martes, 1 de marzo de 2016

El verbo te quiero

Buenas noches, renacidos. Parece que llegó el final, que pasó lo que pasa cuando no queremos que pase. Febrero se marchó sin despedirse, sin fiestas, sin hacer ruido, pero agitándolo todo como cuando vino. Mi febrero empezó mucho antes, un 30 de enero y ha acabado en 29, felicidades a los cumpleañeros porque pocas veces pueden celebrarlo y decir que han cumplido años. Pero me entristece que se acabe. Febrero ha sido uno de esos meses que nunca caerán en el olvido. Me ha acercado el amor, que vive tan distante y cerca cada día. Ha acortado los quilómetros gracias a su llegada. Ha significado felicidad y calma. Me ha proporcionado días de Carnaval, días a la orilla de la playa, días en Terrassa, días en el cine o simplemente en casa esperando a que llegase y empezase el día. Febrero me ha querido y yo le he querido. No tanto como le quiero a él, pero febrero lo entiende. Él es como la celestina. También, me ha hecho convencerme de que valgo para lo que estoy luchando. Me ha hecho conocerme, conocerlos y disfrutar de sus sonrisas, de sus nombres, de las carreras por el patio. Febrero me ha traído seguridad, estabilidad y nuevos propósitos. Me ha hecho temer el futuro pero ansiarlo. Febrero me ha acercado a mi cumpleaños, pero aún no lo he tocado. Febrero me ha traído nuevas metas, nuevos sueños, viejas ilusiones que tenían polvo y que estaban muy escondidas en sus rincones. Febrero, te echaré de menos. Sé que algún día mi vida tendrá aunque sea 10 febreros al año que me traigan esa dulzura con olor a bombones, a mejicano y a italiano. Febrero, gracias y hasta pronto.

Después de ello, mi siguiente entrada va dedicada a mis profesores de lengua. Mentira. Mi siguiente entrada va para mi protagonista en febrero (y no, no es el fantástico niño que me ha enamorado). Es para la persona que me hace conjugar este verbo día a día pese a que no pueda hacerlo en voz alta rozando su mano. Te quiero, bonito. 

Junto con esta entrada he adjuntado la interpretación de Rita Hayworth en Gilda porque me encanta y ya tardaba en ponerla. Quizás no es la más adecuada para mi escrito, pero quería escucharla leyendo esta entrada. Sin más.

Espero que os guste, renacidos; y en especial a ti, que sé que me lees. Buenas noches y feliz marzo.
https://www.youtube.com/watch?v=_Q1SMBjfSjI





Conjugando el verbo te quiero, me encontré con un error. Que muchas veces no queda claro cuánto es el amor. Por ello lo volví a aprender, poniendo atención a cada verbo, añadiendo a cada uno lo que mi corazón sentía al leerlo:

Presente:
Yo (te) quiero, como se quiere a esa primera persona del singular; aunque tú no fueras la primera y aunque yo no fuera peculiar. Atormentando al presente y flexionándolo para que dure un poco más, creyendo a pies puntillas que el ahora nunca acabará. Por tus frases de todos los días, por tus detalles, por tus buenos días. Por tus fotos matutinas, por tu perro, por tu filosofía que hace crecer las flores y que hace regar la autoestima.


Tú (me) quieres, como a esa segunda persona del singular. Aún no sé porqué, aún no sé hasta cuando, aún no sé por donde, aún no sé cuánto. A veces me preocupa seguir preguntando, por si eso altera tus dudas, por si eso acaba dudando.

Él (te) quiere, como a esa tercera persona que siempre fue primera en su singular apariencia. Por ser su vida, por darle cuerda, por ser su guía, por ser su piedra. Por no hacerle tropezar, por quererle a rabiar, por ser su dueño pero su amigo, por ser la almohada donde él y todos se pueden desahogar.

Nosotros (nos) queremos, como se quiere a esa primera persona del plural, sintiendo que no somos solo una pero que sin una no llegaríamos a conjugar. Fue de repente, como un vendaval llegando para quedarse y no irse nunca más. Aún recuerdo los días en que no nos queríamos igual, pero me resulta tan lejano que a veces pasan sin avisar. Aún recuerdo el 24 de agosto donde juntos aprendimos a conjugar este extraño verbo que comenzaba a tener sentido, que nos empezaba a hablar. Nos queremos, por suerte o por azar, sin motivos o causas pero con la consecuencia de nunca finalizar. 

Vosotros (nos) queréis, como se quiere a esa segunda persona del plural, sin miramientos, sin reproches, sin cabinas de cristal. Por alguna razón, vosotros (destino, días y mundo) nos queréis juntos. Quizás fue casualidad que nos tuviésemos que amar, o quizás no estuviera previsto que esto tuviera que pasar. Fuese como fuera aquí nos tienes nada más, enamorados él uno del otro, enamorados por azar.

Ellos (nos) quieren, como esa tercera persona del plural, como esa alegría, como ese mar. La verdad es que no tiene importancia. Si nos queréis bien, si no ¿qué más da? mientras nosotros nos queramos y podamos seguir conjugando primaveras, inviernos, otoños y veranos; la opinión de ellos nunca llegará a afectarnos. 

Llegué el final del principio, entendiendo esto del conjugar algo mejor que al empezar. Sabiendo que querer no es un verbo sin más. Querer es poder decir te quiero, me quiere, nos queremos desde Agosto hasta más allá del Febrero. No son primera, segunda o tercera persona del singular, del plural o de un mismo cielo. Querer es sentir, soñar, y amar. Querer es poder escribirte mi verbo esperando que sea el tuyo. Querer no es un infinitivo, querer es un mundo contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario