sábado, 10 de octubre de 2015

Nosotros nunca fuimos, nunca somos, ni nunca seremos

Buenas tardes, después de mucho tiempo sin aparecer por mi querido blog aquí he vuelto llena de emociones, de sensaciones y de experiencias. Cada día es algo nuevo, algo que aprendemos y creo que lo más importante que podemos hacer es permitir que la gente sea participe de ello, que se empape de nuestros nuevos conocimientos y que nos permitan empaparnos de los suyos. Esta nueva entrada es una reflexión sobre lo que podemos ser o no con alguien. Muchas veces perdemos oportunidades a causa de malas decisiones o de callar aquello que necesitamos explicar a gritos. Mi consejo antes de mostrar la entrada es que abráis la coraza que oculta vuestros miedos, vuestras inseguridades y vuestros deseos. No hay nada imposible sino cosas difíciles de realizar. Todo se puede lograr si se da todo de alguien y se hace con el corazón. Confesad aquello que os atormenta. Manifestad vuestros sentimientos si no quieres conseguir que nunca fuisteis, nunca sois y nunca seréis. Y sin ir más allá, aquí os dejo mi entrada. Feliz sábado diez de octubre. 

https://www.youtube.com/watch?v=RLwTyMZSp34



Nosotros nunca fuimos, somos, ni seremos. Y eso es así. Nada lo ha podido cambiar, nada lo puede cambiar o lo cambiará. Todo pasó, todo pasa y todo pasará. Como pasan las gaviotas cada año por aquel punto donde todo se acaba, donde todo empieza y donde nunca pasa nada, ni las gaviotas. Nunca fuimos, nunca somos y nunca seremos esa gota de lluvia que se pierde en un frío cristal después de impactar gravemente contra él. Esta se desvaneció, como nuestras posibilidades de ser ese tren que nunca encuentra su propia estación; ese árbol rodeado de un bosque que le hace sentir solo, desamparado e ignorado. También sé, que aunque te niegues a creerlo nunca fuimos, nunca somos y nunca seremos esa estrella que desea ser una libre y finita estrella fugaz. Quizás por miedo, por rechazo o por asombro jamás lo fuimos, jamás lo somos, jamás lo seremos. Como tampoco aquella canción triste que nos hace sonreír; aquella nube que no cesa de cambiar de forma, pero que sigue siendo la misma de siempre; aquel grito provocado mediante silencios, suspiros y lamentos; aquel fuego que baila entre sus cenizas. Tú te convertirás en las tuyas y yo en las mías. Pero nunca fuimos, somos o seremos aquel recuerdo que se almacena en un viejo baúl olvidado; aquel viejo amigo que nunca se vuelve a ver; aquel cuadro que rodea el cielo por espirales y estrellas; aquel reloj que empezó a atrasar el tiempo. Quizás aquel hubiese, es o sería la solución. Atrasar, parar o adelantar el tiempo, este que nos paraliza y nos impidió que fuésemos, que somos o que seamos aquel espejo que refleja otro espejo; aquellos bailarines que no saben caminar, sentarse o mantenerse de pie, simplemente bailar; aquellas luces que nunca se apagan porque viven oscuras; aquel teléfono que se hace sonar con el silencio; aquel libro que se empezó a leer y que dejó a los personajes estancados en aquella parte, inmóviles e infelices. Quizás así nos quedamos nosotros en un universo imposible, desértico y blanco donde jamás podremos ser aquella hoja que intenta con todas sus fuerzas aguantar en la rama todo el otoño; donde jamás veremos llover al sol, ni brillar las nubes; donde las canciones nunca acaban; donde la vida es el final y la muerte el principio; donde la injusticia es solo una palabra manchada por la tinta de una suave pluma.
La culpa fue, es y será del amor. Aquel sentimiento que es una tormenta de emociones contenidas, un tsunami que nos salvó llevándonos a la muerte, un paraguas para el corazón. 
La culpa fue, es y será del odio. Aquel sentimiento que es una calma de emociones compartidas, una ola que nos condenó llevándonos a la vida, una sombrilla para la cabeza. 
Sé que  poco a poco lo olvidaré. Olvidaré lo que no fuimos, somos, ni seremos. Olvidaré que pudimos conseguirlo, pero que no lo hicimos. Olvidaré que fuimos, somos y seremos aquellas estaciones que no se tocan. Olvidaré que fuimos tan cercanos y a la vez distantes como el sol y la luna; que nos gustaba no gustarnos lo mismo. Poco a poco lo iré olvidando como aquel violinista que se olvida  de tocar mientras sus dedos buscan el instrumento. Pero lo que nunca olvidaré es que nunca fuimos, somos, ni seremos.

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