viernes, 4 de diciembre de 2015

Esta es nuestra historia

Buenas noches. ¿Cuántas personas forman o han formado parte de tu vida? Sin darte apenas cuenta, mientras vas redactando con buena letra lo que está siendo tu día a día, estás ayudando a la redacción de otras personas sobre su propia historia. Pues de eso trata la entrada de hoy. Trata sobre lo que somos, sobre quiénes somos, sobre todas aquellas etiquetas y costumbres que vamos utilizando y que en cierta parte nos identifican a todos. Juntos hemos creado una historia y somos parte de algo grande que antaño fue pequeño. 
 Leyéndola nuevamente he pensado también en aquellos autores que de pequeños se dedicaron a crear canciones y que sirvieron como base de muchas de las cosas que hoy plantean, de muchos de los temas que hoy dedican tan bellamente redactado y perfeccionado. No hay que olvidar que todo proviene de algo. La más pequeña de las piedras algún día fue montaña. 

Bueno, y después de esta breve introducción aparece mi entrada. Espero que os agrade u os transmita aquello que esperáis encontrar este viernes día cuatro de diciembre. Como veréis contiene un enlace de Youtube que, en este caso, se trata de Touch the Sky de Daniel Jang, una bellísima interpretación que a mí, me encanta. Feliz viernes y renacer entre palabras. 

https://www.youtube.com/watch?v=uBURwIQ4c9I




Esta es nuestra historia; basada en hechos ficticios, en sueños reales, en puentes con promesas que caen a raudales, que se pierden entre refranes, versos, deseos con olores tan diversos. Escrita sobre un papel mojado de lágrimas, de decepciones, de amargos licores. Redactada a base de esfuerzo, de sangre, de sudor. Sudando esfuerzo sangrante; sangrando sudor esforzado; esforzándonos en sangrar sudados. Cada uno de los puntos indican el final y el comienzo de algo, el hecho de haber pactado con la vida un descanso, un parón, un cambio de vagón. 

Esta historia no está guionizada. No sigue papeles ficticios, máscaras con forma de nido, ni escenas que se caen con el ruido. No vivimos un guión establecido, sino que traspasamos normas, comportamientos, estereotipos. Rompemos el sistema de forma sistematizada, y la recomponemos como estaría programada. Pero nadie nos programa, no seguimos ningún margen, ni sangrías, ni parajes. Somos dueños de nuestro escrito, reyes de lo que sentimos y transmitimos con las palabras, con las sílabas entre cruzadas. Creamos porque creemos; creemos lo que creamos. Buscamos la rima, la metáfora, la sinfonía, para hacer de esta vida un momento lleno de sonrisas, de versos y de caricias. Caricias con forma de sonidos, con monosílabos. Y es que sabemos que no debemos esperar más de esta vida que soñar escribiendo, cantar huyendo y leer lo que leo. 

Somos el total de ovejas negras que aparecerán en tu vida. Somos el agua, la lluvia, la vida. Cerramos las heridas, buscamos los tapones y creamos fantasía. Nacimos para hacer historias, historias diferentes, nada corrientes, propia de delincuentes. Con efectos contundentes, razones insurgentes y palabras hirientes. Sabemos lo que llevamos, llevamos lo que sabemos. Conocemos las mañanas, los años, los otoños. Nos tiramos con aplomo desde la nube en la que vivimos la mayoría de nosotros. La misma que produce polvo, nostalgia, oro. 

Esta historia sigue patrones, parámetros, renglones. No se deja pisar, ni pisa. Nunca te quitaría la sonrisa porque confirma que la mejor manera de ser feliz es dejarse llevar por la brisa y esta no hace otra cosa que sonreír y vivir; flirtear y morir; repetir y sentir. 
Gracias a esta historia existimos, nos hemos conocido y hemos vivido todo lo que hay redactado, lo que hay señalado entre paréntesis, entre comas que no aceptan según que tesis. 

Alguien nos enseñó a escribirla pero nadie nos mantuvo la mano, ni nos condujo por el papel rasgado. Esto lo aprendimos meditando, usando la mano en vez de la razón, usando las palabras como si fueran el corazón. Siempre nos ha ido bien juntos, redactando punto por punto, creando este nuevo mundo que poca gente ha tenido el gusto de conocer, de saber su existencia, de su efímera coincidencia. Sí, coincidencia con la tuya, con aquella historia que narras en la penumbra y que tiene una musa de largos cabellos oscuros que sueñas con que algún día puedan fundirse con los tuyos. 

Somos el total de las acciones que viviremos, el total de los errores que cometeremos, de los que nos arrepentiremos o repetiremos hasta saciarnos, hasta llegar al cansancio de la rutina, de la monotonía o del cambio. Aquel que nos paraliza debido a su naturaleza mezquina, ensombrecida, que es como silenciosa víbora que espera tendida hasta que tu cuerpo se agita. Y entonces ataca, a la tranquilidad, a la normalidad, al programa programado de naturalidad. 

Esta es nuestra historia basada en las estrellas, soñada por los cometas y respetada por las luciérnagas. Creamos sonidos nuevos, eternidades contenidas en frascos pequeños, botellas que se perdieron en el mar de tus miedos. Sé que no nos conocemos, que lees estos versos sin pararte a creer que eres parte de ellos. Quizás pienses que no perteneces a este mito, a este escrito, que tú eres tú, yo soy yo, y ellos son su propio colectivo. Pero créeme cuando te digo, que esta historia nunca sería lo mismo sin tu pequeño granito. 

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