miércoles, 21 de octubre de 2015

La vida no es así, puede ser así

Buenos días, hoy es veintiuno de octubre, un día más y un día menos, un día especial o un día como otro. El único cambio lo marcas tú, con tus actitudes, con tus decisiones y con tus experiencias. Sonríele a la vida y abrázala, ese siempre será mi consejo. Mi siguiente entrada trata sobre la vida y la sociedad que hemos ido imponiendo. Una sociedad, a mi parecer, absurda, represora y extraña. Quizás la falta de muchos cambios la hayan convertido en esto, y digo quizás por no decir que es así. Bueno, de esto trata mi entrada de este miércoles. Dentro de poco comentaré una actividad que estoy llevando a cabo y que me mantiene muy ilusionada y expectante. Solamente puedo decir que se mantiene relacionada con un sobre verde. Os adjunto una canción de James Newton Howard que da vida a la banda sonora de "Soy leyenda" una preciosa película que os recomiendo ardientemente. Feliz miércoles y renacer siempre entre palabras. 



https://www.youtube.com/watch?v=I5-7aDRE0Aw


La vida no se hizo para que fuese sencilla, pero ¿realmente no lo es o conseguimos que no lo sea? ¿Lo habéis pensado? Creemos en un doble cielo compuesto por nuestras ideas imposibles y nuestros hechos cumplidos. Creemos en sensaciones, en pensamientos, en sentimientos que no se pueden ver, oler, tocar; que no existen más allá de nuestro cuerpo, de nuestro cerebro, de nuestro ser. Creemos en el viento, en las estaciones, en los sueños. En los para siempre y en los nunca jamás. En lo que nunca viene y en lo que siempre vendrá. Vivimos, nos enamoramos y morimos. Entre medio de esta cadena pasean sus formas el orgullo, la traición y la ignorancia. Vivimos en una sociedad que manipula la cadena, y que piensa que los tres figurantes son los verdaderos protagonistas. Los utiliza, los compra y los vende a su antojo, obligándonos a comprarlos, a venderlos y a utilizarlos. Traicionamos por orgullo, por ignorancia. Nos ignoramos por una traición, por orgullo. Somos orgullosos por una traición, por ser ignorantes. Pero continuamos viviendo, enamorándonos y muriendo. A veces morimos enamorados. Siempre morimos viviendo. Pero pocas veces vivimos en medio de la muerte o enamorados.
Pensamos en como ganar, porque perder parece el mayor error cometido y cometerlo es como permitir que alguien lo gane. Creamos necesidades innecesarias, temores infundidos, reproches sin sentido. Hilos y esqueletos que nos muevan y que mover. Sentimientos opuestos que nos queman en la piel. 
Jugamos con las personas, con la vida, con las decisiones y con los días. Decimos que todo es cosa de un Destino y de este modo ocultamos nuestras verdaderas y retorcidas intenciones, nuestros errores, nuestras equivocaciones. Somos crueles máquinas que manipulan los sentimientos, que los extirpa, que los retuerce. Creemos en el Karma mientras matamos, mientras herimos, mientras morimos. Nos inventamos una falsa consciencia, decimos que es un ser que nos hiere, que nos aconseja. Todo para limitar nuestros fallos, y después por si acaso no hay bastante con este ser, nos inventamos un cielo, una justicia. Nos inventamos leyes que acusan a inocentes y acusados que parecen y no lo son, inocentes. Todo para limitarnos, para atarnos y reprimirnos. Pero no nos basta con estos ideales, con estos inventos perpetuados por la toma de contacto, también creamos un reloj. Un reloj de arena que nos llena de tierra el alma, que nos presiona contra el cristal y nos asfixia con la falta de aire, de más tiempo, de más días. Nos inventamos que cuando crecemos ya no debemos saltar, gritar o correr; a no ser que sea por necesidad, por supervivencia, por vivir. Vivir más días limitados, asfixiantes, inventados. Creamos sin querer un invernadero a nuestro alrededor que nos convierte en hortalizas maduras o inmaduras, aceptadas o inadaptadas en una sociedad corrupta, crítica, inventada. Nos insultamos, agredimos y criticamos, porque lo hemos visto hacer, porque lo hacemos sin ser vistos y porque lo harán viendo que esta mal hacerlo. Creamos etiquetas para que nadie sea igual pero para conseguir que todo el mundo quiera homogeneizar. Somos normales, no somos normales; somos felices, no somos felices; somos conocidos, no somos conocidos. Todo importa en este mundo anormal, infeliz y desconocido. Inventamos grupos en el que solo podemos permanecer en uno, en el que no se puede mezclar, innovar, transgredir. Decimos que cambiamos, que evolucionamos pero seguimos con las mismas rutinas y con los mismos espacios. Continuamos sentados en una silla, sin movernos, sin opinar, sin vivir. Solamente nos dejan escuchar, pestañear y respirar. La moda es para delgados, para esqueletos humanos, para insensatos. Sin embargo todos la usamos, la consumimos, la deseamos. A partir de ella nos siguen atando. Y cada día más y más, nos limitamos a un sistema, a una opresión y a unas reglas. Dejamos de ser creativos por culpa de la frialdad con que se pinta en el invernadero. Dejamos de pensar en un presente para recordar el futuro que nunca llega del todo. Consumimos más y más, y soñamos menos. Cuando lo hacemos, olvidamos como eran, como volábamos, como nos superábamos. Nos empeñamos en construir día a día un puzzle e ir uniendo las piezas sin pararnos a pensar el porqué tiene que ser así, el porqué no puede cambiar. Quizás ese puzzle se puede transformar, pero nunca lo verás porque aunque no lo creas mantienes los ojos bien cerrados. No nos gusta no entender alguna cosa, por eso juzgamos a Picasso, a Kandinsky y a Dalí. El surrealismo es surrealista, el impresionismo no nos impresiona. Son términos inútiles, que sólo unos pocos dicen que entienden y que de todos estos solamente dos son los que no mienten. Soñar, crear, inventar; todo una farsa. Repetir, copiar y mentir; la realidad.

La vida no se hizo para que fuese fácil pero tampoco para que sonase difícil. La vida es un vals de Tchaikovsky, es eso que aparece mientras sueñas, mientras pintas, mientras callas. No permitas que alguien te obligue a limitarte. Rompe las cadenas con un pincel o con un lápiz. 

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