sábado, 9 de enero de 2016

Lecciones de amor I

Buenas tardes, renacidos. El sábado se presenta - al menos en mi caso - muy ocupado y aburrido. Exámenes y trabajos grupales me obligan más que nunca a dedicar todo mi tiempo a la Universidad. Aunque todo este tiempo que dedico también necesita un respiro para descansar, para tomar fuerzas y para volver con más energía a las responsabilidades. Y sí, Renacer entre palabras es mi respiro, mi descanso. No sé cómo era capaz de vivir sin estar pegada a mi blog, de verdad que no lo recuerdo.

Bueno, en este soleado sábado - que ya hemos dicho que no supone su belleza de todos los días porque estoy encerrada - voy a publicar mi entrada sobre el amor que se titula Lecciones de amor I. El hecho de que haya puesto un número, se debe a que muy posiblemente haga más partes sobre esta entrada, pero aún no estoy segura de ello. Todo se verá. Por otro lado, fijándonos un poco en la entrada de este 9 de enero, hoy he decidido colocar la canción "Ya verás" con letra de Funambulista y Andrés Suarez. Sé que de normal no suelo poner canciones con letra, pero es que adoro esta canción y me siento muy vinculada a su bonita letra. En cierto modo se parece a la entrada que os estoy presentando, de ahí el cambio.
Bueno, renacidos, no me voy a alargar más. Espero que os guste Lecciones de amor I y que sea un desahogo o respiro para vosotras también.

Feliz día.

https://www.youtube.com/watch?v=rIWRgD32fL4




Tuve que aprender demasiadas cosas del amor para luego poder desaprenderlas, para volver al margen bordeado de amarillo que rompía los esquemas y que me llevaba al eterno reinicio, al resquicio de tu pared, de la mía, de un tal vez que llegaba siempre tarde cuando corría. Tuve que entender que el amor era otra de las maravillas que encierra el arte, pero esta se encuentra bajo llave dentro de una cueva solitaria y abandonada en medio de un sauce de palabras, de un encrucifijo, de una adivinanza. Entre otras lecciones entendí el sentido del vacío que se extiende entre tu espacio y el mío. Ese vacío que separa pensamientos, que hace que sintamos diferente y que pensemos sin sentirlo. Ese vacío que lleva a un abismo de verdades en forma de crueles mentiras, rasgadas con el papel manchado de tus duras manías, de tus acantilados repletos de sentidas hazañas que bailabas entre patéticas y repetitivas baladas. Sentí las mariposas estallar en mí estomago en noches decentes, en días sucios, en mañanas con olor a desayuno continuo y girando entorno de Saturno. Las sentí revoloteando, alterando mis sentidos, confundiendo mis quejidos y abriendo la puerta hacia el millón de suspiros que salieron disparados desde el lavado de cerebro que tenía mi cuerpo, mi alma, mi olvido. Comprendí las canciones de amor que hablan sobre las miradas encerradas en alargadas y soñadoras pestañas, en ojos que destellan afecto sin decir nada. Aprendí como se deletreaba te quiero, cruzando las ocho letras y saltando a la pata coja mientras intentaba hacer poemas con ellas. Logré cumplir mis deseos, encontrar a la persona que jamás había perdido pero que siempre necesitaba al lado mío; abrazarlo bajo la lluvia de estrellas que producíamos cuando nos rozábamos las manos, cuando centelleábamos el cielo. 
También comprendí el sentido del desamor, el olor a café derramado que producía escuchar un "ya no te quiero", "seamos amigos", "todo ha cambiado". El horror de reconocer que nunca había encontrado un trébol de cuatro hojas y que si así hubiese sido se hubiese marchitado en cuanto lo rozas. El tomar helado bajo depresivos, el buscar explicaciones a todo lo ocurrido, el entender que el amor no era una palabra con sentido sino sentir esa palabra que nos aporta Cupido.

Quizás el error fue de quién conjugo el amor entre suspiros, porque no reflexionó en que el presente sería contigo y que en el futuro solamente esperaríamos el olvido.

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