuelto a probarlo, ni abrir mi ventana, y cuando salgo a la calle me aseguro que sea tu hora de trabajo, y así no nos encontramos.

Pero cuentan demasiados cuentos de nosotros. Cuentos en los que no se huele ningún fueron felices, sino se comieron las perdices y se fueron a casa, cada uno. Olvidándose las coronas, los dragones y las torres en el rellano de la puerta, junto con las armaduras y los hasta nunca. 

Cuentan que ya no cuentas tus penas a nadie, que ahora eres silencioso, que te gusta caminar solo y que el sol sea tu cuna. Que no has vuelto a sentir amor por ninguna, pero sí has vuelto a conocer a otras. Que duermes con un ojo medio abierto por si alguna día te descubro desnudo junto a otra dama, por si algún día vuelvo y pido mi cama... Pero no lo haré. 

Yo les he contado que prefiero no volver, que no podría aunque quisiera. Juré que no volvería a doler, que el querer era mucho más que eso, era mucho más que nosotros. Y que este no se desbordaba por el vaso medio roto, y manchaba todo a su paso. Juré que aprendería a no descorcharme el corazón, a no fusilarme a lágrimas el pecho y a no anudarme más en el lecho que iba tejiendo con cada nueva discusión. 

Yo les he contado, amor, que no podemos volver a vernos. Que quizás nos vemos en otras manos que acaricien nuestros cuerpos o en otros vasos que sostengan los te quiero. O quizás te vea paseando otro vestido y tú me veas a mí con otros zapatos. Pero en realidad, no nos veremos. Mantendremos ese contacto en la retina, en el plato que nunca sale de cocina pero se mantiene tibio, a la espera.

Por eso, si te cuentan que te he olvidado has de saber que están mintiendo. Olvidarte sería olvidarme y aunque cuentes a la gente que tú ya lo has hecho, sé que en realidad, nunca podrás hacerlo.

Y que le cuenten ese cuento a otra.

lunes, 10 de julio de 2017

El hombre que bronceaba su corazón

Buenas tardes renacidos! Hoy que quería un poco de sol, ha durado nada y menos. Vaya con el verano, se ha puesto graciosito! Y yo me he levantado con muchas exclamaciones!!!!¡¡¡¡Así que voy a controlarme.
Ya que el día va de playas y de veranos, a partes iguales, os traigo una entrada que habla sobre... TACHÁN-TACHÁN... El amor. No digáis que como siempre, porque a veces vario. Y además esta entrada es algo diferente, no os quejaréis. Habla sobre el amor y utilizo la playa y el verano como recursos para explicar una corta historia de amor. 

Y bien, además os traigo una canción que me encanta desde que la oí y que creo que va muy acorde con la entrada: Malibú, versión Bely Basarte. Os la recomiendo.

Espero que estéis pasando un bonito verano, pequeños renacidos. Os merecéis un verano eterno.

PD: La foto soy yo en Mallorca. Bonito lugar.

https://www.youtube.com/watch?v=chLwsFeFB_A&t=57s




Y me invitó a bañarme en las costas de su playa como quién ofrece café tras la batalla, en son de guerra, en son de empezar a luchar con las palas aun sin saber las reglas, aun sin saber las bandas. Y juro que naufragué en el minuto que toque con un dedo su iris, en el minuto en que se hizo más eterna la frontera entre el mar y el río; la lluvia y el cielo; el arroz y el trigo. 

Busqué sombra entre sus hombros pero lunas de otras noches me avisaron que no quedaba grano de arena sin conquistar, que todo se había reducido a un absorbente sol, que pronto absorbería al mar, el amar y toda la vida a su paso. Que se derramaría el vaso que yo sostenía. Que no servirían algunos 'quizás' pasados por agua. Que más valía un NO, que un puede pasar. Y que yo pasaría y terminaría de pasar, como las olas que rompen el mar en mil pedazos. 

Acurruqué mi palidez en su espalda, por si el sol decidía acariciarme, contando las quemaduras y cicatrices que cosechaba, que hacían de ella una tabla para saltar crestas, una roca para las sirenas, y una pequeña amordaza para el alma. Bebí la espuma salada que salía de su piel quemada, y me llenó de nostalgia. De una nostalgia que una no puede librarse ni con crema solar, ni esperando cuatro horas y medio después de 
                                                desayunar-
                                                       -te.

Le pedí que bronceara su pecho, que buscara el anclaje perfecto para unir nuestros dos cuerpos, que yo podía hacer más agua en aquel desierto, más lunas en aquel infierno. 

Pero poco se puede esperar de un hombre que deja conchas en su camino para no perderse, que se quita la arena de sus chanclas y que nunca deja ni rastro de sal en sus labios, olvidándose de otras bocas, de otras promesas. Que quizás la orilla se lleva la marea pero siempre deja un rastro agridulce tras su partida. 

Y es que, a fin de cuentas,  poco se puede esperar de un hombre que se broncea el corazón para no quemarse, para pasar de puntillas y no tambalearse en el trampolín de la vida. 
Poco se puede esperar de aquel que se pierde en el mar siendo tan océano...


viernes, 30 de junio de 2017

Guantes blancos

Buenos días, renacidos! Os echaba de menos pero por fin esa espera ha terminado. Ja sóc aqui!! Y tardaré en volver a irme. Ha sido un año complicado, ya sabéis por lo que he ido comentando que no hemos parado ni un día. Pero al final siempre llega el verano, y el frío se larga. Y se ha largado para no volver en mucho tiempo. Os traigo entradas nuevas y más renacer entre palabras. Seré escueta porque hoy no es un día para alargarse en introducciones, es mejor pasar a la acción.
Espero que hayáis tenido buen resultado aquellos que estudiáis como yo, y a los que continúan trabajando, no desistáis! Podéis con eso y mucho más!

La entrada de hoy habla de amor y he querido jugar con palabras y vocabulario de ropa para ir emparejando cada estrofa. Espero que os guste, renacidos, y que no olvidéis que aquí volvemos a nacer juntos y que os necesito.

¡Feliz viernes!

PD: hoy estrenan la película de Gru 3. ¿Soy la única que irá a verla?

PD2: la fotografía es un dibujo de Sara Herranz.




Enrédame en el hilo que anuda tu chaqueta. Quiero ser la percha a la que te abraces desnudo, esperando no arrugarte cuando todo se acerque distante, cuando nadie venga a ayudarte y la vida sea un absurdo recuerdo de lo que ya nunca será. 

Seré para ti un andén pasajero al que se aferrarán solo hombres de guante blanco que pelean por un título enmarcado en sangre. 

Crúzate en mi camino cuando las bifurcaciones sean el destino, cuando te digan los carteles que tienes la posibilidad de escapar del mundo o que el mundo escape de ti, y tú sin embargo siempre me decidas a mí, aunque no esté señalizada, aunque siempre sea una línea intermitente en el camino, discontinua que continúa por una carretera en la que no se permiten los adelantamientos y va despacio. 

Escucha la canción que no suena pero que te hace parpadear la vida, que te pinta en la mano rimas y estrofas de otras vidas, que nunca vivieron pero creyeron hacerlo, y murieron en el intento de permanecer. 

Quítame el vestido manchado por vino tinto que nunca vino pero siempre tintó tu recuerdo. Que se descolora con las lágrimas que caen de mis manos, sudadas por la resignación de no volver a aquel 25 de junio de 1994. No volver y nunca pasar por el mismo día, saltando a la comba o a la pata coja, el tiro porque me toca o el ya volveremos otro día. Y se hizo de noche, y los guantes blancos ya no parecían tan inofensivos. Golpeaban a las manijas del reloj que se disparaban como flechas a una misma diana: mi corazón.

Por eso pégame un botón en la suela de mi zapato, para que cuando el miedo rebusque en mis bolsillos, yo pueda picar al suelo y hacer novillos, escaparme del miedo en un descansillo de tus hombros, aunque ya nunca estén. Aunque ya se hayan ido. Buscando otras isletas, otros edificios en los que los espejos reflejen distorsiones y colores vivos. Donde los guantes blancos sean mas bien amarillos.

Quiero ser parte de tu manga. 
Acabar mojada cuando el grifo se abra.
Mancharme de pintura cuando la inspiración te atrapa.
Recogerme o soltarme abrazada a tu piel blanca.
Ser dueña de tus brazos aunque solo dure
                                                         hasta mañana.






sábado, 27 de mayo de 2017

Medidas

Buenas tardes, renacidos. Os echaba mucho de menos! Llevo demasiado tiempo sin aparecer por aquí, pero entendedme, no me sentía muy inspirada en los momentos que tenía algo de tiempo. Y no quiero escribir y compartir con vosotros algo que no termino de sentir, que no acabo de enlazar. Es por eso que me he hecho de rogar, y creo que para bien porque estoy muy orgullosa de mi nueva entrada.

Supongo que ya sabéis que soy muy feminista, como considero que debería de ser toda la sociedad - hombres y mujeres -. El feminismo no va en contra del hombre, sino va a favor de la igualdad de las personas. Y como persona, y como mujer, lucho por esa causa. Una causa  que me indigna y desconcierta a partes iguales, porque, ¿cuántas veces habéis oído insultar a una mujer por cómo viste, por besar a chicos o por cómo habla? MILLONES. Y son adjetivos que duelen y que nos marcan a todas. 

Es por eso que mi entrada de hoy trata ese tema y se titula medidas. Porque es como estamos, medidos, cortados y pesados por estereotipos, por machismo y por injusticias. 

Os dejo la fuente de esta entrada, una imagen encontrada en facebook que me ha hecho escribir y que me ha inspirado.
¡Pasad un feliz sábado, renacidos! Os quiero.

PD: 4825 visitas WOW!

La imagen puede contener: una o varias personas y texto


Miden mi belleza, por pliegues de mi piel, por la suavidad de mi camisa. Me abotonan de complejos y me miran desde arriba. Visten mis tristezas con nuevos insultos, alargando una cinta métrica que tiene en cuenta hasta mis bultos. Acortan mi libertad con nuevas etiquetas que me clavan con alfileres, que tiran de mis trenzas porque ir recogida es ir como una fresca.  Y el frío se cuela por mi chaqueta también juzgándome, midiendo cuánto espacio hay desde los botones a mi abdomen. Buscando una tableta que no encontrarán en mi maleta, y que me hará derrapar en las costillas. 
Miden mi persona por la talla de mi sostén, que no me sostiene o abstiene de comentarios hirientes. Da igual que tengas mucho, da igual que tengas poco; nunca es perfecto si se mide por complejos, por celos o des
                        pecho
Nunca es perfecto y eso duele, deja desperfectos en tu sonrisa, torciéndola, haciéndola menos perfecta y atractiva. Y también la dejan en la mía, se olvidan de sus comentarios, los tiran y después los dejan abandonados hasta que tú los recoges y los metes en la mochila. Paseas por la vida y te pesan, pero nunca los tiras, sino que te los comes. Te comes las medidas y las aprendes. Subes a la bascula y ya no te miras. Nunca tendrás una buena medida aunque lo sea. 

Miden mi belleza por la pintura de mi cara. Si tengo poca, me hace falta; si tengo mucha, parezco una payasa. Intento hacerme una línea en el ojo pero nunca la medida es perfecta. Nunca es perfecta y eso duele, deja marcas. En las pieles, en la gente, en mi mente...

Miden mi decencia con una regla. La apoyan en el suelo y cuentan los centímetros de  mi falda. Si es muy corta, soy una  guarra. Si es muy larga, soy una monja. Y se ríen mientras se ajustan los botones de sus pantalones largos. Mientras piensan que ellas o ellos son mejores, más perfectos. Pero nunca es perfecto y eso duele, es amargo. 

Miden mi valentía por las veces que me callo. Si me defiendo o ataco, no merezco la pena. Prefieren perfectas que se callen, que asientan, que besen en el suelo de la calle por donde pasan y pisan. Hasta que pasan y las pisan 
                                           a ellas. Y siguen pasando y pisando, callando bocas, con o sin guantazos.

Miden su feminismo por estar en contra del maltrato, pero llaman guarras, putas, busconas, provocadoras a las que pasan por su lado. No se agarran la mano sino que las empujan. ¿Y cómo esperan cambiar un mundo si no pueden cambiar sus palabras?

Miden mi bondad por las veces que perdono. Pero mi medida es XXS y no aguanto tantos insultos, tantas faltas de respeto, tanto dolor en el pecho. Si enseño cacho es porque tengo, si no lo haces es porque tienes miedo. Y el miedo es la peor cadena. No me importa enseñar las piernas, enseñar mi alma o ir arreglada como me plazca en pleno jueves tirada en la plaza. 

Cuando haga calor no me verás con bufanda, sino con un escote si es lo que yo quiero porque creo que es lo que me corresponde. Si yo quiero... Sí, yo quiero. Quiero vestir con tacones, con falda, con pantalones o con tanga. Sí, yo quiero ir como me plazca, sin medidas ni restricciones. Sí, yo quiero. Sí, yo puedo.

Las medidas miden mi vida, miden la tuya, y medirá la de ellos. Por eso en vez de medir tanto la falda, deberíamos  medir  las palabras, porque estas representan la medida exacta de cómo somos y de qué seremos. 

martes, 25 de abril de 2017

Poema del renacimiento

Buenos días renacidos. La poesía es uno de los artes que más admiro. Desde siempre he adorado las uniones que consigue formar con las palabras, los juegos que hace con ellas, como las cambia y las hace más bonitas, como mayo con la vida. Hoy os traigo algo diferente. Me he valido del "Poema del renunciamiento" de José Angel Buesa y lo he moldeado a mi antojo. Es mi poema preferido, lo tengo marcado a fuego. Estoy enamorada de él. Por eso, esta entrada es un pequeño homenaje a esta gran obra. Como veis tiene parecido hasta el título. Este en vez de renunciamiento es del renacimiento. Se debe a que estamos en renacer entre palabras jaja. Sin más. Y bueno la letra está modificada, pero las raíces son claras. Espero que os guste y que no penséis que es una locura. Obviamente no voy a escribir algo tan fantástico como José Angel Buesa, pero es una manera de enseñar su arte distorsionado.

Adjunto el poema de José Angel para que podáis leerlo con calma antes de mirar esta entrada. 
http://www.poemas-del-alma.com/jose-angel-buesa-poema-del-renunciamiento.htm

¡Feliz martes!




Pasarás por mi vida y yo te dejaré pasar. Aceptando que al final terminarás pasando y que te marcharás. Dejándome quieta, callada, perdida. Temiendo un bidón de gasolina por si se prende y me hace incendiar. Poquito a poco. Pasarás por mi vida y al pasar, dejarás rastros de tu caminar, de tus huellas, de tus decisiones en mi palpitar. Sentiré por ese entonces, el corazón bombear veneno y lágrimas de hielo...
                            que me congelaran. 
Y ojalá te quedases quieto, silencioso y recto. Me miraras y no terminaras de pasar. Señalando los trenes que pasan fugaces, las líneas de la calle, y el viento que distorsiona el valle. 
Pasarás por mi vida y yo nunca dejaré de pasar. Sentiré tu sonrisa al filo de la mía, tus mentiras de esmeralda de mar. Sentiré tus engaños en cada dinastía, y me abrazaré a otro cuerpo mientras intentes pasar. Sé que no habrá barrera que te impida volver, y que nada de lo que haga te hará correr hacia otra dirección. Pero pasar por mi vida, fue tu elección y no la mía. Por eso sé que pasarás por ella sin sentir la pérdida, sin imaginar que otra llore su desdicha. 
Pasarás por mi vida, sin ser consciente de que pasaste, bebiendo a bocanadas la calle, temiendo asfixiarte abrazado a un pecho. Y ese será el lecho donde acabe mi tormento. Porque pasaste y yo no dejé de hacerlo, de mirar con recelo como pasaba el tiempo, como pasaba la vida, cómo era el convento donde poco a poco me hundía. 
Mi vida pasará deprisa el día en que no pases por ella, que no escuche tu pena cerca de la mía, que no consuele tus besos con la fuente de mis deseos. Y aún estás a tiempo. De pasarte las dudas por el cuerpo y tirarlas por la ventana. De seguir pasando cada día cerca de mi puerta y traerme una manzana, para pecarla. Y aún estás a tiempo, pero tiras el reloj al suelo y sigues pasando. Y aún estoy a tiempo, pero lo recojo y le hago un nudo, y te veo mientras continúas pasando. 
Quizás encuentres a otra con la que poder pasar, todas aquellas mañanas mirando hacia el mar. Quizás ella entienda que con el tiempo dejarás de pasar. Pero por mucho que tú encuentres y que ella entienda, nadie que te vea pasar te llegará a querer tanto como yo te llegue a amar.

Y es que pasarás por mi vida, sin imaginar que pasaste por ella y nunca dejaste de pasar.

martes, 11 de abril de 2017

Cicatrices

Buenas noches, renacidos. ¡Estamos en Semana Santa! Ay, la verdad es que no soy muy religiosa, pero estas fiestas me tocan el alma. Las procesiones me parecen preciosas. Sé que mucha gente no opinará como yo, y lo acepto, pero me parecen preciosas. Además, estas fechas son muy especiales para mí porque en más de una ocasión me vi en mi bella Extremadura. Este año lo echo de menos, como cada año que me quedo aquí... Recuerdo todavía un 2012, bonito. El año en que cambió mi vida. Nunca lo olvidaré, igual que aquellas palabras y aquellas miradas en una pequeña carpa, con el sol en la nuca y el viento en el pelo. Mi bonito 2012... 

Pero bueno, hay que avanzar. Esta semana santa 2017 la veo muy completita. Llena de faena, mucha... Pero también tendré algún que otro hueco para disfrutar. Siempre los hay, como por ejemplo este pequeño tiempo en que he escrito esta nueva entrada. Me ha encantado escribirla, renacidos. Me encanta sentir la tinta en mis manos y los sonidos en mi cerebro. Hacen un bonito baile.

Mi nueva entrada, habla sobre el amor y las cicatrices. Habla sobre los primeros amores, esos que nunca se olvidan, y los actuales. Personalmente, creo que cada amor es el primero porque en cada uno de ellos vuelves a empezar y a aprender sobre el amor. Por ello, todos mis amores han marcado algo en mí. Aunque sin duda, si tuviese que decir aquel que me ha marcado de verdad, es obvio que no son los del pasado, sino el presente. 

Pero bueno, mi entrada habla de ello. Espero que os guste, renacidos. Sabéis que siempre intento dar lo mejor de mí y esperar lo mismo de vosotros, que lo sintáis, que os desgarréis, que atraveséis la pantalla y me miréis a los ojos.
¡Feliz martes! 




¿Sabes? Hoy me tumbé entre tus cicatrices y escuché el eco de tus heridas. Ellas me pedían que no desvelase el secreto a nadie, que solamente tú y ellas lo conocían. Y ahora alguien más lo sabe. Fue extraño verte lejano, en el pasado, con otro alguien, que no era yo. Sobretodo porque te tenía al lado, abrazado a mi hombro, cercano. Las repasé con mis dedos. Sus siluetas se advertían discretas entre tus pieles, aquellas que había besado en tantas ocasiones, que eran fieles a mis bautizos y confesiones. Seguían procesiones aún sin ser Santas, siendo más bien horas, que Semanas. Ellas me confesaron los accidentes de tus labios en otros labios, los enredos de tu corazón en otra mano, la deshidratación de tu cerebro. 

Te volviste loco, y veneno. Ambas realidades te comprimían el pecho y te hacían agujeros. No sabías de parches ni de tiritas. El otro alguien no curaba tus heridas, las dejaba al aire. Le gustaba salir de bailes y bares, conocer mentiras y detalles de otras vidas que ella nunca viviría. El otro alguien medía metro sesenta, tenía largas piernas y oscura melena. Ceñía sus normas en tus caderas y tú las obedecías con lágrimas de arena. Te volviste tormenta mientras su furia embaucaba tus piernas. Un pequeño barco velero que se mece débilmente en medio de lo que es inerte y afilado. 

Te volviste ciego y desconfiado. No creías en ella pero aceptabas el engaño. Todo te valía si a la noche ella volvía y te plantaba nuevos mapas en tus pecas. Y siempre lo hacía, aunque ella fuera más de soles que de lunares. Te gustaba oler la crema salada en sus hombros, el trabajo en su espalda y el engaño en sus ojos. La bautizaste como la divina. Ella pisaba con pies de plomo y nada de lo que hiciera te aburría. Realmente, te fascinaba. 

Sus caderas, su sonrisa, su barbilla alzada. 

Pero duró poco. Lo suficiente como para dejar un despojo del hombre que conoció en una cafetería tomando té rojo. Lo dejó herido, sangrando, en medio del arcén de unas manos que buscan las otras, de unos dedos que no tienen huecos si no los tocas. Le costó levantarse de aquella fría carretera. Los cristales se clavaban en su cartera y en su juicio. No le importó volver arrastras, mendigar las migajas de un amor de estafa. Pero ella, no aceptaba segundas oportunidades, como la vida. Se tumbó en su isla y te hizo naufragar. Te dejo heridas que costaron sanar.

Y hoy las he escuchado hablar. Me han contado que aquello fue lo que tú consideras amar. Amar hasta el punto de encontrar su nombre en los teclados, en las sopas de letras y en los tejados. Amar hasta dejar todo de lado, y perder la razón. Amar de corazón, sin pensarlo. 

Una vez leí que sólo tenemos un amor verdadero, el primero. Y que después de él, todo lo que haces, es intentar olvidarte de él...
                                                                                                 en otros besos.

Barajando mis posibilidades, ya poco me queda, aparte de resignarme. No es que confirme que no me quieres, es que me duele el pensar que puedas dejarme. He escuchado como es esa carretera, y tiene pinta de ser dolorosa. Ojalá nunca me pierda en ella, pero si algún día llego a acabar por esas tierras, espero encontrarme con aquel de rodillas sangrientas al que tiraron primero. Porque entonces le daré una tirita y mientras desconcertado sangre, yo le diré lo mucho que le quiero. 

jueves, 6 de abril de 2017

Te empeñas en buscar marzos

Buenos días, renacidos. El abril ha llegado con fuerza, ¿no creéis? O llueve mucho o hace un día de sol y de playa. Este mes tiene un encanto especial, junto con noviembre, creo que son los dos meses más bonitos. Al menos, en lo que se refiere a luz y sombra. 

No tengo mucho que contar hoy, renacidos, la verdad. Me veo poco habladora y sinceramente, tengo mucha faena por delante. El día se presenta cargado, como toda la semana. Pero bueno, dentro de nada podré volver a la superficie y coger aire. El oxigeno lo tengo en las manos. 

Os dejo, por ello, una entrada que me ha gustado pintar sobre la hoja. Creo que es bonita, tiene su encanto como este día. Habla sobre el miedo a que se deje de amar, a que todo acabe. De nuevo hay dos protagonistas y el tema es de amor. Sabéis que es mi tema favorito, renacidos. 

Adjunto con esta entrada la canción "volar sin fe" de Andrés Suarez y Buena fe. Espero que os guste, es preciosa, la verdad. 

¡Feliz jueves!

https://www.youtube.com/watch?v=uqjQWNgzHRY



Y sigues empeñado en pedir inviernos al verano, creyendo que así pasaré más tiempo a tu lado, sobre tu pecho, pidiendo tu abrigo en noches de frío infierno. Que el verano te alejará de mis manos, que buscaré otros cuerpos, esos que duran hasta agosto y después se van con el viento. Amores de verano, amores envenenados de sudor y lamento.

Y no te conformas con el sol que arañará tu espalda, el resfriado que abandonará tu cara. Prefieres aceptar las lluvias y chaparrones, creer en falsas ilusiones que te trae el invierno, aguardar la esperanza bajo chubasqueros. Igual que prefieres discutir a oír solo tu latir esperando la respuesta del otro, mientras el otro solo aguarda silencio. Abrupto silencio, que se ha roto.

Te empeñas en cambiar el calendario. Día tras día, vuelves a hacer marzo. Y yo me conformo cuando te abrazo, pero sé igual que tú que es mentira. Aunque cierres las ventanas cuando llegue el día, intentando huir de mi despedida. Aunque retrases la hora y me pidas entre besos que te acoja en nuestro pequeño invierno.

Cada día haces más posible que el tiempo vaya hacia atrás. No solo porque cada segundo se hace más corto que el anterior, sino porque has creado un rincón de frío entre tu pecho y el mío. A veces veo nieve en tu sonrisa, y juro que me parte la vida. Sé que es imposible pensar que abril ha desaparecido formando un nuevo enero. Pero tú te empeñas tanto en creerlo, en crearlo, que me duele pensar que no sea verdad. Y digo que es cierto. Que somos diciembre y enero, que necesitamos abrazarnos para pasar juntos la cuesta, que no cuesta si nos entendemos. Y lo hacemos, entre sabanas, sonrisas y almohadas. Con olor a café recién hecho. 

Y es que sigues empeñado en hacernos más marzo de lo que somos, cuando en realidad somos pleno mes de julio. No me refiero a ese julio que olvida, que busca solo divertirse, que no se compromete, que se desliza en sudores y se adormece. Me refiero a ese julio adolescente, imprudente, que no le importa perderse en camas ajenas, que se enamora de los ronquidos, de las promesas, de los sentimientos a ciegas. Y eso también es verano. 

También es verano carecer de frío, aceptar el calor desnudándonos a besos. Vistiéndonos a plena luz del día, con el ventilador encendido meciendo mi pelo. La vida dentro de un vaso con hielo.

También es verano esas noches eternas, que podrías malgastar entre mis piernas o yo entre las tuyas. Esas tardes con dos velas, viendo la tele o tumbados en la arena, saboreando la sal de tus hombros, la playa de tus ojos, el color canela de tu cuerpo. 

También es verano, y no solo invierno. seguir amando. En agosto hay amores eternos que se pierden en veinticuatros ajenos, que ya nunca vuelven a ser los mismos. Y ni todos los marzos del mundo, ni mucho menos, todos los eneros, pueden apagar la llama de fuego que se aviva en un verano cubierto de besos. 

Por eso, amor mío, no te empeñes en buscar el frío. No importa las estaciones que pierdan trenes o meses, porque yo seguiré siendo ese vagón o ese gélido mes de diciembre, que si bien parece pasajero, nunca termina de pasar. 

Y en verano también te quiero. 

viernes, 31 de marzo de 2017

Después del amor

Buenos días, renacidos. Tengo nostalgia de vosotros, de mi blog. Paso demasiado tiempo alejado de él y no me gusta, sobretodo si tenemos en cuenta que este año, en la uni, no me acaba de gustar nada. Es como repetir una palabra, 200 veces, al final te quieres olvidar de ella. Pero sin embargo sigues diciéndola. Horrible.

El caso es que entre una cosa y otra, mi renacer está olvidado, y no es verdad. No puedo olvidarlo. De vez en cuando, me paso. Repaso lo que he escrito, las entradas a medio acabar y las visitas que tengo. Y simplemente: WOW! 4588 se dice pronto, eh. Me parece una pasada. Una pasada que puedan haber tantas visitas y que cada día crezca tanto. Y a la vez me da pena que no pueda hacer más y más por vosotros, entradas nuevas, pero me resulta difícil, renacidos. Sé que me entendéis.

Mi nueva entrada, pues, para meternos en el asunto, trata sobre la solitud después del amor. Se titula después del amor, y la verdad es que me gusta mucho cómo se llama, es guay. De forma más concreta, habla sobre ese margen después de las palabras, ese momento de silencio después del ruido, lo que hay después del amor. 
Espero que la entrada se encuentre a la altura de vuestras exigencias y que me perdonéis no estar tan pendiente de vosotros. Lo siento, chicos. 

Por lo demás, ¡Feliz viernes!
PD: la foto es de Sara Herranz que como siempre, desgarra. 



Cuentan que ya no abrazas manos de otros cuerpos, que te bastan las tuyas, aunque estén llenas de grietas y se cuele por ellas la primavera. Que ya no te hace falta contar los días en los lunares de una espalda, que aprendiste a usar el reloj, cuando las agujas se te clavaban poco a poco en la mirada. Que usas pastillas para no dormir, porque te da pena perderte la noche y su luna. Ella siempre te acompaña. Y es la única.

Cuentan que ya no cuentas nada, que la vida te ha hecho mudo, que ya no gastas palabras porque algún día te harán falta usarlas. Como escudo. Que bajas a la calle en chanclas, haciendo ruido. Que no te importa que te llamen aburrido o solitario. Que pasas tus aniversarios sin velas, con libros entre tus piernas. Y lo prefieres. 

Cuentan que has perdido la cuenta de todas aquellas cosas de las que arrepentirte. Que no te valen los parasiempre cuando no muestran su fecha de caducidad, su reserva, o su despiste. Que has sufrido el cólera del amor, la gripe del quédate, el resfriado de tenemos que hablar y la nostalgia del nunca volveré. Y nunca vuelven. En eso no mienten.

Cuentan que te has vuelto sincero, quizás demasiado, de esos que tocan hueso cuando atraviesan las mentiras. Que caminas de puntillas, para alejarte del pasado. Que no te gusta el futuro, ni el presente. Que eres un cuerpo inerte que se mueve por moverse. Y de oca a oca, y tiro porque me toca. Que ya nadie te toca...

Cuentan que dejas la ventana abierta para que los recuerdos se escapen, pero el ancla que los sostiene en el aire, es más fuerte que el viento de la calle. 

Cuentan que ya no cantas, que ya no saltas, que nunca ríes. Que has perdido tu apetito por ser feliz, y por eso ya no devoras ninguna perdiz. Que pasaste de aprendiz a experto. Que ya nada te sorprende, que tu vida se ha vuelto un accidente, pero que no quieres morir. Aunque estés muerto en vida.

Y cuando ellos me cuentan, yo les cuento. Les cuento que en otra vida, con otros cuerpos, no dejabas de sonreír. Que te afeitabas las verdades, por pequeñas mentiras. Que gritabas en la calle y no te importaba que todos mirasen. Que contabas los lunares, antes de ir a cenar. Y después los mirabas para saber cuando te tenías que acostar...
              con ella. Conmigo. 

Y les cuento, qué felices éramos. Con nuestras enfermedades contraídas por el amor, con nuestras noches en el balcón mirando a la luna, que nunca nos abandonaba ni nos abandonó. Con el vino en las pupilas, y con las jarras de bar en bar. Conociendo nuevos lugares, nuevos puertos que guían al mar. 

Y les cuento cómo nos dormíamos a la par, mirando al techo, olvidándonos de la verdad durante aquellos momentos. Porque éramos dos mentiras, que se querían. Y se quisieron hasta que el hilo no se pudo estirar más. 

Y les cuento cómo me marché de aquel lugar, con maletas en los meñiques, dejando lágrimas en la cama, y palabras de no comieron perdices, pero se comieron mientras pudieron. Callando al caminar. Me perdí por despiste en un folio sin margenes. Y ya no volví atrás.

Pero al final todo es un cuento, que real, se tiene que contar. Nosotros no contamos con el final, y nos dejamos varias líneas sin rellenar, que con el tiempo, otros escribirán explicando:

"Fueron amantes que se quisieron demasiado. Y los demasiados siempre terminan en desastre."

Y colorín colorado, ya está todo contado, hasta el último número.

martes, 21 de marzo de 2017

Me gusta

Buenos días, renacidos. Siento estar tan ocupada y no prestar atención a las palabras que corren por mis venas. Cada semana que pasa sin escuchar a mis letras, es una nueva herida. Pero bueno, están siendo días muy ocupados, con muchos proyectos y muchos trabajos, y a veces me cuesta encontrar un momento. Y eso que hay muchísimos, pero bueno.
Os comentaré que estoy terminando algo muy especial para mí, algo que lleva años de elaboración aunque debo admitir que nunca llegará a estar acabado del todo. Mi única pista es que se llama Anna, y no es un bebé jajajaja. Aunque será como mi hija, la verdad. Tiempo al tiempo. El caso es que entre la universidad, los amigos, mi voluntariado, el curso y Anna, saco poco tiempo para renacer, y no es justo. Lo compensaré, lo prometo! 

De todos modos, hoy os traigo una nueva entrada. Está escrita en verso pero no la considero un poema. Es solo que creo que estaba mejor presentarla con esa estructura que redactado. Como siempre, es una entrada extraña, propia de las raíces de la prosa poética que espero que apreciéis - aunque sea un poquito jaja -. 

La verdad es que tengo poco más que decir, renacidos. Hemos empezado la primavera con resfriado y sueño, pero por lo demás, pinta bien. 

Y bueno, renacidos, os dejo mi entrada. Espero que os guste y la disfrutéis como yo. De nuevo, gracias por molestaros en mirar que se cuece en la cabeza de esta chica de flequillo rojo, son 4561. UNA PASADAAAAAAA!

¡Feliz martes!


Me gusta.
Me gusta que me quites el frío, 
que me quites el miedo, 
que me quites los abrigos, 
que me lo quites todo 
a secas. 
Que seques mis dudas con besos cubiertos de lluvia.
Que me entiendas y consueles cuando llueva.
Que yo pueda hacer lo mismo cuando el sol no te quema.

Me gusta.
Me gusta que te guste el café,
y que a mí no.
Que siempre tengas una opinión
que no siempre sea como yo.
Pero que a veces sí.

Me gusta que te guste que te quiera.
Que te quiera aunque no me gustase,
que te guste y me quieras a partes iguales.
Incompleta.

Me gusta que brille el cielo con tus lunares
que sonrías en todos los lugares 
donde sin querer, dejas huellas y ecos.
Que sepas defenderte y te quieras.
Que quieras defenderme y me quieras.
Que seas todo lo que quiero.

Me gusta que te haya conocido
y que todavía no haya acabado de hacerlo.
Que te cruzarás en mi camino
y que fuera en ese, cubierto de tierra.
Que no te guste el vino 
pero que vengas siempre cuando lo necesito.

Me gusta quererte
porque creo que no se me da tan mal.
Aunque siempre se puede mejorar.

Me gusta verte correr, saltar y reír.
Saber que cualquier cosa que hagas
me hará feliz.
Crecer en tus brazos y vivir en ellos.
Olvidarme del frío invierno.

Me gusta como soy cuando tú eres. 
Como eres cuando yo soy.
Como nos entendemos.

Me gusta que me sorprendas
pero más cuando te sorprendo. 
Que aprendas de mí todo lo que yo aprendo de ti.

Me gusta cuando cantas y alteras el cielo. 
Cuando te sigo y cantamos a dueto.
Contigo cualquier lugar, se hace pequeño.

Me gustan esos viajes en que conocemos lugares 
y nos perdemos en ellos. 
En que dejamos nuestras llaves...
y nuestros sueños.

Me gusta planear y volar contigo. 
Pasear cogidos de la mano,
pedirte que te quedes más tiempo,
y que lo hagas.

Me gusta que ya no preparemos maletas separados
que siempre podamos encontrarnos
y que queramos. 
Que cada día a tu lado, es un nuevo verano.

Y en definitiva, me gustas tú. 
Sin matices, etiquetas y sin efectos secundarios.
O puede que sí los tenga, cuando estás a mi lado.


Como la mucha al mucho.


sábado, 4 de marzo de 2017

Alguien llama y se incendia

Buenas noches, renacidos. Seré breve porque esta entrada ha nacido de la espera. Sí, es raro, pero mientras estoy esperando he empezado a escribir con la idea de acabarlo mañana y lo he acabado hoy. Eso solo puede significar dos cosa: o bien, tardan mucho; o bien he sido muy rápida. Creo que es la primera, pero bueno... jajaja no nos quejaremos.

Os dejo, pues, mi nueva entrada. Es algo extraña pero me ha encantado hacerla. Espero que os guste muchísimo y que hayáis pasado un bonito sábado, el mío lo ha sido.

Antes de acabar, os recomiendo ver: Contratiempo (película española buenísima de suspense que te dejará a cuadros). 

Además os adjunto como foto a un perro precioso llamado Junior. Se merece aparecer en mis entradas, es sensacional! Lo adoro!!!

¡Feliz sábado, ojo en las carreteras!
4505!!



Y en medio de la noche, alguien llama. Lo hace a susurros, impregnando el aire de canciones con sabor a despedida, que empacha. Empalagan las teclas de tu piano, de tu balada sin balas pero con pistolas cargadas, en puntos de mida usados. Visualizados por todos, con luces largas. Y tu intermitencia me sobresalta las piezas del rompecabezas que no se rompe sino que une. Descarga aquello que subes, por si acaso.

Y de golpe cuelgan, como si agarrasen una cuerda y se balancearan. Sin más sonidos que el "te llamaré en otra madrugada". Con café a medias en las pestañas, sin lencería barata, sin cintas previas, cosiendo
              las entrañas a palabras necias y oídos gordos.

Que no escucharon verdades sino mentiras cobardes, bañadas en tinta de sangre. Soy solo un espejo roto en aquel baile de disfraces. Con otros problemas que las mates, con miedo a que me mates con solo mirarme. Y lo peor, o lo mejor, depende de cómo se mire o me mires; es que cruzada entre tu mirada y la mía, pestañeé, haciendo volar mariposas. Estallé en carcajadas cuando la pena me ahogaba en mi sudor, levantando la espada o el martillo de Thor. Porque creí que era fuerte, no una muñeca. Y esta sangra cuando paseas una cuchilla por sus piernas. Espero que entiendas la indirecta que va directa a tu arpón. 

Y salta el buzón de voz, haciendo volar las cartas a tu alrededor. El as, el 5 de copas, el 3 de bastos. Y bastó una palabra para dejarte sin ellas. Y yo que las usaba sin armas, sin escopetas, sin más refranes que los de mi abuela. Nunca supe que tenía la razón hasta que esta se cayó del bolsillo. Estaba algo roída por el tiempo y la desconfianza, pero el polvo nunca la rozó, ni acarició su cara. Terminó siendo una muñeca de porcelana que no se rompe ni cuando cae por la ventana. Y vi en ella, mi retrato. 

Y a la madrugada volverá a llamar, encendiendo las alarmas. Esperemos que para entonces, el incendio no haya sucumbido a la esperanza. 

martes, 28 de febrero de 2017

La creyente y su religión

Buenas tardes, renacidos. Hoy es el último día de Febrero y como tal, quería hacer una entrada. Sé que en este mes he estado algo ausente y he abandonado bastante mi blog, aquel que me ayuda tanto. Pero eso se ha acabado. En parte bien, porque vuelvo. En parte mal, por el motivo. Ya lo expliqué la vez pasada, y espero que lo entendáis. Los echo de menos. Además, ayer me operaron. Tenía un pequeño bulto en el brazo derecho al que había incluso bautizado, Maikel se llamaba. Ese pequeño renacuajo fue creciendo. Primero era un pequeño granito, y finalmente se convirtió en todo un grandullón al que la gente bautizaba como: "qué asco", "no me lo enseñes", "tápalo", "vomito". Como veis, lo adoraban y yo también. Pero bueno, ayer pasó a mejor vida. Hoy estoy en proceso de recuperación y mañana ya haré vida normal! Si es que algún día la hice... jeje

Bueno, renacidos, hoy os traigo una medio entrada medio cuento. En un principio, iba a ser una entrada, pero no la considero como una entrada propiamente dicha, así que he reeditado su nombre como medio entrada medio cuento. De todos modos, me gustaría saber qué opináis de ella. Sé que como las otras veces, no recibiré ningún comentario. Muchos me habéis dicho que no sabéis cómo hacerlo y directamente me enviáis a mí vuestra opinión. Pero, realmente es muy sencillo. Basta con que tengas un mail, estés conectada/o a ese mail y te metas en mi blog. Después, escribís donde pone deja un comentario y TACHÁN! Bueno, sin presión, si no queréis no pasa nada. Lo importante es que sigáis visitándolo. Eso me hace muy feliz, renacidos. Mucho! Gracias (4465)

Y sin más dilación os dejo con mi entrada. Podéis comprobar que, además, os he puesto un precioso gif de Dirty Dancing (película hiper recomendada!!!)

¡Feliz martes!




Era atea hasta que creyó en sus besos como remedio para todo. Porque le curaban. Del paso de los días, de las mentiras ajenas, de las verdades con cintas adhesivas que se despegan. Y por eso, fue coleccionándolos. Enmarcando cada uno como trofeo por su cuerpo mientras él quisiera. Saboreando la tinta que salía de sus labios. Extinta. Y nunca se extinguía. Seguía marcando sus hombros de la mejor manera, sin ninguna ofensa, sin ningún dolor, haciendo de cada beso un nuevo juego con sabor o sin él. Un lugar mejor. A fresa, a chocolate, a pastel. Por eso creía en los besos, porque siempre aparecían. Cuando iba a la estación, al parque, a la ferretería. Llegaba con un billete, con una piruleta o con un destornillador, abrasando sus brazos, sus labios o su piel. Siempre con besos que sabían a miel. A veces eran lentos, y otras no iban despacio. Se aceleraban o frenaban tras el impacto de los escalofríos, de la piel de gallina, del invierno tras las cortinas.

Con poco espacio para recapacitar o para pensar en si pecar estaba bien o mal, la creyente iba a su encuentro. Siempre sonreía tras el vendaval y mientras se tumbaba en la cama, se imaginaba volar. Con sus besos como alas, con su piel de cristal. La ex-atea se iba al desván porque allí los besos no eran igual. Sabían a nostalgia, a polvo, a demagogia barata. Pero de vez en cuando, no sentaban mal. Los tomaba en una taza, dejando su marca roja al pasar y sabiendo que aquello lo encendería, le haría empezar. Y empezaba, curando sus heridas, sus cicatrices. Besando las partes sensibles. 
Después pasaba al plato fuerte, a los besos inertes que abren mares y encienden estrellas. Notando los fuegos artificiales en su vientre. Desnudo. Como se sentía ella cuando le besaba, aunque fuese en la cara y estuviese tapada. Aunque las sabanas cubrieran su rostro. 

Sus mandamientos eran seguir su corazón, después el instinto y por último la razón. Pero siempre se olvidaba del final, y permitía que el primero se rompiese y se volviese a curar. Como un ciclo eterno. Como algo que nunca se termina de sanar pero lo intenta, una vez más.

Y es que en realidad a ella no le importaba fracasar. Sabía que en la vida se tenía que caer para poderse levantar, sino siempre seguiría recta, caminante de pies de plata que sigue el sendero, que nunca se tuerce o se disfraza.

Y por eso, creía en él. En aquel orador de sus verdades, en aquel portador de sus deseos. Aquel que le echaba agua bendita en forma de besos, y hacía que cada día fuese su comunión. 

Ambos tenían una unión difícil de romper. Él era su religión y ella la creyente. Rezaban abrazados, sintiendo el alma entre sus dedos y los besos como remedio de cualquier miedo. 

viernes, 24 de febrero de 2017

Despediario

Buenas tardes, renacidos. O buenas noches, cómo queráis. Hoy ha sido un día duro. De esos que necesitas escribir para acabar de llorar. De esos que te hacen abrir los ojos, que te cierran el alma, que te aíslan del mundo. Hoy ha sido uno de esos días. Os preguntaréis por qué o quizás no os interesa. El caso es que he abandonado mi colegio, donde estaba dando practicas. Y nunca he sentido tanto la palabra abandono, porque así es como lo siento. Me he tenido que ir porque mi periodo allí ha finalizado. Y puedo jurar que he vivido los dos meses más bonitos de mi vida. 25 niños, todos diferentes. Personitas que te atrapan poco a poco cuando tú los vas atrapando a ellos. 4rt B de la escuela Amat Verdú. Increíbles. El día de mi despedida lloraron, lloraron mucho, todo el día. No se hacían a la idea igual que yo tampoco. Todavía no me hago. Pasar tanto tiempo con personas que adoras y después despedirte es muy duro, mucho. Aguanté durante horas los nudos de la garganta, pero al final me resultaron imposibles. No existían paraguas que callasen mi lluvia y todavía sigue nublado mi cielo. Esta entrada, no es una entrada realmente. Es una forma de desahogarme y de ahogarme todavía más en mis pensamientos, de callar y gritarlo todo, de tenderme una mano y agarrarla. Es mi forma de avanzar. 

El viernes, en mi despedida, uno de los niños me dijo que si me acordaba de la primera vez que había hablado con él. Le dije que no, que no lo recordaba. Él me dijo que le ayudé a abrir la botella porque no era capaz. Y creo que eso es lo que más miedo me da de todo esto, no acordarme. Y me pasa con todo. Vivo momentos increíbles que cuando pasan, pasaron. No soy capaz de recordar, olvido con facilidad y eso es lo que me da más miedo de todo. Supongo que necesitaba contarlo.

Y bueno, sin ir más allá, os presento mi diario. Porque así me he sentido mientras lo escribía, como en un diario. Os adjunto, además, una de las canciones que adora uno de los niños del cole. Se llama Queco, de jpelirrojo. Cada vez que la oigo, le veo. Y la foto de mi colgador, el que me hicieron. 

¡Pasad un feliz carnaval!

https://www.youtube.com/watch?v=QprgxYu27nw




Y se acabó. Escuchando los llantos de los niños, los 'quédate', los 'no te vayas', los 'te necesito'. Palabras que se clavan por venir de manos tan pequeñitas, que tienen un mundo en cada palma, que aprietan la vida tan fuerte. 

Y se acabó con ese sabor agridulce del cariño. Con mi colgador todavía gritando mi nombre, esperando que cuelgue en él todas mis dudas, todos los hilos donde tirar, todos los paraguas que eran escudos contra el llanto. Hecho un día antes de irme, estrenado en la misma despedida. 

Y se acabó.  Con abrazos como tiritas para las heridas. En pleno carnaval. En pleno día de lluvia. Con dos nudos en la garganta. Con dedicatorias, vídeos y álbumes. Con palabras clavadas con agujas en el corazón. Y pican. Y duelen. Hacen llagas que no solo marcan la piel, ni la diferencia. Que te escuecen cada vez que haces memoria, cada vez que miras un dibujo. Siempre que te quedas sola. 

Y se acabó. Pisando por última vez aquel pasillo, escuchando sus gritos desvanecerse, deslizando la silla por última vez. 


D  e  s  p  a  c  i  o

Y se acabó aunque no querías, aunque no querían. Buscaron diferentes maneras de no enfrentarse a la realidad. Diciendo quédate, atándome, pidiéndome, rogándome. Pero me fui, aunque jamás lo hice del todo. En ellos se quedó mi rastro y los suyos en el mío. Sus voces hacen eco. La mía ha dejado un hueco. Creo y espero. 

Os echaré de menos, gatos andinos. Esta no es una entrada, es simplemente una manera de tirar el vaso sin mojar a nadie, de llorar escuchando la lluvia y las teclas. 

Y es que no he podido conseguirlo. No he logrado quedarme y eso que lo habéis intentado casi todo.  Jamás pensé que se podría originar algo tan fuerte, tan bonito ni  tan perfecto, cuando entré a esa clase de niños sonrientes. A esa clase de pocos silencios y muchas bromas. De muchos abrazos y pellizcos. De cariño en cada rincón. A esa clase que se quejaba de los deberes cuando eran de inglés pero querían más de catalán. A esa clase que solo hablaba de videojuegos y de retos. A esa clase que me robó el corazón. 

La tristeza que siento por no seguir, por no estar ahí para vosotros supera todo. Y hoy no dejará de llover por mucho que se abra el cielo. Porque he cerrado una etapa, una etapa maravillosa. Y, porque se acabó.

De todos modos, gracias por ser. Gracias.