viernes, 30 de junio de 2017

Guantes blancos

Buenos días, renacidos! Os echaba de menos pero por fin esa espera ha terminado. Ja sóc aqui!! Y tardaré en volver a irme. Ha sido un año complicado, ya sabéis por lo que he ido comentando que no hemos parado ni un día. Pero al final siempre llega el verano, y el frío se larga. Y se ha largado para no volver en mucho tiempo. Os traigo entradas nuevas y más renacer entre palabras. Seré escueta porque hoy no es un día para alargarse en introducciones, es mejor pasar a la acción.
Espero que hayáis tenido buen resultado aquellos que estudiáis como yo, y a los que continúan trabajando, no desistáis! Podéis con eso y mucho más!

La entrada de hoy habla de amor y he querido jugar con palabras y vocabulario de ropa para ir emparejando cada estrofa. Espero que os guste, renacidos, y que no olvidéis que aquí volvemos a nacer juntos y que os necesito.

¡Feliz viernes!

PD: hoy estrenan la película de Gru 3. ¿Soy la única que irá a verla?

PD2: la fotografía es un dibujo de Sara Herranz.




Enrédame en el hilo que anuda tu chaqueta. Quiero ser la percha a la que te abraces desnudo, esperando no arrugarte cuando todo se acerque distante, cuando nadie venga a ayudarte y la vida sea un absurdo recuerdo de lo que ya nunca será. 

Seré para ti un andén pasajero al que se aferrarán solo hombres de guante blanco que pelean por un título enmarcado en sangre. 

Crúzate en mi camino cuando las bifurcaciones sean el destino, cuando te digan los carteles que tienes la posibilidad de escapar del mundo o que el mundo escape de ti, y tú sin embargo siempre me decidas a mí, aunque no esté señalizada, aunque siempre sea una línea intermitente en el camino, discontinua que continúa por una carretera en la que no se permiten los adelantamientos y va despacio. 

Escucha la canción que no suena pero que te hace parpadear la vida, que te pinta en la mano rimas y estrofas de otras vidas, que nunca vivieron pero creyeron hacerlo, y murieron en el intento de permanecer. 

Quítame el vestido manchado por vino tinto que nunca vino pero siempre tintó tu recuerdo. Que se descolora con las lágrimas que caen de mis manos, sudadas por la resignación de no volver a aquel 25 de junio de 1994. No volver y nunca pasar por el mismo día, saltando a la comba o a la pata coja, el tiro porque me toca o el ya volveremos otro día. Y se hizo de noche, y los guantes blancos ya no parecían tan inofensivos. Golpeaban a las manijas del reloj que se disparaban como flechas a una misma diana: mi corazón.

Por eso pégame un botón en la suela de mi zapato, para que cuando el miedo rebusque en mis bolsillos, yo pueda picar al suelo y hacer novillos, escaparme del miedo en un descansillo de tus hombros, aunque ya nunca estén. Aunque ya se hayan ido. Buscando otras isletas, otros edificios en los que los espejos reflejen distorsiones y colores vivos. Donde los guantes blancos sean mas bien amarillos.

Quiero ser parte de tu manga. 
Acabar mojada cuando el grifo se abra.
Mancharme de pintura cuando la inspiración te atrapa.
Recogerme o soltarme abrazada a tu piel blanca.
Ser dueña de tus brazos aunque solo dure
                                                         hasta mañana.