jueves, 11 de agosto de 2016

Te ordeno

Buenas tardes, renacidos. Hoy es uno de esos días en que sientes que te vas derritiendo poco a poco. Sobretodo si estás de vacaciones en Sevilla con el consuelo de una ducha refrescante. Hay que admitirlo, aquí la ducha es como un premio! Supongo que los que viváis aquí, debéis de entenderme mejor que nadie... Pero, ¿y lo bien que te sienta esta ciudad? Mi verano aquí es precioso, renacidos.
Por otro lado, me gustaría destacar que la imagen que hoy dará comienzo a esta entrada se trata de una fotografía hecha por mí. Ojalá todas pudieran serlo, me encantaría. Pero bueno, ya se va consiguiendo. Que es un gran paso.
De nuevo, gracias. Mil gracias por seguir leyendome, por seguir creyendo en mí. Sin vosotros, nada de esto tendría sentido. Gracias.

¡Feliz jueves!



Hola, galante caballero, permíteme que me presente. Me llamo deseo, y ordeno todo lo que quiero. A veces mi casa, otras a los cuerpos. Y hoy has llamado a mi puerta, esperando un convenio. Y aquí lo tienes. Has de obedecerme, yo te ordeno. Si no lo quieres o no te convence, te puedes quedar en el umbral. Pero te advierto que lo que ocurra dentro te desatará. Pasa, te ordeno.


Primero:

Saltame las dudas, asaltame sin ellas. Quiereme seguro, sin cinturones, sin piedras, ni barreras de por medio que nos corten, nos tropiecen o nos detengan. No nos cortemos a la hora de deshatarnos, que no nos dé vergüenza, ya que los lazos salen muy caros aunque no pensemos en casarnos. Calla, no hablemos de eso ahora. Me gusta demasiado cuando piensas, pero no es el momento. Deja que el deseo sea lo único que fluya, trágate las palabras a tiras y disfruta de las vistas.

 Segundo:

Bailame en la camisa, perdiendo botones, sintiendo como se alteran la brisa y nuestros corazones. Por qué lo hacen, en cuanto los roces. Y los rozas dejándome a cuadros sin pintura, con dos pinceles en cada mano, perdiendo el tiempo como si fuera enero y tuviéramos frío. En cambio, en realidad, estamos ardiendo.

Tercero:

Desabrochame la sonrisa a besos que hace tiempo que el cinturón no está puesto y ya nada me detiene. Dejame quererte, aunque no deba. Sumergete en mis deseos. Ponme a prueba. Que no pido nada que no pueda, o quizás sí...

Cuarto:

Besame sin cadenas, yendo más despacio. Quiero conocerte por años y saber que pie calzas, que te aterra, quiero saber a qué te enfrentas cada día cuando no pasas por mi puerta. Sé que dijimos que no hablaríamos cuando estuvieras a mi lado, porque no me interesaba, pero entre las sábanas encontré algo que me ha desconcertado.

Quinto:

Sientate a mi lado, cariño, pasa. Hoy no habrá cama, solamente una larga charla. ¿Por qué lloras cuándo me hablas? ¿Qué te ha pasado? ¿Es que acaso guardas dolor aunque nunca lo hayas nombrado? A mí también me ha pasado. Un dolor amargo que te cubre los huesos, la esperanza y te produce miedo. Déjame abrazarte lento, sintiendo tus lunares en mi cielo. Porque aunque no te lo creas te quiero, y ya no me importa que se entere el resto.

Sexto:

Quiereme y te querré.
No me dejes y no te dejaré.
Sueña conmigo y yo haré que todos tus caprichos se hagan realidad si van acorde con los míos.
Quiereme y olvida el resto. Que la puesta de sol hoy no se ha puesto por los celos que le dan todos nuestros besos.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Estrías

Buenas tardes desde la bella ciudad de Sevilla. Por fin, puedo publicar. No ha sido fácil, renacidos. El internet de mi móvil va cada vez peor y se consume demasiado pronto... pero bueno, no me voy a quejar más y me alegraré de poder entregar estas palabras a mi querido blog. Allá vamos.

Pero antes de nada, espero que estéis pasando un feliz verano, renacidos. Os merecéis eso y más, mucho más.

Aquí os traigo mi nueva entrada, ¡Qué la disfrutéis! ¡Feliz miércoles!



Tres estrías decoran mis piernas. Nacieron en primavera, haciendo rayas que no se inhalan, haciendo aceras que no se cruzan. Y se cruzaron en mi piel morena. Aunque ahora esté blanca como cuando me enteré que te gustaba que te escribiesen cartas, a la antigua usanza. Y yo que siempre fui de decirlo todo a la cara, sin intermediarios, esperando que digan en los diarios como matar al hambre o como el hambre mata. Sin tapujos, nunca a la espalda. Y sé que perdimos muchas batallas, esperando en la cola del paro, haciendo del parón un largo camino, largo. Largate de aquí, dije sin sentido. Como un sentimiento que no he sentido, como un verso que se ha ido. Y te fuiste. Dejándome dos nuevas estrías en la cama, arrugas en las sábanas y perfume en la almohada. Y me he perdido.  No sólo en este escrito que te he dedicado, no sólo en el camino que me ha bifurcado. Sino en la vida. Una vida larga como tus piernas, una vida corta como las mareas que cruzaban tu cara. A menos de un centímetro de mi alma. Y te has perdido. Tantas cosas que ya ni puedo decirlo. Porque me volvería a perder. Y he perdido las ganas de hacerlo , y la fuerza de entenderlo. De aprovechar el olvido, la pérdida o el miedo. De buscar la suerte, tu suéter o el duelo. Y me volvería a perder y no quiero. Porque hay pérdidas que duelen y dolores que se pierden. Y me nació otra estría. A ver con que cara afrontó está nueva raya que me cruza y me paraliza.