lunes, 28 de marzo de 2016

Promesas incumplidas con olor a sal en las mejillas

Buenas tardes, renacidos. Llevo muchos días sin publicar nada, pero es que realmente llevo muchos días desconectada y no solamente del blog o del ordenador o de todas estas cosas. Llevo muchos días desconectada del mundo, centrándome en el pequeño universo que solamente dos personas conocemos plenamente. Siento deciros que es imposible de visitar dicho Universo. A este solamente se puede acercar un poquito a través de unas miradas que son la puerta por donde se entra. Te puedes asomar si quieres, pero nunca verás nada, pues este Universo, renacidos; igual que el amor, es invisible. Me entristece que no podáis disfrutar de él, del paisaje que se cierne entre palabras, miradas y momentos que son indescriptibles. Es un universo tan bonito, renacidos... ¡Tan bonito! Casi parece irreal, un sueño. Pero es tangible, se puede percibir y sentir. Para mí, Semana Santa empezó este jueves pasado, un jueves pasado precioso por ser 24. Y más precioso se volvió cuando abrí mis ojos hacia el nuevo Universo.

En fin, renacidos, he vuelto. Aunque me hubiese gustado seguir desconectada un poco más, debo de admitir que necesitaba escribir. Esta vez, se trata de un escrito que le hace un hombre a su amada. Es algo triste, a mi forma de ver, pero creo que es muy bonito y espero que os guste. Junto a esta entrada os presento una canción bastante conocida: When a man loves a woman de Michael Bolton. También, como imagen, os pongo un precioso dibujo de Paula Bonet. 


¡Felicidades a todas esas monas!

https://www.youtube.com/watch?v=JmfOzFzYumo




Cuentan que ahora cuelgan de tus pestañas deseos, que no te hace falta contar estrellas, acumular granos de arena en tu cuerpo o solapar en tus mejillas sonrisas que llevan promesas de amor eterno.

Cuentan que ya no te hace falta vestir de negro. Que sales cada día con tu vestido nuevo pintado de manchas que acumula el tiempo, que descose el alma, que atormenta al desierto. Que usas guantes para no dormir, calmas para volverte nerviosa y cambios de humor para volver a tu estado natural, con tu malicia silenciosa.

Cuentan que ya no eres la misma, que aquel día un hombre derribo a una estrella y la condenó a una vida sin luz durante una larga primavera, que disfrutaron con ello durante siete lunas enteras. Imagino que aquel aire que danzaba pasos entre vientos, amenazó un día con quitarte el aliento, ese punto perfecto que permite morir o seguir viviendo. Imagino que fue un largo y bochornoso tiempo. Que durante meses confundiste todo aquello que te había permanecido desde siempre, con otros cuerpos que no conocían tu aflicción o tus deseos.

Sé que también cuentan que has mejorado, que aquella línea formada entre tus dos labios ha vuelto a torcerse por suerte para tu reparo completo, instantáneo, inminente. Sé que tendrás millones de cosas en mente, como viajar a Marte sin utilizar ninguna "a" delante, para no confundir verbos y términos que no llevan a ninguna parte. Sé que tendré que explicarte miles de recuerdos bañados en sangre, la purpurina que obligue a derramarse o el billete de vuelta que siempre me traía al mismo lugar del que quería volar, escaparme. Sé que todavía no piensas que vuelva a verte, quizás es pronto, pero para mí siempre ha sido demasiado tarde. 

Cuentan que ya me has olvidado, que el poema que te escribí un día en tu vientre ha sido lavado por la sal de tus lágrimas, esa que no deja rastro en las sabanas ni en el punto intermedio en que tus palabras y las mías fueron clavadas en el umbral, en la puerta de lo que lo que era nuestro ritual. 

Cuentan que has conocido a otro alguien, que no es nada serio pero que cada día viene a buscarte. Te ha sacado un par de sonrisas, tres caricias y una mirada que era como la mitad de las mías. Seguramente de aquí a unos días, cuando recibas esta carta, él te habrá traído bombones, flores o quizás hasta un tarta. Sí, una con fresa y nata como a ti te encantaba. Posiblemente incluso conozca tu cama, perciba el olor a jazmín con el que te despiertas cada mañana o te traiga el desayuno con cubiertos de plata.

Aún no lo cuentan, pero yo sé que terminarán contando que por mucho que me amaste, una vez recibiste la carta, la tiraste. Y no me hará falta un recibo de tus promesas incumplidas, de aquellas fotos que tomamos en mi puerta, ni los abrazos cuando aún te escondías. Lo sabré. Sabré que pasaste página y con lágrimas en los ojos, entenderé que mientras yo formé parte de un capítulo de tu vida, tú te convertiste en el libro que siempre leería y del que nunca saldré con vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario