viernes, 24 de febrero de 2017

Despediario

Buenas tardes, renacidos. O buenas noches, cómo queráis. Hoy ha sido un día duro. De esos que necesitas escribir para acabar de llorar. De esos que te hacen abrir los ojos, que te cierran el alma, que te aíslan del mundo. Hoy ha sido uno de esos días. Os preguntaréis por qué o quizás no os interesa. El caso es que he abandonado mi colegio, donde estaba dando practicas. Y nunca he sentido tanto la palabra abandono, porque así es como lo siento. Me he tenido que ir porque mi periodo allí ha finalizado. Y puedo jurar que he vivido los dos meses más bonitos de mi vida. 25 niños, todos diferentes. Personitas que te atrapan poco a poco cuando tú los vas atrapando a ellos. 4rt B de la escuela Amat Verdú. Increíbles. El día de mi despedida lloraron, lloraron mucho, todo el día. No se hacían a la idea igual que yo tampoco. Todavía no me hago. Pasar tanto tiempo con personas que adoras y después despedirte es muy duro, mucho. Aguanté durante horas los nudos de la garganta, pero al final me resultaron imposibles. No existían paraguas que callasen mi lluvia y todavía sigue nublado mi cielo. Esta entrada, no es una entrada realmente. Es una forma de desahogarme y de ahogarme todavía más en mis pensamientos, de callar y gritarlo todo, de tenderme una mano y agarrarla. Es mi forma de avanzar. 

El viernes, en mi despedida, uno de los niños me dijo que si me acordaba de la primera vez que había hablado con él. Le dije que no, que no lo recordaba. Él me dijo que le ayudé a abrir la botella porque no era capaz. Y creo que eso es lo que más miedo me da de todo esto, no acordarme. Y me pasa con todo. Vivo momentos increíbles que cuando pasan, pasaron. No soy capaz de recordar, olvido con facilidad y eso es lo que me da más miedo de todo. Supongo que necesitaba contarlo.

Y bueno, sin ir más allá, os presento mi diario. Porque así me he sentido mientras lo escribía, como en un diario. Os adjunto, además, una de las canciones que adora uno de los niños del cole. Se llama Queco, de jpelirrojo. Cada vez que la oigo, le veo. Y la foto de mi colgador, el que me hicieron. 

¡Pasad un feliz carnaval!

https://www.youtube.com/watch?v=QprgxYu27nw




Y se acabó. Escuchando los llantos de los niños, los 'quédate', los 'no te vayas', los 'te necesito'. Palabras que se clavan por venir de manos tan pequeñitas, que tienen un mundo en cada palma, que aprietan la vida tan fuerte. 

Y se acabó con ese sabor agridulce del cariño. Con mi colgador todavía gritando mi nombre, esperando que cuelgue en él todas mis dudas, todos los hilos donde tirar, todos los paraguas que eran escudos contra el llanto. Hecho un día antes de irme, estrenado en la misma despedida. 

Y se acabó.  Con abrazos como tiritas para las heridas. En pleno carnaval. En pleno día de lluvia. Con dos nudos en la garganta. Con dedicatorias, vídeos y álbumes. Con palabras clavadas con agujas en el corazón. Y pican. Y duelen. Hacen llagas que no solo marcan la piel, ni la diferencia. Que te escuecen cada vez que haces memoria, cada vez que miras un dibujo. Siempre que te quedas sola. 

Y se acabó. Pisando por última vez aquel pasillo, escuchando sus gritos desvanecerse, deslizando la silla por última vez. 


D  e  s  p  a  c  i  o

Y se acabó aunque no querías, aunque no querían. Buscaron diferentes maneras de no enfrentarse a la realidad. Diciendo quédate, atándome, pidiéndome, rogándome. Pero me fui, aunque jamás lo hice del todo. En ellos se quedó mi rastro y los suyos en el mío. Sus voces hacen eco. La mía ha dejado un hueco. Creo y espero. 

Os echaré de menos, gatos andinos. Esta no es una entrada, es simplemente una manera de tirar el vaso sin mojar a nadie, de llorar escuchando la lluvia y las teclas. 

Y es que no he podido conseguirlo. No he logrado quedarme y eso que lo habéis intentado casi todo.  Jamás pensé que se podría originar algo tan fuerte, tan bonito ni  tan perfecto, cuando entré a esa clase de niños sonrientes. A esa clase de pocos silencios y muchas bromas. De muchos abrazos y pellizcos. De cariño en cada rincón. A esa clase que se quejaba de los deberes cuando eran de inglés pero querían más de catalán. A esa clase que solo hablaba de videojuegos y de retos. A esa clase que me robó el corazón. 

La tristeza que siento por no seguir, por no estar ahí para vosotros supera todo. Y hoy no dejará de llover por mucho que se abra el cielo. Porque he cerrado una etapa, una etapa maravillosa. Y, porque se acabó.

De todos modos, gracias por ser. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario