sábado, 9 de mayo de 2020

Última vez

Lo dijiste todo sin siquiera prestarme atención, verbalizando una granada que arrasase con todo. Y lo arrasó. Quemó palabras, viajes, lugares y sueños. Dejándome a mí sola, en el suelo, acurrucada en la autosuficiencia de quererme a mí misma más que al resto. ¿Pero de qué me sirve? ¿De qué servimos? Solo una etapa rápida y fugaz, solo demasiados reproches que se salen sin mirar atrás, hacia los ojos. "Yo quiero una mujer que..." y suena la explosión. No era, ni fui, ni soy. No seré, no podremos, no habrá. Pero sí otras. Más recortadas a tu cuerpo, a tus palabras. Que no le importe que eches la casa abajo si luego la reconstruyes paso a paso. Que no le importe que quemes por la lengua ni que con un trapo apagues el fuego. Que no opine, que no grite, que no diga, que no sienta. 

El cansancio se hace rutina, la esperanza una necedad. No era, ni fui, ni soy. No seré, no podremos, no habrá. Pero pasará, pasaremos y quedará lo bueno, lo que sí éramos, fuimos o somos. Lo que no seremos, no podremos, no habrá. Recortaré tus fotos y me vestiré con ellas cuando no me acuerde cómo era. Cómo era acariciarte el alma cuando tu risa está descontrolada, tus broncas sobre dónde dejar las zapatillas o llorar pensando en que todo se ha acabado. Porque aunque lo sentía así me agarraba al clavo de que no fuese, de que aguantara. Mientras tú dormías en la cama, consultabas tu teléfono o hacías ver que nada pasaba. El dolor solo te afecta cuando te grita, no cuando calla.

No era, ni fui, ni soy. No seré, no podremos, no habrá. Pero qué bonito fue creer que sí lo era. 


1 comentario:

  1. Escribes muy bien, y de manera muy profunda y conmovedora y veo q te gusta Marylin, a mi tb. 👍

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