Y bueno, estrenaré pues el año con esta canción, con una entrada de amor (para variar) y con una imagen que creo que es preciosa sacada durante las fiestas de mi pueblo en el año 2017. Creo que es una imagen que dice mucho de la entrada incluso antes de ser leída.
Así, pues, espero no decepcionaros con esta primera entrada, que podáis renacer con ella y que no dejéis de creer en la magia de las palabras. Ellas lo son todo, renacidos.
¡Feliz martes!
Pd: estoy leyendo un libro buenísimo, La magia de ser Sofía de Elisabet Benavent. Muy recomendado, por si os apetece leer algo nuevo de amor y comedia.
Pd2: 5341 visitas en renacer, gracias. Mil gracias.
https://www.youtube.com/watch?v=EpfpbLEA1ZE&list=PLEBFB46D19FDB3683
Descorchada y sin botella esperaba tu vuelta para ver si de nuevo te
bebías el alma, las ganas o si te tomabas las prendas a la ligera. De lencería fina y callejera, se quedaron decoradas todas las farolas, todas las puertas abiertas y todos los mayos, invierno.
Has bebido de labios de vinos baratos y tintos que lo único que tinta es la etiqueta, la poesía que lee en tus labios solo se recita mientras te quita la camiseta; esa que él, a diferencia, rompía a pedazos cuando te desabrochaba las vergüenzas.
Y, después de beber de la fuente y ser la presa que pide que la liberen, se pierden en otros licores más fuertes, menos rotos y endulzantes. Te dicen que tu embriaguez es afilada cuchilla, que corta cada vez que se rompe, cada vez que mira que necesitan a alguien entera que pueda darle noches llenas de amor, de botellas vacías. Y tú ya lo estabas antes de que te conocieran. Continuabas descorchada esperando en la puerta que regresara y no regresa.
Y es que ya nada lo hace. Ni sus ojos centelleantes que envidiaban los champagnes, ni la brisa que susurraba nunca me faltes, por favor no te marches. Y es que ya nada lo hace, todo se quedó mudo por no hacer las paces. Por dejar que cruzarás el umbral y no quisieras quedarte.
Descorchada y sin vaso que te sujete, te tumbas urgente en la repisa, cerca del borde que puede pisarte y siempre te pisa. Recordando otros sudores que hacían de deslizantes, que te llevaban directa a la cama en unos brazos que no tiene nadie. Y te agarras con fuerza a los grados que aún te quedan, que te hacen sentirte serena aunque ya nunca más puedas estarlo.
Te has vuelto una mala amante, de esas que brindan con cava y dejan carmín en su copa, que rebosan de alegría solo cuando el maquillaje pinta sonrisas. Que espera descorchada a que la abotonen de nuevo, la vistan, la peinen...
y la quieran.
No por el daño que ha sucumbido, no porque el vino esté más bueno con el paso de los años.
Y que la quieran.
No por las noches que prometa, por la amnesia que sugiera o la espuma que derroche en la mesa.
Y que la quieran.
Porque siempre fue bonita con la boca cerrada, pero mucho más cuando la tenía abierta.
Y si algún día te preguntas que fue de ella, quizás aún siga descorchada esperando en la puerta, o es posible que ya entienda que el amor infinito es ese que no puede darse de puertas para fuera.
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