jueves, 13 de julio de 2017

Después del amor II

Buenas tardes, renacidos. El calor cada vez  es más insoportable... Odio el verano, decidido. Será muy bonito ir a la playa, las noches de fiesta, la piscina, el sol, pero... Bueno, quizás no lo odio. Pero le tengo un poco de manía... Estoy intentando escribir y no hago nada más que sudar! 
En fin, espero que a vosotros se os esté dando mejor el verano que a mí, porque no soy muy buena con esto.
Mi nueva entrada, renacidos, es una segunda parte de una entrada que ya escribí hace un tiempo. Esta primera entrada se titulaba "Después del amor" y hoy he decidido darle una segunda parte, ampliar más el contenido de esta. Aunque se pueden leer separadas y no se altera nada el sentido. 
De nuevo contamos con una estructura parecida en la que cada "estrofa" empieza con la palabra cuentan o con algo parecido. No quiero dar muchas pistas, prefiero que lo leáis y juzguéis vosotros.

Os dejo, pues, mi nueva entrada: Después del amor II. Adjunto de nuevo, una ilustración de Sara Herranz y os animo a echar un vistazo al libro: todo lo que nunca te dije lo guardo aquí. HIPER RECOMENDADO!

Y, además, añado una canción que me encanta y que creo, va muy acorde con la nueva entrada. Se llama ahora quién y es de ZPU. Si podéis, oídla! 

¡Feliz juernes!
https://www.youtube.com/watch?v=sjEtJr_Od2Y



Cuentan que ya no te valen las estrellas para pedir deseos, que perdiste la ilusión en ellas hace demasiado tiempo. Que eres más de contar los días, despedidas y premios. Que te vale con un pedacito de vida, que ya no tienes sueños...

Cuentan que ya no besas con los ojos cerrados, que siempre los mantienes abiertos por si el amor decide escaparse, para que puedas atraparlo y mantenerlo a tu lado, escondido en la sombra de tu árbol, camuflado. Y con ello pierdes los latidos y los besos se hacen más amargos, más fríos, más esclavos. Y con ello pierdes la noción de todo creyendo que los largos son cortos exagerados. Hiperboleando.

Cuentan que me has olvidado, que fue cuestión de tiempo, que pasaron otros cuerpos y te ayudaron. Curaron y sanaros tus heridas con tequila barato, con te quieros de segunda mano. Pero estos están demasiado usados y pican. Pican los para siempre desgastados en tus bolsillos, unos para siempre que se han ladeado y roto sus esquinas. Unos para siempre en los que solo quedan las esquirlas cuando se han marchado pasando por la cocina. De lado a lado y tiro porque me toca, porque me hubiese gustado que me hubieras seguido tocando. Pero yo ya no tocaba, me habías cambiado.

Cuentan que tu ventana siempre está cerrada para que el viento no traiga mi fragancia, que te da miedo salir a la calle por si te cruzas en mi camino, que no quieres beber aquel vino que conjuramos entre sábanas. Si te sirve de consuelo, no he vuelto a probarlo, ni abrir mi ventana, y cuando salgo a la calle me aseguro que sea tu hora de trabajo, y así no nos encontramos.

Pero cuentan demasiados cuentos de nosotros. Cuentos en los que no se huele ningún fueron felices, sino se comieron las perdices y se fueron a casa, cada uno. Olvidándose las coronas, los dragones y las torres en el rellano de la puerta, junto con las armaduras y los hasta nunca. 

Cuentan que ya no cuentas tus penas a nadie, que ahora eres silencioso, que te gusta caminar solo y que el sol sea tu cuna. Que no has vuelto a sentir amor por ninguna, pero sí has vuelto a conocer a otras. Que duermes con un ojo medio abierto por si alguna día te descubro desnudo junto a otra dama, por si algún día vuelvo y pido mi cama... Pero no lo haré. 

Yo les he contado que prefiero no volver, que no podría aunque quisiera. Juré que no volvería a doler, que el querer era mucho más que eso, era mucho más que nosotros. Y que este no se desbordaba por el vaso medio roto, y manchaba todo a su paso. Juré que aprendería a no descorcharme el corazón, a no fusilarme a lágrimas el pecho y a no anudarme más en el lecho que iba tejiendo con cada nueva discusión. 

Yo les he contado, amor, que no podemos volver a vernos. Que quizás nos vemos en otras manos que acaricien nuestros cuerpos o en otros vasos que sostengan los te quiero. O quizás te vea paseando otro vestido y tú me veas a mí con otros zapatos. Pero en realidad, no nos veremos. Mantendremos ese contacto en la retina, en el plato que nunca sale de cocina pero se mantiene tibio, a la espera.

Por eso, si te cuentan que te he olvidado has de saber que están mintiendo. Olvidarte sería olvidarme y aunque cuentes a la gente que tú ya lo has hecho, sé que en realidad, nunca podrás hacerlo.

Y que le cuenten ese cuento a otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario