martes, 4 de octubre de 2016

En tiempos de crisis

Buenos días, renacidos. Hoy algo oscurece el cielo, algo que me ha hecho dejar de lado toda la luz que me gusta poner en mis escritos y substituirla por un color negro. Sé que no es muy positivo lo que vais a leer y seguramente os desanime, pero este también es un sentimiento real y existente. También convive con nosotros la tristeza y la desesperanza, y hoy he querido renacer entre algo triste. Quizás sean las nubes del cielo que se han depositado en mi garganta o en mis dedos, quizás no tenga nada que ver lo de fuera y sea algo que tengo dentro; quizás... El caso es que hoy no os voy a traer algo feliz, lo siento.

Junto a la entrada os pondré la composición que me ha seguido durante la creación de la entrada. Desconozco el autor así que no puedo poner de quién se trata.

Espero que después de todo, paséis un feliz martes, renacidos. Yo espero lo mismo.

https://www.youtube.com/watch?v=_Kgph9zp2ok





En tiempos de crisis me gusta no existir demasiado. Tirarme por el balcón de mis pecados, sumergiéndome en el dolor punzante y abrasado del impacto. Notando las pequeñas motas de polvo pegándose en mi vestido mientras caigo, diciéndome cosas al oído que de nada sirven, pero que hacen heridas en mis bolsillos y provocan que estos sangren. Imaginándome por un momento que puedo y sé volar, que alzo las alas y aleteo con fuerza hasta llegar a lo más alto de los pinos. Esos que me vieron aplastarme contra las paredes de los rascacielos cuando estos ya no rascaban lo suficiente a las nubes, cuando estos ya no quitaban las costras de los ataúdes. 

En tiempos de crisis es mejor no decir nada porque ni tú misma sabes si eres muda o te mudaron las dudas de aquella tarde gris. De aquella tarde que te salieron ampollas de salir corriendo por el desastre en forma de desagüe, que no desahogó tus miedos sino los atascó en tus lunares. Y ahí siguen, sin aire. Sin ventilación que los ilumine o los asuste, que los haga correr de nuevo más y más lejos hasta encontrar la salida. La salida del túnel sin retorno que en tiempos de crisis se hace más profundo, más hondo y que no tiene pozo. De ahí ya nadie sale, de ahí ya nadie vuelve. Y es que el pozo, a veces no sabe nada de nadar, no sabe mantenerte a flote y te aísla, como una burbuja que nadie estalló a tiempo y que sigue sumergida en la brújula que te mantiene viva y 
                                                                           ...sin norte.  

En tiempos de crisis dejo de mirarme las cruces de mi espalda porque ya no descruzan nada, sino que clavan más y más la punta en el costado. Y me dejan morados por todas partes, me dejan palabras cosidas por sastres sin ojos y sin vidas. Y entonces ahí viene mi desastre, el que tapé con sabanas de jazmín color ocre. El que me mete dentro de un bote y pierde la tapa, encerrándome con mis tornados, con mis amados y mediocres pensamientos. Esos que nunca fueron pensados pero que se vuelven negros soldados dispuestos a atrincherar mi valentía y misericordia en agujeros de hipocresía y deshonra. 

En tiempos de crisis me imagino cosas que no pueden serlo. Me imagino el miedo llamando a mi puerta, la tristeza cayendo del cielo y la vergüenza en frascos pequeños. Y todos consumen de esta droga. De esta droga que yo llamo infierno, pero que todos llaman un mal invierno en otoño, que todos llaman un día de bajón sin escaleras ni ascensores que te suban a lo más alto. 

En tiempos de crisis no soy yo, porque no me considero un punto en la hoja que no sigue a nada, que se vuelve distante y aislado, que no quiere comas a su lado. No nací para ser la más fuerte, la más guapa, la más lista. Pensé que había nacido para llegar hasta la cima, esa cubierta por cuervos y tropiezos. No para quedarme esperando en la repisa de esta a que me coman o a que caiga por las rendijas. 
Pero en tiempos de crisis, me tumbo en la montaña y miro las nubes negras como si aquello fuera el mejor paisaje de la Tierra. Y quizás no lo espero, pero una parte de mí supone que los cuervos me miran y me animan a hacerlo. 
Y,
   al  
      final
             todo
                    se
                       vuelve
                                 negro
                                          ...






   

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