sábado, 26 de septiembre de 2015

Querida yo de ayer

Buenas tardes. Cómo y cuánto cambian las cosas con el paso del tiempo, ¿no creéis? Piensa cuando eras niño y componías canciones, juegos, historias. La vida no era tan bonita como la vemos ahora mirando hacia atrás. Veías pasar el tiempo pero no te importaban las agujas del reloj. Entendías poco su funcionamiento. Ahora ves que las cosas no son así, para bien o para mal. Desde entonces hemos cambiado y nunca dejaremos de hacerlo. Por ello, mi siguiente entrada se la dedico a mi yo de ayer. Creo que todos deberíamos dedicarle una carta a nuestro yo del pasado. Yo se la dedico a una niña de cabello rizado y corto que jugaba en su patio a limpiar las paredes con una fregona de juguete, sin dejar de reír. También se lo dedico a aquella niña que disfrutaba explicando las cosas que veía, que adoraba escuchar hechos sobre aquello que le rodeaba, que aprendía jugando. Suena demasiado idílico hablar así de ello, pero realmente es como yo lo siento y como lo recuerdo. En aquellos tiempos es lógico que no pensábamos así. El tiempo era oro y no éramos conscientes. Todo el mundo crece, pero a veces desearíamos tanto que se pudiese volver hacia atrás y envolvernos en aquellos recuerdos para siempre... Mi siguiente entrada, por ello, trata de una carta a mi yo de ayer. Viene puesta en relación a una canción de uno de mis cantantes favoritos, Rayden. Es un Rap y aunque este sea un género muy criticado y poco valorado, sin duda es el género que me identifica. Antes de llegar a la entrada, os adjudicaré la canción de Rayden que sin duda no dejará a nadie indiferente, pues poniendo atención a la letra entenderéis que todos pensamos en parte como él. Renacer entre palabras y feliz sábado.




"Querida yo de ayer. Sé que en este momento serás aquella niña que juega en el patio con la bicicleta, a picar la pared, con las muñecas y te diré una cosa, jamás acabarás de hacerlo. La vida es igual que aquellos juegos, pero arriesgas mucho más que en ellos. Muchas veces tendrás que salir corriendo en busca de alguien por un mal entendido, por un error, por un lamento. Y muchas otras tantas serás tú la que huirás de ellos, de personas que te quieren o te odian, de personas que te abandonaron o que tu abandonas. También te esconderás y no solamente de amigos, sino de familiares, de deudas; por llorar, por reír; para engañar, para sincerarte; para besar, para despedirte. Muchas veces perderás, pocas veces ganarás. En esta vida, el tablero parece girarse en tu contra y esperar que te muevas cuando menos fuerzas tengas; pero jamás caigas en la tentación de mover las fichas de alguien que no sean las tuyas. Juega tu vida, vive jugando. Disfruta tus lágrimas y sufre tus sonrisas. No hagas caso a aquellos que digan que no te arrepientas, que sigas feliz con sus consecuencias. Arrepiéntete, arrepiéntete mucho. Intenta equivocarte más veces de las que necesites, pues sólo de aquella manera ganarás, aprenderás, sonreirás. Querida yo de ayer, conocerás a tantas personas al largo de tu vida... Yo acabo de empezar a leer el prólogo y tú sigues en los tráilers. Sé que desde tu perspectiva has conocido a gente maravillosa y créeme cuando te digo que jamás se volverán a repetir. Alégrate porque de todos los que ahora tienes te sobrará haber aprendido hasta contar. Arrepiéntete, pero no de ellos.

Habrá momentos en que parecerá que tu vida es una pasarela donde millones de modelos pasean sus vidas a tu lado. Ellos no se pararan. Seguirán pasando y pasando sin que tú puedas reaccionar ante ello. No te equivoques, estas personas no se molestarán en escucharte, en sincerarse, en entenderte. Son un papel, un papel que poco a poco se irá deshaciendo en tu vida hasta convertirse en fotografías ocultas en un cajón. 

Querida yo de ayer, sé que sufrirás en muchas ocasiones y aunque ahora te parezca complicado llorarás. Llorarás mucho y no permitas que nadie te prive de hacerlo. Las lágrimas saladas muchas veces serán tu mejor compañía. 

Te abrirán brechas que no serás capaz de imaginar. Te traicionarán aquellos en los que más confiaste. Te romperán el corazón muchas más veces, pero tú sola sabrás repararlo. Déjate engañar, seducir, pero nunca te dejes pisotear. Mantente firme, feliz, positiva. Que tu vida sea un baile, y tus pies se nieguen a parar. Disfruta de lo que te proporciona el tiempo y deja que este sea tu único enemigo. Aprovecha lo que haces. Si duermes, sueña; si saltas, vuela. Nunca te pares. No mires hacia atrás más de lo necesario. Habrá veces en que el pasado será tu mejor futuro, y veces en que tu presente parecerá nunca estar presente. Lo conocerás a él, a ellos, a ella, a ellas. Decepcionate pocas veces, pero cuando lo hagas vívelo. Te superarás día a día, y comprenderás que hay muchos sueños que son imposibles de cumplir. No te aflijas por ello. Sueña lo justo y vive justamente.

Querida yo de ayer, nunca te canses de luchar por aquello que defiendes. Piensa que hasta las cosas más invencibles fueron derrotadas alguna vez. Mantén tu espada bien alta, pero no la uses sino es a base de palabras, melodías, besos. La guerra que tú emprendes es más fuerte que la que han emprendido otros pues nadie se puede sentir como tú ni tú como nadie. No aceptes cuando te digan "te entiendo", "lo has intentado", "no llores". La vida no se mide desde el ángulo de otros, pero escúchalos. Sé que muchas veces no serás capaz de aceptar u oír aquello que vaya en contra de ti, de tus luchas. Muchas veces las injusticias y tu sed de venganza inclinarán la balanza hacia la intolerancia, pero debes de ser fuerte. Lucha por cambiar el mundo y no permitas que nadie te diga que no puedes, que no vales, que es imposible. Leyendo adquirirás la fuerza que necesitas en cada momento. Lee, empápate de amor, de comprensión, de historias pues desde el futuro o del presente yo lo estaré haciendo siempre. Agacha poco la cabeza, levántala sin chocarte con las nubes.  Sé irracionalmente racional. Yo lo soy. No serás perfecta, pero nunca desees serlo, ni busques alguien que lo sea, pues la mayor perfección se esconde tras ojos imperfectos. Te enamorarás muchas veces y sufrirás el doble de ellas. El amor no está a prueba de cicatrices, pero muchas veces las heridas te harán enamorarte más. Ten cuidado en esos momentos. No te rebajes a ningún precio. No te dejes comprar, ni te vendas. Valorate o nadie más lo hará aunque lo pidas. Sé fuerte, invencible. Crea aquello que nadie más pueda hacer. Sueña aquello que nadie más pueda creer. Y consiguelo. Si deseas volar, vuela; pero nunca olvides que te dieron pies y no alas, que te dieron tierra y no estrellas. Nunca te decepciones de ti misma. Quiere y déjate querer. Rompe las cadenas, los espejos, las reglas. 

Querida yo de ayer, vive como lo estás haciendo ahora. Sé feliz. Y sobre mis consejos haz el caso justo, pues aún sigo viviendo y se sabe que aquel que vive es quien cosecha más errores.


Firmado tu yo del futuro."

domingo, 20 de septiembre de 2015

Los amantes miserables




Buenas tardes. Mi siguiente entrada consiste en una breve historia que lleva consigo una grata reflexión sobre el amor, las decisiones y el Destino. Para empezar me gustaría añadir el gran impacto que me produjo la imagen. Sólo con mirarla nacían millones de ideas, miles de sensaciones. Es curioso como una simple imagen puede llevar consigo tantas interpretaciones y expresiones, pero así son las miradas. Con ellas se puede gritar aquello que nunca dirías susurrando o hacer aquello que en la vida te atreverías a realizar. Espero que os agrade mi explicación y que jamás dejéis que una mala decisión o un error arruine aquello que tanto habéis amado. Muchas veces las decisiones se toman sin pensar en las consecuencias y ese es nuestro mayor error normalmente. Para empezar con la entrada, os he añadido un enlace de Youtube sobre música Soul, un genero que veo poco valorado en la sociedad actual. Feliz domingo.

https://www.youtube.com/watch?v=rS3O_T7woCs

El Destino... Uno no sabe qué poderoso puede llegar a ser cuando se lo propone. En cada vida, en cada viaje que emprendemos hacia el paso del tiempo, deja su pequeña huella o su enorme marca. Se tinta bajo la piel involuntariamente utilizando un infinito y delgado pincel. Aparece por primera vez en forma de un trazado largo y espeso, pero no eterno. En él aparecen algunos puntos que hace desequilibrar la continuidad de la línea, que la hace desestabilizarse; pero tarde o temprano vuelve la calma a aquel trazo, aparece de nuevo la serenidad. Existen curvas, círculos, espirales e incluso enredos en aquella línea. Es el Destino. Él es quien decide confundirnos constantemente en nuestro camino y juega con su arte bajo nuestra piel. Para él no es más que eso, un juego, una partida más que debe disputar contra nuestra voluntad, contra nuestro deseo. A él siempre le gusta ganar, sentirse vencedor, superior; y casi siempre lo consigue. Solamente tiene un adversario mejor que él. Solamente tiene un enemigo capaz de derrotar todas sus jugadas, todas sus trampas y todas sus estrategias: la muerte. Cuando ella despierta, cuando ella aparece en aquel juego, siempre gana. Algunas veces alerta de su presencia, de su próxima jugada, de su gran y radical ataque; pero la mayoría de veces se acerca por la espalda, silenciosa, discreta y ataca en un contraataque implacable, determinante.  Como contra partida la ficha cae, deja de jugar. Se acaba la partida. Pero no siempre se puede culpar a la muerte del fin de dicha partida. Muchas veces, son las propias fichas las que buscan acabar con ella, dejar de jugar. Hay veces que vivir en la más profunda miseria te hace desear aquello que iguala a toda persona, aunque ello signifique perder para siempre. 
Dos personas conectadas por un gran y mágico hilo que les unía mientras que les mantenía alejados, pensaron en ello muchas veces, en dejarse vencer. Habían nacido en dos ciudades cercanas, en el vientre de dos familias humildes en cariño y en dinero. En sus casas no se configuraba la palabra amor. La gran desgracia que les había ido acompañando durante todas sus vidas les hubo confeccionado un corazón de hierro. No creían en la felicidad, en el amor, en la suerte. Trabajaban duramente. Él lo hacía bajo la cruel capa del polvo teniendo como única compañía un pico y una pala. La contaminación y la oscuridad absorbente le hacían encontrar constantemente razones para escapar, para alarga aquel hilo que él desconocía que existiese, para huir. Salía cada mañana tras el canto de un pequeño y alborotado pajarillo, y regresaba tras la aparición de la luna en el frío e inmenso cielo. Ella conseguía vivir yendo de casa en casa cosiendo con sus delicados y huesudos dedos, limpiando con su eterna energía, y cuidando y encontrando constantemente motivos para volar, para alargar aquel hilo que ella desconocía que existiese, para soñar. Salía cada mañana tras la aparición del sol y regresaba cuando el canto de un alegre y dormido pájaro le avisaba. Todos los días eran iguales, solamente la lluvia cambiaba sus perspectivas, sus vidas. Varias veces decidieron acabar con aquella partida, desistir, pero el tiempo y el destino les empujaba a seguir creyendo en el poder que ejercía la vida sobre ellos. La esperanza aparecía en pequeñas dosis. Y entonces continuaban. Trabajaban, lloraban, sufrían. Pocas veces cantaban. Muchas más veces bailaban. Aquello les hacía olvidar la crueldad que les había tocado vivir, les hacía soñar. Entre sus pies bailaban las esperanzas, las ilusiones. El Destino se admiraba cuando los veía de aquella manera. 
Sus vidas eran como dos vías paralelas que continúan un camino eterno y difuso. Vivían situaciones iguales, tenían reacciones exactas. Eran como almas gemelas, dos mitades de una misma pieza. Eran un puzzle sin resolver. No obstante nunca se encontraban, pese al gran hilo que les unía. Ambas caminaban y encaminaban sus vidas de forma individual, sin prestar atención a la otra punta del hilo. Era imposible imaginar que ambas vidas coincidiesen sobre un mismo camino. Era sentencia que vivirían de forma similar con trazados idénticos, pero separados.

El hilo y su nudo, formados por la delicada sensibilidad de una araña, eran únicos. Ella cada día la anudaba más y más con la intención de evitar una separación mayor que la que ya ejercía la vida sobre ellos. Sentía empatia por ellos, por sus vidas, por sus desgracias. Por esta razón, cada vez que sus vidas se alejaban, la araña acortaba más la distancia entre ambas. Utilizando toda su fuerza e ingenio enredaba más el hilo. Ella sabe lo complicado que es buscar la esperanza cuando la realidad se empeña en hacerte desvanecer. Un día, armada de valor y con la inexorable ayuda del Destino, decidió acortar de forma radical el hilo. Ambas miserables vidas se encontraron, desbloqueando toda posible defensa que les manteniese alejados. El Destino tiene una fuerza tan inimaginable cuando se mezcla con el amor... Las miradas que conectaban a ambos amantes parecía mucho más fuerte que la que les unía desde su nacimiento. La música envidiosa de no ser la única protagonista de aquella escena subió su intensidad. Sus corazones también elevaron la intensidad cuando ambas manos se rozaron. Si alguno de los dos hubiese decidido mirar hacia el suelo mientras danzaban hubieran descubierto los nudos que se habían formado en sus piernas y que les mantenía tan cercanos. El cruel trabajo que absorbía los pulmones y caducaba al pobre muchacho acercándolo más y más hacia el agujero infinito de la muerte, se esfumó. Ya no era capaz de romper aquel hilo que le ataba a la vida, que le ataba a ella.
El hilo que les había unido cada día les acercaba más. Parecía casi imposible que aquello sucediese. Entre los pétalos de la primavera, los amantes conocieron qué era el amor. La fragancia que desprendían las amapolas les hacía dormir abrazados, soñando un para siempre propio de los cuentos de niño. Del mismo modo que lo hacía el hilo, sus trazados iban creciendo y ramificándose en grandes y majestuosas plantas. Él era un roble, ella un rosal. La música les acompañaba en sus recorridos. Durante un tiempo olvidaron qué era el sufrimiento, la miseria absoluta. Trabajaban duramente pero ilusionados por el reencuentro. Bailaban bajo la lluvia, sobre la tierra, entre las plantas. Durante un tiempo ni imaginaron que aquello seguía siendo un juego disputado entre el Destino y sus adversarios. De vez en cuando conocían la crueldad de las noches de invierno. Gritos, relámpagos, reproches. La vida nunca es fácil y menos cuando la vives enamorado. Poco a poco las cosas fueron cambiando. Tras cada pelea, la araña se cansaba más y más de anudar sus vidas, de mantenerlas juntas. Un día se cansó. Como espuma saliendo del mar, desapareció. Alguien de inexpresable talante y de inombrable identidad cuya tijera era lo bastante afilada y cruel para hacerlo, cortó el hilo.

La historia de ambos amantes se hizo eterna, pero ellos jamás  lo supieron. Con el paso de los años crecieron, se olvidaron, cambiaron. Ya no creían en la esperanza sino en acumular. Ya no creían en el poder del baile, sino en la importancia de caminar. Sus trazados bajo la piel estaban llegando al final, la partida ya era demasiado larga, demasiado pesada. Paseando su tristeza por una fría y silenciosa calle se cruzaron, y sus hilos gritaron para unirse de nuevo, para abrazarse, para reencontrarse; pero jamás lo hicieron, jamás regresaron a formar sólo uno. Sus decisiones les mantuvieron alejados para siempre.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Recuerdos mirados desde el presente


Buenas tardes. Hoy es dieciocho de septiembre y para muchas personas es un día especial. Por una parte, hoy es el día internacional del Alzheimer. Esta dura y cruel enfermedad quema aquellos momentos con los que ahora mismo se teje tu vida, tu personalidad, tu nombre. Se sabe que jamás se convertirán en polvo, pues las cenizas permanecerán en la tierra haciendo que renazcan cada vez que alguien lo nombre. No obstante, el olvido aunque sea algo que todos en algún momento hayamos pedido, es algo horrible que jamás nadie desearía. No creo que haya en el mundo algo más personal e importante que los recuerdos. Con ellos creamos una opinión, unas experiencias, un cariño hacia las personas. El no poder recuperarlos es como negarte a tener nombre, identidad, vida. Olvidar debería de estar prohibido. Debería ser una pequeña y desierta carretera con la señal de prohibido la circulación de todo objeto, substancia o ser que exista. Y a partir de ellos justamente, a partir de los recuerdos, se construye esta entrada basada en una mirada hacia el pasado. Sé que es un tema muy repetitivo e incluso sé que en mi blog será un tema de debate que recordaré varias veces, pero supongo que mi obsesión por ellos es algo demasiado fuerte como para apartarlo cuando escribo. Me gusta ser sincera y escribir aquello que deseo, aquello que me mantiene intranquila. Por ello, si por alguna razón no os sentís identificados con la recerca del pasado o la necesidad de revivirlo a menudo, podéis omitir esta entrada, ya que se tratara sobre mis propios recuerdos y como ellos afectan en cierto modo mi día a día. Sé que es complicado sentirse identificado con recuerdos ajenos, pero necesito escribir algo relacionado con lo que siento en este momento y aunque no sea muy interesante para vosotros, para mí es primordial. Bueno, sin ir más allá os dejo con mi entrada nacida a raíz de una fecha, la fecha de hoy, y bautizada por todos y cada uno de los recuerdos que se construyen sobre ella. Feliz viernes.

https://www.youtube.com/watch?v=XsTjI75uEUQ

 Miro hacia atrás dejando que mis ojos encuentren el final del túnel oscuro. En la estación continúa pasando más y más gente. Son personas apartadas de mi realidad pero muy cercanas a ella. Pasajeros en aquella estación y pasajeros en mi propia estación conocida como "la vida". Mis pensamientos viajan hacia atrás mientras aquel tren lo hace hacia delante. La vía de mis recuerdos es mucho más curvada que por la que se mueve aquel tren. Pienso en hace unos unos años atrás, en cómo vivía aquel día con mucha ilusión y con una amplia sonrisa. Eran bonitos momentos. No hace tanto de ellos pero me resulta imposible repetirlos. Este día, lo celebré exactamente dos años. Sí, solamente dos años duró la celebración de este día, de este dieciocho de septiembre. Después las cosa fueron cambiando. Hoy pese a que de otra forma, también lo hago. Lo hago mirando al pasado, recordando por ejemplo la vez que lo celebré en verano, adelantando acontecimientos, días y momentos. Lo decidimos de aquella forma para hacerlo juntos. Antes nos gustaba mucho hacer todo juntos. Éramos un bonito grupo formado por el líder, el gracioso, el callado, el ocupado, el futbolista, el ligón, el soso, el perdido, la rubia y la morena. Eso éramos, diez jóvenes. Estábamos locos y desde mi punto de vista jamás lo dejaremos de estar. Nos conocíamos de hacía pocos veranos, cuando alguien que siempre formará parte de mi camino, nos presentó. Recuerdo aquellos días con un nudo en la garganta. Al principio todo era silencio por parte de las única chicas del grupo. Por suerte aquel vacío no duró más de un verano. Debido a la distancia nos veíamos en pocas ocasiones, pero todas y cada una de ellas eran intensas, especiales, inolvidables. Siempre acababan en lágrimas que bañaban las despedidas con abrazos. Dentro de aquel pequeño grupo habíamos creado otro mundo. Las fotografías siempre me llevarán la razón sobre ello, sobre el vínculo que formábamos aunque los integrantes ya no lo crean. Las sonrisas, las locuras y las tonterías invadían cada espacio, cada punto y aparte que nos unía en aquel texto inacabable que día a día íbamos escribiendo. Juntos vivimos el frenesí de la juventud, las sorpresas propias de las navidades, y la tranquilidad de las tardes de domingo. Bromeábamos, nos enamorábamos, cantábamos, nos dormíamos donde caíamos. Una bicicleta, un seto, un caballo, una yegua, un tobogán y una foto nos facilitaron millones de recuerdos.  El tiempo nos empujaba precipitadamente a desear cada verano con más ansiedad. Con el tiempo las confesiones, los problemas, las dudas y la sinceridad abrió un pequeño hueco en aquel grupo, un hueco por el cual se filtraban algunos recuerdos, varias palabras y la mayoría de las sonrisas. Llegaron las inseguridades, las incomprensiones, las acusaciones. Todo iba de forma lenta pero sin pararse ni un segundo. El tiempo no tomaba ni aire. Algo empezaba a fallar, pero parte del libro escrito nos pedía continuar nuestra redacción; sin comas, sin buscar los puntos. Éramos una línea curva que comparábamos con la de nuestras sonrisas. Ahora miro hacia la vía sin dejar de pensar en qué fallamos. Sé cuales fueron los errores, las incomprensiones, las traiciones. Intentamos muchas veces solucionarlos, volver hacia el inicio, apretar aquel botón que nos manteniese siempre juntos. Pero supongo que cuando agarrados a una cuerda no todos tiramos hacia el mismo lado, siempre vamos cayendo los que la manteníamos.
 De aquellos veranos, de aquel grupo, por muchos problemas que tuviésemos y por los tantos que no resolvimos, siempre recordaré las risas, las fiestas, la magia que desprendían los abrazos. Es absurdo pensar solamente en los malos momentos, en las lluvias infinitas. Hay más momentos buenos que recordar. Por ejemplo, siempre recordaré las películas inacabadas que empezamos, los sustos, las chicas que conocí gracias a ellos, las caídas. Y de la misma manera que no podré olvidar aquellos momentos acompañados de conversaciones en un banco de hierro que botaba al sentarse, o acompañados de un abanico que utilizábamos como arma; tampoco podré olvidar este día. 

Me apetece saltar, tirarme de aquel tren que nunca deja de rodar pero sé que no es la mejor idea. Con las manos cruzadas busco de nuevo mi asiento y me encierro sin quererlo en mi pasado, recordando aquel "nunca nos separaremos" que no se terminó cumpliendo.

 Solamente me queda decir: Felicidades persona especial que ya son diecinueve. Gracias por haberme permitido conocerles y conocerte, y aunque ya no nos una aquello que pensábamos que jamás se rompería, los recuerdos me atan fuertemente a tu vida. Sé que las cosas han cambiado demasiado, más de lo que necesitaba y quería. Puede que incluso más de lo que necesitabas y querías tú. Hace mucho que ya no somos ese grupo, aunque para mí jamás dejaréis de ser aquellos que fuisteis en su día: las mejores personas que he conocido y con las que he compartido no sólo veranos sino toda una vida. Me habéis hecho conocer a mí verano moral y dudo que jamás desaparezca, igual que todas y cada unas de las fotos que decoran no sólo mi habitación, sino mi corazón y mis sueños. Solamente puedo decir gracias y esperar que todos los que leáis esta entrada hayáis tenido un grupo de esta manera. Sé que es complicado pero me gustaría pediros que si es así, si lo tenéis o lo tuvisteis, luchéis por él. En tu vida vivirás un desfile de personas que  pasarán por ella. Algunos se pararan a saludarte, otros a hablarte, pocos a escucharte y menos aún a conocerte. Un pequeño por ciento de ellos, un minúsculo por ciento de este total, se quedarán para siempre a tu lado. Tú decides si deseas que se encuentren en forma de borrosos recuerdos o al otro lado de la puerta.

martes, 15 de septiembre de 2015

No a la tradición que traiciona la vida.



Buenos días si después de lo visto se puede calificar este martes quince de septiembre como buenos días. Sinceramente, no creo que haya una impotencia más grande que levantarte con la ilusión de un nuevo día y encontrar la sangre y la barbarie retransmitida por televisión. Para comenzar esta entrada me gustaría primero de todo explicar a que se debe esta foto y no otra. Como bien sabéis, hoy se ha cumplido aquello que tantos y tantas hemos luchado por destruir. El Toro de la Vega es una tradición, nombrado de esta forma cruel y despiadada por aquellos que lo defienden, que tiene como año de referencia el 1534 y se lleva a cabo en Tordesillas. Esta "tradición" que es de "origen medieval" lo cual ya nos puede dar una pista de quienes fueron y cómo aquellas personas que empezaron con esta crueldad, consiste en la persecución hasta la muerte de un toro. Para hablar de ello podría haber colocado una fotografía que reflejase aquello que pienso transmitir y hacer renacer con las palabras, pero creo que las imágenes duras se pueden encontrar mucho más rápido que aquellas que demuestren esperanza. Por ello, la fotografía que he escogido se trata de un criador de toros y el toro sometido a la cruel tortura. En ella se puede observar un animal tranquilo al lado de su dueño, el hombre que le ha enseñado a amar la vida, que le ha alimentado y que pronto va a tener que ver como su toro, aquel animal de ojos grandes, es maltratado hasta la muerte por personas desconocidas. Esta tradición como lo son todas las taurinas aunque está tenga un grado de violencia más elevado demuestra día a día la involución en una sociedad tachada de moderna, de pacífica, de justa. A cada hora mueren miles de animales, pero solamente el ser humano puede decidir de qué manera. Unos lo hacen en un matadero, otros en un bosque y hay algunos que mueren en una plaza rodeada y frecuentada por millones de personas. Ver como cada año las plazas se llenan casi al instante de iniciar las ventas de entradas me llena de rabia e impotencia. No comprendo a aquella persona que según ellos "con gran valor", según mi opinión "con gran cobardía", es capaz de colocarse delante de un indefenso y pacífico animal, y con gran crueldad e incomprensión comienza a asesinarlo. Explicadme dónde queda la modernidad, la paz o la justícia. Explicadme dónde se ha quedado la igualdad de condiciones cuando una persona agrade a un toro con una afilada lanza y a veces hasta montado en caballos. Escuchando y leyendo los comentarios sobre el Toro de la Vega, he visto a personas que han sido capaces con toda serenidad y sinceridad de decir que aquello no es un maltrato, que ellos están en contra del maltrato. ¿Puede haber más incultura en este país? Nadie debería decir que la muerte hacia un ser es cultura, tradición. Y bueno, después de esta introducción me gustaría incluir unas palabras más vinculadas hacia el toro. Sus pensamientos aunque jamás puedan ser oídos, merecen ser entendidos.


"Salgo lentamente, tropezando débilmente con algunas piedras que se cruzan en mi camino. Hay mucha calma, demasiada calma. Noto mis piernas temblar levemente, pero debo ser valiente. Mientras camino por el silencio recuerdo los comentarios que oí hace tiempo y me incomoda. Tengo miedo, pero no lo puedo demostrar. Lentamente sigo caminando. Sé que algo malo se acerca pero no hay otro remedio que enfrentarlo. Pienso en la hierba, en la verde y fresca hierba que me podría arropar en este momento. Imagino un lugar donde pudiese correr, soñar e incluso, ya que todo esto es imposible, volar. Entre pasos lentos continuó mi camino. Han pasado tan pocas cosas en mi vida que sé que esto es lo más importante y lo último que haré. Nada ha sido decisión mía, nada lo elegí yo. Si alguien me escuchase me haría oír. Pediría comprensión, pediría empatía. Pero nadie me oye. Comienzo a percibir a gente. Gritan mi nombre: Rompesuelas. Sé que me observan y que esperan que llegue al final, pero tengo miedo, mucho miedo. Cuando acabe mi recorrido sé que habrá finalizado mi recorrido para siempre. Es el fin. Solamente tengo seis años pero han decidido que por mi peso valgo para ello. Pero no es verdad, todavía me siento como un niño. Mis patas tiemblan sobre el suelo. No puedo demostrar miedo. Debo ser un animal poderoso que imponga respeto. Se va acercando mi momento porque veo la plaza. Me la imaginaba más grande, menos fría, menos silenciosa. Comienza a llegar gente, montada en caballos, armados con lanzas. Los afilados instrumentos reflejan el horror de mis ojos. Tengo miedo, más que nunca. Me debo defender y lo hago cuando se acercan hacia mí corriendo, armados con aquellas pistolas en forma de lanzas. Cuando me atraviesa la primera sé que nunca ganaré, que mi suerte ya está echada. Mi corazón siempre lo supo pero mi mente se negaba a creerlo. Entra más y más gente. Con algunos pocos soy capaz de defenderme, pero son demasiados. Por dentro me deshago cuando alguien cae por mi culpa. Sé que son mis enemigos, pero yo no decidí que lo fueran. Las lanzas me atraviesan con sed de venganza. La sangre empieza a teñir el suelo por el que me muevo. Mis patas se manchan de ella. Es espesa y parece que grite. También gritan personas que felicitan a mis asesinos. Debo comprender todo esto, pero no puedo porque sé que simboliza mi muerte, mi fin. También simboliza la tradición, la cultura como me han enseñado desde pequeño, pero no puedo evitar llorar. Lloro por dentro, lloro por fuera. Por la injusticia que agrede mi cuerpo. Yo no quería ser un toro, yo solamente quería ser feliz. Necesitaba libertad y pensaba que la tenía. Ahora veo que nunca fui yo, siempre fui aquello. De nada me sirve correr y defenderme. Son más que yo, tienen más apoyo que yo, tienen más entrenamiento que yo. Tachan mis cuernos de defensa natural y yo no sé como nombrar a sus lanzas que sin cuidado van traspasando mi piel. La sangre ya parece que tiña mi piel. No sé cual era mi color, pero ahora es rojo, como el manto que utilizan para conseguir aquel paso increíble que muchos ancianos repiten. Es arte y contra eso nunca podré luchar porque no puedo hablar. Solamente pienso mientras mis fuerzas se van apagando y voy cayendo. Sudor baña la frente de los héroes de todo un país. Ellos han acabado con la bestia, han defendido a un pueblo, pero yo no quería ser un monstruo, yo no quería ser un toro. Me bastaba con ser una paloma. Sí, ser una paloma. Volar, ser libre durante sus cortas vidas. Jamás, si pudiese haber elegido, escogería ser un toro, encontrarme tirado en esta plaza. La sangre no solamente baña mi piel, sino el suelo y este martes quince de septiembre que ha acabado con mi vida. Siempre odiaré el martes, siempre escupiré contra septiembre. Mi muerte nunca conducirá a nada. No levantará justicia, empatia, clemencia. Seré un toro más que no quería ser un toro. Y mientras mis ojos, mis grandes ojos como decía aquel dueño que no me quería dejar ir, se van cerrando, una niña se acerca. Yo adoraba los niños. Y me hubiese gustado sentir sus manitas acariciar mi piel por última vez, pero su padre, antes de que la niña se acercara a tocarme, a sentirme, pidió una foto. Aquella agonizante fotografía jamás la olvidaría porque mientras yo lloraba, el padre hacía saltar a la niña entre alegría. Nunca sabré si a ella le gustaba aquello, si ella me comprendía. Nunca lo sabré porque el padre ya había decidido que su pequeña amaría la crueldad de la sangre de un toro. Aquella niña sería taurina."







lunes, 14 de septiembre de 2015

Nunca dejes de volar





14 de septiembre. Casi parece que con pronunciar la fecha se pueda oír el aleteo suave de las mariposas iniciando su viaje hacia la celebración. Las mariposas son seres increíbles, ¿no creéis? Nacen lentamente arrastrándose por el mundo, viviendo  y experimentando, en cierto modo, la crueldad de vivir en el suelo, arrastradas. Al largo de sus vidas sortean peligros inexplicables bajo la piel sedosa propia de las orugas. El paso de los días parece diferente desde ahí abajo, arrastrándose, aprendiendo a vivir, mejorando. Cuando llega el fantástico momento de toda oruga, cuando por fin dejan esa piel para entrar en una esponjosa y única crisálida, el mundo ya ha cambiado demasiado para ellas. Saben cómo es todo desde abajo. Han aprendido a sobrevivir, a querer aquello que les ha sido entregado, a amar. Piensan en ello pero ni se imaginan como será la vida que les espera allí arriba, entre las nubes, volando. Cerrando sus pequeños ojos dentro de la crisálida se dejan llevar por la imaginación. Casi parece que ya puedan volar desde ahí dentro. El maravilloso momento de la ruptura con la crisálida simboliza la ruptura con todo su pasado, con sus crueles días vividos arrastras. Cuando descubren su cuerpo se maravillan de la belleza que desprenden, una belleza que se mantenía oculta bajo la blanda coraza que les protegía mínimamente. Y entonces vuelan. Lo hacen lentamente, extendiendo sus alas. Parece que sigan soñando cuando por fin, sienten aquello que imaginaban dentro de la crisálida. Todo lo que deseaban desde el suelo se ha cumplido en el cielo.

Pero hay muchas orugas que no se pueden hacer mariposa. Solamente aquellas realmente especiales experimentan el vuelo entre sus alas, el aire entre sus patas, la luz contra su pecho. No todas pueden conseguirlo. Es ley, es naturaleza, es la vida.  ¿Y sabéis una cosa? Yo conozco a una bella mariposa y tengo la suerte de hacerlo y de no dejar de hacerlo cada día de mi vida. Tiene unas pequeñas alas que le permiten soñar despierta y abrazar. Abrazar muy fuerte. Son unas alas tersas, discretas y luminosas que jamás se podrán repetir. ¿Y sabéis algo más? también tiene un don. Ella es la única mariposa que cuando sonríe hace no solamente que vuele ella, sino que todos lo hagamos. Quizás esa sea la egoísta razón de que me guste tanto su sonrisa, porque me hace volar. Con su don, también hace posible que aquellas orugas que entristecidas y decepcionadas de su suerte caminan sobre la arena, puedan volar. Ella consigue esperanza cuando ya no hay. Ella consigue iluminar un día bañado en la más afilada y cruel lluvia. Ella lo es todo en este mundo.

Mamá, gracias por ser como eres y por conseguir que seamos tal como somos. Gracias a ti, a tu comprensión, a tu ayuda en aquellos momentos en los que es inevitable sentirse como una oruga, nos haces entrar en esa preciosa crisálida que forman tus palabras, tus abrazos, tu cariño. Nunca tendré suficiente papel o palabras para describir todo lo que te quiero, todo lo que te necesito, todo lo que eres en mi vida, en nuestras vidas. Con los días, con el paso del tiempo comprendes lo inútil que es buscar la felicidad porque no hace falta mirar más lejos para encontrarla. Gracias a cómo eres he convivido con la felicidad toda mi vida y me niego a jamás salir de ella. Contigo nunca necesitaré volar para poder sentir lo que significa vivir entre las nubes. Te queremos porque eres nuestra mariposa, porque brillas más que nada en este mundo, porque sonríes y haces que desaparezcan todas las orugas entristecidas del universo. No me cansaré nunca de abrazarte, de esperar esas tardes riendo o llorando con películas, de compartir canciones, libros y experiencias contigo. Nos une algo más que sangre, desde siempre y para siempre. Espero e intentaré que este día sea inolvidable del mismo modo que cada día a tu lado lo es para mí. Como diría tu Manuel Carrasco, es infinito lo que me das. Nunca olvides que sin ti nuestras alas nunca existirían.



domingo, 13 de septiembre de 2015

Introducción a mi pasión
















Buenos días. En este cálido domingo me gustaría compartir algo que es muy especial para mí. En la mayoría de entradas, me dedico a interpretar, comentar o reflexionar sobre el estímulo que me produce una imagen, una canción, una pintura... pero todo de forma ajena y lejana. Todavía no he sido capaz de comentar aquello que es obra de mis manos y me parece demasiado pronto para ello, pero no para que vosotros lo hagáis. Veréis, hoy hace una semana que comencé este camino del cual veo imposible separarme. En poco tiempo, este blog se ha convertido en algo necesario para todo. Mucho lo debo a los comentarios que oigo sobre él. Comentarios con ideas, felicitándome o simplemente explicándome lo que sienten al leerme. Millones de gracias. 
Mañana, para mí y para muchas personas, se abre otra etapa. Empieza mi segundo año en la universidad y quizás este sea motivo suficiente para publicar este escrito. Es algo así como un impulso a hacerlo. Por ello, en esta mañana de domingo, no escribiré en el acto sobre nada sino que publicaré algo que para mí es demasiado importante. Hoy es el día que publicaré el comienzo de uno de mis relatos. Antes de hacerlo me gustaría apreciar que soy nueva en todo esto, y por mi forma de escribir y desenvolverme se nota. De todos modos, siento que la escritura ha formado parte de mí desde que nací. Siempre ha ido apareciendo a lo largo de mis años de forma discreta, pero sin dejar de abrirse camino en mi personalidad, en mi día a día. Siendo muy pequeña comencé a hacer escuetos y extraños cuentos para entretenerme. Con ellos podía inventarme todo aquello que quisiese y era libre de imaginar e imaginar sin fin. Buscaba universos paralelos, dimensiones excéntricas o tiempos incomparables. Con la tinta del bolígrafo dibujaba un mundo envuelto en palabras, pero aquel mundo era demasiado absurdo y demasiado simple. No me importaba, la verdad. Pero el hecho de tener a alguien con quien compartir mis escritos me hizo tomármelo enserio. Quizás la razón de que escriba tenga mucho que ver con ella y con sus ganas inacabables de leer y leer. Pronto llegaron mis primas y sus ganas de oír historias e historias. Querían conocerlas todas, que les leyese, que inventase, que crease en el momento. Cree historias que a día de hoy veo horribles pero que me ayudaron a encontrar mi espacio. Con el paso de los años y rodeada de momentos únicos, escribí miles de historias inacabadas. Veía imposible encontrar una historia que fluyese tanto como para acabarla, como para colocar ese perfecto punto que se coloca al final de las historias. Por suerte, aquel día llegó, y lo conseguí, finalice una narración. A raíz de ello nacieron mis dos historias favoritas. Con ellas he vivido lo que han sufrido los personajes, lo que han reído y lo que han llorado. Una de ellas será la que empezaré a publicar aquí. Para mí, publicarlos en este blog es una forma de abrir más mi alma y mi mente hacia posibles criticas, hacia gratos consejos. Necesito ideas, ayuda, opiniones. Nunca dejo de escribir, de inventar nuevas historias, personajes, situaciones. Eso me llena tanto que veo imposible dejarlo. Mi sueño es algún día poder publicarlo definitivamente en papel, pero admito que aún me queda mucho que aprender y cada día lo hago. Cada día me empapo de nuevos escritos, de nueva poesía, de nueva narrativa. Para mí es un bálsamo todo esto y con que haya alguien que lo lea al otro lado, estoy más que feliz. No voy a demorarme más. A continuación os dejo un breve inicio de mi historia titulada Cuando soledad no te arrope. También añadiré el enlace a más música por si os agrada escuchar algo mientras leéis, lo cual ya parece un ritual. Muchas gracias por esta oportunidad y espero cautivaros aunque solamente sea un poquito. Feliz domingo día trece de septiembre de 2015.

https://www.youtube.com/watch?v=OanKZrGzFks

PD: la imagen corresponde a la película El diario de Noa. Es preciosa y más que recomendada! 



Cuando soledad no te arrope

"Nunca estás lo realmente sola hasta que Soledad te abandona. Siempre hay alguien que te acompaña; alguien que te da la mano; alguien que te lleva a pasear; que te aconseja. Siempre hay alguna persona que te sonríe mientras te despacha; que te mira mientras tú agachas la cabeza; que te piensa. ¿Qué más da si le importas o no? Ahí está. A tu lado. Y eso te hace sentir alguien. Eso te hace sentir especial, importante. Pero cuando ella te deja. Cuando te olvida. Cuando no te quiere volver a ver y sabes que así será. Cuando Soledad no vuelve. Nadie más vuelve. Nadie más te acompaña; nadie más te da la mano; nadie te lleva a pasear; nadie te aconseja. Nadie más te despide con la mano. Nadie más te sonríe mientras te despacha; nadie más te mira. Nadie más, te vuelve a decir… Santi."



sábado, 12 de septiembre de 2015

La vida desde un columpio


Buenas noches, mi siguiente entrada es una cruel interpretación de una cruel imagen. La razón de ella es intentar llamar a las cosas por su nombre. La crueldad también forma parte de nuestra realidad aunque no sea agradable para nadie. La imagen que encontraremos al final de la interpretación ha sido substraída de Internet y representa, bajo mi punto de vista, la negatividad más profunda o el mirar cada lugar desde dos perspectivas. Bien, con esto me refiero, que algo que puede ser representativo de la diversión, la felicidad y en especial, de la vida; también puede representar la tristeza, el drama y la muerte. Por ello, un árbol, fruto y símbolo de la vida en este planeta ha sido representado en esta imagen como un icono de la dualidad vida y muerte; infancia y madurez. Me gustaría, pese a que la he interpretado de una manera cruel, mostrar mi punto de vista sobre esta imagen y lo haré antes de interpretarla. 
Para mí, la vida es aquello que jamás podré terminar de agradecer. Cada uno de mi fallos, de mis decepciones y de mis más profundas aflicciones son parte de un lado que me hace valorar con más fuerza y determinación el otro lado. Pensad que seríamos sin poder llorar, sin poder padecer, sin poder emocionarnos. Sé que en muchos momentos, tirar la toalla no es que sea la mejor opción sino la única opción que creemos que existe, pero de verdad, la vida  y tú merece más que todo eso. Jamás podré expresar con palabras la gran importancia que le doy a cada una de las sensaciones que vivo. Vivir es como un sueño, un fantástico e imposible sueño que nos empeñamos en desprestigiar. Y siempre, pese a todas las cosas malas que puedan aparecer, agradeceré seguir sintiéndolas porque eso sólo puede significar una cosa, sigo viva.
Y después de esta breve explicación aquí va la interpretación de la cruel imagen. Deseo que detrás de las palabras encontréis el mensaje oculto que desprende esta historia y repito que no comparto la idea del abandono a la vida. Nunca lo haría porque amo vivir. 
También os dejo un enlace para si queréis leer la interpretación con música. Gracias y feliz sábado.



El mundo está repleto de historias y todas se pueden resumir en momentos. Cuando empezamos a vivir, emprendemos el camino. Caminamos hacia el parque, llenos de optimismo, de energía, de ilusión. Queremos divertirnos, sonreír, ser felices. Al entrar en él nuestros pies se encuentran con la cálida y suave arena. Una esplendida sensación se apodera de tu cuerpo. Nunca te has sentido así. El sol brilla más que nunca. Sonrientes buscamos lo que tanto ansiamos para continuar nuestro camino, y lo encontramos. Está un poco lejos. Hay que caminar, pero no nos importa. Lo hacemos, caminamos hasta él y lo miramos. Un simple y precioso columpio que se mueve ligeramente por el aire travieso que no le deja descansar ni un segundo. Entre sonrisas nos subimos en él. Al principio somos torpes, inexpertos con el objeto, pero poco a poco vamos entendiendo su funcionamiento. Es solo cuestión de impulso. esfuerzo y experiencia, como todo en esta vida. Con temor deslizamos nuestro cuerpo hacia adelante sin perder de vista el suelo, que aún sigue ahí. No volamos pero lo parece. El impulso se va haciendo más fuerte con el paso del tiempo. El columpio ya no es un simple columpio alejado de nuestra vida, ahora es nuestra vida. Subidos en él nos balanceamos. Hacia delante, hacia detrás. Siempre el mismo juego, siempre los mismos movimientos, nunca la misma velocidad. Aún somos pequeños pero algún día no lo seremos. Pero no pensamos en eso. No sirve de nada hacerlo. Seguimos visualizando el suelo, sabiendo que ahí sigue, que no se ha ido. El tiempo es eso que pasa mientras tú te columpias en aquel parque, en aquel árbol. El sol se va cambiando.  Ya no brilla tanto como siempre, pero el suelo sigue bien presente. Ahora hay más niños que juegan y son más jóvenes que tú. También los hay como tú y estos juegan a tus mismos juegos desfasados. Tus impulsos sabes que son cada vez más fuertes, más enérgicos, más desenfrenados rozando el límite. Vives por ese columpio, él y las sensaciones que te proporcionan te dan la vida. Aquello no es sano. Sabes que excedes muchas veces montado en él con o sin compañía. Al principio parecía solo una moda que seguir con los demás columpiadores, ahora no. Ya es parte de ti. Tus padres te castigan y no te dejan ir a verlo. Escapándote crees que lo consigues todo, pero poco a poco vas perdiendo la noción de que hay suelo debajo de ti cuando subes en él. Desde ahí arriba el mundo es fantástico y aunque está prohibido sigues haciéndolo. Te vuelven a castigar pero con el paso de los años ya no sirve de nada hacerlo. Poco a poco el sol va cambiando a peor. Hay unas pocas nubes que arruinan aquel cielo de cuando eras niño. En el parque sigues sin estar solo, pero ya no hay tantos como hace unos años, cuando te castigaban. Algunos han madurado y prefieren vivir siempre pisando la tierra. Tú te niegas a hacerlo, pero  los años no pasan desapercibidos. Tu cuerpo no deja de cambiar igual que tus impulsos sobre el columpio que son menos fuertes. Muchas veces lloras sobre él. Antes no lo hacías pero ahora lo necesitas. Cuando asientas tus pies sobre la tierra notas que algo ha cambiado. Has crecido demasiado. Ya no crees en que subido en él vuelas. Poco a poco ves que es solo un juego de críos, una insensatez. El parque tampoco es el mismo. El sol ya no deslumbra los juegos, los días. Es un parque solitario, triste, donde el frío parece borrar las ganas de jugar. Decides que ya es hora de dejar todo aquello en el pasado, en los recuerdos, junto con la felicidad de tu niñez y adolescencia. Trabajando lloras cuando ves a lo lejos aquel parque con su columpio vacío. Piensas que alguien debería hacerlo funcionar, que no es justo todo aquello. Tampoco crees que sea justo crecer pero te niegas a pensarlo demasiado porque te hace daño. Hace días que no deja de llover y no solo en la ciudad sino en tu corazón. Ya tus padres no te castigan porque se fueron; ya has olvidado la sensación de volar, de rozar las nubes con tus yemas; ya no te quedan amigos con los que jugar. Estás solo, todos se han ido. Junto con las responsabilidades viene el ahogo. Nada es como soñabas, nada es como imaginabas. Solamente piensas en el parque mientras ella te abandona, mientras ella se aleja de ti. Tu única ilusión. Pierdes el trabajo, la casa, y poco a poco la vida. Vives estancado en tus recuerdos, en aquellas sensaciones, en aquellos cambios. Sin darte cuenta comienzas a caminar. Tus pasos no son pasos cualquieras sino decididos, como lo eran tus impulsos sobre el columpio. Caminando entras en el parque que solamente se ilumina por un lado, pues las nubes tapan gran parte del lugar. El aire refresca el ambiente y proporciona un paisaje lúgubre, de despedida. Con las manos en los bolsillos y los pies bien puestos en la arena del parque te acercas al árbol. Miras tu columpio y recuerdas momentos, personas. Todo perdido. Sabes que por más que te subas nada volverá a ser como antes. El paso del tiempo no deja indiferente a nadie. Por eso te niegas siquiera a seguir intentándolo. Vacío de esperanzas, de ilusión, te acercas más y más al árbol, pero ya no te quieres montar en el columpio. Tus pensamientos van hacia otro lado, hacia otras opciones. Tienes una idea muy diferente a la de cuando eras niño. Ya no crees en nada, ni siquiera en el columpio que era la vida. Ahogado en sufrimiento, recuerdos y desilusión observas. Hay un niño que se columpia jugando en el parque y tú, en cambio, lo haces en aquella cuerda...



viernes, 11 de septiembre de 2015

Los recuerdos son para toda la vida

Buenas tardes, mi siguiente entrada se trata de una pequeña reflexión sobre los recuerdos, el pasado y el olvido. Nadie debería nunca olvidar aquello que nos ha hecho ser como somos ni arrepentirse de nada de lo pintado durante nuestra vida. Esta es, muy posiblemente la razón de mi reflexión. También os dejo un enlace para escuchar mientras la leéis, que ya parece algo necesario :). Se trata de la canción Recuerdame de Pablo Alborán que me parece una balada preciosa. Espero que os agrade y feliz viernes!

https://www.youtube.com/watch?v=hGCUETIaPyI



Los recuerdos son para toda la vida. Quizás algunas vidas duren más que otras o quizás los recuerdos se evaporicen con más rapidez de la que quisiéramos, pero durante ese tiempo, los recuerdos son así, eternos. Son como escrituras permanentes en tu piel, en tu cabeza, en tu corazón. En cierto modo son como las decisiones que vamos tomando en cada una de nuestras vidas. Poco a poco vamos decidiendo nuestro camino que se va marcando por pisadas, por todas nuestras imborrables pisadas. Nada, ni siquiera aquel ser superior que todos tememos al cual le adjudicamos el nombre de 'el tiempo' acaba con ellas. Los días van pasando, el tiempo va ganando, y las decisiones aumentan. Pasan a otras perspectivas. Cambian de piel, de forma. Se alteran, se amplían. Llegados a un punto sólo sabes mirar hacia adelante, olvidarte de lo emprendido, vislumbrar el camino que te queda por recorrer o fijarte en el que estás trazando.
De vez en cuando te da por mirar hacia atrás, por el espejo retrovisor que nos ha visto crecer, cambiar y que nos ha marcado nuestra personalidad. En ese momento algo en ti se acelera. Se acelera porque encuentras que  hay cosas que han cambiado. Hasta entonces no te habías dado cuenta o no habías querido hacerlo. Ves que hay amigos que ya no están, familiares que se han ido, momentos que no se repetirán. Eso te sirve para pararte y lo haces. Decides pararte, mirar más de cerca esos recuerdos escondidos por el miedo a encontrarlos y decepcionarte de ellos. Piensas en cómo has cambiado, en cuánto te han cambiado, en cómo ha cambiado todo. Las tardes merendando, las mañanas estudiando, las noches descansando. Todos son momentos felices pero muy lejanos para ti. Yendo más allá, recorres tu habitación, tu salón, tu cajón de los recuerdos.Recuerdas aquella carta blanca tintada con cariño por aquella persona que te pedía perdón; recuerdas aquella promesa bajo el manto de las estrellas de una antigua noche de verano; recuerdas aquel beso bajo la lluvia que parecía cambiarlo todo y que lo hizo por poco tiempo; aquel cigarro que parecía que nunca acababa. Recuerdas las manías de aquel chico, de aquella amiga, de aquella prima. Sigues pensando mientras tus dedos acarician una fotografía que pronto recogen de tu escritorio. Sabes que siempre la ves, pero nunca te paras a observarla, a pensar. Solamente te centras en el futuro o muy de vez en cuando, en el presente. Ya no tienes en cuenta esa fotografía pese a que cuando la miras, ahora, te hace sonreír. Involuntariamente no puedes dejar de hacerlo. Quizás es porque en ella todos también lo hacen. Incluso tu yo del pasado lo hace, sonríe. Se mantiene fuertemente abrazada a sus amigos, a aquellas personas increíbles que hace tiempo que ya no están en tu vida. Recuerdas como se marcharon sin cerrar la delicada puerta que os mantenía tan cerca, sin un inolvidable y caluroso abrazado de despedida. Mientras la posas suavemente de nuevo en su polvoriento rincón, una lágrima mezclada por la nostalgia y los recuerdos caen en ella. La limpias rápidamente, intentando no borrar aquellos gestos felices que continuaran siempre presentes en ella y en ti cada vez que la mires.

Es verdad que los recuerdos son eternos. Algunos se quedan en las mentes de las personas y parecen por ello más inmortales. Pero hay otros que se camuflan en lugares, en paisajes, en objetos. Quizás alguna vez tengamos la suerte de mirar hacia un puente y ver cuantas promesas de amor se hicieron en él. O quizás alguna vez, al encontrar una fotografía podamos percibir los olores de aquel lugar, los sentimientos estancados en ella y las personas que ya no existen.
De todas formas, el olvido es inevitable, pero del mismo modo que las estrellas del cielo caen y de ellas solo queda un bonito y fugaz rastro, los recuerdos dejan una marca imborrable que nadie podrá olvidar, aunque los protagonistas ya no sean ni siquiera un rastro en la vida.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Los dos esclavos



Buenos días. Esta entrada es una llamada al vacío infinito del arte. Es una nueva innovación que tenía muchas ganas de incluir en el blog, ya que en mi vida, el arte y la palabra así como la música, retratan mi forma de pensar, de creer y de vivir. El hecho de haber escogido esta pintura se debe exclusivamente a la simpleza de los colores pero al gran impacto que produce en mí dicho cuadro. Los trazados blancos a contraste con los negros me transmiten la más cruel realidad de las diferencias que nos unen y nos separan. El anonimato de ambas figuras, ocultas por la posición de sus cuerpos no pasan desapercibidas en la trasmisión de crueldad que tiene el dibujo. Desconozco, por otro lado, el autor pero me fascina las sensaciones que transmite en él. A continuación dejaré mi interpretación de este maravilloso y apasionante dibujo, y con él me gustaría apreciar el hecho de haber visualizado y escrito sobre él con la ayuda de una composición, también clásica, llamada Requiem de Antonín Dvorák. Os dejo el enlace de la composición por si la queréis oír, pero advierto que es bastante larga :) Gracias y feliz miércoles. 

https://www.youtube.com/watch?v=aPxHEN9lXCU


Dos almas conectadas desde su nacimiento pero apartadas por la crueldad del destino. Uno moraba entre la luz, acompañado por los rayos del sol, la claridad de los días y la luminosidad de los campos de trigo. Otro trabajaba entre la oscuridad, acompañado por el más profundo y asfixiante negror. Ambas vagaban entre la incertidumbre de los años, entre la miseria del mundo, entre el dolor del arrebato prematuro. Por tanto, mientras uno sudaba en medio del día, el otro lo hacía en medio de la noche. Ninguno era capaz de pronunciar palabra, pues el destino no solamente les separó creando por ello una herida incurable, sino que les privó del sencillo hecho de hablar. Cada cual en su mundo trabajaba en mitad del silencio, del dolor y del cansancio. Las horas pasaban sin cesar para ambos y nadie era capaz de detenerlas. Ni el que vivía en la luz, ni el que lo hacía en la oscuridad. Ambas almas se acompañan únicamente con el sonido que proyectaba el aire contra las copas de los árboles o con el sonido que hacía el trigo al ser cortado. Eran sonidos paralizantes que les hacía distraer la mente en medio de tanta crueldad. Sus fuertes brazos, horas tras horas, aprendían nuevas técnicas para cortar el trigo, para recoger verdes manzanas de los árboles, para intentar sonreír. De nada les servía. El destino les había privado de tantas cosas que eran incapaces de ser feliz, de reír. Pero tampoco podían llorar. La vida no les permitió tener ese don. Su sufrimiento lo llevaban por dentro y lo reflejaban con las duras tareas y los humillantes trabajos inacabables. Tenían ingenio pero nadie les dejaba utilizarlo. Simplemente trabajaban y trabajaban.  Esperaban que algún día la cosa cambiase, esperaban que el mundo les permitiese ser libres. No imaginaban que cuando el destino adjudica papeles estos son imposibles de borrar. Eran  tan fuertes o más que las cadenas que les separaban, que las cadenas que separan a los dos individuos, a los dos presos de la luz y de la noche. Estaban condenados a vivir en medio del sufrimiento inexpresable y de la soledad inexorable. Nada cambiaría para ellos, y quizás, solamente, la muerte les condujese a aquel lugar que nunca pudieron pisar en vida. Quizás, en medio de la más oscura eternidad, pudiesen ser libres y hacerlo juntos. Quizás... Y digo quizás porque ninguno de los dos fue capaz de cortar aquella cuerda que les alejaba de la vida, que les inyectaba hacia la muerte. Ambos continuaron maldiciendo su destino, lastimando su existencia, pero sin dejar de trabajar y vivir. Y es que quizás, el terrible desconocimiento del futuro sea el causante de no tomar las decisiones precipitadas o meditadas. La costumbre, aunque sea cruel y despiadada siempre será mejor que la incertidumbre. 




martes, 8 de septiembre de 2015

Adagio in G Minor (Albinoni)





Buenos días, hoy me gustaría dedicar mi siguiente entrada a comentar esta preciosa interpretación de Albinoni titulada Adagio (in G Minor). El hecho de haber elegido esta bonita canción de género clásico se debe a una persona muy especial que vive enamorada de ella. Apuesto incluso que si tuviese que elegir en medio de una catástrofe que canciones pudiese salvar, esta sería una de ellas. Es comprensible, ya que aunque no sea mi interpretación favorita, debo admitir que también me parece preciosa. Tanto ella, la persona enamorada de Adagio, como yo, compartimos la ilusión y el amor hacia la música. Y creo oportuno interpretar algo que me recuerde tanto a ella ya que para mí ella es la sedosa mariposa que da alas a todos mis retos, a todas mis pasiones, a todas mis metas. Sin ella, mi vida nunca hubiese tenido sentido y espero que sea algo que jamás olvide.

Y la música... La música me transporta siempre a lugares increíbles, a momentos que imagino imposibles de vislumbrar en la realidad... Y muchas veces, no somos conscientes de hasta donde nos lleva o cuanto nos transmite una canción hasta que le eliminamos la letra. Esto es un hecho contrastado en mi vida. Adagio es un claro ejemplo. Estoy segura de que no a todo el mundo le transporta al mismo lugar o lo vive de la misma manera, pero para mí ahí radica la magia del arte. Mi consejo para entenderme más profundamente es que escuchéis la canción mientras leéis lentamente mi interpretación. Quizás es un poco locura lo que escribo sobre Adagio, pero todo el mundo está abierto a diferentes reflexiones e interpretaciones y esta es la mía. Amo la locura. Espero que os guste y si podéis entenderme, mejor que mejor. Gracias y feliz martes.

La música empieza a sonar lentamente y camino. La calma irradia mi vida, la llena de felicidad, incesante felicidad. Mis pies siguen el compás de la melodía agitándose hacia un lado, hacia otro. Es el compás que relata mi vida en pocos minutos. Parece que camine bailando, creyéndome una radiante bailarina que expresa su vida bailando, moviéndose, cantando a escondidas. Lentamente un pie, luego el otro. Camino encima de hojas muertas pero yo sigo viva y feliz. Escucho como crujen debajo de mis plantas, suaves y dulces mientras las dejo tras de mí. Ellas están tristes y silenciosas, pero yo sigo caminando. La canción guía mis pies y yo me dejo guiar. No sé hacia donde me dirijo porque mis ojos siguen bien cerrados, y notó como las pestañas crean una singular posición en mis ojos. Sigo caminando, mientras mi corazón late con fuerza, mientras mi respiración sigue permitiéndome vivir, soñar, caminar. Un paso más, y otro. La música va cambiando y notó un cambio de luz a mí alrededor, pero mis ojos siguen bien cerrados. Mi estado de ánimo también se altera levemente.  Intento abrir mis ojos pero me es imposible, siguen cerrados. Ya no puedo hacerlo. Ya no me pertenecen. Ya no sé de quién son. Mis pies continúan pisando a las pobres hojas que cayeron de su gran e imposible sueño. Ahora siento lástima de ellas y un nudo en la garganta me taladra el alma. Mis brazos se agitan al compás del paseo, de la canción, del día o de la noche. Ya no estoy segura de que día es, ni cual es la hora que me permite caminar. Mis ojos llevan mucho tiempo cerrados, mis pies llevan mucho camino andado. El olor a pino me permite apreciar que no estoy en la ciudad. El bosque me guía. Eso explica la gran colección de hojas secas que adornan mi caminar. Un violín parece llamarme a lo lejos. Grita mi nombre en susurrantes silencios. Debería seguirlo y lo hago. No estoy segura de nada pero de eso sí. Mis pies parecen anhelar ese momento, el momento de poder abrazar al violín. Mientras salgo a correr y noto a las hojas muertas que dejo atrás, sufro. Cada vez sufro más por ello. Es el violín. La música me hace sufrir, casi llorar, casi paralizarme. Desesperadamente busco el violín. Lo necesito para vivir, para caminar, para respirar. Ya nada es más importante para mí que ello. Intento abrir los ojos de nuevo cuando empiezo a respirar con dificultad. Algo en mí se ha fundido con aquel violín. Ya no recuerdo que era la felicidad. La tristeza protagoniza mi quieta existencia. No quiero caminar, no puedo hacerlo. Hace mucho que ya no hay calma, ahora solo hay miedo, temor a perderlo, a que desaparezca. Temblando pienso y escucho aquella triste música que me hace sufrir. Sin poder abrir los ojos me voy desvaneciendo, en medio del caos, del terror a que no lo lograré. Una vez en el suelo noto a todas las hojas muertas susurrarme sus tristes canciones, a relatarme sus crueles vidas muertas después de los calurosos días. Ellas no tienen esperanza y yo tampoco. Todo ha acabado. El violín se ha cansado de llamarme y lentamente se va callando, como lo va haciendo la canción que me hacía vivir, respirar, caminar. Todo a mí alrededor está muerto. El silencio y el vacío me recuerdan que ya no soy nada. Y en medio de aquel bosque envuelta en pinos, hojas muertas y el silencio, dejo de existir.






domingo, 6 de septiembre de 2015

Feliz domingo, aquí empieza nuestro próximo camino

Hoy es seis de septiembre de dos mil quince. Ante mí se abre un nuevo camino. Un camino largo y profundo en el cual es imposible vislumbrar el final, y mucho menos acercarse al principio. Mis pies caminan descalzos, como siempre lo han hecho. Ellos son capaces de notar sensaciones que jamás podré ni imaginar y los envidio por ello. Siempre he tenido la necesidad de conocer todo lo que me rodea, empaparme de todo lo que me es posible, pero también de aquellas cosas que no están a mi alcance. Caminan y camino. Sé que no es la primera vez que lo hacen y que lo hago. Mis pies están acostumbrados a ello, a sentir el frío del suelo o el calor de la tierra. Yo no. Ellos más de una vez se han rasgado con  afiladas y crueles piedras. Y estas han sido puestas allí para entorpecer mi viaje, para hacerme sangrar, para que desista. Más veces aún lo han conseguido. Como si mis pies fuesen suaves y aterciopeladas telas, los han rasgado. Creando un fino y delicado hilo que se deslizó hacia al suelo, como el río hacia el mar. Pero así es la vida. No todo son piedras afiladas. Existen también tramos que parecen esponjosas nubes. Por ellos, es mejor pasar pocas veces. Incluso exagerando, es mejor ni pasar, solo impregnarte de su imagen feliz y perfecta. Su aroma, su encanto te ciegan, te hacen volar y ese es un terrible error. La felicidad no es eterna igual que no lo es la tristeza. Todo en pequeñas dosis es perfecto, en grandes es un acantilado sin supervivencia.
Os preguntaréis de dónde saco todas estas conclusiones y sobretodo, quién soy yo. Ojalá todas las respuestas tuviesen una explicación tan sencilla e insignificante. No soy nada más alejado de lo que sois vosotros.
 Una excursionista que busca seguir avanzando en su viaje, en su camino, en su vida. En concreto soy una excursionista que vaga perdida entre las palabras a consciencia. Yo me he obligado a perderme y de momento no quiero encontrarme.
Esta primera entrada no es más que el inicio de un nuevo camino que se me ha presentado sin siquiera esperarlo. El viaje que estoy empezando a emprender es para mostrar como es posible resurgir de todo. Nadie está lo bastante muerto o fuera de la vida hasta que lo ha intentado todo y nada le ha surtido efecto. La última oportunidad que todos tenemos es esa, renacer. ¿Y qué mejor manera de renacer que hacerlo entre las palabras? 
De este nuevo camino no pretendo otra cosa que esa, renacer, resurgir, iniciar de nuevo las maravillas de un mundo empapado por el arte. Por esa razón, el blog está destinado hacia aquellas personas que deseen renacer entre las palabras o ser testigos de como los demás somos capaces de hacerlo. Para aquellas personas que no crean en la verdad o en la mentira de las palabras, en el sentimiento que desprende cada letra, jamás podrá comprender mis escritos. No les juzgo. Cada persona es diferente. Quizás incluso nadie me comprenda. Lógico.
Ya solamente me queda desear feliz domingo y que las palabras llenen tu día.