domingo, 28 de febrero de 2016

No supe que decirte

Buenas tardes, renacidos. ¡Qué bonito es ver que después de la tormenta siempre llega la dulce calma, que después de un enfado siempre se acerca la reconciliación - o casi siempre-! Ayer, hace apenas unas horas, la lluvia azotaba de forma insistente y fuerte a los caminantes de la vida que paseaban por sus calles, por las nuestras, por las de todos. Una de ellos era yo. Adoro la lluvia, sentir como va cayendo gota a gota. La lluvia cayendo sin prestar atención a nada más... ¿No os parece que cuando llueve las cosas y sobretodo, las ideas cambian mucho más? Yo casi ni pienso en mis problemas cuando el agua se va perdiendo por las calles. Es increíble. Y hoy un bello día de domingo se despierta y nos despierta con su cálida luz. Es un día de playa, no me diréis que no. No obstante hay que pensárselo dos veces antes de sumergirse con la fresca que hace, eh. 

Bueno, renacidos, mi siguiente entrada habla de... tachan, tachan... ¡L'amour! Nada nuevo, la verdad. Y si os digo que habla de una ruptura ya no hace falta que diga nada más (es mi poli tema). Pero bueno, nunca hay un dibujo igual y con las palabras y redactados pasa lo mismo. Esta vez, os traigo otra interpretación de André Rieu que muy posiblemente os sonará. Bien porque la conocíais de antes, o bien porque la he ido poniendo en diversas ocasiones. Es de mis favoritas, y se nota. 

Bueno, renacidos, espero que os guste y paséis un fantástico domingo. ¡Hasta pronto, disfrutar del invierano!

https://www.youtube.com/watch?v=LLL9GoeEqS4


Aún recuerdo el olor a perfume que bañaba tu mar. El sol de verano en pleno invierno. Los amaneceres de cristal. Y parece que fue ayer cuando decidimos que decidieras separarnos, que acabaras con nuestro verano moral, con nuestros atardeceres de año bisiesto, con las agujas del reloj que nos querían matar. No supe que decirte aquella noche, cuando con pasos firmes cuan caballo cabreado, me dijiste que era nuestro final, que aunque yo hubiese escrito la primera palabra con un: hola, ¿qué tal?; tú ya habías redactado la última línea, la palabra con su punto y final. No supe que decirte aquella noche, aquella corta eternidad, y todavía sigo sin saberlo. Quizás porque lo nuestro fue un efímero sueño real. Quizás porque lo nuestro nunca se pudo redactar. 

No supe que decirte aquella noche, pero sí sé que te quiero preguntar:
¿Eres feliz? ¿qué tal te va? ¿sales con alguien? ¿o sigues siendo una paloma que vuela por el cielo evitando la caída hacia el suelo?
Sé que quizás me oirás en aquella cafetería, cuando con risas sonoras alterábamos hasta al café, cuando con palabras vacías conseguíamos llenar nuestra sed. 
Sé que quizás nunca oirás mis preguntas, mis dudas, mi "hasta siempre quizás", pero hay veces que no es necesario que te oigan para hacerte escuchar.

Amor, yo te quise y eso nunca acabará. Aunque las rosas traigan espinas, aunque el mar se lleve las conchas rotas y nuestra coral; aunque las montañas se desmoronen en tus ojos de cristal; aunque la primavera jamás llegue a flotar; aunque las estrellas caigan todas en linea perpendicular.

Amor, yo te quiero y dudo que esto sea un presente sin más. Porque quién sufre en el alma, en la mente sufrirá y tú de mis pensamientos, por desgracia, por suerte, por desdicha, por fortuna; jamás escaparás.  

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