martes, 18 de octubre de 2016

Y entonces te das cuenta

Buenas tardes, renacidos. Aquí me tenéis otra vez, dispuesta a abrir el corazón en este 18 de octubre. ¿No os pasa que el tiempo cada vez pasa más deprisa? Tengo miedo de crecer y que al final, enero dure dos días. A este paso, no sería extraño. 

Hoy os entrego una pequeña parte de mí, de mi renacer diario, empapado por los recuerdos de un viaje inolvidable a una de las ciudades más bonitas que jamás he visto: Cádiz. De verdad, que no me esperaba para nada ver aquella belleza en una ciudad que no me llamaba la atención a simple vista. Y ha sido una grata sorpresa. Aquellos puentes, aquellas estatuas, aquellas playas, aquellas casas, aquellos árboles, aquellos parques, aquella gente tan increíble... ¡Precioso! Era como vivir en un sueño, sin más. Cádiz se ha vuelto gracias a estos días, en el sótano de mis fotografías. Fotografías pintadas a tinta en mi corazón, pintadas realistas en mi cámara, y pintadas borrosas en mi mente. Lo siento, Cádiz pero vas a ser muy nombrada en este blog a partir de ahora - aunque solamente sea por las fotos- , quizás te desgaste. Espero que te guste.

Y con esta introducción os presento mi nueva entrada. No sin añadir una de las fotografías tomadas en esta bella tierra - la mano de la derecha soy yo y la de la izquierda es ÉL-. Espero que os guste, queridos renacidos.

¡Feliz martes, a por todas!





Y es entonces cuando te das cuenta de que no todos los caminos llevan a Roma, pero que todos ellos te acercan un poquito más a ese destino. 

Que siempre es más agradable rasgar la primera hoja de un libro que acabar la novela y dejarla en el olvido aunque sea por poco tiempo.

Que no hay mayores rascacielos que aquellos que construimos con nuestros miedos y complejos.

Que la vida es un parpadeo dónde nos pasamos más tiempo con las persianas bajadas, a oscuras; que no aprovechando el sol. Queriendo más a la lluvia.

Que existen paraísos que nadie ha pisado, pensamientos a los que nadie ha llegado, canciones y palabras que nadie ha escuchado.

Que no son mariposas, sino estrellas fugaces que se deshacen en tu estómago cuando estás enamorada.

Que nadie te completa, pero que solamente una persona puede llegar a entenderte entera.

Que somos desconocidos incluso para nosotros mismos, porque no sabemos hasta qué punto podemos llegar.

Que quizás no tengamos alas, pero podemos volar.

Que las heridas que más duelen se riegan como las flores, pero con agua salada.

Que escuchamos canciones que nos depriman porque de esa manera parece que no olvidamos, que seguimos vivas.

Que pintamos puentes para cruzar al otro lado pero a veces, no lo hacemos porque nos da miedo intentarlo, caernos o tropezarnos.

Que soñamos más a lo grande de lo que vivimos.

Que nos da miedo morirnos, pero vivimos sin tocar los margenes.

Que no son padres aquellos que tienen nuestros genes, sino los que nos quieren, nos enseñan y nosotros amamos. 

Que tenemos más hermanos de los que pensamos.

Que escribimos en letra pequeña cuando no queremos que nadie nos escuche o nos lea.

Que sea lo que sea, a veces arriesgamos. Aunque poquito.

Que tiramos más cosas de las que recogen nuestros zapatos. 

Que bostezamos cuando necesitamos más aire y menos sueño.

Que podemos con todo, pero no lo sabemos.

Que queremos saber todo, pero no podemos.

Que no existen "peros" más grandes que el pasado, olvidos más hipócritas que los incrustados y besos más reales que los improvisados. 

Que con una simple mentira arruinamos cien años de verdad.

Que no hay verdad más limpia que aquella que mira de frente, sin pestañear.

Que no es lo mismo aprender que memorizar.

Que no es lo mismo perderse que explorar.

Que taparnos la cara es peor que llorar.


Y que por mucho que intentes evitarlo, de repente, alguien llega, abre la puerta y pierde la llave. Y ni te molestas en buscarla porque sabes que por muchas alcantarillas que la atrapen, siempre será mejor como estás ahora, a como estabas antes.

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