miércoles, 30 de marzo de 2016

¡Cuánto hemos cambiado!

Buenos días, renacidos. Tengo poco tiempo así que seré leve. Nunca dejéis que los cambios arruinen tu vida. Muchas veces nos dejamos llevar por el hecho de que las líneas se tuercen. Nos entristecemos cuando no conseguimos exactamente lo que queremos. Nos hundimos por ello. Pero no podemos olvidar que nadie es perfecto y que ninguna relación tiene que serlo. Somos humanos y los humanos son los seres más curvados del planeta. No hay más que ver nuestra columna vertebral que se dice que está recta, pero no es así. 

En fin, de eso trata mi entrada, renacidos. De una pareja que ha cambiado y que lamentablemente ve el final de su historia aunque se amen, porque han cambiado. Pero eso no significa que tenga que ser así. Las cosas cambian y son inevitables.

No tengo más tiempo para seguir hablando así que os paso mi siguiente entrada sin ningún enlace pero con esta bonita imagen.
¡Feliz miércoles!




¡Cuánto hemos cambiado! La tristeza ha devorado nuestras sonrisas eternas, el negro estampado sobre el blanco ha acabado con nuestras manías, con nuestra extraña sabiduría de como querernos un poco menos para amarnos un poco más cada día. Aquella pestaña que siempre colgaba de tus ojos para que pudiera ser soplada, para que pudiera cumplir otra estrella, se ha roto. No sé qué nos obligó a cerrarnos poco a poco, a crear ángulos menos pares, a parar más ángulos que timbales. No sé que terminó por abrirnos del todo, por volvernos inútiles marionetas en un roto escenario donde más de un pie se ha colado, ha bajado hasta el punto de no retorno. 

Aún nos queremos, lo noto. Las lágrimas en las almohadas lo dicen todo cuando intentan callar el alboroto de nuestras almas. Estás cansada y yo estoy roto. Hemos cambiado desde que tomamos aquellas fotos cerca de la playa, cuando aún nos escondíamos de crueles palabras, de miradas que mataban y acusaciones de personas que no eran nada en nuestra batalla. 

Ya no paseamos sobre nubes de algodón, ni perseguimos el cordón rojo que une a dos personas hacia el amor sonrojado y cubierto de amarillo. Ya no soy el vecino que regaba tus flores cuando cantabas en la ducha, cuando decíamos " te quiero como la trucha al trucho". Era absurdo, pero nos hacía gracia. Teníamos la sartén por el mango y aún así nos quemaba. Me encantaba quemarte con mis miradas, dejar en llamas tu alma.

¡Cuánto hemos cambiado! Y quién lo juraría cuando todavía te amaba. No es que ahora no lo haga, es que ahora lo hago diferente. Como pensarte a cada hora, como esperarte en cada boda que no es la tuya, como mirarte cuando miro a la luna. No me llores, preciosa mía, que sé cuánto hemos cambiado, pero también sé que por mucho que cambie la vida, yo te querré a mi lado, llorando en mi almohada, pensando en como dejarlo sin apenas hacer nada y esperando a que algún día vuelvas a quererme como siempre yo querría.

martes, 29 de marzo de 2016

Basta y vete

Buenas tardes, renacidos. Hoy he decidido publicar otra entrada nueva. Sé que es una hora poco apropiada para hacer una publicación, pero, en realidad ¿es inapropiada? no lo creo. De todos modos lo sea o no, la voy a publicar igualmente - y ya está jaja-.
El hecho, en cierto modo, de que vuelva a publicar en el día de hoy, es porque, a parte de que tenía muchas ganas de hacerlo, hemos llegado a las 2000 visitas y es digno de celebrarlo. Os invitaría a todos a un trozo de Mona que aún me ha sobrado pero dudo que podáis venir todos o si quiera alguno a mi casa, a comerlo. Así que me la comeré yo en vuestro honor ¿vale? (quizás ha sonado un poco egoísta, lo sé). 

En fin, renacidos. Millones de gracias. Hacéis posible que siga persiguiendo mi sueño, que sea capaz de imaginarme un libro con mis renacidas palabras plasmadas en papel. Sé que algún día lo conseguiré, y también sé que cuando eso llegué no podré olvidar lo que habéis ayudado a que sea posible. Sin vuestras visitas, sin vuestro interés, quizás me hubiese deprimido. No hubiese dejado de persistir en mis sueños, pero hubiera sido más imposible de tocar. Aún queda mucho camino por recorrer pero no desisto y nunca lo haré. En cierto modo, eso es lo que debemos de hacer todos ¿no?

Mi siguiente entrada tiene un título con el que no quiero que os sintáis aludidos. No os vayáis, por favor. Incluso si me sois infieles y acudís a otros blogs, os amaré igual ¿vale? ¿de acuerdo? Y como su nombre indica habla sobre una ruptura, sobre odio, decepción y una infidelidad. Algo escabroso, no diré que no.

Por otro lado, renacidos, como este es un momento especial, he decidido poneros una de mis canciones favoritas que nunca podrán desaparecer de mi vida: Let her go. La imagen, también es de una canción, del videoclip de Camila "Tú decidiste dejarme".  Espero que os guste muchísimo la canción, la imagen, la entrada y mi blog en general. Gracias, gracias y gracias. Supongo que sabréis lo importante que es esto para mí y si no lo sabéis lo repito: ESTO ES MUY IMPORTANTE PARA MÍ.

¡Feliz lo que queda de martes, renacidos!



https://www.youtube.com/watch?v=RBumgq5yVrA






Y me desdibujé tu nombre. Lo llevaba tatuado desde que conocí al hombre que cambiaría mi vida sin ser mi padre, que haría que conociese la verdad que traen las palabras cosidas a mis dos costados, en forma de uves, de alas que nunca volarán porque siempre permanecerán recostadas a tus cruces.
Sé que quizás tardé en hacerlo, pero tuve miedo de que los escalofríos que eran como corrientes de Cupido, desaparecieran sin dar cobijo a la mujer por la que gracias a ella aún respiro. Lo desdibujé cosiéndome los insultos en mi espalda, clavándome las agujas como si fueran dagas que penetraban lo que quedaba de mi alma. Y no me importó oler a hierro, pues la sangre había dejado de derramarse cuando descubrí que me engañaste con otro cuerpo. ¡Qué duro fue ver con mis propios ojos lo que la carne intenta descubrir, lo que el fuego de la pasión intenta derretir! Recuerdo las noches con velas en mi cama, sin poder dormir. Intentando borrar con acertijos absurdos y caramelo lo que yo sentía por ti, el miedo que tenía al perderte y al encontrarme a mí. No sé a qué tenía más miedo la verdad, pero gracias a ti pude ver el jardín de horquillas con deseos carmesí, parecidos a los que tienen las orquídeas cuando paseas por aquí. Pero, ¡basta! No quiero pensar en ti. Me hiciste daño con otras manos cerca de las tuyas, con susurros que te decía otra boca, con promesas igual de astutas que las que hacías hacia mi persona. Pero, ¡vete! Dejé de ser tu juguete hace mucho tiempo. Quizás tardé en desdibujarte, pero el hielo ya había consumido por tus actos lo que una vez, fue puro fuego. 


Como espuma que se pierde en tu boca

Buenos días, renacidos. Solamente dos días y unas horas para acabar con marzo, para acercarnos poquito a poco al verano. La primera señal empezó el sábado/domingo cuando adelantamos una hora. Típico del verano, quitarnos horas cuando a él le conviene para hacernos llegar más tarde a casa. ¡Ay, qué ver! Pero bueno, lo importante es lo importante; nos acercamos al verano. Nos acercamos a esos días llenos de calor exagerado con sudor, con piscinas, con fiestas, con shorts, con días de playa, con helados... Mmm, ¿qué bien suena no? Pero, bueno, de momento nos conformaremos con marzo y lo poco que nos queda de este. Una vez pasemos abril ya veréis como todo pasa muchísimo más rápido.

Y mi siguiente entrada vuelve a hablar de amor y de rupturas. Soy un poco repetitiva con ciertos temas. Será que me gusta buscar 'en cierto modo' la belleza de la tristeza. Algo así como renacer entre lágrimas. Mmm, ¿nuevo título para nuevo blog? jaja, no. Me quedo con Renacer entre palabras que tiene ya 1984 visitas. ¡Bravo! Estamos llegando a unas cifras altísimas, renacidos. ¡Gracias! 

Junto a esta entrada os traigo una canción de Jesse & Joy titulada "Corre, corre corazón". Seguro que mucho ya la conoceréis, y los que no, os animo a escucharla. Es muy bonita, de verdad. A parte, la nueva imagen de portada que os traigo es de la fantástica Marilyn Monroe: la más grande.

¡Feliz martes, renacidos! Por lo que a mí se refiere, vuelvo a la Universidad después de vacaciones.


https://www.youtube.com/watch?v=P2hM9CLAMu4



Ya no somos los mismos. Aquel enredo que siempre aparecía en tu pelo se ha descosido como los besos sin previo aviso que llegaban desde mi boca hasta tu bolsillo, como los sueños de hojalata que esperaban en medio de la plaza de la esperanza, al lado de tu ombligo. Algo ha cambiado, lo presiento. Quizás sea el aliento que dejaba en tu cuello cada vez que te besaba o aquellas ganas de besarte hasta la garganta que crecían en la catarata de tu espalda a mi playa. Sé que no han cambiado las reacciones, las ecuaciones y verbos conjugados que creábamos entre oraciones en medio de la cama, entre la calma de aquellos que se aman sin esperar nada. Quizás no haya cambiado eso y simplemente sea el invierno que con su capa blanca trajo un frío grueso como el azúcar que nunca se derretía cuando queríamos hacerlo. La verdad es que no sé que cambió todo lo nuestro, el mar que veíamos chocar contra las rocas se ha vuelto espuma que se pierde en tu boca como pétalos de rosas cayendo de su única creadora. A veces, me da miedo pensar que la culpa fue solo mía, que yo fui el loco suicida que acabó con su única espina clavada en el alma, con lo único que le ayudaba a permanecer en calma cuando la tormenta amenazaba. Pero me niego a pensar mucho en ello, pues el dolor es una herida que más que cicatrices deja pellizcos por allí donde pisa, quemaduras en vez de sonrisas, lamentos en forma de orquídeas podridas. 

Ya no somos los mismos ¡Qué ironía! Y yo que siempre dije que tú serías mía, pero no con esa misma posesión te tendría, sino que permanecería a tu vera como grillo con su primavera. 

Ya no somos los mismos, ¿quién lo diría? Aquella purpurina que caía de tus mejillas cuando las lágrimas amenazaban con su caída, han dejado de caer para recordarnos que la nostalgia es la peor enemiga y los recuerdos el aliado que nos mantiene con vida. 

lunes, 28 de marzo de 2016

Promesas incumplidas con olor a sal en las mejillas

Buenas tardes, renacidos. Llevo muchos días sin publicar nada, pero es que realmente llevo muchos días desconectada y no solamente del blog o del ordenador o de todas estas cosas. Llevo muchos días desconectada del mundo, centrándome en el pequeño universo que solamente dos personas conocemos plenamente. Siento deciros que es imposible de visitar dicho Universo. A este solamente se puede acercar un poquito a través de unas miradas que son la puerta por donde se entra. Te puedes asomar si quieres, pero nunca verás nada, pues este Universo, renacidos; igual que el amor, es invisible. Me entristece que no podáis disfrutar de él, del paisaje que se cierne entre palabras, miradas y momentos que son indescriptibles. Es un universo tan bonito, renacidos... ¡Tan bonito! Casi parece irreal, un sueño. Pero es tangible, se puede percibir y sentir. Para mí, Semana Santa empezó este jueves pasado, un jueves pasado precioso por ser 24. Y más precioso se volvió cuando abrí mis ojos hacia el nuevo Universo.

En fin, renacidos, he vuelto. Aunque me hubiese gustado seguir desconectada un poco más, debo de admitir que necesitaba escribir. Esta vez, se trata de un escrito que le hace un hombre a su amada. Es algo triste, a mi forma de ver, pero creo que es muy bonito y espero que os guste. Junto a esta entrada os presento una canción bastante conocida: When a man loves a woman de Michael Bolton. También, como imagen, os pongo un precioso dibujo de Paula Bonet. 


¡Felicidades a todas esas monas!

https://www.youtube.com/watch?v=JmfOzFzYumo




Cuentan que ahora cuelgan de tus pestañas deseos, que no te hace falta contar estrellas, acumular granos de arena en tu cuerpo o solapar en tus mejillas sonrisas que llevan promesas de amor eterno.

Cuentan que ya no te hace falta vestir de negro. Que sales cada día con tu vestido nuevo pintado de manchas que acumula el tiempo, que descose el alma, que atormenta al desierto. Que usas guantes para no dormir, calmas para volverte nerviosa y cambios de humor para volver a tu estado natural, con tu malicia silenciosa.

Cuentan que ya no eres la misma, que aquel día un hombre derribo a una estrella y la condenó a una vida sin luz durante una larga primavera, que disfrutaron con ello durante siete lunas enteras. Imagino que aquel aire que danzaba pasos entre vientos, amenazó un día con quitarte el aliento, ese punto perfecto que permite morir o seguir viviendo. Imagino que fue un largo y bochornoso tiempo. Que durante meses confundiste todo aquello que te había permanecido desde siempre, con otros cuerpos que no conocían tu aflicción o tus deseos.

Sé que también cuentan que has mejorado, que aquella línea formada entre tus dos labios ha vuelto a torcerse por suerte para tu reparo completo, instantáneo, inminente. Sé que tendrás millones de cosas en mente, como viajar a Marte sin utilizar ninguna "a" delante, para no confundir verbos y términos que no llevan a ninguna parte. Sé que tendré que explicarte miles de recuerdos bañados en sangre, la purpurina que obligue a derramarse o el billete de vuelta que siempre me traía al mismo lugar del que quería volar, escaparme. Sé que todavía no piensas que vuelva a verte, quizás es pronto, pero para mí siempre ha sido demasiado tarde. 

Cuentan que ya me has olvidado, que el poema que te escribí un día en tu vientre ha sido lavado por la sal de tus lágrimas, esa que no deja rastro en las sabanas ni en el punto intermedio en que tus palabras y las mías fueron clavadas en el umbral, en la puerta de lo que lo que era nuestro ritual. 

Cuentan que has conocido a otro alguien, que no es nada serio pero que cada día viene a buscarte. Te ha sacado un par de sonrisas, tres caricias y una mirada que era como la mitad de las mías. Seguramente de aquí a unos días, cuando recibas esta carta, él te habrá traído bombones, flores o quizás hasta un tarta. Sí, una con fresa y nata como a ti te encantaba. Posiblemente incluso conozca tu cama, perciba el olor a jazmín con el que te despiertas cada mañana o te traiga el desayuno con cubiertos de plata.

Aún no lo cuentan, pero yo sé que terminarán contando que por mucho que me amaste, una vez recibiste la carta, la tiraste. Y no me hará falta un recibo de tus promesas incumplidas, de aquellas fotos que tomamos en mi puerta, ni los abrazos cuando aún te escondías. Lo sabré. Sabré que pasaste página y con lágrimas en los ojos, entenderé que mientras yo formé parte de un capítulo de tu vida, tú te convertiste en el libro que siempre leería y del que nunca saldré con vida. 

lunes, 21 de marzo de 2016

En esto consiste

Buenas tardes, renacidos. Hoy no es uno de mis mejores días y me entristece pensar que se pueda ver reflejado en mis escritos. Pero, aun así, aquí tenemos en esto consiste. La causa de mi malestar es que, justo la semana que tengo de fiestas por tratarse de Semana Santa, he pillado una gripe de alucine. Me paso el día en cama, tumbada, quieta, como una estatua. Quien me conoce sabe que esto es un calvario para mí, porque necesito siempre estar haciendo algo. Soy incapaz de apenas dormir y de sostenerme en pie mucho rato. Vamos, horrible, renacidos. Pero bueno...

Esta entrada consiste en el amor. En esa maquina que nos mueve hacia un lado u otro, que nos persuade o manipula a tomar decisiones irracionales. Pero, por lo menos, habla del lado bueno del amor. No voy a extenderme mucho más porque quiero que lo leáis y necesito irme a descansar. Os pongo junto a la entrada, la canción de Manuel Carrasco: amor planetario. Es preciosa así que espero que os guste. ¡Ah! Y el gif pertenece a la película "Diario de un Zombie Adolescente".
¡Feliz lunes de semana santa!


https://www.youtube.com/watch?v=NsKh5kRjLQU



Y en eso consiste. En esperar desesperadamente en la puerta de un bar perdido de la gran ciudad, atestado de recuerdos con olor a carmín corrido de sus labios tras las copas de vino. En encontrar razones irracionales para fracasar, caer, perder y aun así seguir buscando el hilo que unía nuestros dos dedos al picaporte perdido de tu puerta a medio cerrar por el viento, a medio abrir por el destino. No es que sea muy valiente y use escudos en vez de lentes para ver de cerca, para encontrar las mareas que esconde tu pelo. No es que sea diferente a la clase de chicas con las que has coleccionado fotos a medio recortar entre tu boca y su mar. No es que sea divertida, guapa e inteligente. Tengo miles de razones para tirar por la borda este tipo de declaraciones hechas adrede para nunca encontrar a la persona ideal, a la mujer u hombre que te acompañará sin ser tu sombra, sin ser tu alma, sin ser el mal. Nunca se me dio bien contar. Llevaba a cabo ecuaciones a medio quemar que dejaban de tener sentido cuando sin querer me ponía a dibujar o conjugar. Sabía que existían muchos números: el tres, el ocho, el cuatro, el cero, el seis... Pero no los tenía en cuenta al caminar, me olvidaba de teoremas o de figuras absurdas que intentaban hacerme pensar de forma abstracta, de llegar a conclusiones baratas que me reportarían fama, astucia o simplemente una cualidad para poder decir que yo era inteligente. 
Nunca fui muy guapa aunque intentaba serlo de cara a la gente. Usaba maquillaje en polvo, raya líquida y desodorante gaseoso. No era mujer 90, 60, 90; pero como no era inteligente aquella parte de mí no se lamenta. No lo entiende, no comprende y no quiere hacerlo igualmente. 
Nunca he sido muy divertida. Me asustan las comedias fingidas y lloro cuando noto que algo me humilla. No río, ni a carcajadas ni en ríos. Solamente sonrío a la vida que es la que realmente me interesa, porque sin ella nunca saldría ilesa de los chistes sobre princesas privadas de sus riquezas. 
Quizás la magia radique en ello. Quizás en esto consiste. En no buscar una similitud, comparación o cruz a cualquier media naranja que paseé su estampa delante de nuestra cara. Sino, en demostrar fervientemente que las mitades no están para ser troceadas, retocadas, ni mucho menos completadas. Las mitades son almas de doble filo que tan rápido te crees que han llegado hasta el ombligo de tu felicidad, como desaparecen sin dar paso a la duda o a la frialdad. 
En eso consiste, esto de amar. En leer reiteradas veces su nombre cerca del mar, borrar con tus pisadas los corazones que pintó en la playa y negarte a cortar los troncos para hacer de este amor un corazón roto y desgastado en una corteza que produce aspereza y espinas con forma de dardos a la historia que estáis llevando a cabo. En soñar en blanco y vivir en colores cargados de emociones, en colores a pie de estaciones con parajes en cada punto de libro, en cada una de las oraciones pertenecientes a: te quiero, me quieres.

Porque en eso consiste esto de amar, en que por fin alguien lo entiende.

jueves, 17 de marzo de 2016

No hay sentimiento más humano

Buenos días, renacidos. Hoy es un día de lluvia y sol, y no puedo evitar compararlo con un café amargo pero con leche. No sé, quizás no tiene mucho sentido, pero es lo que siento cuando miro el día que se cierne. ¿Qué extraño, no? ¿Nunca os ha pasado de tener una sensación absurda que no sepáis explicar? ¿Algo que sabéis perfectamente como os hace sentir pero no con que palabras expresarlo? Bueno, si no os pasa, pues nada. No voy a darle más vueltas si soy la única que compara el día de hoy con un café con leche. Pero también os digo algo más, no es lo más raro que he llegado a pensar hoy. Ahí lo dejo. Por otro lado, aunque sé que no os importa para nada lo que os voy a contar ahora lo haré (por lo tanto, si queréis saltaros esto hasta el siguiente párrafo no os odiaré, lo prometo. Sobretodo porque de esto no puedo enterarme). En fin, estoy ansiosa, renacidos. Feliz porque hoy he pedido por correos algo que me hace mucha ilusión, una camiseta de un gran artista: Rayden. No sé si conoceréis su música o apenas su nombre, pero es un gran artista. Canta rap, ha escrito dos libros (uno lo tengo, otro pronto será mío) y sabe como engancharte a sus escritos desde la primera palabra y sin dejarse ninguna coma. Lo descubrí por pura casualidad. A mí siempre me ha encantado el rap... Bueno, no nací escuchando rap y de pequeña lo odiaba; pero supongo que cuando empiezas a entender las letras y a buscar algo más que bailar en las canciones, es inevitable que cambies. Yo cambie para bien, creo. En fin, estoy ansiosa de que piquen a mi puerta. 

Bueno, y ahora volviendo al blog que no tiene nada que ver con mi vida (aunque en parte sí), hoy os he traído una entrada que habla de llorar. Sí, ya sé que es un poco triste y todo ese rollo, ¿pero acaso la tristeza no forma también parte de nuestra vida y de nuestra felicidad? Es indispensable estar triste de vez en cuando para apreciar la felicidad. Siempre hay dos caras en todo. Siempre. En fin, con esta entrada os adjunto un conjunto de canciones de Ludovico Einaudi. Espero que os encante la entrada y el álbum. ¡Feliz juernes, renacidos!

https://www.youtube.com/watch?v=OWKgHFFKA-c






Y llorar. Llorar permitiendo que tus cadenas se apiaden de tu piel, que tu melena esconda los resquicios de aquel corazón inexistente, fiel y sensible que una vez dio cobijo al calor más puro y que ahora no sale del apuro con fragmentos de hielo entre los muros. Llorar, permitiendo no creer en los pétalos de rosa, sino en la sangre que se amontona cuando tu muñeca pasea su corona por las espinas que esperaban tu llegada, tu derrota. Llorar pereciendo siempre en la batalla librada entre tu corazón y tu alma. No buscando respuestas en la cabeza, sino en las murallas que separan tu cuerpo del de otra calma, tormenta, arena que se derrama. Prometer con tus lágrimas no volver a caer en el asombro de palmeras sumergidas en lluvias de aceite y de lodo. El calor no siempre quema, el agua no siempre moja, las lágrimas no siempre son respuestas de una aflicción convertida en plomo. Hay veces que sirven como desahogo del mar que te ahoga, que no te permite tomar atajos, nadar a contra corriente o servir como pez que se convierte en un escudo de la verdad que flota. Otras te sumerge más en el país de las chimeneas sin humo, sin fuego que les haga existir, ni ladrillos que le atornillen a su propio vivir. Un país donde el dolor nos reconstruye por completo, nos hace ir creciendo con crueldad en los huesos, veneno en la piel y amuletos con un único objetivo que nunca nadie ha sabido comprender: el dolor como vida, la vida como el dolor en forma de mente suicida.

Pero llorar al fin y al cabo siempre tiene un motivo, una razón, un porqué. Puede significar la muerte convertida en deshielo del corazón o el arder de aquel órgano que decimos que nos hace sentir títeres sin cabeza entre bombardeos a  pie de cañón. Pero también tiene sus fases. El querer no llorar aguantando el nudo que casi nos asfixia sin piedad; el dejar caer una lágrima como si fuera una nada más; el quitarte las que cuelgan de las pestañas hacia el abismo de tu palpitar; borrar las que llegan a las mejillas y deciden ponerse a tomar el sol, relajándose por completo viendo que han salido sin temor; y, poco a poco, desintegrarse entre lágrimas de sal que parecen llevar ácido mientras caen obligándonos a arrugar la cara, a sentir el dolor.

Llorar. No hay sentimiento más humano que podamos realizar. Nos hace descansar, desfallecer, dejar de soñar o empezar a perecer. Nos trae ideas absurdas sobre continuar o perder la partida. Nos hace ser valientes o nos hace ser suicidas. Llorar. Descansado por fin de tanto aguantar, ahogándote en lágrimas de sal, sentimientos que queman y dejando heridas que nunca saldrán. Porque hay cicatrices que aparecen después de tanto llorar, pero ni las sonrisas más profundas, ni las carcajadas de cristal conseguirán borrar algún día cuanto llegaste a llorar.

lunes, 14 de marzo de 2016

No repitas, por favor

Buenas noches, renacidos. Vuelvo a escribir de noche y creo que ya van 4 entradas por día. ¡Esto es un milagro! Tanta suerte no suele estar de mi lado, pero bueno. Vamos a creer que realmente he conseguido un tiempo para escribir. Es lunes, renacidos. Ese día triste y aburrido que, ¿quién no odia en cierto modo? Creo que la última vez que recuerdo ir contenta por ser lunes, fue durante mis practicas. Aquellos sí que eran buenos lunes... En fin. Mi nueva entrada es un despropósito completo. Habla en cierto modo de la rabia y el despecho. Pero advierto que no va con segundas ni involucra mi vida en absoluto. Yo estoy muy feliz y no he dejado de querer a nadie en lo que lleva de mes. Espero que dure así mucho tiempo. 
En fin, a lo que iba. Trata de la rabia, el despecho, el odio, el desprecio. Podría ser dedicado a aquel hombre o mujer que nos hizo daño cuando una relación finalizó o el amor se acabó... Quién sabe... Con esta no encuentro ninguna canción que se pueda identificar, así que dejo libertad para que cada uno escuche lo que quiera. Aunque, siempre doy libertad, ¿no? Espero que sí. 
¡Feliz lunes, people!



Ante la hoja que nos ató sin enseñarnos cadenas, candados, ni llaves, escribo por si no lo sabes, que ya no te quiero. No es que pensé dejar de amarte, es que simplemente saltaron las alarmas después de que derribaste los cristales de tu muro. Y casi que prefiero haberme dado cuenta de esto a tiempo, antes de que mis pulmones echasen gasolina en vez de aire o echasen humo.

Quédate con tus inviernos otoñales, amor, que yo ya no te quiero. Perdiste tu tiempo buscando el polo norte en mitad del desierto. Conjugaste mal el para siempre y te acabó saliendo un siempre para ti, que casi que lo prefiero. Bañaste mi mar con tinta de otro texto. Y borraste las huellas que pinté en tu sendero. Sé que no era tu objetivo que llegase a odiarte, pero del amor al odio hay un paso que nos hace gigantes cuando lo tomamos. Y no fue lo único que tomé. Me tomé la libertad de dejarte recuerdos míos colgados por el piso, por la pared, con olor a jengibre, a naranjas exprimidas y pintalabios suicidas. Sé que no es muy ético y en cierto modo, es inmaduro, hacer este tipo de cosas, pero cuando la venganza aparece lo último que piensas es en no ser muy duro con la otra persona. Tiré tus regalos a la basura. Sí, a la basura. Esa que nunca tirabas cuando te cansaba el trabajo, esa que recogía yo después de lavar los platos. Sí, te lo echo en cara y no a la cabeza como de verdad pensaba. En fin. Los tiré a la basura. Nuestras entradas para ver la Colmena, aquel bote naranja con olor a crema catalana, nuestra foto en Fuengirola, en general he tirado todo lo que se me antoja. Pero me quedo con tu consola. Tú puedes quedarte con el pasado que te ha permanecido durante años, con mis recuerdos anclados en el tiempo, esos que te has llevado y que por desgracia no he recuperado.

Te podría no culpar de muchas cosas y callarme, pero sería engañarte y algo peor, engañarme. Me marcho muy lejos de tu lado, para que no me busques para arreglarlo ni mucho menos para matarlo del todo, porque te repito que ya no te quiero y que esto de una vez se ha terminado.

Quizás en otros tiempos, en otros cuerpos, en otros años, en otros brazos, volvamos a encontrarnos. Quizás para entonces ya no te guarde rencor, pero mucho cuidado con hacer con otra lo que una vez conmigo, se te ocurrió. No le mandes cartitas con flor, porque aquello no tiene ningún valor si después no despierta abrazada a tu corazón. No le recuerdes lo guapa que está, una vez maquillada, sino la belleza que siempre brilla cuando está medio dormida. No la beses en la mano si le cierras la puerta en la cara. No le engañes con ir a cenar fuera y luego te quedes a ver la UEFA. No la saques a bailar porque es la menos fea, pero también la menos especial. No le cantes al oído palabras que nunca comprenderás. Cántale lo que tú sientas que seguro que ella, entonces, lo aceptará. Intenta no ser como eres, porque siéndolo no llegaras a nada. Espero que aprendas que con las mujeres no se juega y mucho menos se engaña.

domingo, 13 de marzo de 2016

De eso se trata

Buenas noches, renacidos. Es domingo ¿sabéis? Ese día en el que el silencio y la calma parecen amigas. Ese día en que sol parece que siempre espere a que te despiertes para acompañarte. Nunca desaparece del todo, pero en Domingo dura más de lo acordado. Hoy no me quiero extender con la introducción porque:
1. Tengo prisa.
2. A veces soy demasiado pesada y olvido el hilo de todo.
Así que introduciré ya cual es la canción recomendada para esta entrada, veréis la foto y... ¡tachán! Nueva entrada. 

La composición se titula Experience y es de Ludovico Einaudi, un grandísimo compositor que admiro.

Espero que os guste y ¡Feliz lo que queda de Domingo!

https://www.youtube.com/watch?v=vk4RcNdjNco




Amarte, de eso se trata. De curar con tu sal de lágrimas, las heridas de tus batallas. De bañar noches salpicadas de sonrisas en azúcar, endulzando la vida pero sintiendo la sal quemar nuestras encías. De encontrar el punto álgido de nuestra quimérica forma de amarnos, de sentirnos, y de a veces engañarnos. De buscar explicación a esta fórmula involutiva que tiene la mujer para continuar viva. De estas ansías de seguir muriendo tras cada mentira, tras cada decepción bañada en alcohol, tras cada texto que mencione a dos. De seguir cosechando emociones que incendien más que una gran y larga cadena de erupciones. De tener el pulso acelerado, la respiración cortada, y los sentimientos disparando a su hombre bala que nunca ha terminado de vivir en un cañón pero que sabe que se asemeja bastante a lo que es vivir sin amor. Y de eso, créeme, sabe un montón.

De eso se trata. De morir en cada rincón de tu alma. De prometer que quizás una eternidad se hace como dos semanas cruzadas a tu espalda, creando un camino que conecte ambos ombligos, haciendo cruces y rayos oblicuos. De permanecer abrazados en plena tormenta, sintiendo la lluvia resbalar por tu café con olor a menta. De encontrar el vértice adecuado que conecte nuestros labios, que los hagan eternos, sumarios de otras políticas que ya no sean los años. De buscar nuestro espacio, sin olvidar las comas, los puntos y los armarios. ¿Armarios? Sí, de eso se trata. De a veces no entender las palabras, los signos, tus gestos y los míos. De inventar parajes escondidos entre las sabanas, entre los cristales, entre los vencidos. De encadenarnos a un perfil, a una carta, a un escalofrío, a una mirada. 

Amarte, de eso se trata. Se trata de morir en vida, de vivir muriendo, de sonreír llorando, de llorar sonriendo, y de reconstruir el corazón como si siempre hubiesen sidos dos mitades perdidas entre rivales que olvidan, entre fracasadas convencidas de su única ganancia hecha pedazos en vida. 

De eso se trata...
...de Alcanzar.
...de Morir.
...de Añorar
...de Romper
...de Trepar
...de Explotar

Y de tantas otras cosas más, que si me diera tiempo a pensar no pensaría cuanto tiempo llevo pensando. Porque amar, amor mío, es tirarse desde una colina viendo el suelo pero sintiendo el paracaídas en tus huesos.

sábado, 12 de marzo de 2016

¿Cómo no voy a odiarte?

Buenas tardes, renacidos. El sábado siempre me ha parecido el mejor día de la semana. Sea de sol, de lluvia; con trabajo, sin él; dormido, despierto... Pero al fin y al cabo, sábado. Un día para dejarse llevar, para pensar y sentir, y sobretodo, para escribir. Pocas veces he escrito en sábado y claramente no se debe a que no quiera o no tenga ideas. Siempre creo que todos nos bañamos en ideas muchas más veces que en gotas. Es más, vivimos de ellas, pero casi nadie las quiere plasmar. A veces es mejor, lo entiendo. Pero ¿y la cantidad de palabras que se pierden por ello? Es una pena perder dibujos cuando un artista los arruga en su despacho, pero también es triste perder palabras cuando un ser los arruga en su cabeza. No obstante, yo intento recuperar el mayor número de palabras que retengo. A ver si así puede salir algo decentillo. 

Mi siguiente entrada se titula ¿Cómo no voy a odiarte? y sinceramente es todo lo contrario a la pregunta, así que me permito hacer un Spoiler porque si alguien quiere leer algo de odio, esta no es la entrada correcta. Es más, diría que aún no he escrito ninguna. ¡Lo tomo como deberes pendientes! Esta vez, con mi entrada, adjuntaré la composición de Yiruma - el gran Yiruma - con una canción titulada Love me. Es preciosa, renacidos, preciosa. Igual que la fotografía de la película el Diario de Noah (que tanto repito que me gusta), igual que vosotros que sin querer o queriendo habéis conseguido que mi/nuestro blog tenga 1871 visitas. Sois preciosos...
¡Feliz sábadete!

https://www.youtube.com/watch?v=jSvxE5eIUIQ





¿Cómo no voy a odiarte?
Si el café me grita por las mañanas que debo de ir a despertarte. Y no puedo, porque no te encuentro en cada arruga que dibuja mi cintura sobre las frías sabanas. Frías desde que el sastre que las cosía decidió marcharse. 
Sé que odiar es una palabra muy grande, pero tú me dejaste pequeña cuando decidiste emprender tu viaje. No te culpo, es tu vida. No me culpo, era la mía. Pero ya no sé distinguir los margenes, la diferencia que hay entre nuestras dos manos, entre los sauces que manchan con lágrimas saladas cuan despedidas quemadas. 

¿Cómo no voy a odiarte? 
Si miro por la ventana, y el aire me devuelve tu fragancia en forma de para siempres tintados con hasta nuncas. Si me dejaste cosido en la nuca dos cometas y una brújula. Objetos que para todos era nada, y que para nosotros la nada lo era todo.

¿Cómo le diré a mi madre que pasé de quererte a odiarte? que aquellos veranos que orquestamos se quedaron en un simple baile de bares, en un estanque vacío de peces, llenos de desprecio, insignificantes ante los medios, irrepetibles ante los enteros.

 ¿Cómo explicaré a nuestros hijos que su padre emigró antes de siquiera concebirlos? que la línea que pintó en nuestras muñecas se salió del dibujo, partió los esquemas. Que ya nunca nada será como era...

¿Cómo podré seguir adelante? Si mis pasos eran los tuyos, si nuestros brazos chocaban mientras caminaban por los discursos, por las peleas, por los abrazos que bañan mareas.

¿Cómo no voy a odiarte? Ni que tú fueras tan importante, el punto clave en mi vida, mi personalidad y mi malicia. Ni que tú fueras el alma hecha a mi medida, con más de un 38 en cada pie, con más de tres directrices en cada vértice. Ni que tú fueras el soldadito sonriente que no pasa desapercibido ante el teniente y que escupe con una escopeta mares de sonrisas, de verdades a ciegas y ciegos que mienten. Ni que tú fueras ducha caliente en días de nieve, cascada corriente cuando el verano es ardiente, primavera con olor a flores, hojas en pleno otoño cubriendo los arboles.

¿Cómo no voy a odiarte, mi amor? Si tú fuiste el único que me sacó a la pista en pleno baile. Si tú engañaste al tiempo para que me quedase, para que no me fuese, para que me enamorase. Si tú paseaste mi nostalgia en plena calle de Barcelona, enseñándome que la muerte siempre nos aprisiona pero que de vidas no hay más que una. Enseñándome también a usar mi fuerza para volverme débil, a gastarme dinero sin buscar una fortuna, a ser paciente con la piel nerviosa. 

¿Cómo no voy a odiarte, odio mío? Si yo ya no soy de nadie, y tú siempre serás algo mío. Si yo soy sola de tus labios, y los tuyos son distantes aunque no haga frío. Si tú eres tú, y yo soy tú, y nosotros nunca seremos nosotros mismos. Si en plena tormenta solo puedo recordar la paz que dispusimos en guerras, las guerras que nunca traían la paz de las tinieblas.

¿Cómo no voy a odiarte? o lo que es peor, ¿cómo no voy a amarte? 

Si fuiste tú el que te marchaste.

viernes, 11 de marzo de 2016

Siempre nos ha gustado jugar

Buenos días, renacidos. Marzo sigue avanzando pero por desgracia hoy es un día que amanece gris pese a luz que sale del sol. 11M... una fecha que nadie olvidará y menos aquellos que no vivieron para contarlo o para aquellas familias que viven para recordarlo toda la vida. Desde aquí un fuerte abrazo, aunque sé que no lo leeréis. Odio la frase "hay que tirar adelante" porque carece de sentido práctico. Sé que las cosas son mucho más difíciles de las que se pintan con esa frase y que la teoría siempre es mucho más fácil; pero ojalá consigáis ser felices aunque sea por mantener vivo los recuerdos y por vivir lo que queda de vida con positivismo o fortaleza. Un fuerte beso.

Y, bueno, hoy traigo otro relato sobre los juegos y la vida, como ellos van evolucionando con las etapas, con los años. La vida cambia, igual que los juegos que llevamos a cabo o los cuentos que vamos leyendo. ¡Quién me iba a decir a mí que aquella niña que leía los hermanos Grimm acabaría leyendo After! Pues nadie, pero quizás ahí está la magia. Renacidos, con esta entrada os adjunto la canción "Vuelves" de Rozalén. Quizás no tiene mucho que ver con la entrada, pero es preciosa y quiero que la oigáis. Sin presión, eh. Si queréis poner otra canción de fondo, totalmente de acuerdo. Libertad. Y, esto sí que la impongo porque no podéis poner otra foto a la entrada, adjunto la foto de 3msc, una película preciosa que me encanta.
¡Feliz viernes!

https://www.youtube.com/watch?v=RtxOajecGqU 




Siempre nos ha gustado jugar. Con siete años un tubo de papel higiénico nos hacía ganar, porque eramos nobles caballeros, porque nos convertíamos en guerreros de verdadJugábamos a las sirenas, a los piratas, a morir o matar. El juego parecía nuestra vida, el juego era realidad. No podíamos pisar la arena, porque entonces empezábamos a arder, como nieta lanzándose de un piso y abuela a punto de desfallecer. Reíamos cada vez que perdíamos, y perdíamos sin perder nuestras sonrisas, porque jugar no era como estudiar o como ir a misa. Jugar era divertirse, era romper con la reglas, veníamos al parque por la tarde después de comer la merienda. 

Con doce años los juegos empezaron a cambiar. Jugábamos en nuestro portal, a odiarnos por ser diferentes, por no hacer caso a lo que decían los demás. Empezaban nuestras rebeldías, empezábamos a discernir porque un chico y una chica no se podían ni oír. Es más. Empezábamos a cambiar, porque un chico y una chica no se podían ni mirar. Discutíamos todo el tiempo, pero aún podíamos hablar. Eramos amigos desde siempre, eramos amigos sin más. La consola nos unía, nos hacía permanecer al lado el uno del otro sin llegar a desobedecer aquella ley no escrita que prohibía con doce años tener ninguna amiga. 

Con dieciséis años cambiamos por completo, "tú no decías nada y yo lo respeto". Nos cubríamos las espaldas, porque no hacíamos las cosas bien, jugábamos a perdernos, nos perdíamos sin querer. Saltábamos vallas, no parábamos de correr, pero ya la arena no ardía sino que nos podía proteger. Más de una vez la liamos, por desobedecer aquello que nos decían los adultos y que no quisimos comprender. Huíamos de la policía, huíamos sin saber que algún día algo nos uniría más que un parque o una cárcel. Pasamos noches en ella, noches encerrados en prisión como pasaba en aquel juego cuando sin querer hacíamos más de un dos. No podíamos evitar reírnos de aquella situación, siempre nos había apasionado jugar y ahora nos gustaba la tensión. 

Con dieciocho años, ya casi todo nos unió. Dejamos los juegos a un lado y empezamos a jugar al amor. Las reglas las impusimos con vodka o con ron, no recuerdo bien los preparativos pero el columpio nos ayudó. El primer beso no fue con esta edad, recuerdo que él no tenía barba y yo no sabía que era besar. Teníamos catorce y fue todo pura casualidad, una botella vacía nos animo a empezar. Pero aquellos días eran cosa de otra realidad, ahora estábamos juntos y nos prohibimos jugar. Ya no era cosa de más jugadores, ya solo una pareja podía barajar las cartas sobre la mesa, el tablero hacia el mismo lugar. Pero al segundo jugador aquello no le terminaba de gustar y buscó ganar en otras cartas de diamantes, y ganó perder abrazado a su amante. Ya nada era como antes, las risas, la arena, las bromas y el parque. El juego les había seducido, ya todo era atrevimiento, ya nada eran suspiros. El trébol chivato convenció al primer jugador, confesándole que su amor había jugado con otras cartas de alrededor. Al principio se le hizo raro creer aquel rumor, pero un día en pleno verano vio como la nieve cayó. Sabía que iba en cabeza y que podía ganar pero decidió lanzarse de un tobogán para nunca más volver a jugar. La noticia cayó como polvo al segundo jugador, aquello acabó con su juego, aquello le arruinó. Ya no hubieron más trampas, sabía que todo había sido su error, pero por culpa de siempre vivir jugando, un jugador había perdido aquello que más había amado que era la vida que no se encuentra ni en fichas ni en soldados.

jueves, 10 de marzo de 2016

La desaparición de Bellaire

Buenos días, renacidos. Hacía tiempo que no publicaba un nuevo cuento, una de esas historias con rimas que en cierto modo me tranquiliza escribir. Sí, me tranquiliza, ¿y sabéis por qué? porque me llevan a ese lugar del que nací. Me llevan a ese lugar donde los cuentos eran eternos y donde la imaginación me hacía volar. Me llevan a la infancia, aunque para mí, los cuentos no son cosa de niños. Los cuentos nos hacen crecer, es verdad; pero también nos hacen entender cosas incomprensibles, nos hacen atender a la posibilidad de que un lobo feroz llame a nuestra puerta. Los cuentos nos enseñan la realidad de aquel país imposible de visitar, nos hacen ver los sueños en un papel plasmado con tinta. Los cuentos son la realidad más ficticia que existe. Ojalá todos hubiésemos nacido pudiendo escuchar cuentos. Pudiéndonos empapar de la vida que transmiten, que nos proporciona. Los cuentos son latidos en nuestro pecho, son palabras marcadas como tatuajes en nuestros brazos. Los cuentos somos tú, él, yo... Todos somos cuentos. Solamente que muchos nos quedan por contar. Este es uno de ellos. Se titula la desaparición de Bellaire y es un cuento. Era obvio después de empezar con esta afirmación en el inicio, pero quería recalcarlo. Con él, he adjuntado una composición de Tchaikovsky sobre el cascanueces, en concreto la "Danza del hada de azúcar". 
Espero que os guste, renacidos. ¡Feliz jueves!

https://www.youtube.com/watch?v=Joj1FpUHVH0




En una oscura mañana, donde no se apreciaba si era luz o alba; donde no se encontraba ni una humilde alma, un grito cayó por la ventana:
-Despertad, oh, despertad, venerados vecinos. Hoy ha ocurrido algo nunca visto. Yo, con mi delantal y mi embutido, busqué la forma de entrar en el pasillo sin despertar a nadie, comiéndome el ruido. Pero cuando subí a la alcoba, algo despertó mis sonidos, pues  Bellaire, hija de mi hijo, había desaparecido sin ningún tipo de aviso.

Los vecinos se asustaron, entró el pánico, en aquel humilde pueblo nunca ocurría nada, nunca nadie había desaparecido. Muchos pensaron en escapar, en llevarse sus vidas y sus recuerdos a otro lugar. Pero aquello no ayudaría a Bellaire, aquello no la traería con vida. Necesitaban un plan, ayudar a aquella mujer que sin poderlo sospechar se había quedado sin su nieta, en un amanecer de cristal. 

-Habrá que buscar ayuda.

-Habrá que gritar.

Los consejos de los vecinos no hacían nada más que alterar a aquella pobre mujer que ya no sabía ni que hacer, ni que pensar.

-Llamaré a la policía. Ellos sabrán que hacer, pues no es la primera vez que a alguien ven desaparecer.

La idea de aquella anciana, la abuela la quiso hacer, buscando el número del policía Harrys que a tantos niños supo traer. Mientras llegaba Harrys, el pueblo empezó a beber, buscando ahogar las penas con el primer café. 
-Buenos días, querido pueblo, buenos días abuela Nancy, no sé que me ha traído hasta aquí ni qué pretenden haciéndome venir, pero les aseguro que todo cuanto este en mi mano les podré servir.

El pueblo empezó a gritar, mezclándose unos con otros, no llegando a ningún lugar. La abuela Nancy gritó una vez más:

-Queridos amigos, gente de bien, dejadme que le cuente al policía Harrys que nos altera y porque hemos dejado nuestro oficio, que tanto nos ayuda, que tanto nos da beneficio.

El ruido cesó, la calma llegó y todos los vecinos escucharon con atención.

-Soy todo oídos-El policía Harrys anunció.

-Verá, buen señor, esta mañana he muerto en mi interior. No es por enfermedad, no es por dolor, es porque mi nieta Bellaire ya no se encuentra en su habitación. Es joven y hermosa, tiene cabellos que le llegan desde la corona que sostiene en su cabellera, hasta el suelo, lo cual parece de princesa, lo cual parece de hielo. Nunca ha estado lejos del pueblo, desconoce que se cierne detrás del bosque de los agujeros. Búsquenla allí, búsquenla aquí, que mi nieta Bellaire se merece vivir.

El llanto de aquella anciana todos lo pudieron oír. Incluso los de más lejos, incluso los de Pekín. La coraza de aquella mujer nadie la supo sostener y sin previo aviso se dejó perder en la tristeza por perder a su nieta, en la pena por no saber que hacer.

-Abuela Nancy, tranquilícese usted. La culpa no es de nadie y mucho menos de tan buena mujer.

-Mentira, la culpa es de quien la hizo desaparecer. Si algún día la o lo encuentra, nosotros le haremos arder-Dijo un hombre levantando el puño hacia el amanecer.

-La justicia no se debe saldar por nuestra cuenta, gran desesperado. La justicia es algo que pocos creen, que algunos sienten, que nadie puede perder. Yo, durante toda mi vida, he luchado por mantener el juicio de esta palabra, la igualdad de cualquier hombre y mujer.

-Venero sus palabras, me agrada su buen ver. Pero todo esto es absurdo, porque por mucho que explique su disgusto por no entender la justicia, mi nieta sigue desaparecida. No pierda más el tiempo y búsquenla para que ningún homicida la pueda encontrar.

-Antes de eso, señora, necesito recapitular. Usted se levantaba temprano para ir a comprar. Cuando llegó con el embutido y supongo, su delantal, usted gritó muy fuerte por el susto de no encontrar a aquella que es su princesa en este amanecer de cristal. ¿Me equivoco o he acertado, pueblo de humildad?

-No se equivoca, así lo viví, así lo he querido contar. Ahora, por favor, no pierda más el tiempo y empiecenla a buscar.

-No tan rápido, señora, antes necesito inspeccionar esa alcoba tan limpia, esa donde su nieta no volvió más.

La anciana se echó a llorar. Estaba muy nerviosa porque todavía no habían empezado a buscar y la vida de aquella joven no es como la de los demás. Su nieta estaba enferma, enferma de verdad. Llevaba días con anemia y necesitaba descansar.
El policía Harrys no se dio prisa en realidad, se hizo un café y se sentó cerca del umbral. Necesitaba calcular, necesitaba imaginar, pero lo que más necesitaba era un café para poderse despertar. Había trabajado hasta muy tarde, no había visto a su mujer e hijos, pero nunca imaginaba que le mantendría sin dormir aquella querida abuela Nancy de la que tanto había podido oír.

-Usted trabajó con mi tía, ¿no es así? usted es buena con casi todos o eso he oído decir. No entiendo como alguien puede haberle atacado de esta manera. Usted ayudó en la mina, usted ayudó con la piedra. 

-Yo tampoco puedo entender como alguien puede querer hacerla desaparecer. Pero sé que Bellaire no escapó al amanecer, a ella la tienen retenida y ella no se podrá mover, porque sino hubiese escapado y ya la tendríamos a nuestro lado.

El llanto volvió a oscurecer a aquella iluminada cara que había visto al policía Harrys crecer. No lo merecía, algo tenían que hacer, pues aquella mujer se había quedado huérfana al nacer y ahora sufría en sus carnes, ver desaparecer a la única criatura que permanecía a su merced.

-La encontraremos, buena mujer.

-Quizás no le quede tiempo, quizás ya no esté. Mi nieta estaba muy enferma y empezaba a palidecer. 

-¿Qué le ocurría a su nieta, qué le podía doler?

-Bellaire tenía anemia y necesitaba beber y comer con cuidado, tener una alimentación que exigía mucho reparo.

-Ahora entiendo su miedo, ahora entiendo su llanto. La preocupación ha oscurecido sus manos. Buscaré a Bellaire aunque sea en primavera o en verano, pero su nieta aparecerá como que el cielo es cielo, y nosotros humanos.

El policía salió escopeteado a buscar a la dulce joven, a ayudar a la buena anciana. Por el camino no encontró nada, solo preguntas del pueblo, solo palabras lejanas. Al cabo de dos horas, nadie sabía nada, pero el policía Harrys atendió a la llamada:

-¿Sí, quién me llama?

-Soy la abuela Nancy, la mujer que vino a visitar hace dos horas pasadas. Quería saber qué saben, quería...

-Aún no se sabe nada.

-¿Nada, nada? ¿Ni siquiera por dónde puede estar atrapada? 

-Señora necesitamos tranquilidad y no atender llamadas. Queremos poner todos nuestros sentidos en buscar a su Bellaire, amada.

-Al menos, díganme cuánto le queda para no morir deshidratada. Recuerden que mi nieta está enferma y necesita cama.

-Lo recuerdo muy bien, anciana. Para saber el tiempo mire el embutido, cuando se haya podrido es que ha pasado mucho tiempo, es que su nieta ya habrá vivido lo suficiente y estará conociendo la muerte.

Las duras palabras del policía pretendían que no se preocupara, pero aquello solo agravaba la tristeza que guardaba su alma. Durante días esperaba noticias, durante meses miraba por la ventana, pero no encontraba más que suciedad amontonada. A veces paseaba, mostrando su tristeza, haciendo lucir su cara blanca. Ya nunca sonreía, ya nunca más cantaba, los pájaros sufrían por ella, los vecinos la animaban.

-Ya queda menos para abrazar a Bellaire, solo es cuestión de tiempo, solo hace falta fe y sueño.

La anciana cada día más se arrugaba, pero por muchos días que pasaban ella siempre cortaba una rodaja más de su embutido. Quizás estaba podrido, pero ella no lo apreciaba. Se tragaba aquella comida creyendo que Bellaire algún día aparecería. Al poco tiempo, la anciana muerta aparecería. Abrazada a la única esperanza de ver a su nieta con vida, muriendo con el salchichón entre sus mejillas. Sabiendo, que ahora sí, la desaparición de Bellaire costaría una vida.

sábado, 5 de marzo de 2016

Ayer te volví a ver

Buenas noches, renacidos. Sé que es algo tarde para publicar algo, y que seguramente la mayoría de vosotros esté cenando fuera, viendo una película, leyendo, saliendo o simplemente durmiendo. ¡Qué sé yo! Millones de cosas antes que pararse a leer este blog que nació de la nada para convertirse en el todo de mi vida. Pero supongo que las ganas de escribir, para mí, nunca cesan y hoy han llegado a las 22.40 de la noche (una hora menos en Canarias, sé que es una broma tonta y fácil pero quería hacerla, y ya está). 
De todos modos, quería aprovechar estas horas y este día de marzo para daros las gracias. Porque nunca es demasiado tarde o pronto para decirlo. Millones de gracias, lectores esporádicos o concienciados en las letras de mi renacer entre palabras. Gracias a vosotros, esta página que en septiembre cumplirá un año, ya tiene 1832 visitas. Precioso número, ¿no creéis? Gracias, gracias y gracias. Estáis haciendo feliz a una pequeña soñadora manchada de tinta y pintura.

Y sin ir más lejos os traigo una nueva entrada.  Esta se llama "ayer te volví a ver" y trata de nuevo sobre el amor y el desamor. ¡Mira que soy pesada, eh! Pero es que estoy enamorada, renacidos. No es mi culpa, solamente. Bueno, con esta entrada os traigo una canción con letra, esta vez, de Alejandro Fernández que se titula "se me va la voz" - canción que seguramente conoceréis-. Además, esta vez la imagen corresponde a una propia (igual que la de la entrada anterior, ambas son de mi propia cosecha). La hice dentro de un tren que curiosamente tenía un cristal bastante fragmentado. Para mí, fue encontrar la belleza de la crueldad, mi gran signo de vida.
¡Feliz sábado!

https://www.youtube.com/watch?v=FwrYDJUABRQ



Ayer te volví a ver, amor; y una dulce fragancia a despedida agitó mi melena. Creo que fue la marea la que me trajo aquella sensación en forma de sirena, de sirena que asfixia mientras canta bailes a las ballenas. No recuerdo bien desde que punto volvió tu fragancia a mi mirada, desde que lugar desembarcó la nostalgia a nuestro río de ilusiones estancadas en un puerto que no lleva a ninguna parte. Pero sé que te vi en aquella playa, donde hubo un tiempo que la arena era nuestra casa; las estrellas, el lucero; y el mar un desierto donde había que perderse para encontrar el velero.

Ayer te volví a ver, amor; y sé que ya no te quiero. Mi cuerpo se hizo trizas al sentirte cerca, al notar tu aliento. Me deshice como arena en el cemento. Intenté contener el suspiro que traía el viento, intenté tragarme las ganas de comerte a besos, pero no pude. Sí, amor, te bese. Fui yo. La de la sonrisa torcida, sorprendente y expresiva. La de la mirada perdida, empanada y evasiva. La que tenía un sueño, un deseo y una huida a sus espaldas, en sus escalones hacia la nada. Sí, amor, fui yo. Yo te besé. La de las mentiras en forma de verdades y verdades que no dejaban de latir como mentiras. La de los sueños enredados en el pelo, que comía poca cosa y compraba lo primero que se le ocurría. Sí, amor, fui yo. Yo te besé. Pero sé que ya no te quiero. 

Y no es que no te quiera querer. En realidad, sé que te quiero. Sé que te quiero con lo más profundo de mi alma, desde lo más lejano de mi subconsciente, dejándote incluso elegir tu lado favorito de la cama. Y sé que te quiero por tu sonrisa espontanea, por tus celos que nunca llevan a nada, por tus trampas jugando, por tus engaños apostando, por tu música indeseable y por todos tus detalles. Sí, a ver, en realidad sé que te quiero. Pero ya no te quiero querer, y sé que no te quiero como te quería. Porque he aprendido que para querer a alguien, primero me he de querer a mí misma.


martes, 1 de marzo de 2016

El verbo te quiero

Buenas noches, renacidos. Parece que llegó el final, que pasó lo que pasa cuando no queremos que pase. Febrero se marchó sin despedirse, sin fiestas, sin hacer ruido, pero agitándolo todo como cuando vino. Mi febrero empezó mucho antes, un 30 de enero y ha acabado en 29, felicidades a los cumpleañeros porque pocas veces pueden celebrarlo y decir que han cumplido años. Pero me entristece que se acabe. Febrero ha sido uno de esos meses que nunca caerán en el olvido. Me ha acercado el amor, que vive tan distante y cerca cada día. Ha acortado los quilómetros gracias a su llegada. Ha significado felicidad y calma. Me ha proporcionado días de Carnaval, días a la orilla de la playa, días en Terrassa, días en el cine o simplemente en casa esperando a que llegase y empezase el día. Febrero me ha querido y yo le he querido. No tanto como le quiero a él, pero febrero lo entiende. Él es como la celestina. También, me ha hecho convencerme de que valgo para lo que estoy luchando. Me ha hecho conocerme, conocerlos y disfrutar de sus sonrisas, de sus nombres, de las carreras por el patio. Febrero me ha traído seguridad, estabilidad y nuevos propósitos. Me ha hecho temer el futuro pero ansiarlo. Febrero me ha acercado a mi cumpleaños, pero aún no lo he tocado. Febrero me ha traído nuevas metas, nuevos sueños, viejas ilusiones que tenían polvo y que estaban muy escondidas en sus rincones. Febrero, te echaré de menos. Sé que algún día mi vida tendrá aunque sea 10 febreros al año que me traigan esa dulzura con olor a bombones, a mejicano y a italiano. Febrero, gracias y hasta pronto.

Después de ello, mi siguiente entrada va dedicada a mis profesores de lengua. Mentira. Mi siguiente entrada va para mi protagonista en febrero (y no, no es el fantástico niño que me ha enamorado). Es para la persona que me hace conjugar este verbo día a día pese a que no pueda hacerlo en voz alta rozando su mano. Te quiero, bonito. 

Junto con esta entrada he adjuntado la interpretación de Rita Hayworth en Gilda porque me encanta y ya tardaba en ponerla. Quizás no es la más adecuada para mi escrito, pero quería escucharla leyendo esta entrada. Sin más.

Espero que os guste, renacidos; y en especial a ti, que sé que me lees. Buenas noches y feliz marzo.
https://www.youtube.com/watch?v=_Q1SMBjfSjI





Conjugando el verbo te quiero, me encontré con un error. Que muchas veces no queda claro cuánto es el amor. Por ello lo volví a aprender, poniendo atención a cada verbo, añadiendo a cada uno lo que mi corazón sentía al leerlo:

Presente:
Yo (te) quiero, como se quiere a esa primera persona del singular; aunque tú no fueras la primera y aunque yo no fuera peculiar. Atormentando al presente y flexionándolo para que dure un poco más, creyendo a pies puntillas que el ahora nunca acabará. Por tus frases de todos los días, por tus detalles, por tus buenos días. Por tus fotos matutinas, por tu perro, por tu filosofía que hace crecer las flores y que hace regar la autoestima.


Tú (me) quieres, como a esa segunda persona del singular. Aún no sé porqué, aún no sé hasta cuando, aún no sé por donde, aún no sé cuánto. A veces me preocupa seguir preguntando, por si eso altera tus dudas, por si eso acaba dudando.

Él (te) quiere, como a esa tercera persona que siempre fue primera en su singular apariencia. Por ser su vida, por darle cuerda, por ser su guía, por ser su piedra. Por no hacerle tropezar, por quererle a rabiar, por ser su dueño pero su amigo, por ser la almohada donde él y todos se pueden desahogar.

Nosotros (nos) queremos, como se quiere a esa primera persona del plural, sintiendo que no somos solo una pero que sin una no llegaríamos a conjugar. Fue de repente, como un vendaval llegando para quedarse y no irse nunca más. Aún recuerdo los días en que no nos queríamos igual, pero me resulta tan lejano que a veces pasan sin avisar. Aún recuerdo el 24 de agosto donde juntos aprendimos a conjugar este extraño verbo que comenzaba a tener sentido, que nos empezaba a hablar. Nos queremos, por suerte o por azar, sin motivos o causas pero con la consecuencia de nunca finalizar. 

Vosotros (nos) queréis, como se quiere a esa segunda persona del plural, sin miramientos, sin reproches, sin cabinas de cristal. Por alguna razón, vosotros (destino, días y mundo) nos queréis juntos. Quizás fue casualidad que nos tuviésemos que amar, o quizás no estuviera previsto que esto tuviera que pasar. Fuese como fuera aquí nos tienes nada más, enamorados él uno del otro, enamorados por azar.

Ellos (nos) quieren, como esa tercera persona del plural, como esa alegría, como ese mar. La verdad es que no tiene importancia. Si nos queréis bien, si no ¿qué más da? mientras nosotros nos queramos y podamos seguir conjugando primaveras, inviernos, otoños y veranos; la opinión de ellos nunca llegará a afectarnos. 

Llegué el final del principio, entendiendo esto del conjugar algo mejor que al empezar. Sabiendo que querer no es un verbo sin más. Querer es poder decir te quiero, me quiere, nos queremos desde Agosto hasta más allá del Febrero. No son primera, segunda o tercera persona del singular, del plural o de un mismo cielo. Querer es sentir, soñar, y amar. Querer es poder escribirte mi verbo esperando que sea el tuyo. Querer no es un infinitivo, querer es un mundo contigo.