miércoles, 27 de abril de 2016

No te rindas

Buenos días, renacidos. Hoy es el gran día... Y con gran día me refiero al día del examen. Ahora os preguntaréis, que si es el día del examen, ¿qué narices hago aquí escribiendo y sin estudiar? Pues, bien. Ya he estudiado y creo que también me merezco un respiro, un descanso, ¿no? Pues eso hago. Hoy, en este día medio lluviado -lo de lluviado es cosa mía, eh. Es una palabra inexistente ¿Pero hay acaso algo más bello que una palabra inexistente?- os traigo una entrada que empieza algo triste pero que termina con un consejo - y diría que un consejo muy bueno-. Muchas veces nos hundimos en las dudas, en los miedos y en la negatividad. Muchas veces no somos capaces de ver la luz que se esconde en nuestra palma de la mano y que se acciona con un movimiento del cerebro llamado: puedo, sí, puedo. Todo es cuestión de una actitud, renacidos. Si queréis hundiros pensando que no hay remedio es una actitud - no creo que muy beneficiosa, pero una actitud - y si decidís tirar hacia delante pues es otra - esta sí que es buena, agradable y de valientes-. En fin, renacidos, todo está en nuestras manos, todo. Y el que diga lo contrario miente o es ignorante.

Os traigo, esta vez una imagen de Sophia Loren una gran actriz italiana y la composición "Serenade" de Schubert. Espero que os guste, renacidos.
¡Feliz miércoles! 

https://www.youtube.com/watch?v=ZpA0l2WB86E



Sabes que ya no hay esperanzas cuando eres tú el fruto de una venganza. Cuando te conviertes en las mariposas ahogadas del delirio, cuando un suspiro cuenta más que tu palabra. Cuando las estrellas, poco a poco, sin dejarte decir nada, se apagan. Antes de que puedas verlas, antes de alumbrarte la cara. 

Pequeña, te convertiste en el hielo antes de que el fuego te abrasará. Y hay veces que es mejor dejar que te consuma el gozo antes que el hielo te devore las entrañas. Sé que pensabas en salir de esta navegando con tu barca. Que imaginabas que el frío no te helaría las palabras, pero te equivocaste. Sin querer te enfriaste en aquella sala en la que esperabas una respuesta, una siquiera a todas aquellas preguntas que jamás tendrán cabida en tu alma. 

Los hilos que colgaban de tu sonrisa, se han roto hace tiempo. No sé si te has dado cuenta de que solamente escondes tu veneno para que las serpientes no tengan celos de tu aliento. Que ya no construyes veleros de papel o aeropuertos con cimientos de tu piel. Que ya no chocan en ti las hojas que permanecen en el invierno. Que ya no sueñas con tocar el cielo sino con caer tropezando con las piedras de cemento.

Estás perdida y ningún faro te advierte de una salida. Estás sola y nadie viene a hacerte compañía. Pequeña, ¿Cómo llegaste a ser la mariposa que vuelve a su crisálida por miedo? ¿Cómo llegaste a ser la verdad que siempre se pierde en puerto? ¿El muerto en vida que busca sin sentido una razón para no escapar de su cuerpo?

Sabes que no hay consuelo cuando el mar grita desesperado por escuchar tus lamentos. Solo importan tus lágrimas, solo importa tu tormento. Ya las sonrisas no existen, ya la felicidad se perdió hace tiempo. ¿Qué fue de aquella niña que corría con su abuelo? ¿Qué le gustaba contar historias e inventar nuevas trayectorias con su bici? 

Ahora te refugias en rincones a oscuras. Te acompañas de arañas que tejen su casa cerca de la tuya. Ya nada es una ayuda. Ni tus recuerdos, ni tus venganzas, ni tus lamentos. Eres una gota de lluvia que se escapó del cielo. 

Pequeña, haz caso al tiempo. Decide ahora cambiar o dejaras de poder hacerlo. Si te hundes en un agujero, escava. Si te engañan con falsas miradas, renuncia. Pero nunca permitas que el dueño de una lágrima no sea una sonrisa tuya.  

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