lunes, 31 de diciembre de 2018

Perder pero solo el miedo

Buenas tardes, renacidos. Hace unos días, hice mi última entrada teniendo como propósito de año nuevo escribir mucho más que este 2018. Pues bien, uno de los pocos refranes que me gustan me recordaron que no hay que dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, (y más todavía, si pasado mañana será otro año y ayer será el año pasado). Así que, aquí os traigo, ahora sí, mi última entrada del año. 

Estoy muy orgullosa del año que he vivido. Sí, orgullosa, porque ha sido increíblemente especial. No más que los anteriores, pero también tiene un lugar especial en los 22 años que llevo aquí. He conseguido varios de mis objetivos, he alcanzado sueños que creía de más pequeña, he abierto los ojos ante muchas de las acciones que llevaba a cabo cada día y que resultaban poco éticas a mi forma de ver... En definitiva he cambiado, y espero que para bien. Dejo este año con toda la energía del mundo. Sonriendo para que el año que viene se mantenga equilibrado en cosas buenas y malas, esperando que siga viendo las mismas caras que hoy vienen a mi mente durante este y todos los años que vienen.

Feliz año nuevo a todos, renacidos. Espero que 2019 solo os traiga ganas de seguir. Un beso enorme y nos vemos el año que viene.

¡Feliz último día del año!


Perdí las intenciones de encontrarme en otro cuerpo, cuando mirándote en el espejo vi que eras más tú que nadie, y nunca querría cambiar ese reflejo. No es que no me gustase agarrarte la mano y perder la mía, es que valoré que separadas también se querían y eran bonitas. 

Somos dos almas que se entienden, se emborronan y se mezclan. Pero no se olvidan. No se olvidan de que pueden separarse si quisieran, aunque no quieren. No se olvidan de que se eligieron pero no para siempre, sino siempre que quieran.  No se olvidan que querer es otra forma de conjugarse a sí mismo pero de la mano de otra persona. Y de que si algún día, todo esto no funciona, habrá valido la pena y no se habrán perdido.

Perdí lo aprendido en el colegio. Eso de que cada calcetín tiene su pareja y de que hay que evitar resfriarse en lavadoras porque sino seríamos medias naranjas. Y la vida no es así como funciona. Nada de exprimirse en brazos de otro, nada de aceptar medias cintas, ni de que todos somos infieles por naturaleza. Ni tú me debes nada, ni yo mucho menos. Nos debemos a nosotros, a lo que sintamos en ese momento. Y por eso nos queremos tanto, porque nos entendemos.

Y entendimos pronto de que va este juego. Uno en el que hay diferentes fichas que van apareciendo en el tablero, y no se comen entre ellas por avanzar 20 casillas. Sino que avanzan en paralelo aunque a veces se tuerzan, porque entienden que las líneas rectas existen para curvarse. Y la más bonita es la que se pierde en el arcén de tu sonrisa.

Me perdí para encontrarme a mi primera. Porque nunca debí olvidarme en la carretera, abandonada esperando a alguien que me recogiera o aceptase pareja como animal de compañía. Me perdí pensando que me encontraba en cualquiera. En cualquiera que me besase y me dijera que era suya. En cualquiera que me dijera "te querré toda la vida. Tú eres la primera." Y ahora sí lo soy.

Perdí la valentía de arriesgar todo lo que sueño por lo que quiero a una persona. Y él me hizo perder todos los temores a elegir, a perder, a equivocarme. Porque lo hacemos juntos, pero no como uno, sino como dos. 

Gracias a ti, sé que pase lo que pase me tendré a mí, y eso no lo pierdo por nada en este mundo.

Así que, si tenemos que perder algo que sea el miedo a perdernos. 


¡Y a vivir lo que nos depara otro año!

sábado, 29 de diciembre de 2018

Imaginándonos enamorados

Buenas tardes, renacidos. Prácticamente dejamos atrás un año y nos acercamos lentamente al siguiente. Qué nos espera en este es un misterio, pero espero que siempre nos queden ganas para averiguarlo. Deseo de todo corazón que tengáis una entrada de año afortunada, en salud y amor más que en dinero, y que salgáis del próximo igual de felices. 2019 solo puede traernos buenas noticias. 

Mi propósito de nuevo año es ponerme más a fondo con mi querido renacer y seguir aportando un pedacito de mí y de vosotros en cada texto. Espero que os hayan gustado todas y cada una de las nuevas entradas que ha traído este 2018. Prometo superarme en el siguiente año y seguir aprendiendo con las palabras, las únicas capaces de renacer sentimientos y recuerdos. Un beso enorme para todos vosotros, mis renacidos. 

¡Feliz sábado! ¡Feliz año!

PD: Sí, vale, sí. La de la foto soy yo. Y me encuentro en Gaztelugatxe, un lugar increíblemente fascinante. 



A veces te imagino. Te imagino desnudo de dudas, sentado en el borde de la cama haciendo ver que pasas páginas mientras las deshaces a cada paso, a cada girar de libro. Haces ver que nada te importa, y sonríes por fuera llevando un chubasquero por dentro. Y me encanta verte tan entero. Nada que ver como te recuerdo, hace apenas unas semanas cuando otro semblante decoraba tu cara, desmaquillándote por completo. 

En ese último tú, más verdadero y sin embargo hiriente, más herido y de tanto en tanto mentiroso, me perdía continuamente. Ya no sabía quién era yo, qué era un nosotros, ni en qué posición nuestros contornos se diluían para formar un solo cuerpo. No sabía cuál era mi lado de la cama cuando tú dormías en ella, cómo me gustaba el café por las mañanas cuando tus despeinados buenos días me saludaban, ni cómo caminar equilibradamente agarrada de tu mano un martes cualquiera. Había desaprendido a quererte, porque ya no eras aquel que me quería. Ni siquiera yo lo era. 

Y, sin embargo, a veces te imagino. Y en mi imaginación me invitas a palomitas jurándome que no has leído el libro, aunque después te pases toda la película riéndote; paseamos aprendiéndonos los dedos del otro; y conversamos alegremente diciendo qué nos depararía el futuro. Eras un lienzo lleno de bocetos azules y verdes y amarillos. Y yo todavía no dibujaba con lápiz. 

Pero cuando te imagino y lo hago continuamente, aún te quiero como aquel día, aunque en realidad no sea así. Quizás, incluso, nunca te quise. Amaba lo que yo era cuando estaba contigo, como ese cepillo de dientes que no conoce pero ama a su compañero de bote. Te quería cómo en mi imaginación, antes de los grises, las gomas de borrar y los resbalones en las calles. Antes de la lluvia que empapa y borra las postales. Antes de volver de París. Antes siquiera de quererte. 

Y por eso, quizás, te imagino. Me hace bien creer o pensar que hubo un tiempo en que te quería. Un tiempo en el que quizás, esas sonrisas desdibujadas me hacían pellizcos en el corazón. Un tiempo en el que tus besos no me dejaban abrir los ojos porque sino el amor se escapaba. Un tiempo de los dos. 

Y ahora, solo me queda querer cómo te quería y lo que quería hace un tiempo. Pero con letra pequeña.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Detrás de la ventana

Buenas tardes, renacidos. ¡Os echaba mucho de menos! Llevo bastantes días preparando una nueva sorpresa, aunque voy bastante lenta... Por ello, he decidido presentaros una nueva entrada. Para ir haciendo boca...

Espero que estos meses os estén sirviendo para conseguir todos los propósitos que tengáis. Yo por el momento he empezado a formar parte de los currantes, que no es algo para tomárselo a broma.

¿Y qué deciros, renacidos? Que soy feliz, como prácticamente siempre. Que tengo un nuevo miembro en la familia que es negro y con mucho pelo, y que se llama Sam. Una cachorrita increíble. 

Y bueno, no me voy a enrollar más. Os presento mi nueva entrada. Espero que la disfrutéis y que reciba noticias de vosotros pronto. 

¡Feliz viernes!

Pd: os adjunto una canción increíble de mi cantante favorito. Se llama Beseiscientosdoce y es de Rayden. Un saludo!!

Pd2: La fotografía la tomé en San Sebastian (País vasco).

https://www.youtube.com/watch?v=DyATqu29NCM&list=RDDyATqu29NCM&start_radio=1



Afuera llueve y adentro nadie sostiene su paraguas. Las humedades han dejado inhabilitada una persona que calla mientras chapotea en el agua...

Mira la que está cayendo, acércate a la ventana y contempla el desierto que has dejado sin agua. De arena está repleto tu cuerpo, tan desacostumbrado a barrerse de tanto en tanto que ha perdido la habilidad de hacerlo. Te has hecho polvo sin hacerme ninguno desde hace tiempo, y nadie puede sacudirte sin llevarte a ti primero. El dolor te ha creado a su gusto y te has dejado decorar a su antojo, sin moverte del sillón, sin prestar atención a la que está cayendo fuera y dentro del salón.

Yo sin embargo, sosteniendo un café que pierde azucares tras cada paso, miro por la ventana y lloro. Lloro por lo qué te has y me has convertido, tan dispuesta al fracaso que fracasé mil veces contigo sin llegar a casarme siquiera, sin decir que sí quería aunque, sin embargo, no he dejado de hacerlo.

Mira la que está cayendo o por lo menos escucha el sonido. Te has vuelto tan eco de palabras, que ya ni el rocío se atreve a cantarte; y antes lo hacía por Andalucía o en cualquier parte. Brotabas de un arrollo, te sacudías en las ramas o cruzabas los prados con un jersey a rayas. Hallabas consuelo de cualquiera que te mirara y sonriera. Y ahora eres incapaz de ver lo que está cayendo fuera... 

Te has vuelto tan impermeable que las lágrimas que brotan se descosen antes de llegar a tus mejillas, ya ni hablemos de tu boca. ¿Y las mías? Ya no importan. Se han tapado del frío con tu indiferencia de lana, que abriga más que tu abrazo, tan helado desde que perdiste las ganas. 

Y sigo mirando la tormenta que se alza, cada vez más fría de cafés y más escueta de palabras, aceptando la rutina como firma sagrada de la vida adulta. Sintiéndome traicionada por los sueños que juré se llevarían a cabo y ahora me llevan a mí hasta el filo de la ventana. 

No saltes, me repito. Y cada vez caigo con más fuerza. Pero tú seguirás sin mirar la que está cayendo fuera...

domingo, 7 de octubre de 2018

Quién pierde qué y a quién

Buenas tardes, renacidos. Se va acercando poco a poco el frío que tanto me enamora de otoño. Sabéis, a casi nadie le gusta el otoño. Recuerdo, en una de las últimas clases que tuve con unos niños de primero de primaria, que cuando preguntábamos cual era la estación favorita de cada uno, siempre salían el verano (claro ganador), la primavera (también muy adorada por los peques) y el invierno (con el que algunos añadían una cara de felicidad como la que pones arropado hasta arriba por de noche). Pero, NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE, siendo yo la excepción, eligió el otoño... Pues, qué queréis que os diga, estoy enamorada de esta estación tan lluviosa, mezclada de calor y frío, de hojas secas, de caracoles paseándose por la calle, de colores naranjas y amarillos, y de locura climática. Me encanta. Así que sí, otoño, soy la única que te defiende pero conmigo no te hace falta nadie más, yo me apaño.

Dicho lo cual, os presento mi nueva entrada. Esta es un reclamo a las cosas que decimos cuando nos enfadamos. Soy la primera que digo cosas que no debería de decir y que piensa que debemos calmarnos antes de seguir calentando la situación, pero... Esta entrada no habla de ello. Habla sobre la posición de muchas personas de zanjar el problema y la relación, amenazando con irse. Si es esta la idea real, adelante; pero si no, considero un gran error jugar siempre con la idea de marcharte. No haces bien a la otra persona, ni siquiera a ti mismo.

Dejando, no obstante, debates abiertos pero barriendo hacia afuera, os presento una entrada que en fondo es bonita, que te hace replantearte varias posiciones en relación al amor y con la que espero renazcáis, mis renacidos.

Espero que septiembre haya estado plagado de buenas noticias y que sino, se os presente un octubre precioso. 

¡Feliz domingo y hasta pronto!

PD: en esta imagen preciosa sale mi modelo favorito.





Le has dicho tantas veces que te vas, que derrapa en la siguiente letra cuando tú no has acabado siquiera la primera palabra. Ha perdido la creencia o la decencia de decirte que no, que no salgas por esa puerta de nuevo, que no habrá otro perdón. Y sin embargo, te perdona y se perdona a sí misma por haberte perdonado, como si tuviese algún castigo encima que no fueras tú, que te has quedado tan debajo que ya ni subes de escalón...

Y qué decir de las veces que le has dicho que se acabó, que no aguantabas más que te llevase la contraria, que tuviese su propia opinión. Te has hartado de decirle que siempre quiere llevar la razón mientras sostienes un discurso grabado que otros te han contado en el supermercado, en la oficina, o sabe Dios dónde o quién, o dónde quién te ha llevado. 

Le haces creer que te ahoga, que te cansa, que te enoja, que diga o haga, que piense o sienta, que se quede callada. Y a veces, lo último es lo mejor. Pero solo a veces. 

Le has dicho tantas veces que te vas, que a veces, se va ella. A su mundo, a las palabras escupidas, a su propio orgullo. Sabe que te quiere, pero a qué precio, a cuántos perdones por día cuadrado que de ahí no salen porque no pueden, por su forma. Sabe que te quiere pero también se quiere ella; y antes elegía, y ahora siempre pierde. Desde el minuto en que anuncias tu partida y cierras la puerta como si nada, sabiendo que volverás a pasarla encontrándote menos cada vez, dejando más tiras de piel que cicatrices. 

Y son tantas y tan caras, que quién las querría comprar en una tiendecita. Quién querría ver pasar trenes toda la vida, escuchando su sonido y llorando su marcha. Para luego volver a verlos pasar por la ventana, llamar a la puerta y entrar como si nada. ¿Quién? 


Te vas y se pierde en ello, removiendo su cucharita en el reloj, esperando que pase el tiempo. Y, dime si debe hacerlo: esperar y desesperarse tras cada intento, aguantar al postre aún sin ver servida la bebida. Quizás con ella se emborrachase y aquella vez ganase la partida.

Porque tú, querido amigo, te estás ganando a pulso perderla.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Perder lo que no se tiene, y otras formas de destrozarte

Buenas tardes, renacidos. Seguramente os pillo con el tenedor en la mano y la televisión encendida. No es un buen momento para publicar, lo sé, pero ha sido el momento, que no es poco. Llevo varios días buscando el momento de escribir una nueva entrada y hoy que he encontrado el espacio preciso, no me he podido resistir. ¿Qué, cómo han ido las vacaciones? Espero que hayan sido inolvidables (para bien). Las mías se han hecho demasiado cortas. Un día estaba leyendo en Badajoz y al día siguiente estaba montada en el coche hasta arriba de equipaje y pena. PERO BUENO, LLEGÓ SEPTIEMBRE. Y con él todo parece que empiece de nuevo, o es lo que siento yo (quizás porque estoy demasiado acostumbrada a empezar cole, uni). 

En fin, os traigo una entrada que habla sobre las perdidas que nunca han sido nuestras. A todos/as nos ha pasado alguna vez que por esperar demasiado hemos perdido la oportunidad, esa que quizá nos brindaría muchas cosas... Bueno, pues de eso hablo en mi nueva entrada. 

Espero que estos meses hayan servido para cargar pilas y venir dispuestos a leerme y leeros en cada una de las palabras de este blog. Deseo que os guste tanto como a mí escribirlo y que nos vayamos encontrando por aquí.

¡Feliz domingo, renacidos!

Pd: imagen propia tomada en Badajoz.


Lo que nunca perdimos es precisamente lo que más echo de menos un miércoles cualquiera. Lo busco en todas partes, como si pudiese materializarse aquello que guardamos en un lugar perdido de nuestra mente. Aprieto con fuerza mis dientes, mordiéndome las intenciones cada vez que te pienso y tú no estás delante. Te fuiste cuando ni siquiera habías llegado, como aquel tren que se cansó de esperar y cruzó la vía hacia otra parte, hacia otro lado. Hacia el despiste que me hizo pensar en mi mano bajando a tus pantalones y que me hizo sonrojarme sin que nadie lo note. Sin que nadie me toque. 

Me sonaste en demasiadas canciones que ahora no encuentran su piano, pues nadie recorre un cuerpo con los dedos si no puede tocarse, si no puede sonar nada. Y no me sonaste cómo deberías, desafinaste en el instante justo en que me crucé contigo, pero yo hice oídos mudos y cuenta nueva. Oídos sordos y de nuevo contamos. Contamos con los dedos chupados de perder otra mañana más pensando en todo aquello que perdimos sin llegar a tenerlo. Y gotea, gotea y vuelve a gotear. Haciendo que cuente a mi gato los números que perdimos por no apostarnos, o por apostar por los números y quedarnos en las letras. Letras que no llevan a ninguna parte y me hacen pensar en pensarte demasiado a menudo de tanto en tanto. Y vuelve a empezar. Y vuelvo a empezar a pensarte y me canso demasiado tarde.

Es curioso que duela tanto algo que nunca ha existido. Es curioso que me salga siquiera una palabra para describir lo que nunca fue nuestro pero gustó tanto. 

A veces pienso en cómo sería la vida sin nunca haber pensado en que nos hemos perdido, pero me trabo yo misma y vuelvo a soñarte desnudo con una manta que nos cubra los miedos. Y en esos momentos parece que funciona. Parece que puedo no pensar en que te he perdido sin haberte tenido nunca. Y me estiro los cabellos, sin llegar a llorar una lágrima pero sintiéndome empapada de ganas. Empapada hasta las trancas y sin poder remediarlo. 

Ni las tiritas curan un corazón herido, ni las heridas sanan un corazón que pierde litros. Y este gotea, gotea y vuelve a gotear. Como un tejado torcido que hace entrar en casa todo aquello que quieres dejar fuera. Como un corazón dormido que no puede dejar de despertar.

lunes, 23 de julio de 2018

Dejándote y dejándome en todas partes

Buenas tardes, renacidos. Hace calor y todos lo sabemos, sin embargo ayer en mi ciudad granizó con un sol increíble. Casi ni me lo creo. Estas pequeñas tormentas de verano me parecen tan increíbles como los regalos, siempre te sorprenden si no se ven venir, claro. Pensando bien en los regalos, siempre hay uno o dos que se quedan marcados de por vida en tu cerebro. Unos pocos que se mantienen como pequeños tesoros en tu mente, ya no por su valor físico o material, sino por los recuerdos que conllevan: aquel que te lo regaló, aquel momento en que te lo dieron, etc. 

En fin, en este día tan caluroso os traigo una entrada que habla sobre el amor, para variar. Llevaba unos días mejorándolo para conseguir el mejor resultado de él y el mejor regalo posible para este día caluroso de julio.

Junto a ella os adjunto una canción que me parece divina, interpretada por Alfred García: que nos sigan las luces. 

Espero que estéis pasando unas felices vacaciones o como mínimo un buen verano, renacidos. Seguimos en contacto.

¡Feliz lunes!

PD: la imagen fue tomada en Andorra, por si alguien está interesado en ver con sus ojos este precioso lugar.

https://www.youtube.com/watch?v=iXsQU9mvKSo



Nunca me dejaste o al menos no cómo yo esperaba. Dejaste un rastro de ti y de mí juntos, que no se puede sacudir de los huesos, que hiela incluso en Sevilla, que nos mantiene presos en una espiral de: y si me dejaras, yo qué haría.

Pero no me dejaste, te dejaste en todos los pliegues de mi cuerpo. En los huecos ocultos de mis brazos donde nos escondíamos del sol de verano, en donde aparecían nuevos puentes que cruzar de la mano. Y nos descruzamos, de todo aquello que decía la gente. De que la distancia hiere, olvida, y no siente piedad de los dos locos suicidas que se tiran de cabeza a los brazos del otro. 

No me acunaste como debías y aún así aquí sigues. Abrazado al pecho que aún grita tu nombre, que aún nos recuerda como el hombre y la mujer que apostaron hasta que todo estaba perdido, y aún así encontraban la salida. Como aquellos dos tontos que no sabían que la distancia no hace el olvido, sino la costumbre. Y no es que me acostumbrase demasiado a ti y eso me hiciera perderte. Es que normalicé noches soñándote a mi lado, con el aliento en la nuca de aquel que grita que te quiere y luego se acurruca como si no hubiese ocurrido nada. Lo normalicé tanto, que perdió la gracia cuando pasó. Y se pasó de estación mientras yo continuaba durmiendo a su lado y pensando cómo me gustaría que todo lo que había soñado pasara y se quedará a mi lado. 

Te fuiste sin dejarte todo lo que había antes de ti. Enmarañando toda mi vida como si fuéramos un lienzo que se descose y pierde hilos de su uniforme. 

Te fuiste y no me dejaste, sino que te dejaste a ti por el camino. Olvidándote las canciones que dicen tu nombre y que todavía resuenan en mis labios. Dejándote en el medio del salón años de risas y llantos, como si todo fuera un culebrón que se muerde la cola. 

Te dejaste las promesas que me debías, los regalos que me entregaste, los momentos de mi vida que ahora te exige este cuerpo enclenque. Este cuerpo dónde firmaste demasiadas treguas, dónde todavía se lee tu nombre. 

Te has dejado en cada rincón de mi vida, presumiendo de que te marchaste. Y yo, como una tonta, juro que todavía sigues en casa, que esperas a que llegue con la tele apagada y las ganas encendidas. Le digo a todos que es mentira, que no te marchaste del todo, sino una pequeña parte de lo que eras y eso no es irse. Es quedarse con tanto que pica, con tan poco que rasca. 

Así que solo dime una cosa, si me has dejado, por qué no te largas de una vez de mi lado...

lunes, 2 de julio de 2018

Encantados por y de conocernos

Buenas tardes, renacidos, hoy he vuelto!!! Y con las pilas muy cargadas. Sé que he tardado mucho no, muchísimo en aparecer por aquí, pero el último año de universidad me ha quitado mucho tiempo. Y ahora, por fin, es mío. Una maestra de primaria más en las calles! Estoy muy feliz, renacidos. Porque he conseguido una meta más y porque no pararé hasta conseguir otro de mis sueños, que aún sigue luchando y que depende de todos vosotros. Aunque parezca absurdo, el aumento de seguidores me da alas para conseguir llegar a mi objetivo, a que se tome en serio todo lo que aquí se escribe, a que se tome en serio lo mío y lo vuestro, y las palabras. Ya sabéis que llevo tiempo persiguiendo la publicación de mi libro, y no me rendiré hasta que Anna pueda existir. Sé que cuento con vosotros siempre, muchas gracias.

Mi entrada, pues, tras tres meses de inexistencia trata de amor. Deseo con toda mi alma que os guste, renacidos. Y que volvamos a hacer cositas que os hagan soñar con las palabras y la fuerza que estas tienen en todo. 

Junto con esta, os presento una imagen tomada en la Seu d'Urgell, un lugar encantador que sin duda recomiendo visitar.

¡Espero tener noticias vuestras, pronto, renacidos! ¡¡Feliz lunes!!



Me encanta ponerme en tu piel y que sea la mía, que nunca se haya dejado un río entre medio de nuestras rocas y sin embargo tantos campos encharcados de saliva entre las bocas. Hacer cascadas que recuerden a carcajadas perdidas en cuevas de ecos mojados. Que seas tan tuyo que consigas hacerte mío por minutos. El hilo que te queda de voz después de haber fracasado. 

Me encantas porque no eres tan diferente al resto y sin embargo, ninguno se parece a ti. Nadie tiene ese olor dulce que tiene tu piel y se llama hogar, ni esas manos largas de pianista que tanto te gusta recordar. Como los demás, odias lo injusto, pero lo justo no es lo mismo que todos piensan. Creas un mundo con cada nueva idea y te frena el hecho de que algunos no vean lo que tú ves o prefieran dejar para más tarde aquello que tu peleas con cada baile y vaivén del día. Eres la armonía perfecta de los polos. Congelas a tu modo a la vez que ardes, confundiendo frío con calor, silencio con gritos y locura con amor. 

Eres tan tuyo que a veces picas en el costado. Me sale sarpullido de solo pensar que podemos ser algo que no sea un nosotros. Que podamos arrebatarnos la identidad solo rozándonos y dejando que la chispa haga el resto, queme el yo y el tuyo, y nos vuelva vuestro con un simple chasquido. 

Juro que resuenan en cada una de las paredes de mi cuerpo tus miles de te quiero perdidos en el tiempo. Todas y cada una de las veces que lo conjuraste como si resultara fácil hacerlo. Yo aún pruebo de encontrar la palabra idónea que etiquete lo que siento y cómo me sientas. Cómo consigues hacerme cambiar el día con una simple sonrisa que parece el mecanismo más complejo.

Me encanto a tu lado. Me veo más posible cuando te veo sonreírme a cualquier tontería que yo digo o hago. Me encanto porque me descubro cuando estoy cerca tuyo, no porque mi mundo empiece contigo, sino porque a tu lado me parece más bonito, [no más humano, como dirían expertos].

No te necesito para vivir, no moriría por verte cada día, no soy yo gracias a ti, ni existo porque tú lo haces. Esas son estupideces que creen otros, no nosotros. Y digo nosotros porque nos hemos confeccionado un vestido en el que los dos cabemos, al que recurrimos para hacer las paces y que siempre acaba en abrazo u horizontal. Somos un desastre como protagonistas de una historia de amor, pero nos queremos. Y me encanto más de esta manera, haciendo de esta historia inventada por nosotros, una historia verdadera.

sábado, 7 de abril de 2018

Audiopoema: Ya verás

Buenas noches, renacidos. Soy tan feliz!! Si recordáis, hace unas semanas aseguré que si este, nuestro blog, conseguía las 6.000 visitas tendríais una sorpresa. ¿Y qué me encuentro cuando lo miro? 6.048!!! Increíble. Sois sencillamente, increíbles. Y lo prometido es deuda. Os presento mi pequeño regalo, una joya que tendré siempre guardado en mi reproductor y que deseo que os guste tanto como me gusta a mí. 

Me encantó crearlo, el proceso, las sensaciones que sentí mientras la voz iba rasgando las palabras, lo que se decía... Fue mágico. Espero que os encante, y me está costando horrores no escupir todo lo que detalla este pequeño obsequio, pero es que quiero que lo tengáis vosotros, que lo escuchéis y que juzguéis. No puedo decir ni quiero, nada más.

Por lo tanto, aquí os dejo mi nuevo audiopoema con el contenido de la última entrada y con una sorpresa muy especial. Os adoro, renacidos. Seguid así!!! Gracias de nuevo por todo, hacéis demasiado sin pretenderlo.

¡Feliz sábado!

PD: comentad que os parece. Quiero saber vuestra opinión!!!!


lunes, 19 de marzo de 2018

Ya verás

Buenas tardes, renacidos. Sinceramente, no tengo muchas palabras en el día de hoy. Me siento demasiado lenta y silenciosa este día, alejada un poco de la Tierra. Quizás los sueños y nervios me han hecho explotar de una forma discreta, tan discreta que dudo que haya acabado de explotar. ¿No os pasa que a veces exigís tanto de vosotros mismos que termináis agotados y sintiéndoos que no sois dueños de vuestra propia vida? Quizás estoy dejándome llevar demasiado por mi apatía de hoy, pero lo he pensado. Me siento tan feliz de como soy en mí misma, pero a veces tan decepcionada de lo que proyecto. Es complicado de explicar e imagino que mi ida a la Luna no me está ayudando a explicarme con claridad, en fin.

Paro de hablar de mi vida y os presento mi nueva entrada. Algo triste, lo siento. Pero no puedo evitar hablar de la tristeza porque es un sentimiento tan puro y real. En cierto modo, me fascina. Aunque la prefiero lejos, como nos pasa a todos.

Os animo a escuchar la canción de Andrés Suárez y Funambulista: "Ya verás". Fuente de inspiración de esta entrada y a la cual hago guiño con el título y entrada de la gran mayoría de estrofas/párrafos. Espero que os guste, renacidos y que no estéis pasando por algo así porque es realmente triste. Y os quiero muy felices!!!

¡Feliz lunes, aunque cueste!

Pd: 5987 visitas, WOOOOW!

https://www.youtube.com/watch?v=QINbgIJRPSQ




Ya verás como me olvidas, amor. Y no tendrás la culpa de ello, ni siquiera yo, que me culpo tanto de no haberlo conseguido, de habernos fallado en el momento en que más nos necesitábamos. Aunque siempre lo haremos, aunque nunca lo recordemos; pues nuestras manos seguirán esperando el hueco exacto del otro, y lo fácil que era unirlas sin dejar espacio a la duda. Ya verás como me olvidas, cuando la luna bese tu columna y plante estrellas y lunares. Por durante el día quizás me recuerdes o simplemente te venga un recuerdo vago e hiperactivo a la mente, en forma de olor o de eco por todas aquellas carcajadas que todavía resuenen en tu vientre.

Pero de la misma manera que abriste la herida, tú o alguien diferente a mí, la cerrará de un portazo que no suene en mi portal, pero sí en mi tripa. Y cuando él suene no me podré abrigar con tu abrazo, porque ya no estarás. Quizás otro ocupe tu lugar. Más pequeño, porque lo agrandaste demasiado para estar completo por otra alma diferente a la tuya. Porque habrá demasiadas canciones que seas tú o nosotros. Porque habrá demasiadas banderas que lleven nuestro himno, que besen nuestra tierra o que esperen nuestro regreso. Y no ocurrirá.

Ya verás como me olvidas, y yo no te podré olvidar. No me refiero a que te será sencillo, pero quizás alguien lo haga por ti. Te recuerde lo que vales, lo que eres y que nadie te podrá querer más. Y, seguramente no te supe querer como merecías, ni tú como yo lo esperaba. Pecamos de querernos mal y a tiempo parcial, exhibiendo reproches del otro como si fuéramos perfectos o como si esperásemos que el otro lo fuera por nosotros. Y ni lo fuimos, ni lo soy, ni lo serás. Porque el ser reales nos hizo precisamente posibles, nos hizo querernos abrazados al irnos a dormir pero separarnos inevitablemente al quedar dormidos. Y era algo mágico, despertar y buscar la mano del otro, unir dos cuerpos, encerrarnos en los últimos resquicios de sueño antes de levantarnos. Porque al ser reales todo lo fue. También las peleas que acabaron en pausas o en paces. También los besos, que se saltaron todas las vías y redujeron dos cuerpos a uno. También los engaños, las confesiones, las mentiras y los finales.

Ya verás como me olvidas y cualquier día me cruzo contigo. Aunque lo haga con el alma rota y con la mirada de una desconocida que te conoce tanto que duele. Que le impide seguirte a donde vas, mirar lo que ves, y entender que la vida te ha hecho fuerte y feliz. Que me has superado como se hace con las enfermedades o decepciones. Porque yo no conseguí la cura, tan solo hundirme y herirte. Como a mí misma.

Ya verás como me olvidas y quizás cuando yo esté apunto de olvidarte, abrumada por el conocer a alguien que ya no me recuerda a que debo olvidarte, sino que me despierta del trance de culparme por no ser valiente aquel día; vuelvo a recordarte. Me pasará por la mente una fugaz fotografía tomada cuando desayunando en la cama me dijiste que me amabas y que ya verían las canciones de amor lo que era quererse. Y yo sonreiré desnuda de pena, en cuerpo y lágrima, diciendo: esto era quererse. Perderse para siempre en el otro y no volver a encontrarse sola...

sábado, 17 de marzo de 2018

Hacer y deshacer

Buenos días, renacidos. He tardado mucho, lo sé. Pero esta vez no le puedo echar la culpa al tiempo, sino a la inspiración. Llevo semanas con ganas de escribirme y escribiros, pero no me salía nada con sentido. Y preferí dejar correr el tiempo, esperar que un día sentada, los dedos empezaran a teclear sin descanso. Hoy es ese día. 
De momento, por mi vida, las cosas no han cambiado mucho. No estoy en la mejor etapa, pues me siento quizás aburrida o cansada de lo de siempre, de las decepciones y de los hachazos. Tengo una vida muy feliz  y plena, pero de vez en cuando, como cualquier ser humano, ves el vaso más vacío de la cuenta. Cosas que pasan...

Me gustaría también añadir que en mi cuenta de youtube, estoy colgando canciones que se pueden relacionar a las etiquetas de cada entrada. Véase pues: drama, amor, etc, etc. Así que si en algún momento estáis interesados en oír alguna canción con la entrada, entráis en Youtube, buscáis Gisela López y podéis oír canciones relacionadas con las etiquetas de las entradas. 

Y, bueno, de momento poco más que añadir. Intentaré próximamente, si estoy inspirada, pasarme por aquí y compartir mi mundo. Mil gracias por seguir creciendo pese a mi ausencia. Estamos cerca de llegar a las 6000 visitas. Todo un logro que pienso celebrar con alguna sorpresita!

Y, ya poco más, espero que os guste, renacidos.

¡Feliz sábado!

PD: la foto es mía!!



Te escribo desde la cama deshecha, llena de rimel seco en la punta de cada almohada que lleva tu olor empapado de mis lágrimas. No sé que me has hecho... Pero ya no soy capaz de hacerme de otra manera. Intento deshilachar lo que éramos para encontrar la persona que era antes de conocerte. Resquicios de un amor corto e imposible. Pero me quedan demasiadas madejas de lo que prometimos, de lo que íbamos a ser siempre. Y no me deja avanzar, ser capaz de reconstruirme sin empezar por el tejado, sin lanzar los ladrillos a las ventanas desde las que te miraba y me veía a mí por dentro. Y todo me pesa, aunque me sienta ligera cuando me arrodillo en la cama, buscando a gatas una razón para levantarme y salir afuera. 

Y no a buscarte. 
Porque inevitablemente me busco a mí misma reflejada en tus ojos.

Y no pedirte que me beses, porque tus besos ya perdieron el interés de mecer mis antojos. 

No sé qué me has hecho, pero quiero que dejes de hacerlo. Porque yo no puedo hacerte en mí, cada día que pasa. Ni deshacerte como pensaba hacerlo en el momento en que te fuiste de casa, sin portazos, sin arrepentimientos, con la mirada alta y el corazón abierto. 

Y sé que me cerré por completo a las cuatro esquinitas que rigen las normas de mi cama. Pero ya esto, se me queda pequeño. Me hace hacerte en cada pensamiento y deshacerme cada vez que te pienso. 

Porque desde hace varios meses, hacerte me deshace por dentro. Me hace olvidarme de que yo en otro tiempo, era importante, necesaria, suficiente. Cada vez soy menos yo, y más nosotros. Nunca llegué a ser tú y de eso, al menos, me alegro. Porque no hubiera soportado ser el reflejo en tu espejo. Y en cierto modo, nunca he dejado de serlo; pues te hago más veces a ti, que a mis propias manos, que a mis propios miedos.

Tú, sin embargo, hiciste y deshiciste a tu modo, a tu agrado. Entraste por la puerta, te tumbaste en la cama, clavaste la bandera pero luego la estaca y te perdiste en las sábanas como si fueran de arena, y saliste por la puerta que hace mucho no se cerraba. Dejábamos correr el aire, que la gente supiese lo que significaba amarse bajo las normas de un cama de cerezas con olor a principio, a cosquillas y a pérdidas de calcetines. Rompíamos las fronteras entre el tú, el yo o el nosotros. Y hacíamos la cama para deshacerla, como ritual indispensable para luego firmar la tregua cuando salíamos de la guerra.

Y ahora...Deshecha. 
La cama y yo. 
Yo y la cama. 
Echándote de menos ambas, y queriendo que nos hagas por partes, para deshacernos juntos y volver a formar un nosotros que ahora pesa demasiado en la boca. Ya nadie lo pronuncia, ya nadie lo provoca. Ni siquiera las historias de amor con finales felices. 

No sé qué me has hecho, pero no me deshagas más por dentro. Deja de hacerme en cada recuerdo, deja de deshacerme a cada segundo. No prometo que deje de hacerte cuando te sueño, pero al menos despierta, quiero hacerme de nuevo.


miércoles, 21 de febrero de 2018

Reflejada en un vaso

Buenas tardes, renacidos. Hoy hace un día extraño, ni llueve ni deja de hacerlo. Al menos por Barcelona, claro... Pero me gusta esta pequeña pausa, esa sensación de estar en el margen de lo que está ocurriendo y de lo que puede o ocurrirá. ¡Hay tantas cosas en el tintero, renacidos!

Podría hablaros de millones de cosas. De cosas nuevas que están pasando y de cosas que espero que ocurran de aquí a poco. Por el momento, os cuento que seguramente apareceré menos por aquí. Sí, me temo que sí. Si todo va bien, empezaré un voluntariado que me tiene muy ilusionada. Es en un hospital e implicaría una labor preciosa que me tiene muy emocionada!! Aún espero respuestas, pero todo a su tiempo. 

Por otro lado, sigo probando suerte enviando mensajes a más editoriales. En concreto, tengo una a la que ya he enviado mi manuscrito y que por el momento, tiene interés por saber más de mí. Ojalá, crucemos los dedos!

Y poco más que contar por hoy... Os traigo una nueva reseña, la primera que publicaré en Edición Anticipada, un espacio de la editorial Caligrama que, si no os he comentado en otras entradas, consiste en que me envían libros y yo debo leerlos y hacer reseñas. Demasiado renacer como para dejarlo escapar, ¿no creéis? Así que en eso estamos. 

¡Espero que os guste y os anime a leerlo! 

¡Feliz miércoles! 



SINOPSIS
Hace tiempo que Rubén Alday busca refugio en el fondo del vaso. Sus tiempos de escritor de éxito han quedado atrás y solo el alcohol logra llenar su vacío. Por eso acude cada tarde al mismo bar en busca de la anestesia que le calme el dolor. Y todos los días la chica de mirada triste se sienta frente a él, escondiendo su pena tras un libro.


Poco a poco el novelista acaba idolatrando a esa curiosa musa, hasta que descubre que ella es su última oportunidad para escapar del abismo. Pero cuando al fin reúne valor para hablarle, la chica no se presenta en el bar. Al descubrir que su musa ha sido asesinada, Rubén inicia una desesperada investigación para encontrar al culpable y vengar su muerte.



RESEÑA ENTRE PALABRAS

Reflejada en un vaso. Esa es la sensación que he tenido en todo momento al leer este libro. Al principio, no obstante, creí que me sentía en el fondo, dónde la mirada melancólica de Triste, perdía toda esperanza de salir de él, dónde el protagonista ahogaba sus penas y sus palabras por el miedo o la vergüenza de enfrentarse a la vida. En el fondo creo, que todos se van ahogando en cierta manera en una historia que parece triste y dramática, dónde el autor nos narra la vida de un hombre fracasado que sólo sabe encontrar consuelo en su rutina alcohólica y denigrante. 

Pero no. En todo momento, nos encontramos reflejados en el vaso, quizás más detrás de él que en el fondo. Nos encontramos nosotros y los mismos personajes, pues Triste, no deja de ser el reflejo que da Sílvia sobre el cristal que ahoga sus penas. Es la apariencia que se gana por la tormenta que vive, por el dolor que mantiene su corazón encogido y que refleja en cada uno de los vasos que visten su garganta. Pero, ¿y Rubén? Quizás el reflejo que ve en aquella chica, a través de su vaso, no deja de ser el reflejo que él mismo proyecta en el mundo. Quizás no ve en el vaso de Sílvia tristeza, sino en el suyo propio; en el de un hombre triste que ha perdido la inspiración, la emoción por la vida y las palabras de camino a una rutina manchada y marcada por la bebida y las decepciones. Además, incluso la obsesión de Rubén por la desconocida, nos puede recordar al reflejo que hace él mismo sobre Triste del amor incondicional, a primera vista o real. Él refleja esa emoción en una desconocida que no hace sino beber en un lugar frío de Vitoria. 

Y, a la vez, nosotros y el autor, reflejamos en el personaje central tristeza, lo culpamos de la rutina que mantiene viva su existencia y le cargamos de todos y cada uno de los prejuicios que aprendemos de la sociedad, reflejando nuestra propia opinión sobre un personaje que bien puede ser feliz en esa vida, pero que a nuestro parecer y al del propio autor, no es así.
Quién sabe...
En cualquier caso, el libro habla de vasos que reflejan, de espejos con olor a resaca y de la obsesión de un escritor por aclarar la muerte de aquella que cree estar enamorado. 

Sin embargo, desde una mirada crítica, considero que la historia podría dar mucho más de sí. No estoy diciendo que sea necesario escribir demasiadas páginas para conseguir un mejor resultado, pero creo que la forma de narrar los hechos es demasiado rápida. Y es que, desde mi punto de vista, el género de novela negra, merece más. Merece parar atención a cada momento de la trama, a engancharse en cada nuevo punto al que se llegue y no encontrar de forma tan rápida todos los acontecimientos. Quizás lo que necesita es tiempo, tiempo para hablar pausadamente de quién es Rubén, quién es la inspectora, quién es Silvia y qué ocurre alrededor mientras se mantienen los diálogos.

Como conclusión final, os recomiendo leerla. Todo escritor merece ser leído y toda historia merece ser contada. Lo que yo he encontrado en este libro es una reflexión acerca de cómo entendemos la vida, cómo comprendemos el amor, y de qué manera todo lector acaba reflejado en el libro que lee. 


Sólo me queda desearos que os reflejéis en el vaso de esta novela negra y disfrutéis de la melancolía que baña cada palabra en tinta. 

lunes, 12 de febrero de 2018

¡Llora!

Buenas tardes, renacidos. Mi idea de ir pasándome cada semana de momento se está cumpliendo. Y sí, sigo esperando noticias. Noticias para mí, para vosotros y para todos. De momento, toca esperar. Sin desesperar si es posible.  

Para no irme enrollando en explicaciones de mi vida que seguramente interesan poco, os introduciré mi nueva entrada. Es la tercera entrada con homenaje a poemas que os presento y estoy muy contenta de ello. Esta vez os traigo un poema de Gustavo Adolfo Becquer, uno de los más grandes de la historia. Y, de nuevo he homenajeado uno de sus grandes poemas, en concreto, rima XVIL. Lo he homenajeado como con los otros precedidos, usando su esquema de base, pero variando en cierto modo la forma de expresarse. Yo no soy Becquer, ni podría serlo aunque quisiera. Él es único y yo solo una renacida que ama su trabajo, su poesía, sus palabras. Por ello, espero que guste y no sea para nada un insulto al maravilloso poema que él nos escribió. No hay que hacer comparaciones, solo leer y dejarse renacer.

¡Espero que hayáis pasado un buen martes y hasta la próxima!

¡Gracias por las 5840 visitas, sois muy grandes!




Como en un libro abierto con olor a olvido, sangrando por el fino hilo que antes cosió su cubierta, ahora rasgada, leo en tus pupilas una lágrima quemada. Y sé que la quemaste intentando engañar al espejo que tienes delante, que te lee con guantes de plata mientras tú esquiva, te deshaces las lágrimas a sonrisas. Sin embargo, ¿qué gana fingiendo el labio, risas que desmienten tus ojos? ¿Te piensas que no lo noto? ¿Qué pasa para mi desadvertido ese brillo empolvado? ¿Esa mirada de tus ojos? 

¡Llora! No sientas vergüenza de gritar con sollozos que me quisiste un poco. O que fue demasiado. No hay nada de malo en amar desfasado o con sobrepeso. 

¡Llora! Nadie te escucha. No pueden juzgarnos. Nadie puede decir que lloramos en vano. Y si lo hacen, ¿qué nos importa? ¡Qué hablen, qué nosotros lloramos por algo más importante!

¡Llora! ¿Qué más da si nos miran?

Ya ves; yo lloro... y no lo hago a escondidas. 

martes, 6 de febrero de 2018

¿Enteros o no?

Buenos días, renacidos. No hay nada más bonito que escribir o vivir bajo la lluvia. Llevamos unos cuántos días en que el cielo está encapotado pero nadie lo quiere desencapotar. Me alegra saberlo, porque la tranquilidad de un día de lluvia, no se puede comparar con ningún otro. No sé si es el silencio en las calles o el sonido de la lluvia al impactar contra el cristal, lo que crea esta tranquilidad. Pero me encanta. 

Antes de empezar a introducir mi nueva entrada, me gustaría agradecer a los seguidores que se han incorporado nuevos que hayáis decidido dar el paso y cruzar el umbral. Somos 23, pero yo sé que hay más gente que escondida lee este íntimo blog. Sois increíbles y me hacéis tan feliz que creo que las palabras vuelan... Muchas gracias, chicos. Hacéis de este, mi pequeño sueño, una realidad cada día.

Además, también me gustaría añadir cositas nuevas que están ocurriendo esta semana y que me tienen algo ocupada. Las necesito contar para creérmelas un poco más y manteneros informados sobre lo que pasa a mí alrededor. La primera de ellas es que esta tarde voy a enviar mi manuscrito por fin a una editorial. No es nada seguro. De momento solo quieren leerme, saber un poco más sobre Anna, la protagonista de este libro. Lo importante es que va a sobrepasar un poco más la frontera que existía. A día de hoy solo he compartido esta historia con mi madre, la mujer que ha hecho que me enamore de las letras desde que era pequeña. Pero ahora, eso se ha acabado. Y estoy muy emocionada!! Cuando reciba noticias, os iré comentando. Lo prometo.

Otra razón de que esté tan ocupada es que estoy pensando nuevas secciones para el blog. Quiero que siga creciendo, que tenga más contenidos para ampliar el repertorio. Entre ellas, voy a dedicar un pequeño espacio de audiopoemas a narrar con otras personas, las entradas que voy publicando. Creo que es una bonita forma de presentar las palabras, viniendo de la voz de personas tan increíbles como las que os presentaré en cada audio. 

Y bueno, de momento poco más os puedo contar. Hay más cosas en el tintero, pero ahí siguen, entre tinta. 

Espero que os guste esta nueva entrada que como veréis no mantiene tanto la línea de prosa poética, sino que incita más a la reflexión sobre cómo entendemos el mundo y cómo nos venden este. 

La imagen que hace de portada de esta nueva entrada, es una fotografía tomada en mí bonito viaje a Calella, un lugar que hay que visitar.

Espero que os guste y si os animáis y queréis, dejad vuestros comentarios. Pensad en qué opináis vosotros sobre la vida y las mitades. 

¡Feliz martes y gracias por las 5765 visitas!



Inclinada sobre un ángulo recto, formado por el paralelismo infinito que existe de vida y de descanso, descubrí que ni nos sumamos ni nos restamos, nos multiplicamos por uno. Por un beso a ciegas, por una foto descalzos, por un paisaje en llamas, por un recuerdo borroso... Y de esta manera no vamos siendo más y más, no empezamos siendo poco y acabamos siendo mucho. No necesitamos más cantidad de estímulos para crecer, para dar frutos. Sino que, poco a poco, aquello que siempre fuimos termina siendo el resultado de lo que vamos siendo al largo de la vida. Siempre diferente, pero con la misma esencia. 

Sin embargo, no es así para el resto del mundo. Fuera de ángulos y geometrías, como si esto fuera tan sencillo, nos dicen que somos la suma de cada una de las cosas que vivimos al largo del día, al pasar la semana, al llegar al año. Nos sumamos y restamos con cada acción que pasamos, como si fuera tan fácil alterar nuestro resultado. 

Dejamos a nuestra pareja, lloramos por la muerte de alguien, nos equivocamos de puerta, y esto nos lleva a restarnos. ¿A ser menos nosotros? ¿Y más como quién? Porque la conmutación es así en todas partes. ¿O es que acaso sólo nos quitamos? Nos bajamos durante un instante del tren de madurar y crecer, y ¿en qué parada subimos? ¿En cual nos hayamos? ¿Dónde se quedó aquel tren que nos dio cobijo, que nos guiaba hacia un destino que ahora está alterado?

Yo considero más sencillo creer que somos lo que siempre fuimos, pero con un sinfín de números por el medio, desordenando nuestra cabeza y nuestro bolsillo. Dejando que se nos pierdan hilos y nos deshilachemos, pero que siempre seamos nosotros; el mismo ovillo con el que empezamos a enredar la vida. Porque nadie nos quita o nos suma tanto como para perdernos. ¿Realmente alguien siente que antes era menos? ¿Que ha ido subiendo desde cero? ¿Y qué pasaría si no lo hiciera? ¿No sería el mismo? ¿Y entonces quién sería?

Es complicado entender cuánto nos mienten diciendo que somos una mitad incompleta. ¿Incompleta de qué? ¿Qué significa estar entera? Muchos dirán que el amor nos hace completos, que saber de ciencia o de lengua nos hace ser un producto entero. Pero, ¿de verdad lo pensáis así? ¿Que sin esas cosas, sin todas esas sumas que no son más que una multiplicación por uno, no seríamos nosotros? ¿Estaríamos incompletos?

Seríamos igualmente nosotros. Porque nada nos da ni nos quita tanto como para perder quienes somos. 

Y a mí, personalmente, me fue bien saber que ni nos sumamos, ni nos restamos, nos multiplicamos por uno. Por todos y cada uno de nosotros, de lo que vivimos, de lo que no, de lo que deseamos o de lo que nunca quisimos. Y siempre tendremos el mismo resultado, pero la magia de la diferencia, se centra en que no todos multiplicamos 
                     con los dedos. 

martes, 23 de enero de 2018

La magia de ser Sofía

Buenas noches, renacidos. Sí, habéis leído bien. Aquí las cosas están empezando a tomar una forma demasiado bonita y emocionante... A partir de hoy, día 23 de enero de 2018, inauguro una nueva sección al blog: las reseñas. Y os preguntaréis por qué me he animado justo hoy, a hacer esta nueva sección. Pues veréis, llevo un tiempo pensando qué debería de hacer para no estancar este blog, para hacer que avance en este largo y bonito camino. Ha sido pues por esta razón junto con otras muy importantes que todavía no os puedo explicar, que he añadido esta nueva sección.

En esta, como habréis adivinado, hablaré sobre libros. Sí, de momento me he animado a hablar sobre libros, aunque no descarto hacer en un futuro reseñas cinematográficas. Sería también divertido y bonito, además de muy constructivo. Porque os puedo asegurar, renacidos, y creo que muchos de vosotros ya os habréis dado cuenta, que estoy aprendiendo muchísimo de esta pequeña aventura. Aún recuerdo cuando escribía mirando mi ventana mojada por la lluvia, mi primera entrada. Cuánto ha llovido desde entonces... En ambos sentidos. 

He notado tanto la madurez, renacidos. Mi última entrada antes de esta, ha sido fantástica, desde mi humilde punto de vista. 

Y, pues, por todos estos factores, me he animado a empezar algo nuevo. Y lo hago precisamente con el libro que hoy he acabado. Libro que tiene una continuación y que se me ha hecho demasiado real para estar escrito. No sé si me explico... Hay veces que las palabras consiguen enseñarte de forma exacta una realidad que en verdad es ficticia. Increíble...


De modo que, os animo a leer esta reseña y, claro está, a leer este maravilloso libro.


¡Feliz martes!


PD: Gracias por esas 5671 visitas. Sois muy grandes!!





SINOPSIS:

Sofía tiene tres amores: su gata Holly, los libros y El café de Alejandría.
Sofía trabaja allí como camarera y es feliz.
Sofía no tiene pareja y tampoco la busca, aunque desearía encontrar la magia.
Sofía experimenta un chispazo cuando él cruza por primera vez la puerta.
Él aparece por casualidad guiado por el aroma de las partículas de café...
...o tal vez por el destino.
Él se llama Héctor y está a punto de descubrir dónde reside la magia.




RESEÑA ENTRE PALABRAS

Antes de leer este libro desconocía qué era la magia realmente. Beta Coqueta no nos habla de hadas, de brujos, o de campanillas que hacen sonarse cuando se enfadan. No. Habla de la magia de ser reales, de lo real que puede llegar a ser la magia. Nos describe en páginas que se quedan demasiado cortas y que se devoran con facilidad, que la magia es mucho más que aquello que creemos imposible. Se puede servir en tazas pequeñas que echan humo y pierden purpurina. Y no son cosas invisibles. Se palpan, se ven y tienen su propio olor. Como el de la madera que se mezcla con las naranjas... Del mismo modo, poco a poco, entrelazándose con un hilo rojo que no ahoga sino que hace cadenas irrompibles; se forja un amor que parece propio de un cuento de hadas. Pero no un cuento de hadas donde chica conoce a chico, se enamoran y viven felices para siempre. No. Ellos no viven en una aldea de casas de madera o con enanitos trabajando en la mina de al lado. Ellos viven en una capital bañada por la rutina y las prisas, donde parece que el único desahogo se respira en una cafetería humilde de trabajadores alegres y joviales que siempre tienen un consejo, una opinión o un café hecho a tu medida. Y no son perfectos. Él no viste trajes de gala, no es un príncipe por todo lo que tiene, sino por lo poco que le hace falta para ser él, y ser feliz. Y ella... Ella es un caos maravilloso. Una caja de confeti que explota en mil colores a cada hora. No es una mujer que siga el canon de belleza. Pero ni a ella le importa, ni nos importa a todos los demás. Sofía es demasiado hermosa para pensar en esas cosas.

En definitiva, Beta Coqueta describe la magia de la vida. Una magia que puede ser buena y mala a partes iguales, como el café cuando se enfría. Utiliza el humor, amor, el sexo y la poesía a partes iguales; aludiendo frases magníficas que han pasado a la historia y agregando nuevas que nadie debería olvidar. Entre ellas, nos explica que el amor definitivo no es aquel que queremos, sino que necesitamos. Nos dice que lo mejor que podemos conseguir de él, del amor, es que sea real. Y nos va enseñando sin darnos cuenta de lo mucho que estábamos equivocados...


Considero que es un libro que explica una historia de forma inteligente y poética, que habla del amor de otra manera. Más comprensible para todos, más irracionalmente racional. 


Creo que cualquier persona se sentiría enganchada a esta magia que parece que brille entre nuestros dedos. Porque no es un amor de cuento, es un amor que puede surgir en el metro, en una biblioteca, en de un estornudo, o atándote los cordones. Un amor que explica mucho sobre cómo es la vida y cuánto nos hace falta saber todavía del amor...


Porque el amor de verdad no es aquel que es más idílico, sino aquel que es real.


jueves, 18 de enero de 2018

Si me sincero

Buenas noches, renacidos. Wow, estoy eufórica, y aunque no necesite la voz para explicar todo lo que siento, me da la sensación de que me he quedado sin palabras. Hace apenas un día que publiqué en mi red social la necesidad que tenía de conseguir seguidores, esos que a veces paseaban sus ojos por mis escritos y entradas pero que no se animaban a dejar huella, a mostrar que lo hacían, que me seguían. Tenía un total de 5407 visitas. Hoy, habiendo pasado solo un día, habéis conseguido, porque para nada he sido yo, subir estas visitas y aumentar en nombre, los seguidores de esta íntima aventura por las palabras que muchos hacéis con ilusión. Actualmente somos unos pocos más los que nos identificamos como renacidos, 18 para ser exactos. Y, además, hemos llegado a 5566 visitas. Muchísimas gracias, de verdad. Cuando una escribe y se describe por dentro a partes iguales, no sabe si hay alguien al otro lado, alguien que ha vivido y se siente identificado con lo que allí se escribe, alguien que ve la pequeña magia de un lugar que se hace muy nuestro sin pretenderlo. Pero, en estos días, he podido ver que tiene un sentido este pequeño rincón, que tiene unos resultados, una verdad detrás de todo. Mil gracias, renacidos y visitantes de paso. Mil gracias y lo digo como si fueran las palabras más bonitas del mundo porque de verdad, he perdido aquellas que se deberían de decir en estos momentos. 

Os entrego, pues, una nueva entrada. Que es vuestra y mía, que es de este pequeño lugar donde las palabras buscan su sitio y se hacen más grandes. 

Espero que os guste y feliz jueves!

PD: la imagen es de la actriz española Marina Salas. 





Si [te] soy sincera, ya no respeto los margenes que nos separan. Digo que eres tuyo pero también nuestro, como si fuera la misma palabra. Nunca mío, siempre yo. Y me lío pensando en cómo describir lo nuestro, como no sonar atropelladamente enamorada cada vez que te nombro y el mundo se calla, como si le encantase oír tu nombre. Me secuestro pensando en la esencia que firma tu apellido, un par de veces durante una hora. Como si el ahora ya no importase y lo que se cuece en mi cabeza fuera la base de entender por qué el mundo está de mi parte y me permitió el lujo de conocerte, de amarte y no dejar de hacer ninguna de estas dos cada vez que te tengo delante. Y es que nunca te dejaré de conocer. Sé de sobra que no perderé el norte y recordaré el sonido de tu voz cuando ríes implacable ante la seriedad de la vida, como el eco te baila el agua y tú te dejas mecer como si fueras viento. Viento triunfante...
Ni tampoco la manera en que me pides que me calle, que guardemos silencio y mis miradas empiecen a gritarte.

Sin embargo, jamás podré llegar a conocer lo que sientes bajo la piel cuando me piensas. Cuando mi nombre y mis tonterías se cruzan por la autopista de tus pensamientos y hacen auto-stop. Sé que si fuera como la vida misma pero más diferente, pediría que te bajarás del coche, que me enseñarás los papeles y que me llevarás a alguna parte dónde no importaran las fronteras de lo que es tuyo o mío... o nuestro, incluso. Que me hicieras viajar a un lugar donde las horas ya no existen, y las ganas fueran aquello que marcase el paso del tiempo. Tiempo que gastaría contando tus lunares mientras la Luna me cuenta a mí qué tengo que hacer para no perderte, para tenerte entre mis brazos con los dedos acariciando tu frente. 
Diciéndote:
 Te quiero mío, tuyo y nuestro. Libre y atados por un hilo rojo que no es cadena, ni ahogo, que nos hace ser más nosotros individuales pero siempre unidos.

Si [me] soy sincera, no entiendo el sentido de los dedos sin abrazar otros tantos. El hueco perfecto de cada mano se conoce cuando se entrelaza con otra mano, y estas navegan juntas por los días, sin perder la calma, el ancla o la manera de conectarse cuando se necesitan. Y no es que te necesite, es que no quiero llegar a sentirlo. No quiero pensar que la distancia o el tiempo puedan conmigo y me convierta solo en un nosotros. En un nosotros que no puede respirar sin el otro, pensar o salir sin ir codo con codo. 

Si [os] soy sincera, desconozco qué se puede hacer con un corazón roto. Quizás borrar el nosotros y pintar un mejor sola que mal acompañado... Pero hay que tener cuidado, pues a veces la peor compañía es justamente aquella que se apellida yo misma.

Si [nos] soy sincera, no creí que el amor fuera para tanto, ni para tan poco. Pero siento que no hay manera de medir lo que se cose en mi tripa. Hay quienes le llaman mariposas o piel de gallina. Y yo creo firmemente que son sonrisas que salen disparadas como flechas, apuntando hacia la diana, sin ser el objetivo cercado, sin ganar puntos más allá que los que se cosen en la boca del otro, cuando se queda sin palabras.

Si [te] soy sincera, de nuevo, sin repetir lo que ya era, es que me gustaría serlo, serte y sernos, así, sin palabrejas absurdas o falsas promesas. Atados de pies y manos pero con la llave entre los dedos. Sabiendo que con un simple movimiento podrías serte y yo soltarme en busca de más mí que nuestro.

Si me sin[cero] en esto es porque a veces tengo más de los que me gustarían. Y aún así no me resto...


miércoles, 10 de enero de 2018

Después del amor IV

Buenas noches, renacidos! Sí, señor. Dos días consecutivos con entradas. Pensaréis: o nos da mucho o nos quita todo... Y tenéis razón. Soy demasiado de blancos o negros, no de matices. Qué se le va hacer... Sabéis, hoy un niño maravilloso con pintura entre las yemas me ha dicho que soy una chica con suerte. Y no porque sea feliz, esté viva o esté consiguiendo muchos de los sueños que me he planteado. No, sino por tener un flequillo que parece una cueva. Sí, es para flipar. Demasiado. Pero me ha hecho tanta gracia que he querido contarlo. Porque realmente para él, un niño que tiene flequillo a lo Justin Bieber, es increíble mi flequirojo. Tengo flequirollo al parecer. Es igual (me está quedando bastante cutre está introducción utilizando tanto la palabra flequillo, lo sé). El caso es que he pensado: jo, para lo que algunos es tan normal, para otros es magia. Y creo que justamente eso me pasa a mí con renacer, que me parece algo con muchísima magia. Ojalá fuese bruja...

En fin, os traigo la segunda entrada del año y con la que me propongo continuar publicando más y más escritos, volver a las buenas y viejas costumbres. 
Además, me alegra mucho ver que han subido las visitas de nuevo. 18 desde la última vez que publiqué, que fue ayer. Graaaaacias!

Y bueno, junto con esta entrada os traigo una canción preciosa de Beret titulada Vuelve. Imagino que ya la habré compartido alguna vez con vosotros renacidos, es muy posible. Pero bueno, por si todavía hay alguien que no la ha oído, os la recomiendo. Es preciosa y además se asemeja muchísimo a lo que narra esta entrada que, por si no os habíais dado cuenta es la cuarta parte de una misma historia. Espero que os guste y no me esté haciendo muy pesada con este tema. Si os cansa este escrito, dejadlo en los comentarios (a ver si os animo a escribir!!!!). 
La foto, por otro lado es de la maravillosa Sara Herranz, amadla si aún no lo hacéis!
¡Feliz miércoles, renacidos de mi alma!


https://www.youtube.com/watch?v=rRS6GQxFQ1U


Cuentan que contaste hasta diez muy rápido por miedo a descuidarlo o que saliera huyendo, y aún así ya estaba escondido. Que se fue muy rápido por dónde había venido, dejando sin embargo su esencia por cada rinconcito. Que se perdió por el camino [por el desierto] de vuelta a casa buscando migas en sus palmas, perdiendo la cordura antes que la calma, volviendo a comer solo. Sin perdices ni nada. Atiborrándose de promesas caducadas y martes que nunca fueron trece pero que dormían en la misma cama. 

Cuentan que ya no haces puentes por miedo a hundirte en ellos. Que le quitaste unos cuantos ladrillos a tu espalda y ahora se cae y cede por el peso. Que te has vuelto ligera como la lluvia y yo aligero mi paso cuando ella regresa. No vaya a ser que cruce la línea, rompa el paraguas o las dos cosas en el intento.

Cuentan que deshaces los pasos cuando llegas a la habitación. Que te da miedo pasar por la avenida o cruzar la esquina por si algún olor recuerda mi partida. Porque soy yo y siempre seré yo. Aquel que te dejó herida. El único que te descuido cuando tú cuidabas cada resquicio de mi vida, y la decorabas con poemas y poesía.
Que nunca han significado lo mismo desde que te conocí.

Cuentan que cuentas las veces que sonríes,y pones notas. Para  que no se te olvide que se puede ser feliz sin tenerme delante, sin recordarte que eres preciosa, que te queda bonito ese colgante que llevas, que tenemos mil cosas por delante y no importa lo que vino antes. Y eso ya quedó en lo que era.

Cuentan que ya no eres la que eras. Que te pesan las ganas y las penas. Que perdiste demasiados zapatos y ningún príncipe los recogía ni esperaba en tu puerta. Que tú sola aprendiste a sonreír al espejo, a decirte: bella puedes con ello

Cuentan que ya no cuentas lo nuestro cómo antes. Que te da miedo engancharte a un pasado que nunca será presente. Que si me ves por la calle cambias de dirección, de acento y de estatura. Que ya no te ves cómo antes y no esperas que cambie.

Cuentan que ya no te quiero, que te he olvidado, que se me ve feliz y renovado. Cuentan que me hacías daño, que era un amor de críos que se perdería con los años, que nos cansaríamos y nos habíamos cansado el uno del otro, que ningún para siempre teníamos escrito en la mano.

Y cuando cuentan esas mentiras, juro que a veces me las creo, me digo que he acertado, que todo lo que hice contigo fue castigarme, castigarte y castigarnos. Que perdimos demasiadas cosas, y que ahora empezaba a recuperarlas. Juro que a veces me las creo, y me ayuda a dormir tranquilo. Pero en mitad de la noche, cuando me despierto, me giro y no te veo, sé que me he equivocado, que te he perdido por estúpido y por andar con cuentos que ya se han contado tanto que al final acaban siendo
puro cuento.


Y este ha acabado...

martes, 9 de enero de 2018

Descorchada y sin botella

Buenas noches, renacidos. Sí, hoy se estrena la primera entrada del año!!!!! La número uno de 2018. Un año que por sí solo ya promete. De momento, este maravilloso año que nos espera lleva solo 9 días. Y en estos nueve increíbles días ya he vivido muchisisimas cosas... Como imagino que todos. He tenido mi primer beso, mi primer paseo, mi primer enfado, mi primera cámara con fotos instantáneas, mi primer consejo, mi primer tocadiscos... Y sé que tanto la foto como el tocadiscos es algo muy de renacer. Precisamente, por el hecho de que es TAN RENACER he decidido que la canción con la que inauguraré la primera entrada del año será de mi primer VINILO!!! Este es la banda sonora de Dirty Dancing, una película que seguramente TODOS conoceréis muy bien y que si no lo hacéis, estáis tardando. Es una película preciosa, fría y cálida a la vez, con dulzura y pasión al estado puro. Os la hiper recomiendo, de ella nace mucha de la magia de este blog.
Y bueno, estrenaré pues el año con esta canción, con una entrada de amor (para variar) y con una imagen que creo que es preciosa sacada durante las fiestas de mi pueblo en el año 2017. Creo que es una imagen que dice mucho de la entrada incluso antes de ser leída. 
Así, pues, espero no decepcionaros con esta primera entrada, que podáis renacer con ella y que no dejéis de creer en la magia de las palabras. Ellas lo son todo, renacidos.
¡Feliz martes!
Pd: estoy leyendo un libro buenísimo, La magia de ser Sofía de Elisabet Benavent. Muy recomendado, por si os apetece leer algo nuevo de amor y comedia. 
Pd2: 5341 visitas en renacer, gracias. Mil gracias.

https://www.youtube.com/watch?v=EpfpbLEA1ZE&list=PLEBFB46D19FDB3683 




Descorchada y sin botella esperaba tu vuelta para ver si de nuevo te
bebías el alma, las ganas o si te tomabas las prendas a la ligera. De lencería fina y callejera, se quedaron decoradas todas las farolas, todas las puertas abiertas y todos los mayos, invierno. 
Has bebido de labios de vinos baratos y tintos que lo único que tinta es la etiqueta, la poesía que lee en tus labios solo se recita mientras te quita la camiseta; esa que él, a diferencia, rompía a pedazos cuando te desabrochaba las vergüenzas.

Y, después de beber de la fuente y ser la presa que pide que la liberen, se pierden en otros licores más fuertes, menos rotos y endulzantes. Te dicen que tu embriaguez es afilada cuchilla, que corta cada vez que se rompe, cada vez que mira que necesitan a alguien entera que pueda darle noches llenas de amor, de botellas vacías. Y tú ya lo estabas antes de que te conocieran. Continuabas descorchada esperando en la puerta que regresara y no regresa.

Y es que ya nada lo hace. Ni sus ojos centelleantes que envidiaban los champagnes, ni la brisa que susurraba nunca me faltes, por favor no te marches. Y es que ya nada lo hace, todo se quedó mudo por no hacer las paces. Por dejar que cruzarás el umbral y no quisieras quedarte. 

Descorchada y sin vaso que te sujete, te tumbas urgente en la repisa, cerca del borde que puede pisarte y siempre te pisa. Recordando otros sudores que hacían de deslizantes, que te llevaban directa a la cama en unos brazos que no tiene nadie. Y te agarras con fuerza a los grados que aún te quedan, que te hacen sentirte serena aunque ya nunca más puedas estarlo. 

Te has vuelto una mala amante, de esas que brindan con cava y dejan carmín en su copa, que rebosan de alegría solo cuando el maquillaje pinta sonrisas. Que espera descorchada a que la abotonen de nuevo, la vistan, la peinen...

                                                                 y la quieran.

No por el daño que ha sucumbido, no porque el vino esté más bueno con el paso de los años. 

Y que la quieran.

No por las noches que prometa, por la amnesia que sugiera o la espuma que derroche en la mesa. 

Y que la quieran.

Porque siempre fue bonita con la boca cerrada, pero mucho más cuando la tenía abierta.







Y si algún día te preguntas que fue de ella, quizás aún siga descorchada esperando en la puerta, o es posible que ya entienda que el amor infinito es ese que no puede darse de puertas para fuera.