viernes, 11 de diciembre de 2015

Quise tantas cosas y obtuve nada

Buenos días, renacidos. Si digo buenos días no lo digo como siempre esperando que los demás pasen un buen día -que también, renacidos- sino afirmando que hoy es un buen día. Hemos llegado a la friolera de 1286 y ya pronto puedo oler las 1500, un número que me produce escalofríos sólo de pensarlo. Imaginar que han habido tantas personas que se han preocupado en ver que pensaba hoy o que reflexión traía me llena de unas ilusiones difíciles de explicar. Sigo en ese camino tan largo donde se van cumpliendo día a día mis sueños, cada vez que alguien pone http://renacerentrepalabras.blogspot.com.es/ y mira mis escritos. No sabéis lo que significa esto para mí, no tenéis ni idea. Espero, a la vez, que mis escritos, aunque haya sido alguno, se haya quedado en vuestra mente durante un tiempo y haya permitido hacerte renacer en diferentes aspectos. Simplemente me queda decir gracias, millones de gracias a todos. Sin vosotros mi camino se hubiese dificultado por mucho tiempo.

A continuación, os presento mi nueva entrada titulada quise tantas cosas y obtuve nada. En esta hago menciones a los sueños, propositos e ilusiones que mueven nuestras acciones, y en como el amor aparece sin buscarlo en nuestras vidas. Encontramos un enlace de India Martínez y David Bisbal de la canción olvidé respirar, que me parece una composición preciosa.  También, tenemos como imagen otra fotografía sobre la bellísima y más que recomendada película "El diario de Noah". Quien no la ha visto no puede hablar del amor -jajaja vale quizás he exagerado un poco-. 
Bueno, renacidos, poco más que decir. Millones de gracias y a disfrutar de este viernes once de diciembre.

https://www.youtube.com/watch?v=Z0Hu6gBZfRY


Quise enhebrar nuestros hilos y cortar todos aquellos que nos unían a una vida desunida, separada, desnutrida. Quise gritarle al silencio, por todas aquellas injusticias que nos había hecho, que nos había obligado a permanecer callados pero sin dejar de hablar. Quise silenciar la vida a gritos, buscando y perdiendo las formas y las maneras de lograr todos mis propósitos, encerrándome al pozo de la desesperación, de la cólera infligida. Quise llorar de alegría en mitad de un funeral, en mitad del funeral de mis sonrisas, de mis partidas contra la tristeza y la negatividad de la vida. Quise sumar restando y me faltaron número que sobrasen, me sobraron números que faltasen y hiciesen algo más que quedarse quietos, como lo hace el cero tras sus operaciones, completamente quieto. Quise subir al cielo bajando por las escaleras del infierno, dejándome llevar por la voz misericordiosa que me buscaba sin encontrarme y me perdía sin hallarme. Quise saltar sin moverme rompiendo las reglas que nadie se atrevió a arreglar, que nadie se atrevió siquiera a nombrar por el miedo de que el salto repercutiese en nuestra gravedad. Quise jugar perdiendo, negada a la triste idea de que ganando hallaría la victoria del tablero pero perdería millones de derrotas que me sirviesen como lecciones, como rasgadas lecciones de un libro coleccionado por miles de seguidores. Quise soplar las velas sin usar el aire, encerrándome en una habitación sin oxigeno que me oprimía los pulmones y paralizaba mis pensamientos. Quise soltar en una frase todo mi mundo interno, pero solamente logré escupir kilos de veneno, puñales, sufrimientos. Quise parar el tiempo y me topé con un pasado enfadado, con un presente inerte y con un futuro ignorante. Quise volar utilizando mi cabello como pequeñas alas, y su color rojo naranja llenó de desilusiones mi pequeña esperanza, mis pies seguían bien anclados en la terraza, en el suelo que nunca haría de trampolín ni de paracaídas, ni de nada. Quise plantar amapolas en el cielo, negándome a que solamente las estrellas tuvieran ese privilegio y que esplendorosas utilizasen el poder del diente de león para hacer cumplir los deseos cuando caen, cuando desaparecen, cuando dejan de existir. Quise llamarme sueño, amor, infinito, pero sólo de pronunciar dichas palabras mi pecho se encogía, mi corazón se paralizaba y mis manos temblaban. Quise retar a la vida, sin dejar que la muerte jugase en esa partida y prohibiéndome utilizar la huida como recurso de salida. Quise cruzar el mar pero me faltaron mares que cruzar, puentes que vislumbrar, estanques en los que nadar. Quise crecer pero alguien me cortó mis pies y me negó al simple hecho de ser aquello que quise ser, de llegar a verlo todo desde otro nivel.

Quise millones de cosas, de las cuales nada me sirvieron, pues el triste momento de abrir los ojos me hizo darme cuenta de mi consuelo. Quise tantas cosas y obtuve nada. De todos modos, quise tantas hazañas, esperanzas y habilidades, que se me olvidó resguardarme de tu mirada y de pensar que con una simple palabra pudieses crear que volará, que soñará; pudieses crear silencios entre gritos, mares, alas, y  un amor que sólo de conocerlo me paralizara.

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