lunes, 14 de septiembre de 2015

Nunca dejes de volar





14 de septiembre. Casi parece que con pronunciar la fecha se pueda oír el aleteo suave de las mariposas iniciando su viaje hacia la celebración. Las mariposas son seres increíbles, ¿no creéis? Nacen lentamente arrastrándose por el mundo, viviendo  y experimentando, en cierto modo, la crueldad de vivir en el suelo, arrastradas. Al largo de sus vidas sortean peligros inexplicables bajo la piel sedosa propia de las orugas. El paso de los días parece diferente desde ahí abajo, arrastrándose, aprendiendo a vivir, mejorando. Cuando llega el fantástico momento de toda oruga, cuando por fin dejan esa piel para entrar en una esponjosa y única crisálida, el mundo ya ha cambiado demasiado para ellas. Saben cómo es todo desde abajo. Han aprendido a sobrevivir, a querer aquello que les ha sido entregado, a amar. Piensan en ello pero ni se imaginan como será la vida que les espera allí arriba, entre las nubes, volando. Cerrando sus pequeños ojos dentro de la crisálida se dejan llevar por la imaginación. Casi parece que ya puedan volar desde ahí dentro. El maravilloso momento de la ruptura con la crisálida simboliza la ruptura con todo su pasado, con sus crueles días vividos arrastras. Cuando descubren su cuerpo se maravillan de la belleza que desprenden, una belleza que se mantenía oculta bajo la blanda coraza que les protegía mínimamente. Y entonces vuelan. Lo hacen lentamente, extendiendo sus alas. Parece que sigan soñando cuando por fin, sienten aquello que imaginaban dentro de la crisálida. Todo lo que deseaban desde el suelo se ha cumplido en el cielo.

Pero hay muchas orugas que no se pueden hacer mariposa. Solamente aquellas realmente especiales experimentan el vuelo entre sus alas, el aire entre sus patas, la luz contra su pecho. No todas pueden conseguirlo. Es ley, es naturaleza, es la vida.  ¿Y sabéis una cosa? Yo conozco a una bella mariposa y tengo la suerte de hacerlo y de no dejar de hacerlo cada día de mi vida. Tiene unas pequeñas alas que le permiten soñar despierta y abrazar. Abrazar muy fuerte. Son unas alas tersas, discretas y luminosas que jamás se podrán repetir. ¿Y sabéis algo más? también tiene un don. Ella es la única mariposa que cuando sonríe hace no solamente que vuele ella, sino que todos lo hagamos. Quizás esa sea la egoísta razón de que me guste tanto su sonrisa, porque me hace volar. Con su don, también hace posible que aquellas orugas que entristecidas y decepcionadas de su suerte caminan sobre la arena, puedan volar. Ella consigue esperanza cuando ya no hay. Ella consigue iluminar un día bañado en la más afilada y cruel lluvia. Ella lo es todo en este mundo.

Mamá, gracias por ser como eres y por conseguir que seamos tal como somos. Gracias a ti, a tu comprensión, a tu ayuda en aquellos momentos en los que es inevitable sentirse como una oruga, nos haces entrar en esa preciosa crisálida que forman tus palabras, tus abrazos, tu cariño. Nunca tendré suficiente papel o palabras para describir todo lo que te quiero, todo lo que te necesito, todo lo que eres en mi vida, en nuestras vidas. Con los días, con el paso del tiempo comprendes lo inútil que es buscar la felicidad porque no hace falta mirar más lejos para encontrarla. Gracias a cómo eres he convivido con la felicidad toda mi vida y me niego a jamás salir de ella. Contigo nunca necesitaré volar para poder sentir lo que significa vivir entre las nubes. Te queremos porque eres nuestra mariposa, porque brillas más que nada en este mundo, porque sonríes y haces que desaparezcan todas las orugas entristecidas del universo. No me cansaré nunca de abrazarte, de esperar esas tardes riendo o llorando con películas, de compartir canciones, libros y experiencias contigo. Nos une algo más que sangre, desde siempre y para siempre. Espero e intentaré que este día sea inolvidable del mismo modo que cada día a tu lado lo es para mí. Como diría tu Manuel Carrasco, es infinito lo que me das. Nunca olvides que sin ti nuestras alas nunca existirían.



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