sábado, 16 de enero de 2016

Yo no sabía que el amor era así

Buenas tardes, renacidos. Siento como una especie de Déjà vu por repetir de nuevo un saludo en este sábado dieciséis de enero. Pero es que necesitaba seguir expresando cosas, diciendo sentimientos, cambiando mi estrategia de publicar cada día una entrada. Pero bueno, renacidos, sabéis perfectamente que las normas están para romperlas - por favor no os toméis al pie de la letra esta inocente frase, gracias jaja-.  

En verdad, si lo pienso bien y recapacito, no es mi culpa haber repetido publicación hoy. Alguien a quién quiero muchísimo me ha animado a escribir otro tipo de entrada, una algo más positiva y romántica. Si le preguntáis hará ver que no tiene nada que ver con esto pero que a la vez es causante de todo... Y cuando digo todo, me refiero de todo. En fin, que me enrollo demasiado en las introducciones y después la entrada parece incluso más corta de lo que es. Con esta entrada he adjudicado una de mis canciones favoritas. Es de Melendi y se titula el amor es un arte. Por favor, renacidos, si no la habéis escuchado, oírla. No tiene desperdicio, lo prometo. Por otro lado, también os he puesto una bonita fotografía de la película el Diario de Noah - película que cito muy a menudo-. Esta tampoco tiene desperdicio y si la veis entenderéis el porqué lo digo. 

Bueno, renacidos, espero que os guste esta entrada y en especial a ti, amor. Y ahora sí que sí, feliz sábado. Hoy no escribo más y me mantengo quitecita. 

PD: Para ti, Uriet.

https://www.youtube.com/watch?v=YstgZ-ZRzVI





Yo no sabía que el amor era así. Siempre me habían contado historias para dormir sobre princesas, príncipes y parajes perdidos donde las rosas crecían con las lágrimas y dónde los hechizos se rompían con palabras y besos de amor verdadero. Creí en los cuentos, en la fantasía, en aquel niño que se enamora a primera vista. En aquel animal que siempre le hace compañía y que le ayuda a su conquista.

Yo no sabía que el amor tenía olor a manzanilla, a madera mojada, a naranja exprimida. Ni que aparece de la nada y se convierte en el todo; en aquel brillo de cada mañana, en aquel sueño cada madrugada, en aquellas tardes repletas de palabras, de miradas, de sonrisas escondidas, etruscas, condenadas. 
Tampoco imaginaba que me encontraría con esa sonrisa solapada por alfileres a cada una de tus mejillas, que sentencia la creencia en mariposas perdidas en mi estómago, en felicidad en mis días, en palabras prohibidas. Que cambiarías mi mundo, mi paz, mi alegría. Que me harías saltar, soñar, sentir de nuevo como una niña con la corona en sus manitas. 

Jamás imaginé que entre tus brazos hallaría las respuestas ni las preguntas incompletas, jugadas a suertes por Cupido entre copas y copas inyectadas de vino. Ni que dos palabras compuestas por ocho letras pudiesen tener tantas y tan pocas faltas de ortografía que disipa el alma y señala la utopía. Ni que pudieses conocer mis errores e imperfecciones besando esos lugares donde se esconden. Que me hicieras y haces sentir diferente siendo del todo igual en esto de amar. 

Nunca pensé que el café me fuera a dejar de importar, que tú me despertases de buen humor con suspiros que agitan el alma y con cosquillas que desordenan la calma. Que el periódico cada mañana lo trajeras con las olas de tu marea, con la luz de las farolas, con el polvo de las mariposas.

Créeme cuando digo que yo no sabía que el amor era así, que me pilló de sorpresa intentando encontrar las respuestas, que me mintió en el camino que lleva a tu puerta. Y sí, pensé que el amor era como nos cuentan. Con amores eternos, con perdices comiendo... quiero decir: comiendo perdices, y todos por siempre felices. Pero me encontré con la realidad, donde se subestiman los zapatos de cristal, las manzanas envenenadas y las enredaderas que encierran palabras. Pero me encontré en tu casa, soñando descalza sueños de princesa, pensando en lo azul que resulta tu nobleza y en las promesas que quizás no se cumplan pero que nos mantienen personas libres atados al amor que nunca cesa.

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