jueves, 7 de julio de 2016

Imaginemos, cielo

Buenas noches, renacidos. Hoy es un día de pausa, de espera. El verano se acerca a mi puerta más que nunca y estoy a punto de girar el pomo, solamente necesito ponerme de puntillas durante unas horas más y... ¡La abriré! ¿Alguien más está en esta situación? ¿A punto de reunirse con el verano sin contar con el horno infernal en el cual vivimos a cada hora? Espero que sí, y los que no, que lo deseen tanto como puedan pero sin perder de vista el presente. Muchas veces, vamos demasiado allá y nos olvidamos del momento que estamos viviendo... 

Bueno, vayamos al grano. Mi siguiente entrada habla sobre el amor de nuevo y sobre el miedo que pueden llegar a tener muchas parejas de que se acabe. Hay veces que las inseguridades, el tiempo o el miedo hace que pensemos en un futuro que quizás nunca llegara. Pero eso no nos ayuda en nada, al revés. Solamente nos perjudica, nos enquista y nos ata. Hay que dejar que seamos libres para que el amor también lo sea. Por eso, si realmente existe, si realmente es el definitivo, no hay que tener miedo de que se acabe porque la rutina no hará que se queme aquello que el fuego siempre enciende. En fin, espero que os guste, renacidos. Deseadme bonito verano que yo haré lo mismo - con vosotros y conmigo, jeje-. Os adjunto una canción de Elton John titulada Your song.

¡Feliz jueves o lo que queda de él!

Pd: casi me he comido el día sin darme cuenta.

https://www.youtube.com/watch?v=mTa8U0Wa0q8


Imaginemos algo. Imaginemos que ya no se hacen otoños al mirarte, que no se me caen las hojas al pie cuando te tengo delante, y por ello ya no tengo que agacharme y clavarme mis propias palabras. Esas que guardábamos cuando no querían decir nada, ellas solas. Imaginemos que ya no eres la ola que rompe en mi playa, que no me caen gotitas saladas cuando me faltas, ni salpican las mentiras a las rocas que escarpa tu espalda. Imaginemos que ya no hace falta tachar el calendario, que podemos mirar el abecedario sin que tu nombre o el mío aparezcan demasiado. Que sin ti mi vida iría mejor. Imaginemos también que dormimos separados, teniendo más espacio para nuestros brazos, que podemos movernos y aparecer descalzos. Eso sí, sin ninguna sábana por la que pelearnos y que a la vez no tape tu espalda y la mía. Imaginemos que ya no tenemos nuestras manías cerca, que podemos descansar haciendo aquello que nos convenía o nos apetezca sin pensar en que dirá o molestará al otro. Imaginemos que ya no te toco, que ni me acerco. 

Imagínate 
               solo 
                      eso, 
                            por 
                                  un 
                                        momento. 

Imaginemos que desayunamos cada uno desde nuestro lado de la mesa, sin pasarnos la cuchara, ni derramar nada. Sin oler las fresas que el otro siempre trae. Sí, esas. Imaginemos que se nos cae la venda, que ya no seguimos esa senda que parecía el único camino que servía para continuar unidos. Imaginemos que no nos sorprende que algo nos diferencie, que realmente ya no nos importe parecernos demasiado, que perdemos el pasaporte de amarnos. Imaginemos que a partir de ahora pensemos que solo perdemos. Que perdemos tiempo, salud, dinero y años. Imaginemos que llega un momento en el que solamente nos hacemos daño, que nos clavamos los dardos a las yemas y que ya no nos queremos como antaño. Imaginemos que ya ni siento ni padezco.

Imagínate 
               solo 
                      eso, 
                            por 
                                  un 

                                        momento. 

Ahora bien, imaginemos. Cerremos los ojos, visualicemos y nos lo creemos por un momento. ¿Qué me dirías ahora? ¿Qué cambiarías en este cuento? ¿En estas palabras? Sé que te quiero, pero me da miedo dejar de hacerlo. Sé que me quieres, pero no puedo asegurar que eso dure mucho tiempo. Quiero que imaginemos, que nos pongamos en lo peor. Que si quieres lloremos... pero que no lleguemos a esa situación. Solamente, imaginemos...

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