viernes, 9 de noviembre de 2018

Detrás de la ventana

Buenas tardes, renacidos. ¡Os echaba mucho de menos! Llevo bastantes días preparando una nueva sorpresa, aunque voy bastante lenta... Por ello, he decidido presentaros una nueva entrada. Para ir haciendo boca...

Espero que estos meses os estén sirviendo para conseguir todos los propósitos que tengáis. Yo por el momento he empezado a formar parte de los currantes, que no es algo para tomárselo a broma.

¿Y qué deciros, renacidos? Que soy feliz, como prácticamente siempre. Que tengo un nuevo miembro en la familia que es negro y con mucho pelo, y que se llama Sam. Una cachorrita increíble. 

Y bueno, no me voy a enrollar más. Os presento mi nueva entrada. Espero que la disfrutéis y que reciba noticias de vosotros pronto. 

¡Feliz viernes!

Pd: os adjunto una canción increíble de mi cantante favorito. Se llama Beseiscientosdoce y es de Rayden. Un saludo!!

Pd2: La fotografía la tomé en San Sebastian (País vasco).

https://www.youtube.com/watch?v=DyATqu29NCM&list=RDDyATqu29NCM&start_radio=1



Afuera llueve y adentro nadie sostiene su paraguas. Las humedades han dejado inhabilitada una persona que calla mientras chapotea en el agua...

Mira la que está cayendo, acércate a la ventana y contempla el desierto que has dejado sin agua. De arena está repleto tu cuerpo, tan desacostumbrado a barrerse de tanto en tanto que ha perdido la habilidad de hacerlo. Te has hecho polvo sin hacerme ninguno desde hace tiempo, y nadie puede sacudirte sin llevarte a ti primero. El dolor te ha creado a su gusto y te has dejado decorar a su antojo, sin moverte del sillón, sin prestar atención a la que está cayendo fuera y dentro del salón.

Yo sin embargo, sosteniendo un café que pierde azucares tras cada paso, miro por la ventana y lloro. Lloro por lo qué te has y me has convertido, tan dispuesta al fracaso que fracasé mil veces contigo sin llegar a casarme siquiera, sin decir que sí quería aunque, sin embargo, no he dejado de hacerlo.

Mira la que está cayendo o por lo menos escucha el sonido. Te has vuelto tan eco de palabras, que ya ni el rocío se atreve a cantarte; y antes lo hacía por Andalucía o en cualquier parte. Brotabas de un arrollo, te sacudías en las ramas o cruzabas los prados con un jersey a rayas. Hallabas consuelo de cualquiera que te mirara y sonriera. Y ahora eres incapaz de ver lo que está cayendo fuera... 

Te has vuelto tan impermeable que las lágrimas que brotan se descosen antes de llegar a tus mejillas, ya ni hablemos de tu boca. ¿Y las mías? Ya no importan. Se han tapado del frío con tu indiferencia de lana, que abriga más que tu abrazo, tan helado desde que perdiste las ganas. 

Y sigo mirando la tormenta que se alza, cada vez más fría de cafés y más escueta de palabras, aceptando la rutina como firma sagrada de la vida adulta. Sintiéndome traicionada por los sueños que juré se llevarían a cabo y ahora me llevan a mí hasta el filo de la ventana. 

No saltes, me repito. Y cada vez caigo con más fuerza. Pero tú seguirás sin mirar la que está cayendo fuera...