sábado, 4 de marzo de 2017

Alguien llama y se incendia

Buenas noches, renacidos. Seré breve porque esta entrada ha nacido de la espera. Sí, es raro, pero mientras estoy esperando he empezado a escribir con la idea de acabarlo mañana y lo he acabado hoy. Eso solo puede significar dos cosa: o bien, tardan mucho; o bien he sido muy rápida. Creo que es la primera, pero bueno... jajaja no nos quejaremos.

Os dejo, pues, mi nueva entrada. Es algo extraña pero me ha encantado hacerla. Espero que os guste muchísimo y que hayáis pasado un bonito sábado, el mío lo ha sido.

Antes de acabar, os recomiendo ver: Contratiempo (película española buenísima de suspense que te dejará a cuadros). 

Además os adjunto como foto a un perro precioso llamado Junior. Se merece aparecer en mis entradas, es sensacional! Lo adoro!!!

¡Feliz sábado, ojo en las carreteras!
4505!!



Y en medio de la noche, alguien llama. Lo hace a susurros, impregnando el aire de canciones con sabor a despedida, que empacha. Empalagan las teclas de tu piano, de tu balada sin balas pero con pistolas cargadas, en puntos de mida usados. Visualizados por todos, con luces largas. Y tu intermitencia me sobresalta las piezas del rompecabezas que no se rompe sino que une. Descarga aquello que subes, por si acaso.

Y de golpe cuelgan, como si agarrasen una cuerda y se balancearan. Sin más sonidos que el "te llamaré en otra madrugada". Con café a medias en las pestañas, sin lencería barata, sin cintas previas, cosiendo
              las entrañas a palabras necias y oídos gordos.

Que no escucharon verdades sino mentiras cobardes, bañadas en tinta de sangre. Soy solo un espejo roto en aquel baile de disfraces. Con otros problemas que las mates, con miedo a que me mates con solo mirarme. Y lo peor, o lo mejor, depende de cómo se mire o me mires; es que cruzada entre tu mirada y la mía, pestañeé, haciendo volar mariposas. Estallé en carcajadas cuando la pena me ahogaba en mi sudor, levantando la espada o el martillo de Thor. Porque creí que era fuerte, no una muñeca. Y esta sangra cuando paseas una cuchilla por sus piernas. Espero que entiendas la indirecta que va directa a tu arpón. 

Y salta el buzón de voz, haciendo volar las cartas a tu alrededor. El as, el 5 de copas, el 3 de bastos. Y bastó una palabra para dejarte sin ellas. Y yo que las usaba sin armas, sin escopetas, sin más refranes que los de mi abuela. Nunca supe que tenía la razón hasta que esta se cayó del bolsillo. Estaba algo roída por el tiempo y la desconfianza, pero el polvo nunca la rozó, ni acarició su cara. Terminó siendo una muñeca de porcelana que no se rompe ni cuando cae por la ventana. Y vi en ella, mi retrato. 

Y a la madrugada volverá a llamar, encendiendo las alarmas. Esperemos que para entonces, el incendio no haya sucumbido a la esperanza. 

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