miércoles, 10 de agosto de 2016

Estrías

Buenas tardes desde la bella ciudad de Sevilla. Por fin, puedo publicar. No ha sido fácil, renacidos. El internet de mi móvil va cada vez peor y se consume demasiado pronto... pero bueno, no me voy a quejar más y me alegraré de poder entregar estas palabras a mi querido blog. Allá vamos.

Pero antes de nada, espero que estéis pasando un feliz verano, renacidos. Os merecéis eso y más, mucho más.

Aquí os traigo mi nueva entrada, ¡Qué la disfrutéis! ¡Feliz miércoles!



Tres estrías decoran mis piernas. Nacieron en primavera, haciendo rayas que no se inhalan, haciendo aceras que no se cruzan. Y se cruzaron en mi piel morena. Aunque ahora esté blanca como cuando me enteré que te gustaba que te escribiesen cartas, a la antigua usanza. Y yo que siempre fui de decirlo todo a la cara, sin intermediarios, esperando que digan en los diarios como matar al hambre o como el hambre mata. Sin tapujos, nunca a la espalda. Y sé que perdimos muchas batallas, esperando en la cola del paro, haciendo del parón un largo camino, largo. Largate de aquí, dije sin sentido. Como un sentimiento que no he sentido, como un verso que se ha ido. Y te fuiste. Dejándome dos nuevas estrías en la cama, arrugas en las sábanas y perfume en la almohada. Y me he perdido.  No sólo en este escrito que te he dedicado, no sólo en el camino que me ha bifurcado. Sino en la vida. Una vida larga como tus piernas, una vida corta como las mareas que cruzaban tu cara. A menos de un centímetro de mi alma. Y te has perdido. Tantas cosas que ya ni puedo decirlo. Porque me volvería a perder. Y he perdido las ganas de hacerlo , y la fuerza de entenderlo. De aprovechar el olvido, la pérdida o el miedo. De buscar la suerte, tu suéter o el duelo. Y me volvería a perder y no quiero. Porque hay pérdidas que duelen y dolores que se pierden. Y me nació otra estría. A ver con que cara afrontó está nueva raya que me cruza y me paraliza.

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