sábado, 19 de diciembre de 2015

Recuérdame

Buenas tardes, después de tantos días sin publicar nada pensaba que moriría de todas las palabras e ideas que se han ido petrificando en mi mente, por fin las puedo liberar. Esto es un desahogo para mí. Lamentablemente ahora pasaré días sin publicar nada, aunque no sé si aguantaré y la necesidad me hará añadir otra hora a esas 24 existentes. Sí, muy posiblemente a partir de ahora mi día tenga 25 horas, y no me parecería tan loco, la verdad. Lo necesito, como también necesito el respiro que estos días no tengo ni tendré. Enero promete venir con fuerza, y me obliga a pasar unas navidades invisibles cubiertas por el calor de una chimenea mientras estudio. Bueno, no me quejaré de ello porque tengo mis razones...
Entrando en materia, hoy os traigo una nueva entrada titulada recuérdame. El título, es algo triste y proporciona una sensación desagradable pues esta palabra sólo puede significar algo: un adiós. Odio esa palabra porque no me la creo, pero supongo que también forma parte de la vida y por ello también forma parte de nuestro renacer entre palabras. En concreto, debo advertir, que esta entrada consiste en un autoretrato en palabras, poético, de mi vida. Esta terminología la ha utilizado mi madre cuando lo ha leído y he creído oportuno ponerlo. Me parece precioso como adjetivo. 
Bueno, en fin, esta entrada tiene, como podemos comprobar, un enlace nuevo. Se trata de una interpretación de Bely Basarte sobre una canción navideña. Me parece oportuna ponerla porque, renacidos, ya estamos a 19 de diciembre, en nada ES NAVIDAD. Adoro la navidad y espero que vosotros adoréis esta entrada - y la Navidad también, venga -. También, el hecho de poner a Marilyn Monroe como imagen de esta entrada se debe a que es una de las figuras más fascinantes que conozco. Bueno, renacidos, espero que os agrade y feliz sábado. 

https://www.youtube.com/watch?v=mjfXUTFBie8 






Recuérdame como aquella que soñaba aviones de papel despegando por la ventana de las inseguridades, dejando tras sus pasos lecciones en forma de canciones, de caricias, de escondidas ilusiones. Como aquella chica que callaba sin otorgar y otorgaba lo que no callaba, que buscaba paracaídas desde el cuello de su camisa y sonrisas en cada una de las esquinas que limitaban su vida, que la empequeñecían, que la encerraban en la libertad de los días, del tiempo, de las aspirinas. 

Recuérdame como la chica que se escondía en la última fila, que callaba cuando quería y que quería callar cuando no debía; que siempre tenía un pasatiempo, una ocupación, un buen día. Como aquella chica que le gustaba escribir, cantar, leer, observar, fotografiar, pintar, soñar.  Como aquella mujer que utilizaba tacones confeccionados de inseguridades, de promesas incumplidas y de traiciones asumidas; que buscaba en un beso las mariposas que emprenden el vuelo cada primavera hacia costas irreales, paradisíacas y otras cosas menos terrenales.  Que esperaba ver caer una estrella para pedir un deseo, pero que nunca tenía tiempo para pensarlo cuando caía precipitado hacia el firmamento. Que dormía abrazada a un peluche, que buscaba su consuelo en noches tormentosas y que todavía se siente desprotegida por de noche. Que coloreaba los lunes, despintaba los domingos y borraba los viernes. Que amaba la vida, que vivía el amor, que soñaba con estar enamorada toda la vida. Que veía telenovelas y se las conocía de memoria, que se ponía nerviosa cuando Rosaura engañaba o era engañada. Que adoraba a Vicent Van Gogh, su noche estrellada, las sensaciones que trasmitía y sentirse aludida.

Recuerdame como la niña que corría detrás de un pollo, de una meta, de un horno. Como aquella que veía millones de veces al troll verde pero lloraba cuando se acercaba su muerte. La chica que se colgaba del reloj, que no conocía la inutilidad de las cosas, que buscaba carnavales en otoño. Aquella que coleccionaba fotos, postales, pulseras y retales. Que le gustaba desayunar tostadas y odiaba que alguien la odiara. Que le encantaba el color rojo, el negro y no el oro. Que intentaba acabar todo lo que empezaba y que empezaba cosas que algún día serían acabadas. 

Recuérdame como la pesada, la besona, la encerrada en sus cosas, la que siempre se quejaba, la cabezona, la soñadora, la idealista, y a veces realista. La que odiaba los cambios, la que se negaba a no confiar y a dejar las cosas pasar. La que no recogía, la que era un desastre, patosa y desquiciante. La calmada, la nerviosa, la tímida, la habladora. La chica que odiaba llegar tarde, pero que a veces tardaba en llegar, la que buscaba excusas para no llorar, la de la coraza creada sin pensar. 

Recuérdame como aquella que no sabía nadar, que odiaba el mar pero que pintaba las rocas que rompían en él sin parar. Que empezaba diarios pero se cansaba de redactar, que comía todo lo que fuese dulce menos el mazapán. Que admiraba a las buenas personas, a los errores, a las lágrimas que se suicidan de sus ojos, los amores de toda la vida. La chica que adoraba a su familia, que mataría por salvar a su madre, a su padre, a su hermano, a sus primas, a su tía. Que odiaba las injusticias, el maltrato y la codicia. Que nunca ha soportado las despedidas, pero que las cree necesarias para abrir o cerrar viejas heridas. Que cree en la amistad infinita, que no tiene mejor amiga, que asume que la vida no está hecha para pensar en los días. 

Recuérdame como la que odiaba los guisantes, el pimiento, las medicinas. Como la que no temía al dentista pero que odiaba cuando tenía visita. Como aquella que veía cintas antiguas, disfrutaba comprando camisas y viendo a sus primas crecer entre risas. Como la que necesitaba un Halloween eterno, un verano más largo, un invierno más frío. Como la que leía poesía, recitaba a escondidas y esperaba que alguien le escribiese una algún día. Como la que esperaba publicar sus ilusiones, la que odiaba los temores y necesitaba caminar con violines en los auriculares.

Recuérdame. Hazlo siempre con una sonrisa de oreja a oreja, de lado a lado, de una esquina a la otra, con el corazón en la mano. Puedes recordarme como quieras: para bien, para mal, con mis aciertos, con mis fallos, sonriendo, llorando... Pero siempre recordando que si estuviste en mi vida tu recuerdo seguirá intacto.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Una rosa del jardín

Buenos días, renacidos. Parece que el frío vuelve a hacer de las suyas y congela los pies de aquellos que intentan escribir algo en su blog. Supongo que no habrá otro momento de congelarlos que cuando se intentan poner a reflexionar. No me enfado, pero podríamos tener un respiro ¿no? que de este modo no hay quien se pueda inspirar y menos con examen de por medio. Por cierto, os pediría que proyectaráis todo el positivismo posible para que los astros se alineen bien y pueda aprobar esta asignatura. No me veo repitiendo de nuevo toda la tortura soportada hasta ahora... Gracias. 
Bueno, dejando de lado mis problemas personales -que seguramente son parecidos a los vuestros, renacidos- procederé a mi nueva entrada. Esta se llama una rosa del jardín. Es más bien como una pequeña historia, pero a la vez me recuerda -desde una personificación- a la historia de muchas personas. Personas reales que se encuentran en situaciones parecidas, en situaciones donde se cree que algo es perfecto por unos motivos preliminares -belleza externa, palabras adecuadas...-  y que después descubres el otro lado de la luna -sus grandes, y a veces, graves errores-. Quiero recalcar, que aunque pueda ser interpretada como una entrada que recuerda al tema del maltrato, no es mi intención. Mi intención es únicamente mostrar como las apariciencias van cambiando y como lo que quizás al principio es perfecto, después se va truncando. Cosas que pasan a menudo... De todos modos, si alguien desea interpretarlo como lo otro, está en todo su derecho pues las reflexiones son de los que la leen y no de los que la escriben. Debido a este matiz, recordar el teléfono contra el maltrato: 016. 

Como veis, en esta entrada encontramos un nuevo enlace, en este caso sobre Yiruma, uno de mis músicos favoritos. En especial, la canción es la que más me gusta de él y también la que creo más conocida: River flows in you. Es preciosa, así que os dejo renacer con ella y el escrito, junto con la imagen -hecha por mí- de la rosa que me recuerda a mi jardín del verano. 


https://www.youtube.com/watch?v=kG9KSWYg-Jc


Una rosa me hizo conocer la belleza de las noches estrelladas, de los abrazos con fuerza que desprenden todo el miedo y producen una amarga seguridad, de las miradas que sin pronunciar palabra lo dicen todo. Me ayudó a pedir deseos al firmamento, escuchar cuando me contesta el cielo y esperar una respuesta convertida en realidad, en esperanza. Me mostró cada uno de sus largos y sedosos pétalos, haciéndome ver la dulzura y ternura del mundo que nos envolvía, que nos seducía a seguir pisando el camino que ella conducía. Tras cada uno de los pétalos que ella me enseñaba y que yo conocía, crecíamos juntos, como si estuviésemos bailando un ballet de pasos insistentes sobre una cuerda floja, haciendo de trapecistas de los sentidos, de los sentimientos, del amor que nos iba acercando y uniendo. Me hizo prometer que mis lágrimas jamás le harían crecer; que mis daños, mis errores y mi dolor jamás serían fruto de su madurez. Yo le juré que así sería. Juntos pasábamos las tardes, observando crecer a las orquídeas, a las amapolas, a los girasoles. Ellas eran flores de otro jardín, de uno que no confeccionaba besos, ni abrazos, ni esas palabras sobre como nunca abandonarnos, sobre como intentar crear un muro que nos apartase del tiempo y de su terrible conjuro. Juntos pisábamos las horas de la noche, abrazados al calor y al frío que se evaporizaba entre risas, entre palabras, entre anécdotas bien contadas. Creíamos en la eternidad de la felicidad, en aquella amistad que habíamos plantado, en aquel para siempre que con una pala habíamos sellado y que duró un par de años.

 Pero cuando comencé a entrar más en su jardín, descubrí las espinas. Verdes y afiladas espinas que me hacían entender el lado oscuro de la luna, la traición que esconde la amistad, las mentiras, las verdades maquilladas y fingidas. Poco a poco, con mis lágrimas su cuerpo crecía más y más, se ensombrecía y se volvía más y más cruel, más y más doloroso. Sin darme cuenta, comencé a odiar cualquier otra estación que no fuese la primavera, por el miedo a perderle, porque temía que desapareciese. Confeccioné un invernadero donde juntos pudiésemos seguir sufriendo, pero sin separarnos por un segundo. Odiaba sus espinas pero necesitaba sus pétalos. Aquella rosa se volvió en mi víctima y verdugo. Aquella rosa era mi bendición y mi condena. Tras la profunda tristeza que fue transformando mi vida, que me atrapó en aquella burbuja, en aquel invernadero de sonrisas fingidas, comencé a cerrar los ojos para evitar ver el desastre. Con ellos en aquel modo, el dolor desaparecía, mi alma se sentía vacía pero sin heridas. Era como si la rosa ya no existiese en mi vida. 

Cuando los volví a abrir, la rosa ya no estaba. Había sido cortada por una hacha desde su raíz, de mi vida, para siempre. Sentí un vacío en el pecho cuando no sentí su tallo cerca de mi mano, pero poco a poco lo fui aceptando. Quizás porque de aquel modo evitaba el dolor de sus espinas, pero también, por desgracia, me alejaba de la dulzura de sus pétalos, de las palabras conjugadas por aquella seductora ternura.

El tiempo pasó, reflexioné, lo acepté. Empecé a pensar en lo nuestro, en aquella primavera que hubo durado años, que confeccionó mis días de verano. Ahora, después de tanto tiempo, he llegado a comprender algo. La belleza, por muy bella que sea, siempre estará envuelta en un retorcido dolor con forma de espinas y por mucho que intentemos taparlo con vanas palabras, la sangre siempre se derramará tarde o temprano.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Querida yo de hoy

Buenas tardes renacidos. Hoy me he dedicado -entre otras cosas- a mirar entradas antiguas, perdidas en el paso de las entradas y las vueltas de hoja. Viéndolas, en cierto modo, he descubierto mi evolución, una evolución que si bien es lenta me ha permitido compartir con vosotros millones de entradas e ideas. En especial, hay unas cuantas que todavía me emocionan, me producen sensaciones de renacer, de querer saber más y más sobre ellas. Entre estas está la entrada de mi Querida yo de ayer. Esta, que de momento es de mis entradas -sino la más- favoritas, es la base de mi nueva entrada. La publiqué el 26 de septiembre de 2015, y hoy estando en el 12 de diciembre de 2015 pienso crear una segunda parte, en este caso titulada "querida yo de hoy". La razón por la cual la confeccionó justamente hoy es puramente por los recuerdos que me proporcionó la primera entrada y que me ha producido la necesidad de crear esta. Sin alejarme mucho de la entrada, seguiré el procedimiento de la anterior indicando que mi antecedente fundamental fue Rayden y su A mi yo de ayer. Esta canción, me fascinó cuando la oí por primera vez y me sigue fascinando a día de hoy. Creo que es perfecta. 

Como veis, aparte de la canción de Rayden, os he colocado otro enlace, en este caso, sobre la entrada Querida yo de ayer. Espero que os agrade tanto como la anterior. Os deseo un feliz sábado, renacidos, hasta mañana.

http://renacerentrepalabras.blogspot.com.es/2015/09/querida-yo-de-ayer.html


"Querida yo de hoy, sé que en este momento eres la chica que escribe en un ordenador esperando que alguien lea y entienda lo que piensas, que entiendes que mucha gente no te entienda, que entiendes que no puedas entender a toda la gente. Sé que ahora sabes que todos los complejos existen, pero sólo en nuestras cabezas y no en nuestras pieles; que lo materialmente imposible es aquello que uno piensa que no puede lograr, que no puede alcanzar, y no lo que realmente podemos realizar. Sé que sabes que hay pocas barreras que no se puedan cruzar y que la muerte es la más importante de ellas. Que con un simple gesto puedes romper en pedazos tus recuerdos o crear unos nuevos, más bonitos, más duraderos, más bellos. Que existen ideales que se destruyen día a día, y que hay otros tantos que se construyen con el paso de las horas. Que también existen quien nunca se decantará por la izquierda o la derecha, por la suerte o el destino, por la cruz o la cara de la moneda. 

Querida yo de hoy, sé que sigues encerrándote entre tú y tus pinturas, que eres las chica tímida que pocos conocen y que eres cuando te conocen todo menos la chica tímida. Que vives por el aire que no sólo respiras sino el que lees, el que escribes, el que te inyectas en tus sonrisas. Que conoces a personas que sufren día a día, y que luchas por hacer de tus sueños algo tangible y discreto entre los margenes de tu libreta. Que te gusta oír caer a la lluvia y leer el horóscopo de las miradas escondidas. Que adoras la luna, sus cambios, la vida, y a tus niñas. Que eres demasiado consciente de los cambios que efectúas, que eres perfeccionista, pero desastre; fuerte, pero sensible; callada, pero gritona; feliz, pero llorona. Sé también que prefieres los días grises, por las sensaciones que trasmite; el otoño que la primavera; las estaciones y no sus consecuencias. Conozco la manía que tienes de llevar la contraria, de buscar la magia del truco y un truco sin magia. La manía de querer tocar el arco iris y no buscar la plata, de conocer el color de la esperanza, del amor, de la rabia. Que te gusta transmitir la tristeza de un soleado domingo y buscar la belleza de un amor imposible, doloroso, separado. Que eres indecisa, decidida, simple, compleja.  

Querida yo de hoy, sé que desconoces todavía como puede haber quien mate por placer, por venganza, por ver retorcer a la otra persona entre sangre, recuerdos, y auxilios de ayuda. Que no entiendes como se pueda ver el toreo como algo popular, que dé felicidad, orgullo y como símbolo de dignidad. Que de la misma forma que eres incapaz de ver sufrir un animal, sufres al ver padres que hablan de hijos desaparecidos, presos en el túnel de un asesino. Sé que tampoco compartes la violencia, las amenazas, el desprecio. Que odias las mentiras hirientes, las palabras puñales, las injusticias ajusticiadas y las trampas preparadas. Que no soportas el invierno porque trae consigo millones de momentos fríos, lejanos, presos del calendario. Que temes el olvido, el mar, las vacunas y los cambios. Que odias cuando alguien te lleva la razón cuando no lo cree, y que crea que lleva la razón cuando no la tiene.

Querida yo de hoy sé que has montado muchos puzzles en tu cabeza y que luego los has desmontado lentamente en tu corazón. Sé que has aprendido a dejar de contar, para contar con algo más que con los números, para entender con las palabras aquello que no te aporta el cero ni el uno. Que piensas que el amor es lo más importante que se puede coser, plantar y entregar en este mundo, porque con él lo demás deja de existir, de tener sentido, de depender de uno mismo. Que conoces que hay juegos con forma de realidad y realidades que son simples juegos. Que has aprendido a contar con las venas que unen el corazón a la cabeza y no con los dedos, ya que muchas veces los pulgares desaparecieron llevándose consigo a la mitad de ellos. Que odias pedir deseos porque cuando no se cumplen te duele más que cuando no lo tenías y lo ansiabas, lo pedías. Sé que te sigues escondiendo del miedo, de afrontarte al mar de tu tortura, de aceptar como ayuda el dolor ajeno, de aceptar como amigo aquel que te inyecta veneno. Sé que te encanta pintar el mismo paisaje, dibujas piedras oscuras que nunca son iguales, usar el color negro y rojo como ideales.

Querida yo de hoy, sé que tienes millones de preguntas todavía sin resolver, que se pierden en el museo de las dudas, de los rompecabezas sin pistas, sin ideas, sin consejos; y también que conoces millones de respuestas de las cuales no adquieres preguntas, que se pierden en el asfixiadero de las certezas, de los rompecorazones con caminos, con conceptos, con errores. Sé que todavía esperas las reconciliaciones tardías, los abrazos que se perdieron en al andén, las palabras que nunca llegaste a conceder. Sé que sueñas con retroceder, y conocer a tu querida yo de ayer, para reeplantearte que hacer con él, con ella, con vuestro tal vez. Sé que temes llamar mejor amistad después de lo ocurrido en el pasado, de tanto que te hicieron daño, después de aquel último verano. Que tomas pastillas de felicidad que solamente la música, el arte y la verdad te puede proporcionar, que sus notas musicales son como la droga sana que te ayuda a levantar. 

Querida yo de hoy, me gustaría darte consejos o asegurarte que todo lo que haces está bien, es perfecto, no tiene errores ni lamentos. Pero mentiría y en cierto modo lo estoy haciendo. Por eso, si hay algo que te pido es que sigas tu camino recto buscando las curvas que depare el tiempo, reparando las heridas que te haga el viento y oliendo las amapolas que si te aportan lamento, también te den aliento."
Firmado mi yo de hoy

viernes, 11 de diciembre de 2015

Quise tantas cosas y obtuve nada

Buenos días, renacidos. Si digo buenos días no lo digo como siempre esperando que los demás pasen un buen día -que también, renacidos- sino afirmando que hoy es un buen día. Hemos llegado a la friolera de 1286 y ya pronto puedo oler las 1500, un número que me produce escalofríos sólo de pensarlo. Imaginar que han habido tantas personas que se han preocupado en ver que pensaba hoy o que reflexión traía me llena de unas ilusiones difíciles de explicar. Sigo en ese camino tan largo donde se van cumpliendo día a día mis sueños, cada vez que alguien pone http://renacerentrepalabras.blogspot.com.es/ y mira mis escritos. No sabéis lo que significa esto para mí, no tenéis ni idea. Espero, a la vez, que mis escritos, aunque haya sido alguno, se haya quedado en vuestra mente durante un tiempo y haya permitido hacerte renacer en diferentes aspectos. Simplemente me queda decir gracias, millones de gracias a todos. Sin vosotros mi camino se hubiese dificultado por mucho tiempo.

A continuación, os presento mi nueva entrada titulada quise tantas cosas y obtuve nada. En esta hago menciones a los sueños, propositos e ilusiones que mueven nuestras acciones, y en como el amor aparece sin buscarlo en nuestras vidas. Encontramos un enlace de India Martínez y David Bisbal de la canción olvidé respirar, que me parece una composición preciosa.  También, tenemos como imagen otra fotografía sobre la bellísima y más que recomendada película "El diario de Noah". Quien no la ha visto no puede hablar del amor -jajaja vale quizás he exagerado un poco-. 
Bueno, renacidos, poco más que decir. Millones de gracias y a disfrutar de este viernes once de diciembre.

https://www.youtube.com/watch?v=Z0Hu6gBZfRY


Quise enhebrar nuestros hilos y cortar todos aquellos que nos unían a una vida desunida, separada, desnutrida. Quise gritarle al silencio, por todas aquellas injusticias que nos había hecho, que nos había obligado a permanecer callados pero sin dejar de hablar. Quise silenciar la vida a gritos, buscando y perdiendo las formas y las maneras de lograr todos mis propósitos, encerrándome al pozo de la desesperación, de la cólera infligida. Quise llorar de alegría en mitad de un funeral, en mitad del funeral de mis sonrisas, de mis partidas contra la tristeza y la negatividad de la vida. Quise sumar restando y me faltaron número que sobrasen, me sobraron números que faltasen y hiciesen algo más que quedarse quietos, como lo hace el cero tras sus operaciones, completamente quieto. Quise subir al cielo bajando por las escaleras del infierno, dejándome llevar por la voz misericordiosa que me buscaba sin encontrarme y me perdía sin hallarme. Quise saltar sin moverme rompiendo las reglas que nadie se atrevió a arreglar, que nadie se atrevió siquiera a nombrar por el miedo de que el salto repercutiese en nuestra gravedad. Quise jugar perdiendo, negada a la triste idea de que ganando hallaría la victoria del tablero pero perdería millones de derrotas que me sirviesen como lecciones, como rasgadas lecciones de un libro coleccionado por miles de seguidores. Quise soplar las velas sin usar el aire, encerrándome en una habitación sin oxigeno que me oprimía los pulmones y paralizaba mis pensamientos. Quise soltar en una frase todo mi mundo interno, pero solamente logré escupir kilos de veneno, puñales, sufrimientos. Quise parar el tiempo y me topé con un pasado enfadado, con un presente inerte y con un futuro ignorante. Quise volar utilizando mi cabello como pequeñas alas, y su color rojo naranja llenó de desilusiones mi pequeña esperanza, mis pies seguían bien anclados en la terraza, en el suelo que nunca haría de trampolín ni de paracaídas, ni de nada. Quise plantar amapolas en el cielo, negándome a que solamente las estrellas tuvieran ese privilegio y que esplendorosas utilizasen el poder del diente de león para hacer cumplir los deseos cuando caen, cuando desaparecen, cuando dejan de existir. Quise llamarme sueño, amor, infinito, pero sólo de pronunciar dichas palabras mi pecho se encogía, mi corazón se paralizaba y mis manos temblaban. Quise retar a la vida, sin dejar que la muerte jugase en esa partida y prohibiéndome utilizar la huida como recurso de salida. Quise cruzar el mar pero me faltaron mares que cruzar, puentes que vislumbrar, estanques en los que nadar. Quise crecer pero alguien me cortó mis pies y me negó al simple hecho de ser aquello que quise ser, de llegar a verlo todo desde otro nivel.

Quise millones de cosas, de las cuales nada me sirvieron, pues el triste momento de abrir los ojos me hizo darme cuenta de mi consuelo. Quise tantas cosas y obtuve nada. De todos modos, quise tantas hazañas, esperanzas y habilidades, que se me olvidó resguardarme de tu mirada y de pensar que con una simple palabra pudieses crear que volará, que soñará; pudieses crear silencios entre gritos, mares, alas, y  un amor que sólo de conocerlo me paralizara.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Desde hace tiempo

Buenos días, hoy en este día soleado de diciembre, aunque está siendo precioso, se echa de menos algo, ¿no creéis? ¿dónde se esconden esas nubes que traen consigo lluvia y llenan de ilusiones las mojadas calles de la ciudad? Las echo de menos, sinceramente. Porque aunque me gusta el día soleado por muchos motivos, los días de lluvia duplican los motivos. Quizás esto también derive mi obsesión por Londres, quizás. Bueno, dejando de lado estas explicaciones que de nuevo, no vienen al caso, os presento mi siguiente entrada titulada "desde hace tiempo". En esta, comprobamos la estructura repetitiva, es decir, el paralelismo llevado al extremo que configura lo que parece un estribillo, pero no lo es. Sigo en mi línea de crear con las palabras una serie de rimas, y lo hago mayormente para ir aprendiendo y adquiriendo destreza con esta habilidad que veo tan compleja -juzgarme pero no me odiéis por ello, por favor-. No hablamos de poesía, obviamente, pero tampoco es prosa, así que os dejo que cada uno haga sus propias conclusiones. La encontramos confeccionada con un enlace que lleva a la canción Nocturne op. 9 número 2 de Chopin. A mí parecer es preciosa, y no sólo por la dulzura que transmite, sino porque su vídeo tiene como imagen mi obra favorita, la Noche estrellada de Vicent Van Gogh. A la vez os traigo una imagen de Beth Bogert que me parece preciosa. Entenderéis que si coloco toda esta infinidad de elementos lo hago para que adoréis esta entrada, y ojalá lo consiga. Feliz día, renacidos, ¡a por el jueves!

https://www.youtube.com/watch?v=9E6b3swbnWg


Desde hace tiempo, ya no piso el suelo. Alguien me enseñó a volar entremedio del cielo y del suelo. Pisar mientras vuelo, aquello que llaman vida, que llamo desierto, que son simples agujeros. 

Desde hace tiempo, ya no sueño con cosas imposibles, sino que me recreo con realidades cumplidas, conseguidas, merecidas. Alguien me enseñó a que las cosas que no se pueden realizar, son las primeras realizadas, quizás de forma indirecta, pero finalmente de forma completa. 

Desde hace tiempo, ya no canto mientras me ducho, sino que me ducho mientras canto, lleno de música el lavabo y lo enjabono con tonos agudos, octosílabos llanos, y notas de un piano. Alguien me enseñó a que las cosas buenas se deberían multiplicar siempre más que las rutinas monótonas y aburridas. 

Desde hace tiempo, ya no tengo prisa por nada, sino que voy con calma, con tranquilidad, casi sonámbula. Alguien me enseñó que corriendo y con nervios, no conseguía nada y que en cambio, descansada, era capaz de cruzar murallas y murallas. 

Desde hace tiempo, ya no bebo café, sino que me despierto con aire, con sol, con un tal vez. Alguien me enseñó que las dependencias nos ataban al papel, y que no servía de nada cortarse con él porque seguíamos siendo presos de su cárcel. 

Desde hace tiempo, ya no cierro la ventana, sino que dejo que el olor de la mañana entre hacia mi sala. Alguien me enseñó que vivir esperando no recibir nada, era como ir a Narnia sin esperar conocer a un hada. 

Desde hace tiempo, ya no comento los errores de los otros sino que explico sus aciertos, sus logros, sus comienzos. Alguien me enseñó que juzgar era una cuchilla de doble filo que tan rápido te mostraba el final, como después te mostraba el puñal.

Desde hace tiempo, ya no me peleo con el tiempo, sino que disfruto de los años, de los días y de sus lamentos. Alguien me enseñó que creer en Peter y en su eterna niñez, era como crear un castillo de papel sin esperar que el viento viniese a por él.

Desde hace tiempo, ya no tengo miedo a las dudas, sino que espero a que existan algunas mías y algunas tuyas. Alguien me enseñó que nada era certero, que nada era seguro y que lo mejor en esta vida era bajar el escudo y escuchar los apuros que nos acercan a las dudas alejándonos de todas las seguras. 

Desde hace tiempo, ya no soy infeliz, sino que vivo el día a día con gran sonrisa de zapato a nariz. Alguien me enseñó que la única buena razón para dejar de reír era comenzar a hacerlo sin un fin. 

Supongo que desde hace tiempo he conseguido muchos de mis objetivos y también que todavía me quedan años para realizarlos todos de manera exhaustivos. Pero alguien, llamado vida, me enseñó que mientras permaneciera a su vera, podría lograr todo lo que me propusiera.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Aprendí sobre el concepto hogar

Buenos días, renacidos. Creo que uno de los mejores augurios para iniciar un nuevo día, es poder contemplar la Luna mientras sales a la calle. Claro que esto es más posible si se sale más temprano. En mi caso es fácil, ya que, por ejemplo, hoy me he despertado a las seis de la mañana y a las siete y media ya había salido a la calle. En esta, entre el frío que se acerca durante esas horas, he podido contemplar la Luna, o lo que queda de ella. Gracias a ello, puedo decir que la Luna no es más que una delgada y pequeña sonrisa sobre el cielo que llena de positivismo este miércoles nueve de diciembre -día de volver del puente, renacidos-. Creo y espero que este puente lo hayáis disfrutado al máximo, que hayáis aprovechado para hacer aquello que queríais como salir con los amigos, ver a la pareja, ir al cine, ir a esquiar, visitar a la familia y leer renacer entre palabras. ¡Espero que esto último se haya encontrado en la lista de todos! Sin presión, ni nada, eh jajaja.  

Bueno, sin ir más allá, hoy os traigo una nueva entrada que se llama Aprendí sobre el concepto hogar. Esta, fue creada a partir de una frase que confecciona mi álbum de fotos. Sí, lo sé, es extraño que en un álbum haya frases de renacer entre palabras, lo sé. Pero, qué se le va hacer... soy así. Bien, pues a partir de esa frase -que no diré para no adelantar las ideas de la entrada- he confeccionado esta reflexión. La considero una entrada corta, familiar y positiva que se adecua mucho a este contexto de proximidad navideña. Con ella encontramos la canción Mi única verdad de Maldita Nerea, que si bien no tiene mucho que ver con la entrada, me parece muy adecuada para el día de hoy, lleno de luz. Y también la imagen de lo que es para mí, parte de mi hogar.
Espero que os agrade y que algún día se os ocurra comentar algo, que parece que no tengáis nada que decir y sé que no es así. 

https://www.youtube.com/watch?v=zx6Fycw5Mjo





Y aprendí que llamamos hogar a un lugar frío y distante que confecciona facturas, desgastes y cascaras de nuez por todas partes. Que encuentra telarañas en rincones oscuros y monstruos durmiendo en el sótano de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestras cobardes y existenciales vidas. Aprendí que le llamamos hogar sin atender a las necesidades que deja sin cubrir, creyendo que cubre todas, creyendo que somos inmunes a todo lo que se encuentra fuera. Quizás, es cierto, que nos ampara del frío, que nos proporciona cobijo y nos invita a refugiarnos en su cueva de espejismos. Es verdad que con todo eso nos crea un abrigo, hecho a medida, cosido por los muebles de tu salón y las motas de polvo que se acumulan en tu habitación. Pero se olvida de lo más importante, se olvida de infligir cariño, abrazos y ropajes formados de caricias insospechadas y sueños de color escarlata. Se olvida de crear cojines con plumas salvaerrores, que protejan no sólo de las lágrimas, sino también de las decepciones, de los escombros que se forman bajo tus ojos y que las mantas no recogen. Con su magia, con su truco, hace que te olvides de las pequeñas o grandes piedras que coloca bajo el felpudo para que tropieces y caigas averiguando que como en casa no estarás en ninguna parte, que nadie más va a amarte. 
Aprendí que llamamos hogar a la pecera que nos absorbe el sol, que nos dosifica el alimento y que si no nos damos cuenta, hace que nos pudramos allá dentro. Lo llamamos sin buscar un atajo, una solución, un remedio casero que acabe con todo su dolor, que nos traiga de nuevo el viento que dispersa y que aparta de nuestra vera. El mismo que trae consigo aromas a primaveras, flores en forma de llaves que podemos utilizar para salir de su enjambre, el que nos succiona la miel y no nos permite ver más allá, tras de aquel panel.

Lo seguimos llamando aún a sabiendas que sus muros no nos protegen del peligro, sino que nos privan, nos libran, de la sabiduría, de los aprendizajes forzosos que se aprenden al traspasar su puerta, al llegar a la vida.  

Y un día, cuando os conocí, aprendí que llamamos, de forma equivocada, hogar a un lugar frío y distante, sin darnos cuenta de que juntos éramos mucho más. Juntos éramos lugar, éramos amor, éramos amistad, sueños, esperanzas, cariños y compasión, éramos lo que yo llamo un hogar.

sábado, 5 de diciembre de 2015

El llegar a ser lo que no fuimos

Buenas noches renacidos. Hoy es mi día favorito de la semana, el feliz sábado. El día en que el descanso, en cierta manera, baña la noche, la mañana y las horas. Recuerdo que de pequeña contaba los días restantes para que se acercase el sábado. Claro que durante esa época tenía otros motivos que todavía siguen siendo muy parecidos a los actuales. Ya no me levanto a ver los dibujos a las siete de la mañana, pero sí que sigo haciendo mi rutina de los sábados. Bueno, cuando no existen otros motivos que me lo impidan -Universidad-. De todos modos, esta explicación no os sirve para nada, simplemente para aburridos. Pero como no puedo evitar ser una pesada y explicar mis cosas, os recomiendo que os saltéis lo anterior hasta ahora. Claro que supongo que para saber que os lo podéis saltar tenéis que haber llegado hasta aquí y por tanto leeros lo anterior. En fin, supongo que son mis trucos para que la gente me escuche... más bien para que me lea, pero ya me entendéis.
Bueno, a lo que iba. Mi siguiente entrada se llama "el llegar a ser lo que fuimos". Es otra entrada que explica un romance llegado a mal puerto, que acaba en desastre. En él podemos ver las comparaciones y el juego de rimas para entender, un poco, a la pareja que fueron y que ya no son. Aunque, en realidad, al menos uno de los dos, desea que vuelva a ser como era. Desgraciadamente muchas cosas son inevitables o las tornamos inevitables a causa de errores y decepciones. De todos modos, no hay que negarse a equivocarse ya que errar es de humanos y demuestra que se mostró todo de alguien, que se hizo conocer de forma profunda. Si no funcionó, no es el definitivo. 
La entrada se encuentra compuesta a partir de la canción Hello de Daniel Jang, un violinista que interpreta la bellísima canción de Adele. Sinceramente, me vuelve loca como suena y espero que os agrade igual que la entrada - aunque si os gusta más la entrada no me enfadaré-. También con el hermoso cuadro de mi gran pintor Vicent Van Gogh, el hombre que me hace creer en todo, en el poder del arte para expresar aquello que nadie puede ver.

Bueno, feliz sábado renacidos y mucho cuidado con esta noche, que los sábados son muy locos pero necesitan tener un futuro - no bebas sin conduces-. Y yo necesito a mis renacidos :)

https://www.youtube.com/watch?v=7fAk82lsiAg


Éramos dos acantilados que contienen imprudencias en su filo, que esperan romper el hilo que les ata a las obligaciones, a las razones de ser y no humanos en este circo. Dos choques entre dos mundos compartidos, referentes, incomprendidos. Vivíamos de ilusiones durante cada una de las noches que confeccionaban nuestros encuentros, nuestros momentos, nuestros sueños. Moríamos de realidades durante cada una de las mañanas que confeccionaban nuestras dudas, nuestras inseguridades, nuestras horribles debilidades. Buscábamos las navidades en pleno Agosto, hallábamos el verano en medio del otoño. Caíamos en la cuenta demasiado tarde, derrapando en la cuneta de nuestras habilidades, de las crueles señales del destino que no tienen forma de tráfico sino de remolino. Un remolino de emociones, de sensaciones, de dominio. Leyes que rugen en las fauces de un cocodrilo, las aspas de un molino que hace años que no fabrica harina, que no conoce el trigo, que llora por su sin sentido. Éramos tanto sin saber nada. Ahora somos nada, sabiéndolo todo, conociendo los periodos, los cambios, las estaciones donde bajan de sus vagones pasajeros congelados, presos del candado que no les deja vivir, sentir, sonreír. Siempre fuimos conscientes de la brevedad de las estrellas, de la eternidad de las mentiras, de las crueles injusticias. Me juraste que no dejarías de tocar el arpa y sin querer un día su sonido juró no volver a hacerla sonar, ni desprestigiar aquellas notas suicidas que caían como gotas en plena estampida. Sé que fue culpa de mis miedos, de mis sueños por cumplir, de todas aquellas películas que nunca  llegaron a su fin, que se perdieron en las noches de abril. Sé que no fue culpa toda de mí, que otras cosas tuvieron que ocurrir para vencer al barco que vimos hundir. Puede que otros zarpen sin ti, y que consigan huir, pero siempre existirá una línea que marque su compás teniéndonos a ambos como amantes de un largo vals. 

Buscábamos tantas cosas perdiendo las más importantes, ignorando los desastres, todos y cada uno de los sauces. Perdíamos tantas cosas sin buscar lo más importante, ignorando sus fases, sus declives, sus avances. Puede que por eso, ahora todo este proceso nos destruya poco a poco, nos sumerja en ese pozo y nos ahogue en lo más hondo. Puede que también, nos haga sentir ignorantes, creyentes, insurgentes. Presos del pánico, de la rutina, de nuestro fracaso. Nos encierre en el pasado, en el inminente descaro, catástrofe, desamparo. Somos todo sin ser nada, somos nada siéndolo todo.  

Ellos, los sin dueño,  bendijeron nuestra separación, hurgando en las heridas de la desesperación, de cada una de los besos rotos en un rincón. Pero su agua bendita quemaba tras cada discusión y las quemaduras se apoderaban del corazón y de la razón irracional de seguir con este teatro que no hacia otra cosa que daño. Te repito que no sé cómo pudimos, cómo lo hicimos, cómo caímos. No sé como llegamos a serlo o a saberlo, pero desde entonces los acantilados ya no dejan muertos en sus brazos, sino vivos en sus filos. 

viernes, 4 de diciembre de 2015

Esta es nuestra historia

Buenas noches. ¿Cuántas personas forman o han formado parte de tu vida? Sin darte apenas cuenta, mientras vas redactando con buena letra lo que está siendo tu día a día, estás ayudando a la redacción de otras personas sobre su propia historia. Pues de eso trata la entrada de hoy. Trata sobre lo que somos, sobre quiénes somos, sobre todas aquellas etiquetas y costumbres que vamos utilizando y que en cierta parte nos identifican a todos. Juntos hemos creado una historia y somos parte de algo grande que antaño fue pequeño. 
 Leyéndola nuevamente he pensado también en aquellos autores que de pequeños se dedicaron a crear canciones y que sirvieron como base de muchas de las cosas que hoy plantean, de muchos de los temas que hoy dedican tan bellamente redactado y perfeccionado. No hay que olvidar que todo proviene de algo. La más pequeña de las piedras algún día fue montaña. 

Bueno, y después de esta breve introducción aparece mi entrada. Espero que os agrade u os transmita aquello que esperáis encontrar este viernes día cuatro de diciembre. Como veréis contiene un enlace de Youtube que, en este caso, se trata de Touch the Sky de Daniel Jang, una bellísima interpretación que a mí, me encanta. Feliz viernes y renacer entre palabras. 

https://www.youtube.com/watch?v=uBURwIQ4c9I




Esta es nuestra historia; basada en hechos ficticios, en sueños reales, en puentes con promesas que caen a raudales, que se pierden entre refranes, versos, deseos con olores tan diversos. Escrita sobre un papel mojado de lágrimas, de decepciones, de amargos licores. Redactada a base de esfuerzo, de sangre, de sudor. Sudando esfuerzo sangrante; sangrando sudor esforzado; esforzándonos en sangrar sudados. Cada uno de los puntos indican el final y el comienzo de algo, el hecho de haber pactado con la vida un descanso, un parón, un cambio de vagón. 

Esta historia no está guionizada. No sigue papeles ficticios, máscaras con forma de nido, ni escenas que se caen con el ruido. No vivimos un guión establecido, sino que traspasamos normas, comportamientos, estereotipos. Rompemos el sistema de forma sistematizada, y la recomponemos como estaría programada. Pero nadie nos programa, no seguimos ningún margen, ni sangrías, ni parajes. Somos dueños de nuestro escrito, reyes de lo que sentimos y transmitimos con las palabras, con las sílabas entre cruzadas. Creamos porque creemos; creemos lo que creamos. Buscamos la rima, la metáfora, la sinfonía, para hacer de esta vida un momento lleno de sonrisas, de versos y de caricias. Caricias con forma de sonidos, con monosílabos. Y es que sabemos que no debemos esperar más de esta vida que soñar escribiendo, cantar huyendo y leer lo que leo. 

Somos el total de ovejas negras que aparecerán en tu vida. Somos el agua, la lluvia, la vida. Cerramos las heridas, buscamos los tapones y creamos fantasía. Nacimos para hacer historias, historias diferentes, nada corrientes, propia de delincuentes. Con efectos contundentes, razones insurgentes y palabras hirientes. Sabemos lo que llevamos, llevamos lo que sabemos. Conocemos las mañanas, los años, los otoños. Nos tiramos con aplomo desde la nube en la que vivimos la mayoría de nosotros. La misma que produce polvo, nostalgia, oro. 

Esta historia sigue patrones, parámetros, renglones. No se deja pisar, ni pisa. Nunca te quitaría la sonrisa porque confirma que la mejor manera de ser feliz es dejarse llevar por la brisa y esta no hace otra cosa que sonreír y vivir; flirtear y morir; repetir y sentir. 
Gracias a esta historia existimos, nos hemos conocido y hemos vivido todo lo que hay redactado, lo que hay señalado entre paréntesis, entre comas que no aceptan según que tesis. 

Alguien nos enseñó a escribirla pero nadie nos mantuvo la mano, ni nos condujo por el papel rasgado. Esto lo aprendimos meditando, usando la mano en vez de la razón, usando las palabras como si fueran el corazón. Siempre nos ha ido bien juntos, redactando punto por punto, creando este nuevo mundo que poca gente ha tenido el gusto de conocer, de saber su existencia, de su efímera coincidencia. Sí, coincidencia con la tuya, con aquella historia que narras en la penumbra y que tiene una musa de largos cabellos oscuros que sueñas con que algún día puedan fundirse con los tuyos. 

Somos el total de las acciones que viviremos, el total de los errores que cometeremos, de los que nos arrepentiremos o repetiremos hasta saciarnos, hasta llegar al cansancio de la rutina, de la monotonía o del cambio. Aquel que nos paraliza debido a su naturaleza mezquina, ensombrecida, que es como silenciosa víbora que espera tendida hasta que tu cuerpo se agita. Y entonces ataca, a la tranquilidad, a la normalidad, al programa programado de naturalidad. 

Esta es nuestra historia basada en las estrellas, soñada por los cometas y respetada por las luciérnagas. Creamos sonidos nuevos, eternidades contenidas en frascos pequeños, botellas que se perdieron en el mar de tus miedos. Sé que no nos conocemos, que lees estos versos sin pararte a creer que eres parte de ellos. Quizás pienses que no perteneces a este mito, a este escrito, que tú eres tú, yo soy yo, y ellos son su propio colectivo. Pero créeme cuando te digo, que esta historia nunca sería lo mismo sin tu pequeño granito.