lunes, 12 de octubre de 2015

Cuando llegue diciembre

Buenas tardes. Antes de empezar con mis entradas y mis explicaciones, decir que hoy es el día de la Hispanidad y que por lo tanto es un día de celebración. No obstante, mi entrada no viene relacionada con este tema en absoluto. Es más, vería bastante complicado dedicar una entrada a este festejo. Siempre soy más de quejarme por aquellas fiestas que me desagradan que por aquellas que me "agradan". Lo habréis comprobado... Sí, pero no soy de esas personas que prefieren remarcar aquello que les disgusta más que aquello que adoran. Creo que en esta vida se debe de valorar tanto lo bueno como lo malo, aunque muchas veces sea imposible hacerlo a partes iguales. Bueno, dejando de lado este tema, me gustaría introducir mi entrada llamada "Cuando llegue diciembre". Este título viene dado por la canción que encontramos debajo y que corresponde a una película animada que me gusta muchísimo, Anastasia. Del mismo modo que adoro la película, la música y las sensaciones que me transmitían de pequeña y me siguen transmitiendo, adoro la historia de la familia Romanov. Esta historia, junto con otras forman parte de mi top ten de curiosidades. La tortura y crueldad que baña la muerte de esta familia me resulta demasiado interesante como para mantenerme al margen. Sobretodo, la historia de Anastasia y la posibilidad que se barajó de que siguiese viva después de la revolución, han producido en mí sensaciones de desesperación. Durante una temporada ansiaba, necesitaba saberlo. Actualmente estoy más relajada en este aspecto (: 
Bueno, pese a todo, la entrada no habla ni de los Romanov, ni de la hispanidad, ni de como soy. Quizás esto último sí, puesto que todo lo que escribo proviene de mis sensaciones y experiencias. Mi entrada, habla de la llegada del mes de diciembre como causante de una ruptura y de algo todavía más trágico. Y sin ir más lejos os dejo el enlace con la canción que podéis oír mientras leéis la entrada. Feliz lunes, y renacer siempre que podáis entre las palabras.

https://www.youtube.com/watch?v=EVgcKyEJrbU




Cuando llegue diciembre. Sé que cuando llegue diciembre todas esas hojas que mecen tu cabello caerán con un suspiro desapareciendo en la eternidad de las promesas sin cumplir. Cuando llegue sé que no tendré fuerzas para volver a tocar tu piel de cristal, de frío cristal que se habrá convertido con el helor de los días. Por ello, cuando llegue diciembre, huiré hacia el pasado verano, hacia los recuerdos que todavía renacen de la cercana calidez que inundaba las calles. Viajaré muy posiblemente hacia el centro del final, para poder reunir las palabras que no te dije y dejarlas hibernar todo diciembre. De esta manera podría vivir todo diciembre, entre los cumplidos que no cumpliste, entre las copas de sal que endulzamos y entre los besos que congelamos. Sabíamos que algún día revivirían y nos harían estremecer, pero todavía era verano en ese entonces. Éramos jóvenes ancianos que jugaban a no verse con los ojos bien abiertos. Pocas veces lo conseguíamos en verano, pero quizás en diciembre...

Sé que cuando llegué diciembre posiblemente hayas desaparecido para poder encontrarme o que yo haya encontrado maneras de hacerte desaparecer conmigo. Posiblemente el cielo siga arriba, ampliando nuestros sueños, y el suelo bajo nuestros pies recordándonos que son imposibles;  si es que los verbos que no conjugamos no se arman de valor y luchan contra la continuidad. Serían grandes escudos de hechos intemporales, castillos de arena que el mes derribará con sus deseos, con sus exigencias. Sé que cuando llegue diciembre con su orgulloso y egoísta instinto te alejará de mí. Y mientras eso ocurra, yo seguiré buscando el verano, el verano contigo y sin mí. 

Sé que en diciembre seguirás vistiendo en camisas de papel que se deshacen con la lluvia de tus dudas, que seguirás llenando tus sonrisas con manchas de pintura. Sé que cuando este mes llegue llegaremos tarde. Tarde a las historias junto a la chimenea, a los abrazos que curan el frío, a las caricias que rompen el miedo. Quizás eso sea lo único bueno de diciembre, que sabré muchas pocas cosas de ti. Y que miraré a las estrellas buscando el punto intermedio que unía tu espalda con la mía, encontrando simplemente la línea que nos hacía crecer alas cuando caíamos. Sé que en la oscura soledad hallaré las respuestas sobre las preguntas que surgieron en verano, aquellas que nos hicieron creernos más que humanos y que garabatean tu reflejo en el agua.  

Sé que en diciembre los días no son días, y la vida no será vida sin ti. Pero esto no sólo lo sé de diciembre, pues ocurre en todos los meses, hasta los eternos y cálidos meses que componen el verano. Te conocí, te aprendí, te perdí. Como perdí al verano y a los otros meses de forma lenta y cruel; y como poco a poco fui y voy perdiendo la vida.  Ahora sólo nos queda que te quede diciembre. Porque, dime algo si eres capaz de hacerlo, ¿de que me serviría llegar a diciembre sin ti?





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