miércoles, 10 de febrero de 2016

Somos

Buenas noches, renacidos. ¿No os parece emocionante la cantidad de personas que forma el mundo y el gran parecido que a la vez mantenemos con ellos? Es verdad. Quizás hay muchas diferencias que nos pueden hacer diferentes, diversos, pero eso no deja de ser una regla que nos hace a todos iguales. Es decir, el hecho de que todos - TODOS- seamos diferentes hace que seamos iguales en ello. A la vez, ¿quién no comparte cosas con su vecino, con su compañero, con el anciano que pasea cansado por el parque? Por ejemplo, todos miramos el cielo, todos nacimos en algún lugar y moriremos en un lugar, todos nos aguantamos por la gravedad, todos tenemos una personalidad y todos tenemos una edad. Es verdad que todos estos hechos cambian entre los diferentes integrantes de este mundo pero no dejan de ser diferencias dentro de la igualdad. Sobre ello hablo en mi siguiente entrada, y por ello lo he titulado "Somos". ¿Todos somos algo no? Pues bien, en esa línea andamos. Para hacer más entretenido la siguiente entrada he decidido poner una canción con letra titulada Hijos de un mismo Dios de Macaco. Personalmente me gusta muchísimo esta canción así que si podéis escucharla, hacerlo. La imagen, en cambio, es de la película Las crónicas de Narnia, una fantástica Saga que no puede ser mejor - bueno, sí, si durase más todavía -.

Después de todo esto, solamente me queda deciros buenas noches, renacidos. ¡Hasta mañana!


https://www.youtube.com/watch?v=4HYVgZT37rg




Somos. Somos lo que hemos sido, cambiamos a lo que somos y nos haremos como seremos. Somos bien y somos mal; somos suerte y desdicha; pecado e inocencia; verdades y falsas apariencias. Nos etiquetamos como humanos, pero no dejamos la pluma hasta haber concretado y concretado nuestro diploma. Nos llamamos perezosos, estafadores, soñadores, aventureros, orgullosos, cabezones. Somos, según dicen, según decimos, los mejores seres que han existido. Creamos guerras con nuestros amigos, abandonamos a nuestros seres queridos, matamos mientras decimos divertirnos. Sí, pues eso, los mejores que han existido.

Según nos cuentan estamos hechos de átomos, nos visitan bacterias y no nos salen relampagos de la cabeza. Pero en cambio nos creamos por historias que tejen nuestras manos, por ideas que nunca abandonamos, por sueños que demasiado poco realizamos.

Tenemos pies de donde nos salen arrugas, que se manchan cuando caen en charcos embarrados, que se difuminan cuando van muy rápidos y que se relajan cuando están parados. Los usamos para aguantarnos, para correr, para andar y para tropezarnos; pero queremos alas porque necesitamos sentir el viento que nunca termina de llegar en verano, porque su suave tacto nos disipa los amargos enfados, porque ansiamos llegar siempre más y más alto. 

Soñamos en blanco y poco a poco vamos coloreando, saliéndonos de la línea, midiendo con regla cada centímetro que nos queda y aprendiendo poco para todo lo que nos espera. Esperamos un tren que no llega, un momento que se pasa tras la acera, una oportunidad que murió convertida en falsas encuestas con respuestas certeras. 

Nos adjudicamos la idea de que somos racionales, pero las pasiones y decisiones nos hacen viscerales, inconscientes, emocionales. Matamos por amor, morimos enamorados y muriendo matamos al otro enamorado. Pensamos con el corazón y este lo dibujamos sin válvulas ni arterias, alterados hasta la médula. Creemos en el amor verdadero y mentimos cuando lo encontramos diciendo verdades a cuartos más que a medias y haciendo carreras a cada una de ellas.  

Grabamos momentos en primavera, quemamos la nieve de la ladera. Decimos que no hay que arrepentirse pero pedimos perdón por cada error que se cometa. Destrozamos todo aquello que nos llega pero seguimos esperando que llueva y mirando las formas que las nubes crean. Nos quejamos del pasado confirmándolo de nuevo en el presente, dando por hecho que se hará en el futuro, creando un conjuro, un destino oscuro. Maltratamos por haber sido maltratados, engañamos sin clemencia, aguantando la apariencia que se deshace como papel en el agua, como barquito hundido, como cervatillo malherido. 

Somos artistas, paletas, maestros y maestras. Estudiamos criminologia, ciencias, licenciaturas y lenguas; pero en cambio no aprendemos lecciones. Memorizamos besos, castigos, promesas y oraciones. Aprendemos a dejar de aprender y por eso caemos en nuestra propia zancadilla; aprendemos todo lo que no es y olvidamos todo lo que debería haber sido. Leemos por entretenimiento, reímos por reacciones que tenemos en el ombligo, llamamos escalofríos al amor que crece en los intestinos. 

Trepamos, saltamos, reímos y lloramos. Bailamos, cantamos, amamos y engañamos. Somos reyes, somos mendigos; somos mar, somos olivo; somos todo, somos nada; somos marea, somos calma; somos arte, somos estafa; somos individuales, somos colectivos; somos felices y somos dañinos.

Somos tanto y después poco. A veces demasiado, otras exagerado. Antes eramos todo y a medida que pasa el tiempo dejamos de ser el foco. Y es que seremos y somos humanos, pero nunca dejaremos de ser a la vez esclavos.

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