Y bueno, después de este brote de sinceridad, pasemos a la entrada de hoy que se llama "lágrimas como símbolo de lo que perdí". Cómo veis, toda la explicación inicial se relaciona con la entrada y por lo tanto no he dicho cosas tan desubicadas. Con esta nueva publicación comparto una composición de Ludovico Einaudi que se titula Nuvole Bianche. Como escuchareis es una preciosa canción, que a mi parecer, es perfecta para mi publicación. Ya solo me queda esperar que os guste y agradeceros que me leáis, que intentéis y consigáis renacer entre palabras cumpliendo así mi sueño. Diría muchas cosas más pero hasta mis manos se resienten al frío teclado. Pasad feliz lunes, ¡qué no se diga!
https://www.youtube.com/watch?v=BCGmfC1y3lQ
Cae una lágrima en forma de recuerdo, en forma de momentos que pasaron a ser parte de un pasado que jamás será futuro y que quisiéramos que fuese presente. Hay veces en que nos paramos a pensar, a recapacitar para buscar aquello que hicimos mal, para conocer los errores que cometimos, para comprender todo lo que vivimos. Mientras pensamos, el cielo va cambiando de azul esperanza a oscura realidad, pasa de felicidad a tristeza, de sonrisa a llanto, de agua a marea. Mientras pensamos, la vida sigue pasando sin pasar, como pasaban los segundos esperando tu respuesta, negándonos a creer en nuestro final. Reflexionando encontramos matices en nuestras vidas, en las de los demás, en aquel lienzo que comenzamos a pintar sin imaginar que agarrábamos los pinceles, sin pensar que cada mancha correspondía a nuestros fallos, que cada blanco era un nuevo cambio y que cada negro era el final de un largo comienzo. Cierras los ojos mientras otra lágrima se vierte de tus ojos, aquellos que inmortalizaron noches de insomnio, mañanas de ensueño y tardes dormidas, sin ira, con reposo. Los vuelves abrir para ver lo que se cierne delante de ti, el jardín que nunca quisiste esculpir, que siempre te negaste a construir. Perdiste a tus pasajeros sin saber que la vida no hace descansos, no para en andenes, no recoge a personas. Simplemente los sube a formar parte de su cuerpo, a formar parte de aquel juego diabólico que les hace creer que comparten una eternidad de asientos, de momentos, de experiencias, de destinos. El mismo juego que les hace cómplices de los segundos, de los pañuelos intercambiados, de las sonrisas inseguras, de todo aquello que desemboca en tragedia, en miseria, en histeria. Los perdiste demasiado pronto, negándote a la rapidez con que se fueron y a la lentitud con la que nunca más volvieron. Con otra lágrima recuerdas las semanas abrazadas al tiempo, rompiendo las cadenas que te aprisionaban en la cárcel formada por el muro de las dudas, de las injusticias, de las ataduras. Sabes que llorar no servirá de nada, que cuando un amigo se va es porque algo fallaba; pero eres incapaz de cesar tu nostalgia, tu rabia, tu desconfianza que crece y crece cuanto más tiempo pasa. Sabes que cuando un amigo se va todo se acaba, para iniciar otra nueva partida, sin fichas en sus casillas, sin dados girando en el tablero, con tu vida en el punto de mida. Sabes que cuando un amigo se va algo de ti se rompe, se vuelve agua perdida en el porche, se convierte en lluvia de primavera, en un vecino dentro de una isla desierta.
Entre las sábanas marcadas por el llanto se encuentran tus manos, abrazadas a recuerdos, a fotos, a largos veranos. Días de calor que se convirtieron en días del pasado. Piensas en la vida, en su increíble descaro, en su cruel verano sin estar a su lado. Piensas en ella y en como nos acerca a personas que sabe que se escaparan, que dejarán una bomba en nuestras almas y que acabarán con todo lo que encuentren en su interior, en el corazón, que acabarán con todo lo que crean vivo, feliz, decisivo. Cuanto más piensas en la vida, en las decisiones que comete y cometidas, te atormentas más pensando en el ayer, intentando llevarlo hacia el mañana, hacia un momento que dirías que no acaba. Sabes que ella no tiene la culpa. Porque ella, la vida, no conoce las estaciones que diferencian un mes cálido de otro frío, los días depresivos, el alcohol que impregna de olor un intento de suicidio. Por ello, tampoco reconoce el destrozo interno que supone la separación, la traición, el recordar una canción.
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