jueves, 14 de febrero de 2019

Déjate de 14 de Febrero

Buenos días, renacidos. Llevo mucho tiempo sin pisar o postear en mi blog (como queráis verlo). Lo cierto es que estoy inmersa en un proyecto que absorbe bastante mi tiempo. Sin olvidar que sigo enfrascada en mi nuevo libro, que ahora tengo trabajo y que siempre que puedo estoy ocupada. Por eso, entre una cosa y otra, no he tenido mucho tiempo para pasarme por aquí. Pero pienso remediarlo. 

Hoy es San Valentín y por ello os recomiendo buscar un poco más sobre esta celebración y así conocer la historia que trae consigo. A mí personalmente me gusta más la historia que el día en sí. No es que odie San Valentín, al contrario. Me parece un día precioso porque puedes ver el amor y el cariño en todas partes. Pero, sin embargo, también es un día de bastante postureo en las redes, de demasiado consumismo en el que destapamos la idea de que el amor es cuánto te gastas en la otra persona. Yo, personalmente, gasto muchísimo... Cientos de besos cada día y es agotadoramente reconfortante [vale, va, cursiladas a un lado].

Por ello, os traigo una entrada nueva en la que hablo sobre 14 de Febrero. 

Espero que os guste tanto como a mí escribirla. Y deseo que al amor os colme, no solo hoy, todos los días de vuestra vida [entendiendo el amor como cualquier tipo de afecto de un ser a otro].

¡Feliz jueves, renacidos!

PD: la fotografía corresponde a la película El Diario de Noah.



Lo que siempre buscamos no se encuentra en catorces de Febrero. No viste de color rosa ni rojo. Pero sí enrojece. Se funde con el pasar del tiempo pero no desaparece, sino que se hace más fuerte, impecable, imperdible. Se cose en los ritmos de la vida, en las carreras por el metro o en los atardeceres que nunca contemplamos porque no nos dejamos verlos. 

Lo que siempre buscamos no se encuentra en catorces de Febrero, sino en treces de septiembre, por decir un número. Se encuentra sin buscarlo: en un beso corto y fugaz antes de decir hasta luego, en un abrazo que sana el cansancio cuando llegas del trabajo, en una pequeña charla antes de dormir [no abrazados, aunque lo intentemos]. Se halla en el enfado repentino de la rutina. En los resfriados del día a día que se curan con poca medicina y mucho quehacer. Se pierde de tanto en tanto pero siempre encuentra el camino a casa, entre sus manos.

Lo que siempre buscamos no podemos encontrarlo en catorces de Febrero. Nos empeñamos en sentirnos incompletos cuando nos vamos a dormir y nadie nos despide. Y no imaginamos que nos incompletamos cuando esperamos que otro lo haga por nosotros. No nacimos para estar con otro u otra. No nacimos para vivir acompañados, pero podemos hacerlo. Podemos permitir a alguien escribir el pasar de los días hasta que seamos nosotros los que nos pasamos. O no. No se vive peor ni mejor. No te sentirás más solo. Seguirás siendo tú, tan tuyo que pica.

Pero buscar en catorces de Febrero algo que se pierde en Enero es de locos. Pierde su sentido vender el amor durante un día y no regalarlo con los que quedan. Pierdo mi sentido si pretendo demostrarte con una moneda que te quiero, y que siempre va a quedar este día para encender lo que se apaga. 

Y sin embargo, me gusta ver amor en todos lados. Cruzarme con un ramo de rosas junto con una sonrisa nerviosa. Escuchar el susurro de alguien que va a declararse. Ver frases, besos, bombones cubriendo lugares suyos [solo de ellos]. 

Por eso, lo que siempre buscamos no podemos encontrarlo en catorces de Febrero, pero qué bonito es ver que todavía se celebra el amor como si fuera algo efímero.

Nos queremos...