martes, 29 de noviembre de 2016

Si soy sincera

Buenas noches, renacidos. Seré breve porque es tarde. No es que haya anochecido demasiado pronto, es que me ha venido la inspiración demasiado tarde. Además, últimamente, por culpa de estas fechas y del horroroso Novieciembre no puedo vivir. Literalmente. No me da tiempo a respirar siquiera, voy como una moto para conseguir y hacerlo todo. Y, como no, mi querido renacer se queda a un lado, apartado, solo... Bueno, no muy solo, gracias a vosotros, queridos renacidos. Gracias a vosotros hemos llegado a otra cima, más alta que las anteriores, 3903. ¿Sabéis que está muy cerca no? el 4000. Bendita cifra, benditos vosotros. jaja os adoro.

Bueno, chicos, no me entretendré más que tengo sueño y necesito - igual que lo necesitáis vosotros - descansar. Espero que paséis una fantástica noche, que os guste mi nueva entrada y que vuestro Novieciembre no sea como el mío. 

¡Buenas noches de martes por poco tiempo!

PD: tengo unas ganas de navidad.


Si te soy sincera, creo que faltan números. Me armé de valor para ir sumando cada día la cantidad exacta de besos que te daría, que te quedarías de mis labios. Al principio no me resultó difícil. Empecé con un dígito, pero me sabió a poco. Y eso que eras mucho. Pero no te quise contar. No me malinterpretes, siempre conté contigo. Conté con cada uno de los besos que me robabas, y siempre me faltaba uno más, el que te guardabas entre risas diciendo que era tuyo, que no me lo quedara, que lo necesitabas para procrear más besos. Como pasa con el vino. Pero poco a poco, me vino la sensación de que no me valía solamente con todos esos besos que me dabas y que nos daba tiempo de dar. Me di cuenta que la había perdido, la cuenta. Que ya no sabía la cantidad exacta que te debía de besos, y acabé pidiéndole al mar una respuesta. Pero este solo me dio olas, botellas y pocos adiós, hasta la vista. Por eso sé que faltan números y aunque no lo pongan en las revistas científicas, algún día lo pondrá.

Si te sigo siendo sincera, creo que también me faltan palabras. He buscado en muchos diccionarios, la fórmula exacta que te defina, que me diga cómo eres cuando nadie escucha, cuando te escondes en tus pensamientos. He necesitado varias veces el nombre del medicamento que me explique algunos de tus comportamientos, pero no existe, porque no hay palabras que lo definan. Simplemente, te dejan imaginarte, sentirte, pensarte. Y yo he pensado durante cada uno de mis minutos a tu lado o sin él, la palabra que diga cómo me siento. Quisiera gritarla, que la oyeran los cuatro vientos y si existe un quinto, pero no puedo, porque tampoco existe. ¿Y cómo decirle a ese órgano que late tan fuerte, que teme por su vida cuando te pìensa o te tiene delante, que no sabes explicarte? Y es que faltan palabras. No conozco ninguna que hable de tormentas en la garganta o de retortijones en el vientre. Siento una risa potente cuando me hablas o te recuerdo, dime que sabes como se llama eso. 

¿Sabes qué? También sé que faltan días. Si te soy sincera no llevo la cuenta de todos aquellos que me han visto con vida, de todos aquellos que amanecieron descalzos y mojados, o vestidos y soleados. Pero sé que faltan días como también faltan horas. Pasan en un abrir y cerrar de ojos, y siguen pasando aunque los tengas bien abiertos. Los días pasan cada cierto tiempo y no avisan, no tienen horarios de abertura ni de cierre, no ponen carteles para avisarte, simplemente pasan por delante tuyo. Así que, más vale que estés atento, porque faltan días. Faltan días para reír en el parque de pequeños, para jugar al balón prisionero, para saltar de charco en charco. Faltan días para quedarte sin trabajo, para encontrar atajos, para peinarte con el viento. Faltan días para correr sin movimiento, para sonreír al invierno y tiritar al frío. Faltan días para vivir y restan mañanas para soñar. Porque es mejor sentir que imaginar.


También, puedo asegurarte que sobran kilómetros y fronteras. Yo quisiera pegarme a tu espalda y despegarme cuando los continentes ya no fueran planetas aislados, que chocan por ideales o dinero. Deberíamos vivir en un mundo donde se pudiera caminar desde China hasta San Petersburgo, donde no hubiera problemas de ilegalidades, de razas, de seres taciturnos, de personas cualquieras con nombre y cargo en su chaqueta. Nos sobran números en las carreteras, tanto de víctimas como de kilómetros recorridos. Tendríamos que estar tan lejos como quisiéramos y no como decide nuestro destino. Solamente me gustaría contar los metros hasta tenerte de frente y que estos, sean pocos. No me gustan los muchos si te separan de mi lado, no me gustan los kilómetros que no piensan en los enamorados.

Si te soy sincera me sobran adjetivos, etiquetas. Ya hay bastantes en las camisetas como para recortarlas con tijeras en forma de lenguas. Cada día escucho insultos que provienen de adjetivos utilizados como serruchos, para hacer daño. Y nos duelen. Por eso sobran más adjetivos que motivos para usarlos. 

Me sobran odios, mareas, miserias.

          Me faltan orgullos, sonrisas, ideas.

                       Me sobran guerras, problemas, insultos.

                                  Me faltan besos, pasiones, ilusiones.


Si te soy sincera, creo que pierdo la cuenta de todo lo que me sobra y de todo lo que quisiera. Pero si hay algo que borraría sería la riqueza, pues nos hace empobrecer el alma y ensombrecer la pobreza. Y de todas las cosas, si hay algo que quisiera por encima de todo, es que supieras todo lo que te quiero y lo mucho que te añoro.

Uri, va por ti, como casi todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario