lunes, 19 de marzo de 2018

Ya verás

Buenas tardes, renacidos. Sinceramente, no tengo muchas palabras en el día de hoy. Me siento demasiado lenta y silenciosa este día, alejada un poco de la Tierra. Quizás los sueños y nervios me han hecho explotar de una forma discreta, tan discreta que dudo que haya acabado de explotar. ¿No os pasa que a veces exigís tanto de vosotros mismos que termináis agotados y sintiéndoos que no sois dueños de vuestra propia vida? Quizás estoy dejándome llevar demasiado por mi apatía de hoy, pero lo he pensado. Me siento tan feliz de como soy en mí misma, pero a veces tan decepcionada de lo que proyecto. Es complicado de explicar e imagino que mi ida a la Luna no me está ayudando a explicarme con claridad, en fin.

Paro de hablar de mi vida y os presento mi nueva entrada. Algo triste, lo siento. Pero no puedo evitar hablar de la tristeza porque es un sentimiento tan puro y real. En cierto modo, me fascina. Aunque la prefiero lejos, como nos pasa a todos.

Os animo a escuchar la canción de Andrés Suárez y Funambulista: "Ya verás". Fuente de inspiración de esta entrada y a la cual hago guiño con el título y entrada de la gran mayoría de estrofas/párrafos. Espero que os guste, renacidos y que no estéis pasando por algo así porque es realmente triste. Y os quiero muy felices!!!

¡Feliz lunes, aunque cueste!

Pd: 5987 visitas, WOOOOW!

https://www.youtube.com/watch?v=QINbgIJRPSQ




Ya verás como me olvidas, amor. Y no tendrás la culpa de ello, ni siquiera yo, que me culpo tanto de no haberlo conseguido, de habernos fallado en el momento en que más nos necesitábamos. Aunque siempre lo haremos, aunque nunca lo recordemos; pues nuestras manos seguirán esperando el hueco exacto del otro, y lo fácil que era unirlas sin dejar espacio a la duda. Ya verás como me olvidas, cuando la luna bese tu columna y plante estrellas y lunares. Por durante el día quizás me recuerdes o simplemente te venga un recuerdo vago e hiperactivo a la mente, en forma de olor o de eco por todas aquellas carcajadas que todavía resuenen en tu vientre.

Pero de la misma manera que abriste la herida, tú o alguien diferente a mí, la cerrará de un portazo que no suene en mi portal, pero sí en mi tripa. Y cuando él suene no me podré abrigar con tu abrazo, porque ya no estarás. Quizás otro ocupe tu lugar. Más pequeño, porque lo agrandaste demasiado para estar completo por otra alma diferente a la tuya. Porque habrá demasiadas canciones que seas tú o nosotros. Porque habrá demasiadas banderas que lleven nuestro himno, que besen nuestra tierra o que esperen nuestro regreso. Y no ocurrirá.

Ya verás como me olvidas, y yo no te podré olvidar. No me refiero a que te será sencillo, pero quizás alguien lo haga por ti. Te recuerde lo que vales, lo que eres y que nadie te podrá querer más. Y, seguramente no te supe querer como merecías, ni tú como yo lo esperaba. Pecamos de querernos mal y a tiempo parcial, exhibiendo reproches del otro como si fuéramos perfectos o como si esperásemos que el otro lo fuera por nosotros. Y ni lo fuimos, ni lo soy, ni lo serás. Porque el ser reales nos hizo precisamente posibles, nos hizo querernos abrazados al irnos a dormir pero separarnos inevitablemente al quedar dormidos. Y era algo mágico, despertar y buscar la mano del otro, unir dos cuerpos, encerrarnos en los últimos resquicios de sueño antes de levantarnos. Porque al ser reales todo lo fue. También las peleas que acabaron en pausas o en paces. También los besos, que se saltaron todas las vías y redujeron dos cuerpos a uno. También los engaños, las confesiones, las mentiras y los finales.

Ya verás como me olvidas y cualquier día me cruzo contigo. Aunque lo haga con el alma rota y con la mirada de una desconocida que te conoce tanto que duele. Que le impide seguirte a donde vas, mirar lo que ves, y entender que la vida te ha hecho fuerte y feliz. Que me has superado como se hace con las enfermedades o decepciones. Porque yo no conseguí la cura, tan solo hundirme y herirte. Como a mí misma.

Ya verás como me olvidas y quizás cuando yo esté apunto de olvidarte, abrumada por el conocer a alguien que ya no me recuerda a que debo olvidarte, sino que me despierta del trance de culparme por no ser valiente aquel día; vuelvo a recordarte. Me pasará por la mente una fugaz fotografía tomada cuando desayunando en la cama me dijiste que me amabas y que ya verían las canciones de amor lo que era quererse. Y yo sonreiré desnuda de pena, en cuerpo y lágrima, diciendo: esto era quererse. Perderse para siempre en el otro y no volver a encontrarse sola...

sábado, 17 de marzo de 2018

Hacer y deshacer

Buenos días, renacidos. He tardado mucho, lo sé. Pero esta vez no le puedo echar la culpa al tiempo, sino a la inspiración. Llevo semanas con ganas de escribirme y escribiros, pero no me salía nada con sentido. Y preferí dejar correr el tiempo, esperar que un día sentada, los dedos empezaran a teclear sin descanso. Hoy es ese día. 
De momento, por mi vida, las cosas no han cambiado mucho. No estoy en la mejor etapa, pues me siento quizás aburrida o cansada de lo de siempre, de las decepciones y de los hachazos. Tengo una vida muy feliz  y plena, pero de vez en cuando, como cualquier ser humano, ves el vaso más vacío de la cuenta. Cosas que pasan...

Me gustaría también añadir que en mi cuenta de youtube, estoy colgando canciones que se pueden relacionar a las etiquetas de cada entrada. Véase pues: drama, amor, etc, etc. Así que si en algún momento estáis interesados en oír alguna canción con la entrada, entráis en Youtube, buscáis Gisela López y podéis oír canciones relacionadas con las etiquetas de las entradas. 

Y, bueno, de momento poco más que añadir. Intentaré próximamente, si estoy inspirada, pasarme por aquí y compartir mi mundo. Mil gracias por seguir creciendo pese a mi ausencia. Estamos cerca de llegar a las 6000 visitas. Todo un logro que pienso celebrar con alguna sorpresita!

Y, ya poco más, espero que os guste, renacidos.

¡Feliz sábado!

PD: la foto es mía!!



Te escribo desde la cama deshecha, llena de rimel seco en la punta de cada almohada que lleva tu olor empapado de mis lágrimas. No sé que me has hecho... Pero ya no soy capaz de hacerme de otra manera. Intento deshilachar lo que éramos para encontrar la persona que era antes de conocerte. Resquicios de un amor corto e imposible. Pero me quedan demasiadas madejas de lo que prometimos, de lo que íbamos a ser siempre. Y no me deja avanzar, ser capaz de reconstruirme sin empezar por el tejado, sin lanzar los ladrillos a las ventanas desde las que te miraba y me veía a mí por dentro. Y todo me pesa, aunque me sienta ligera cuando me arrodillo en la cama, buscando a gatas una razón para levantarme y salir afuera. 

Y no a buscarte. 
Porque inevitablemente me busco a mí misma reflejada en tus ojos.

Y no pedirte que me beses, porque tus besos ya perdieron el interés de mecer mis antojos. 

No sé qué me has hecho, pero quiero que dejes de hacerlo. Porque yo no puedo hacerte en mí, cada día que pasa. Ni deshacerte como pensaba hacerlo en el momento en que te fuiste de casa, sin portazos, sin arrepentimientos, con la mirada alta y el corazón abierto. 

Y sé que me cerré por completo a las cuatro esquinitas que rigen las normas de mi cama. Pero ya esto, se me queda pequeño. Me hace hacerte en cada pensamiento y deshacerme cada vez que te pienso. 

Porque desde hace varios meses, hacerte me deshace por dentro. Me hace olvidarme de que yo en otro tiempo, era importante, necesaria, suficiente. Cada vez soy menos yo, y más nosotros. Nunca llegué a ser tú y de eso, al menos, me alegro. Porque no hubiera soportado ser el reflejo en tu espejo. Y en cierto modo, nunca he dejado de serlo; pues te hago más veces a ti, que a mis propias manos, que a mis propios miedos.

Tú, sin embargo, hiciste y deshiciste a tu modo, a tu agrado. Entraste por la puerta, te tumbaste en la cama, clavaste la bandera pero luego la estaca y te perdiste en las sábanas como si fueran de arena, y saliste por la puerta que hace mucho no se cerraba. Dejábamos correr el aire, que la gente supiese lo que significaba amarse bajo las normas de un cama de cerezas con olor a principio, a cosquillas y a pérdidas de calcetines. Rompíamos las fronteras entre el tú, el yo o el nosotros. Y hacíamos la cama para deshacerla, como ritual indispensable para luego firmar la tregua cuando salíamos de la guerra.

Y ahora...Deshecha. 
La cama y yo. 
Yo y la cama. 
Echándote de menos ambas, y queriendo que nos hagas por partes, para deshacernos juntos y volver a formar un nosotros que ahora pesa demasiado en la boca. Ya nadie lo pronuncia, ya nadie lo provoca. Ni siquiera las historias de amor con finales felices. 

No sé qué me has hecho, pero no me deshagas más por dentro. Deja de hacerme en cada recuerdo, deja de deshacerme a cada segundo. No prometo que deje de hacerte cuando te sueño, pero al menos despierta, quiero hacerme de nuevo.