sábado, 19 de diciembre de 2015

Recuérdame

Buenas tardes, después de tantos días sin publicar nada pensaba que moriría de todas las palabras e ideas que se han ido petrificando en mi mente, por fin las puedo liberar. Esto es un desahogo para mí. Lamentablemente ahora pasaré días sin publicar nada, aunque no sé si aguantaré y la necesidad me hará añadir otra hora a esas 24 existentes. Sí, muy posiblemente a partir de ahora mi día tenga 25 horas, y no me parecería tan loco, la verdad. Lo necesito, como también necesito el respiro que estos días no tengo ni tendré. Enero promete venir con fuerza, y me obliga a pasar unas navidades invisibles cubiertas por el calor de una chimenea mientras estudio. Bueno, no me quejaré de ello porque tengo mis razones...
Entrando en materia, hoy os traigo una nueva entrada titulada recuérdame. El título, es algo triste y proporciona una sensación desagradable pues esta palabra sólo puede significar algo: un adiós. Odio esa palabra porque no me la creo, pero supongo que también forma parte de la vida y por ello también forma parte de nuestro renacer entre palabras. En concreto, debo advertir, que esta entrada consiste en un autoretrato en palabras, poético, de mi vida. Esta terminología la ha utilizado mi madre cuando lo ha leído y he creído oportuno ponerlo. Me parece precioso como adjetivo. 
Bueno, en fin, esta entrada tiene, como podemos comprobar, un enlace nuevo. Se trata de una interpretación de Bely Basarte sobre una canción navideña. Me parece oportuna ponerla porque, renacidos, ya estamos a 19 de diciembre, en nada ES NAVIDAD. Adoro la navidad y espero que vosotros adoréis esta entrada - y la Navidad también, venga -. También, el hecho de poner a Marilyn Monroe como imagen de esta entrada se debe a que es una de las figuras más fascinantes que conozco. Bueno, renacidos, espero que os agrade y feliz sábado. 

https://www.youtube.com/watch?v=mjfXUTFBie8 






Recuérdame como aquella que soñaba aviones de papel despegando por la ventana de las inseguridades, dejando tras sus pasos lecciones en forma de canciones, de caricias, de escondidas ilusiones. Como aquella chica que callaba sin otorgar y otorgaba lo que no callaba, que buscaba paracaídas desde el cuello de su camisa y sonrisas en cada una de las esquinas que limitaban su vida, que la empequeñecían, que la encerraban en la libertad de los días, del tiempo, de las aspirinas. 

Recuérdame como la chica que se escondía en la última fila, que callaba cuando quería y que quería callar cuando no debía; que siempre tenía un pasatiempo, una ocupación, un buen día. Como aquella chica que le gustaba escribir, cantar, leer, observar, fotografiar, pintar, soñar.  Como aquella mujer que utilizaba tacones confeccionados de inseguridades, de promesas incumplidas y de traiciones asumidas; que buscaba en un beso las mariposas que emprenden el vuelo cada primavera hacia costas irreales, paradisíacas y otras cosas menos terrenales.  Que esperaba ver caer una estrella para pedir un deseo, pero que nunca tenía tiempo para pensarlo cuando caía precipitado hacia el firmamento. Que dormía abrazada a un peluche, que buscaba su consuelo en noches tormentosas y que todavía se siente desprotegida por de noche. Que coloreaba los lunes, despintaba los domingos y borraba los viernes. Que amaba la vida, que vivía el amor, que soñaba con estar enamorada toda la vida. Que veía telenovelas y se las conocía de memoria, que se ponía nerviosa cuando Rosaura engañaba o era engañada. Que adoraba a Vicent Van Gogh, su noche estrellada, las sensaciones que trasmitía y sentirse aludida.

Recuerdame como la niña que corría detrás de un pollo, de una meta, de un horno. Como aquella que veía millones de veces al troll verde pero lloraba cuando se acercaba su muerte. La chica que se colgaba del reloj, que no conocía la inutilidad de las cosas, que buscaba carnavales en otoño. Aquella que coleccionaba fotos, postales, pulseras y retales. Que le gustaba desayunar tostadas y odiaba que alguien la odiara. Que le encantaba el color rojo, el negro y no el oro. Que intentaba acabar todo lo que empezaba y que empezaba cosas que algún día serían acabadas. 

Recuérdame como la pesada, la besona, la encerrada en sus cosas, la que siempre se quejaba, la cabezona, la soñadora, la idealista, y a veces realista. La que odiaba los cambios, la que se negaba a no confiar y a dejar las cosas pasar. La que no recogía, la que era un desastre, patosa y desquiciante. La calmada, la nerviosa, la tímida, la habladora. La chica que odiaba llegar tarde, pero que a veces tardaba en llegar, la que buscaba excusas para no llorar, la de la coraza creada sin pensar. 

Recuérdame como aquella que no sabía nadar, que odiaba el mar pero que pintaba las rocas que rompían en él sin parar. Que empezaba diarios pero se cansaba de redactar, que comía todo lo que fuese dulce menos el mazapán. Que admiraba a las buenas personas, a los errores, a las lágrimas que se suicidan de sus ojos, los amores de toda la vida. La chica que adoraba a su familia, que mataría por salvar a su madre, a su padre, a su hermano, a sus primas, a su tía. Que odiaba las injusticias, el maltrato y la codicia. Que nunca ha soportado las despedidas, pero que las cree necesarias para abrir o cerrar viejas heridas. Que cree en la amistad infinita, que no tiene mejor amiga, que asume que la vida no está hecha para pensar en los días. 

Recuérdame como la que odiaba los guisantes, el pimiento, las medicinas. Como la que no temía al dentista pero que odiaba cuando tenía visita. Como aquella que veía cintas antiguas, disfrutaba comprando camisas y viendo a sus primas crecer entre risas. Como la que necesitaba un Halloween eterno, un verano más largo, un invierno más frío. Como la que leía poesía, recitaba a escondidas y esperaba que alguien le escribiese una algún día. Como la que esperaba publicar sus ilusiones, la que odiaba los temores y necesitaba caminar con violines en los auriculares.

Recuérdame. Hazlo siempre con una sonrisa de oreja a oreja, de lado a lado, de una esquina a la otra, con el corazón en la mano. Puedes recordarme como quieras: para bien, para mal, con mis aciertos, con mis fallos, sonriendo, llorando... Pero siempre recordando que si estuviste en mi vida tu recuerdo seguirá intacto.

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