martes, 29 de marzo de 2016

Como espuma que se pierde en tu boca

Buenos días, renacidos. Solamente dos días y unas horas para acabar con marzo, para acercarnos poquito a poco al verano. La primera señal empezó el sábado/domingo cuando adelantamos una hora. Típico del verano, quitarnos horas cuando a él le conviene para hacernos llegar más tarde a casa. ¡Ay, qué ver! Pero bueno, lo importante es lo importante; nos acercamos al verano. Nos acercamos a esos días llenos de calor exagerado con sudor, con piscinas, con fiestas, con shorts, con días de playa, con helados... Mmm, ¿qué bien suena no? Pero, bueno, de momento nos conformaremos con marzo y lo poco que nos queda de este. Una vez pasemos abril ya veréis como todo pasa muchísimo más rápido.

Y mi siguiente entrada vuelve a hablar de amor y de rupturas. Soy un poco repetitiva con ciertos temas. Será que me gusta buscar 'en cierto modo' la belleza de la tristeza. Algo así como renacer entre lágrimas. Mmm, ¿nuevo título para nuevo blog? jaja, no. Me quedo con Renacer entre palabras que tiene ya 1984 visitas. ¡Bravo! Estamos llegando a unas cifras altísimas, renacidos. ¡Gracias! 

Junto a esta entrada os traigo una canción de Jesse & Joy titulada "Corre, corre corazón". Seguro que mucho ya la conoceréis, y los que no, os animo a escucharla. Es muy bonita, de verdad. A parte, la nueva imagen de portada que os traigo es de la fantástica Marilyn Monroe: la más grande.

¡Feliz martes, renacidos! Por lo que a mí se refiere, vuelvo a la Universidad después de vacaciones.


https://www.youtube.com/watch?v=P2hM9CLAMu4



Ya no somos los mismos. Aquel enredo que siempre aparecía en tu pelo se ha descosido como los besos sin previo aviso que llegaban desde mi boca hasta tu bolsillo, como los sueños de hojalata que esperaban en medio de la plaza de la esperanza, al lado de tu ombligo. Algo ha cambiado, lo presiento. Quizás sea el aliento que dejaba en tu cuello cada vez que te besaba o aquellas ganas de besarte hasta la garganta que crecían en la catarata de tu espalda a mi playa. Sé que no han cambiado las reacciones, las ecuaciones y verbos conjugados que creábamos entre oraciones en medio de la cama, entre la calma de aquellos que se aman sin esperar nada. Quizás no haya cambiado eso y simplemente sea el invierno que con su capa blanca trajo un frío grueso como el azúcar que nunca se derretía cuando queríamos hacerlo. La verdad es que no sé que cambió todo lo nuestro, el mar que veíamos chocar contra las rocas se ha vuelto espuma que se pierde en tu boca como pétalos de rosas cayendo de su única creadora. A veces, me da miedo pensar que la culpa fue solo mía, que yo fui el loco suicida que acabó con su única espina clavada en el alma, con lo único que le ayudaba a permanecer en calma cuando la tormenta amenazaba. Pero me niego a pensar mucho en ello, pues el dolor es una herida que más que cicatrices deja pellizcos por allí donde pisa, quemaduras en vez de sonrisas, lamentos en forma de orquídeas podridas. 

Ya no somos los mismos ¡Qué ironía! Y yo que siempre dije que tú serías mía, pero no con esa misma posesión te tendría, sino que permanecería a tu vera como grillo con su primavera. 

Ya no somos los mismos, ¿quién lo diría? Aquella purpurina que caía de tus mejillas cuando las lágrimas amenazaban con su caída, han dejado de caer para recordarnos que la nostalgia es la peor enemiga y los recuerdos el aliado que nos mantiene con vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario